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Shadow VI II I por Mokona Larg

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Notas del fanfic:

Con motivo de festejar las 8000 leídas de Metrópolis, quise hacer un fic cortito, pero cuando abrí Word, estas palabras delirantes salieron sin que pudiera detenerlas.

Notas del capitulo:

Muy bien. la verdad no sé que esperar de esto... pero son mis momentos de delirios...

Lo lamento, pero ahora tengo un fic que actualizo regularmente, y este fic, no va a ser así. ¿Cuándo voy a volver a actualizar este? No lo sé, puede ser mañana, como la semana que viene, como el próximo mes.

m(_ _)m

 

—Jaja… muy gracioso Aoi— lo miró con fastidio, mientras el alto morocho se descostillaba de la risa.

—Oh vamos… tenés que admitir que fue buena— el más alto de los tres adolescentes que estaban allí, asintió, riéndose con el morocho —¿Lo ves? A Uruha también le causó gracia— se giró hacia su otro amigo.

—Ey, a mí no me mires así Uechan— el más alto alzó las manos —Fuiste vos el que aceptó la apuesta— los dos se empezaron a reír otra vez, y él se cruzó de brazos.

—Prefiero morir antes de hacer eso— el morocho alzó una ceja, mientras sonreía de forma socarrona.

—Ohh… así que no vas a cumplir Reita— el más alto intercambió miradas con Aoi y sonrió.

—Pero lo habías prometido por tu orgullo Uechan… tu orgullo como hombre, ¿cierto?— se mordió el labio —¿Me vas a decir ahora que no tenés una pizca de orgullo?— el morocho se acercó y le susurró al oído.

—Acordate que Uruha y yo, tenemos esa foto tuya de hace un par de días— frunció el cejo, mientras los nervios comenzaron a embargar su cuerpo. Uruha se acercó del otro lado.

—Esa hermosa foto, donde estas abrazado a tu peluche del canario amarillo…

—Y te estas chupando el dedo, disfrutando del noveno sueño…

—Son unos hijos de puta— el morocho se rió.

—Cuidado con la boquita Reita— Uruha pasó sus brazos por los hombros del rubio —Porque en menos de un minuto, esa fotito— el rubio más alto, señaló al teléfono en la mano del morocho, donde él podía ver la foto de la que hablaban —Puede aparecer en la Internet— Aoi puso su celular frente a la cara de nerviosismo del otro.

—¿Y de seguro no querés que eso pase, no Reita?— cerró los ojos, negando con la cabeza.

—Yo sabía que ibas a cumplir con la apuesta— Uruha le acarició la cabeza, como si fuera un perrito.

—Muy bien, hoy a la noche en mi casa. Vamos a arreglarte para que cumplas bien Reita.

 

Asintió y, con los hombros caídos, empezó a caminar hacia su casa. Aoi y Uruha lo saludaban alegremente, mientras que Reita, parecía caminar con cincuenta kilos de más.

—Cómo lo cagaste Aoi— el morocho se rió.

—Eso le pasa por creerse tan listo— el rubio asintió, riéndose —Fue una broma chiquita, pero él siempre es tan competitivo— Uruha se giró, empezando a caminar, Aoi al lado.

—Hoy llevo todo mi maletín— el morocho sonrió ampliamente —Tengo un par de productos para decolorar el pelo y tinturas— Uruha sonrió de lado.

—Adiós al Reita morocho— el rubio se rió —Tengo algunas cosas que de seguro le quedan…— estiró sus brazos hacia arriba —¡Como voy a disfrutar esto!— Uruha se rió.

—Hey Aoi— el morocho lo miró —¿Con qué dos monedas, se pueden formar treinta centavos, si una NO es de 5 centavos?— los dos se miraron, tratando de aguantar la risa, pero no duraron más de diez segundos, que estallaron en carcajadas.

 

 

 

¡Era un pelotudo! ¡¿Cómo había caído en algo tan estúpido?! Sabía que algo andaba mal, cuando le dijo si quería apostar… ¡Era el máximo pelotudo del mundo! Él, que tenía excelentes notas, que podía pasar por un adulto sólo con su voz, que era quien conseguía todas las bebidas, que con sólo chasquear los dedos, podía conseguir casi cualquier cosa… ¿cómo era posible que haya caído en una apuesta tan idiota, infantil e inmadura?...

