Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

RIN por Shedin

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

RIN

 

 

 

 

Alex suspiraba melancólico mientras miraba por la ventana, hacia ya casi tres meses que Rin había decidido dejar la universidad, tal como él le había sugerido, y marcharse a Japón.

 

-Mierda, mierda y mierda- se sentía culpable, Rin había tenido razón en recriminarle su falsa amistad, que clase de amigo era, que incitaba a abandonar los estudios superiores y encima llamándole tonto.

 

-Alex, no vas a volver a la cama- Leo somnoliento asomo la cabeza de entre las mantas.

 

-¿Cuando te piensas ir?- Aquellas palabras de Alex hicieron sentir mas frío al dulce Leo, que la misma ventisca de nieve que estaba recorriendo las calles esa noche.

 

-Eres cruel, y no entiendo por que, deberías estar contento de tener a alguien que te quiera como yo te quiero.- Leo estaba llegando a su límite, el paciente Leo estaba a punto de estallar, las lágrimas corrían como cascadas por sus mejillas.

 

Alex se giro, dando la espalda al frío ventanal de su habitación, miro a Leo de una forma insana, y antes de que este pudiese reaccionar Alex lo tenia atrapado con su cuerpo boca a bajo.

 

-Eres un vicioso Leo, me provocas y me provocas y luego te haces el inocente, voy a darle de comer a ese culo inquieto tuyo.- Alex susurraba las palabras de una forma arrogante y despectiva, mientras le tapaba la boca a Leo para acallar su llanto y gemidos de dolor.

 

 

 

 

 

Rin despertaba con pocas ganas, a pesar de no asistir de forma presencial a la universidad, pues antes de irse a Japón se matriculo en La Universidad nacional Americana a distancia de los Estados Unidos.

 

Después de haber perdido todo un año académico siendo además que ya no tenía 18 años, no se sentía con fuerzas de quedarse y volver a mirar las mismas caras de siempre, o los comentarios, y sobre todo no tenía ganas de que Alex le sermoneara otra vez.

 

Jamás se le paso por la cabeza dejar la universidad, el sabía que podía hacerlo perfectamente pero sin saber por que no lo hacía, así que decidió que lo mejor sería un cambio de aires. Y se puede decir además que otra de las razones, esta en un lugar secundario, es que, se había cansado de ver como Alex maltrataba a Leo, sobre todo lo que mas le irritaba era que Leo se dejase hacer, que no le mandara a la mierda desde el primer día.

 

Este pensamiento no lo admitió hasta que no llego a Japón y no dejo pasar unas semanas, donde por fin pudo sincerarse consigo mismo.

 

Rin se alojaba por un tiempo con sus padres que también se encontraban en el país, debido al trabajo de su madre que presentaba su propia obra, pues dirigía su propia compañía de ballet, era la compositora y creadora de cada nueva obra con la que daba la vuelta al mundo creando un éxito tras otro desde hacía quince años, la razón principal por la cual Rin creció en internados, tanto de Japón como de Rusia y ya en los últimos años académicos en Estados Unidos, donde con quince años consiguió que sus padres le dejaran vivir por su cuenta sin la necesidad de estar en un internado.

 

En esa época fue cuando conoció a Alex, tras matricularse en un instituto público de Washington, y desde entonces prácticamente no se habían separado el uno del otro.

 

 

 

 

Leo, en su habitación, intentaba leer el prospecto de la pomada que el farmacéutico le había dado para su trasero, debido a las formas poco delicadas que uso Alex a la hora de penetrarle la pasada noche.

 

Tubo que inventarse una mentira poco agradable pero desde luego mucho mejor que la verdad. No sabía si el farmacéutico le había creído, ya que con la cara que le entrego la pomada anunciaba que no se había tragado nada de la historia de la diarrea aguda y el papel como lija de los baños de la estación de autobuses.

 

Le temblaban las manos, y los ojos llorosos, no le dejaban leer con atención. Su mente estaba sumida en el recuerdo de la noche anterior, pues a pesar de que fue a la fuerza lo que había pasado, él lo había disfrutado, se había excitado y esa combinación de placer y dolor le había vuelto loco.

 

Se levanto y fue al baño, cerro con pestillo, pues si alguien de su familia llegase a entrar a su cuarto, como muchas veces hacían, no sabría como explicar lo que estaba haciendo y sobre todo el porque.

