.Octavo mes (Propuestas)
Ya con seis meses de embarazo, a Misaki le cuesta más hacer algunas cosas que son cotidianas… como agacharse… o pararse… o encontrar una posición cómoda para dormir. Cada que veía su estómago lo veia mas grande, en ocasiones pensaba que este en un momento explotaría. Un pensamiento que le daba escalofríos.
Llevo una de sus manos a su vientre, acariciándolo con movimientos circulares para calmar los movimientos de sus niños que pedían atención, los sentía moverse con fuerza ¿estarían peleando?... lo dudaba, ese trío era muy tranquilo y pensaba que se llevarían bien en el futuro.
Su teléfono comenzó a sonar, avisando que era una llamada, reviso quien era y su cara palideció al ver el nombre del contacto… “Ijuuin-sensei” decía el aparato, lo pensó un momento… no sabía si contestar o no. Total, ya tenía mucho desde que dejó de recibir llamadas del mangaka, contestar para saludar seria lo correcto ¿verdad?... pero los pequeños no opinaban igual, la patada que recibió fue un poco más fuerte, distrayéndose y tocando por accidente la opción de “colgar”. Al darse cuenta de lo que había hecho pensó en llamar, pero al hacerlo solo recibió una frase que lo hizo sentir decepción.
“el saldo de tu móvil se a agotado”
Bueno… si era importante, ya volvería a llamar. Con ese pensamiento se levantó con cuidado para ir a la cocina y prepara algún aperitivo.
Sonrió, ver a su “rival” decepcionado por lo ocurrido le hacía sentir una satisfacción en el pecho. Si bien no debería sentirse de ese modo, la sensación de saber que sus palabras se hicieran reales le daba gusto y mas si de ese modo le llegaba el mensaje al mangaka de que Misaki le pertenecía solo a él.
-me colgó… - aun no cabía en su asombro, jamás pensó que el castaño le colgaría.
-te lo dije - la mirada del escritor se desvió a un lado, mientras soltaba un pequeño y suave suspiro
-posiblemente fue por error - intentó justificarlo, no aceptaría que Usami tenía razón.
-si fuese así, no hubiera tardado tanto en rechazar la llamada - La justificación fue rechazada completamente con aquel comentario- te lo repito, dejalo de una vez.
El mangaka suspiro, puede que Usami le ganara esa batalla, pero un no le ganaba la guerra.
Lo primero que pensó al escuchar la invitación de salir a cenar con el escritor, quiso reusarse en ese momento… no se sentía cómodo, es decir, su ropa ya no le quedaba como antes, así que sus trajes formales no le quedarían ni de broma. Más el escritor le tenía otra sorpresa, antes de llegar le había comprado algunas prendas que le quedarían y serán cómodas para él.
Una vez con la nueva ropa puesta, Misaki se miró en el espejo, aunque se notaba su estómago, debía de admitir que no se sentía gordo o que se viera mal, el pantalón negro tenía un elástico que le permite cubrir parte de su estómago sin problema, la camisa de manga larga y de un tono lila es un poco más ancha de la parte de abajo, por lo cual deja bien cubiertos a los trillizos. Aunado a esto, el abrigo que el escritor le dio le ayudaría a disimular su embarazo.
Una vez que salieron los hermanos salieron de su habitación, cada uno se encargó de hacer una llamada y de eso modo planear una sorpresa para cuando llegaran.
-Es un lindo lugar- mencionó el castaño una vez acomodado en su asiento.
-me alegra que te guste - respondió complacido al ver feliz a su pareja.
Se encontraban en una parte alejada de los demás comensales (para comodidad del castaño), los colores cálidos del lugar lo hacía un ambiente cómodo y agradable para pasar el rato, la amabilidad de los meseros al atender… aunque al escritor le molestase que lo interrumpió cuando intentaba crear un ambiente romántico con el castaño, y la deliciosa comida que ofrecían, hicieron de la cena algo para recordar. La mano del escritor se dirigió hacia uno de los bolsillos del pantalón, se levantó de su asiento para ponerse a un lado del menor, Misaki se extrañó por la repentina acción, giró un poco para poder verlo mejor.
-Misaki… - se arrodillo viendo directamente aquellas esmeraldas que lo volvían loco.
-... - mudo ante estas acciones se llevó las manos a la boca, atónito ante lo que pensaba sucedería.
-Misaki… hemos vivido muchas cosas juntos, me has hecho ver y experimentar lo que es ser feliz a tu lado. Contigo pude saber lo que es amar y ser amado, ahora me das la oportunidad de formar una familia- abriendo con cuidado la pequeña cajita de terciopelo rojo prosiguió a preguntar- Mi querido Misaki,te pregunto en esta noche y en frente de nuestros hijos… ¿quieres casarte conmigo?
Gruesas lágrimas salían de los ojos del menor, emocionado y realmente feliz por la propuesta del escritor asintió varias veces mientras murmuraba un suave “si quiero”. El escritor tomo la mano del castaño y prosiguió a colocarle el anillo. Un sencillo anillo de color plata con pequeñas incrustaciones de diamante en él.
Estaba feliz, se acercó al escritor para, con mucha pena de por medio, tomar entre sus manos el rostro del mayor y darle un suave y casto beso.
Extra: la verdad sobre el anillo
El par de hermanos los esperaban en la sala junto con varias personas cercanas a la pareja romántica, los invitados al saber del compromiso los felicitaron y los separaron para poder interrogar por separado a cada uno.
Misaki termino estando con Akemi, Chuusei y Shinobu. El de ojos verdes fue interrogado por su amigo sobre cómo le pidió matrimonio y él le conto lo ocurrido en el restaurante y al finalizar le mostro el anillo que estaba en su dedo anular. Shinobu veía el anillo con asombro, para después ver a su amigo… le sorprendía que el castaño aceptara un regalo costoso, dado a lo sencillo que era.
-vaya, no pensé que Usami-san… - se calló al ver como el castaño lo veía curioso.
-¿Qué pasa? – pregunto confuso
-…- Shinobu volteo a ver a los otros dos chicos, en busca de apoyo. Akemi entendió en el momento que pasaba, su madre le contó sobre cómo se enteró de lo que valía ese “simple anillo”.
-Lo que quiere decir es que…- Akemi pensó unos segundos antes de responder – lo que tienes puesto es un anillo Tiffany
-…- seguía sin entender, ¿Quién o qué era Tiffany?, pero vio como el de ojos negros miraba al rubio mientras asentía.
-ese anillo – comenzó Shinobu a decir – cuesta casi tres millones de euros…
Misaki no necesito más, puede que desconozca el valor de aquella moneda actualmente en su país, pero la cifra y el saber que el un Euro era un poco más caro que el dólar Estadunidense le bastaba para empezar a palidecer ante la realidad… Volvió a engañarlo sobre el precio de las cosas, lo dejara pasar por esta vez, no por el anillo, sino porque para bien o para mal era SU anillo de compromiso y al parecer sus pequeños también les gustaba la idea de casará con el escritor.