Pero había caído… Se había matado buscando una respuesta y después de diez días tratando de resolver ese acertijo, se había dado por vencido. ¿Con qué dos monedas, se podían juntar treinta centavos, si una de ellas NO es de 5 centavos?... era un pelotudo de primera.

 

Se miró en el espejo de su habitación, sospechando, sabiendo que ése sería el último día que se vería así. Conocía muy bien a sus dos amigos y tenía la certeza que harían estragos con él… de seguro le teñirían el pelo de fucsia o quizás verde… o los siete colores del arco iris juntos. Agachó su cabeza y vio el peluche amarillo, de un canario con mejillas anaranjadas. Frunció el cejo y lo pateó con fuerza.

—¡Todo por tu culpa!— se sentó en la cama con un puchero. En su campo visual, seguía estando el peluche…

 

Dos segundos después, estaba hecho bolita en su cama, abrazando el peluche con fuerza.

 

 

—¡Akichan!— la voz de su hermana resonó en la puerta —¡Mamá ya se fue, así que andate que hoy viene Kotaro!— giró los ojos y levantó un poco la cabeza.

—¡En un rato!— apoyó la cabeza con fuerza contra el colchón, sin ganas de salir.

—¡Apurate!— el rubio hizo una mueca burlona —¡Akira!

—¡Ya voy!— con pesadez, se levantó, dejando el peluche sobre su cama.

 

Agarró una mochila y tiró todo el contenido sobre las sábanas. De debajo de su cama, sacó una caja de madera y la abrió. Dentro habían varias petacas de alcohol, preservativos, cigarrillos, revistas pornográficas, dvd’s… Tomó varias botellitas de alcohol y las guardó en el bolso negro, sacó tres cajetillas de cigarrillos y varios condones y los guardó también. Cerró la caja y la volvió a meter bajo la cama; del último cajón de su mesita de luz, levantó el fondo falso que tenía y sacó dinero y la identificación falsa que usaba. Se puso la campera, cerró la mochila y salió de su habitación. Cerca de la puerta de entrada, estaba su hermana.

—Necesito condones— hizo una cara de asco y se sacó la mochila.

—¿Cuántos?

—Dos… no, tres— él negó con la cabeza, sacando tres paquetitos plateados.

—Veinte.

—Cinco

—Le digo a mamá que te revolcás con Kotaro por toda la casa— la chica lo miró desafiante.

—Le digo a mamá que vendes pornografía y alcohol a escondidas— ambos hermanos se miraron fijamente.

—Diez— ambas voces sonaron al mismo tiempo y los dos asintieron. Ella le dio el dinero y él le entregó los preservativos.

 

~*~*~

 

Cuando escucharon el timbre sonar, se miraron y sonrieron ampliamente. Corriendo, los dos fueron hasta la puerta de entrada y abrieron la puerta. No dejaron a Reita ni saludar, que lo agarraron de la remera y lo metieron dentro de la casa.

—¡Hay mucho que hacer! Y por suerte mis papás no están— Aoi caminó hasta el baño y abrió la puerta. Uruha, le sacó la mochila y la dejó a un costado.

—Sacale la remera— Reita los miraba con los ojos bien abiertos.

—¡¿Qué?!— ignorando las protestas, el morocho le sacó la remera y lo hizo arrodillarse al lado de la ducha, abrió el agua y le mojó al cabeza.

 

 

Dos horas después, Reita estaba en la sala del morocho, un poco sonrojado y desviando la mirada de los otros dos que lo veían analíticamente. Su cabello era ahora una mezcla de tonos rubios; sus ojos estaban delineados y con sombra negra. Sus cejas estaban, definitivamente, mucho más finas; su remera de los ‘Sex Pistols’ había sido reemplazada con una camisa negra y una corbata dorada con un nudo desprolijo; su campera de jean, la tiraron a un costado y ahora tenía una chaqueta de cuero negra, con varios cintos; Su pantalón de jean claro, quedó tirado en el piso del baño y ahora tenía un pantalón negro, con varios bolsillo y cierres. El cinturón comunacho, quedó en la basura y ahora tenía un cinto de cuero, con una hebilla plateada y una calavera grabada en ella. Sus zapatillas deportivas, quedaron en la entrada, en ese momento tenía un par de botas negras de cuero. Su reloj pulsera, que parecía de goma, estaba en la mochila, en su muñeca derecha tenía varias pulseras y en la izquierda, tenía un fino reloj plateado. Su cabello, ahora rubio, estaba peinado de tal forma, que cubría la parte izquierda de su rostro y varios mechones, iban de atrás hacia delante.