 

Empezó a aplicarse la pomada, con cuidado, despacito, poco a poco notando su acción y no solo la parte calmante de la pomada, si no que con sus manos, al tocarse, iba excitándose poco a poco.

 

Para Leo fue inevitable recurrir a la masturbación para calmarse, no puedo evitar evocar el incidente de la pasada noche, las malas palabras de Alex, su rudeza y desprecio…

 

-Soy escoria, Alex tenía razón, yo le provoco a tener esos instintos tan bajos- susurro mientras se miraba en el espejo, que le devolvía un reflejo deplorable, pálido y ojeroso sin una pizca de vida en sus ojos.

 

-Debería morir- volvió a susurrar sin quitar la vista del espejo, sintiendo un profundo asco de si mismo.

 

-De hecho debería dar las gracias de que Alex este con migo, porque me merecería estar solo, morirme y podrirme solo- Leo lloraba, la idea de estar solo era algo que no podía aceptar ni mucho menos soportar, era algo que le causaba pavor.

 

Recogió y ordeno el baño, todo en su sitio para no despertar ninguna sospecha, la pomada se la guardo en el bolsillo del amplio pijama y antes de salir del baño un ultimo vistazo al espejo, quizás con esperanza de encontrar algo positivo en si mismo, pero solo termino añadiendo un ultimo insulto -Inútil-.

 

 

 

 

 

Ya habían pasado casi tres meses desde su llegada a Japón, y la verdad fue una buena decisión pues sus estudios iban viento en popa y su vida privada también, mejor dicho la sexual, y todo gracias a Seiji Fukutama, el bailarín estrella de la compañía de su madre.

 

Rin lo conoció poco después de su llegada a Japón, simplemente un día fue a recoger a su madre que le llamo con urgencia para llevarla al estudio de televisión para una entrevista a nivel internacional.

 

Y allí mientras esperaba a que su madre saliese, entro Seiji, enseguida le llamo la atención la apariencia dulce e inocente del bailarín, pero no tardo en darse cuenta que no tenía ni una pizca de dulzura o inocencia, primero al verle bailar con fuerza y energia, con pasión pero sobre todo con ambición y luego no mucho después descubrió su faceta mas salvaje en el sexo.

 

En los dos meses en los que la relación sexual existía entre ellos, se había creado una rutina, puesto que la biblioteca nacional estaba cerca del lugar del ensayo de la compañía de su madre, así Rin hizo coincidir sus descansos de estudio con los descansos de los ensayos.

 

Y así prácticamente todos los días, Rin y Seiji quedaban en los baños del tercer piso, que eran poco transitados, justo en el de los minusválidos, que es el más amplio.

Y allí daban rienda suelta a su pasión, sobre todo el bailarín.

 

 

 

 

 

Hacía una semana que no veía a Leo, sabía que se había pasado pero porque Leo no le había detenido, además se había corrido que daba gusto, así que no sería para tanto.

 

Alex decidió limpiar la casa para cuando Leo volviese, y quizás preparar la cena, o más bien encargarla en algún sitio, por un día que mimara al castaño, no pasaría nada.

 

Y así, el sábado por la mañana Leo llamaba al timbre, tal como lo había previsto Alex, le dejo entrar sin decir nada, pero observándole atentamente, no quería perderse su reacción.

 

-Esta limpio- dijo Leo casi sin voz, no se lo podía creer.

 

-Ya me sentía un abusador, siempre tu limpiando y cocinando, hoy tu solo preocúpate de relajarte y pasarlo bien, todo lo demás es cosa mía.- Alex le sonreía de forma amable.

 

-¿Te he dicho que te quiero?- Leo estaba asombrado y nuevamente enamorado de Alex, todo lo que había estado pensando eran tonterías, Alex era muy bueno con el, y le quería mucho.

 

-Me encanta oírte decir eso, tu y yo estaremos juntos para siempre- esas eran las palabras mágicas para que Leo, le perdonase todo.

 

Todo había comenzado tan bien, Leo se sentía en el cielo, con todos los mimos y los cuidados que le estaba dando Alex, sentía que todo por fin iba a ir bien, que Alex le mostraría todo ese amor que hasta ahora no le ha dado…

 

 

 

 

Rin se encontraba subiendo por las escaleras con dirección al tercer piso, al baño destinado para los minusválidos, allí como de costumbre le debería de estar esperando Seiji, y así fue.