—Falta algo— Aoi miraba a Reita de arriba abajo, intentando descifrar que era ‘eso’ que le faltaba al otro. Uruha alternaba la mirada entre su amigo y la pila de ropa que tenían a un costado.

—Creo que ya sé…— el morocho se corrió, dejando a Uruha hacer lo que pensaba. Luego de unos segundos, alzó sus cejas, mirando a Reita.

—Perfecto…— Aoi y Uruha se miraron, compartieron una sonrisa de satisfacción y estrecharon sus manos.

—Excelente trabajo, te felicito Uru.

—Igualmente Aoi, igualmente— Reita se sentó con pesadez en un sillón.

—Esta cinta en medio de la cara es estúpida…

 

~*~*~

 

Era sábado por la noche y el bar estaba casi lleno. Ellos tres, se sentaron en una de las mesas del fondo, un poco alejados de la pista. Reita tomaba un trago tras otro, intentando darse coraje a sí mismo. Uruha bebía sin problemas, echando varios vistazos a las chicas y chicos del lugar; Aoi no podía dejar de sonreír, mientras su vista estaba fija en una de las mesas paralela a la suya.

—Voy a buscar otro trago— Aoi y Uruha se miraron y los dos, sentaron al rubio, de vuelta en su silla.

—Ya no, sino no vas a poder cumplir con tu promesa— el rubio gruñó.

—Fue una apuesta estúpida…

—Y vos la aceptaste— Uruha se acercó un poco más —Ahora vas a cumplir con el pedido y tener una noche de sexo salvaje con ‘Sonrisitas’ o…— Aoi se acercó del otro lado.

—La foto aparece en la web.

—Eso es chantaje…

—¿Y para que aceptaste la apuesta?— sin palabras, el rubio se golpeó la cabeza contra la mesa.

—No sufras tanto. Sólo nosotros vamos a saber de lo que va a pasar esta noche y esta foto— Aoi le acercó el celular —Va a desaparecer de la faz de la tierra.

—Ahora es el momento perfecto— Reita tembló, haciendo pucheros, mientras Uruha se corría —Fue al baño y cuando salga, lo encarás. Dale— sintiendo las palmadas de ‘aliento’ de sus amigos, Reita caminó con falso coraje, hasta el sector oscuro que tenía la salida del baño.

 

~*~*~

 

Se terminó de lavar las manos y, aprovechando que las tenía mojadas, se las pasó por el pelo, acomodando de nuevo su peinado. Su cabello era corto y de color castaño claro. Sus ojos, ligeramente maquillados, tenían las ojeras típicas del trabajo. Su chaqueta azul, estaba arremangada y bajo ella, tenía una camiseta fina negra y una bufanda larga, de tela negra. Sus pantalones claros, eran grandes y tenían varios bolsillos. Sus botas negras completaban el atuendo.

Se miró una última vez en el espejo y asintió. Salió del baño y caminó dos pasos, cuando alguien se puso frente a él. Se movió a un costado y la persona se movió al mismo costado, frunció el cejo; se movió al otro costado y la persona hizo lo mismo. Suspiró cansado y se quedó quieto por un largo rato. Al ver que el otro no hacía nada, alzó un ceja y lo miró fijamente.

—¿Si?— era un chico joven, apenas adolescente. Tenía el cabello rubio y una extraña cinta blanca, cubriendo su nariz —¿Puedo ayudarte en algo?— tenía la costumbre de ser educado.

El joven abrió la boca, pero la cerró al instante. Hizo eso dos o tres veces más y él se cansó. Levantó la vista, viendo a su amigo Ruki a lo lejos, en la mesa que compartía con sus otros compañeros de trabajo.

—Si no querés nada…— se movió un poco y escuchó la voz un poco temblorosa del chico.

—Q-quiero que tengamos sexo.

 

Se quedó estático, y luego de unos segundos, pestañeó con sorpresa. Se mojó los labios y con su mano, se rascó las orejas.

—Lo siento… creo que escuché mal por la música… ¿qué?

—Quiero que tengamos sexo— Kai quedó sin habla.

 

Notas finales:

Ahhh~~ Es una historia, que la verdad, no tengo idea de como puede seguir. Lo veré a medida que la inspiración venga :D

Espero sus comentarios!!!

>:B


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