 

-Llegas con retraso, así que no tenemos tiempo de ponernos cariñosos- dijo el bailarín que estaba desnudo esperándole, mientras se arrodillaba y desabrochaba el pantalón de Rin.

 

-Joder- suspiro Rin ante las directas caricias tanto de las manos como de la húmeda lenga de Seiji.

 

No necesitaba mucho más, ya venía excitado desde la biblioteca de solo pensar en lo que estaba a punto de hacer. Y Seiji era todo un experto, sabía como llevarle al éxtasis casi solo con susurrarle cosas al oído.

 

-He estado jugando antes de que llegaras, así que ya estoy listo para que me folles, dijo mientras seguía jugueteando con el pene de Rin mientras le miraba desde abajo.

 

Seiji se puso a cuatro patas con el culo en pompa dejándole ver todo perfectamente, Rin saco el lubricante de la mochila, se unto en los dedos y empezó a prepararle dándose cuenta que a la primera ya le cabían tres dedos.

 

-Cuanto tiempo llevas jugando sin mi, ¿eh?- susurraba en el oído del bailarín mientras le masturbaba.

 

-Vamos, ¿a que esperas?- Seiji le metió prisa meneando el trasero de forma exigente.

 

Rin se levanto, y se sentó sobre la tapa del vater, invitando a Seiji a venir.

 

-Hoy estoy algo cansado, así que tu harás el esfuerzo, quiero que te penetres tu mismo- la mirada excitada y la voz juguetona de Rin, hizo casi llegar al limite al bailarín.

 

Tal como se lo había dicho Rin, Seiji se empalmo a si mismo, empezando a moverse despacio, cogiendo el ritmo poco a poco, estaba ya tan excitado que no necesitaba mucho más.

 

-¿Qué haces?- el bailarín abrió los ojos de golpe, al sentir como la mano del medio japonés, o el medio ruso, le apretaba fuerte el pene sin dejarle correrse a gusto.

 

-Te veo demasiado animado, si yo no me corro antes, tu tampoco lo harás, así que esfuérzate un poco mas, ponle mas ímpetu y fállame ¿quieres?- Y al terminar de decirlo, le propino un beso húmedo y largo.

 

Seiji, tal como Rin le había dicho, aumento el ritmo, a pesar de que las piernas le temblaban, y el mismo temblaba de las ganas que tenía de acabar, pero tal como le había dicho Rin, le follaría que daba gusto.

 

-¿Cuando te vas?- pregunto el bailarín casi sin voz al intentar controlar sus gemidos.

 

-La semana que viene, ¿por que?- respondió Rin también a duras penas entre jadeo y jadeo.

 

-Porque tengo que dejarte seco- respondió Seiji con una sonrisa juguetona.

 

-¿Seco?- Rin no estaba para pensar mucho.

 

-Me asegurare que esta polla, solo tenga ganas de meterse en mi culo- dijo mientras se empalmaba de una forma rápida, fuerte y profunda, justo para que Rin dejara salir un grito y se corriera en su interior.

 

Rin se rió, hizo levantarse a Seiji y lo acostó en el suelo, pudo ver como parte de su semen se escurría entre las nalgas del bailarín, no pudo evitar relamerse, era tan erótico y excitante cada movimiento involuntario de Seiji.

 

Enterró su cabeza entre las piernas del bailarín con la intención de hacerle correrse en su boca, mientras le seguía penetrando con los dedos…

 

 

 

 

 

 

 

Cuando llego la noche en Japón, Rin dormía como un bebe, entre la sesión de estudio y la sesión de ejercicio, últimamente se quedaba rendido nada mas poner la cabeza en la almohada.

 

Mientras en la otra punta del mundo, cuando la madrugada había llegado a los Estados Unidos, la velada que tan bien y romántica había comenzado, se había desarrollado de tal modo que a las altas horas de la madrugada, Leo se encontraba atado de tal modo que su trasero queda en pompa y en el un consolador que no para de vibrar, manejado por un mando a distancia en manos de Alex.

 

-Eres tan excitante- decía Alex mientras observaba la escena, le había tapado la boca y puesto un collar con el que lo había paseado por todo el piso, habían practicado el sexo hasta el desmayo, pero el insistía que para Leo, ese culo inquieto no era suficiente, así que allí estaban, mejor dicho, allí estaba Leo, con un anillo en el pene para que no se corriese y un consolador en el trasero que iba ensanchándose poco a poco.

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).