CAPITULO 18: MALAS DESICIONES.
El estado de Fred había empeorado, los doctores no se lo podían explicar, sólo había sido ingresado por unas cuantas heridas de menor grado y ahora se debatía entre la vida y la muerte; su padre salió un momento para informarme lo que pasaba con mi novio, un hombre a mi parecer muy amable, debía tener como unos 35 años, nunca lo cuestioné, al momento de darme los informes se notaba verdadera preocupación en su mirada.
-No está nada bien, -me comentaba con la voz a punto de romperse, -su riñón ha quedado profundamente afectado, es necesario realizarle un trasplante.
-Pero… -cuestioné al doctor -¿no es posible vivir plenamente con un solo riñón?
-En efecto es posible pero, su otro riñón quedó muy dañado también, de hecho ya hemos extirpado el riñón inservible y en estos momentos su riñón débil está trabajando por los dos, deberá asistir a diálisis constantes o de lo contrario morirá.
-¿Cuánto tiempo me queda? –Preguntó con mucho esfuerzo Fred, quien se encontraba recostado en su camilla con los ojos apenas abiertos.
-Eso depende de ti, -le respondió su padre aunque serio, en un tono bastante suave –si sigues los tratamientos al pie de la letra podrás vivir lo suficiente hasta que te encontremos un donador, por lo pronto me haré yo las pruebas de compatibilidad, ya que soy de tu familia habrá mayores probabilidades.
-Preferiría recibir el riñón de un desconocido antes que recibir el tuyo. –Le respondió enojado mi novio. –No pudiste salvar a mi madre, no pienses que conmigo repararás tu error.
-De cualquier manera me haré las pruebas. –El doctor volteó a verme. –Mi deber como doctor es hacer hasta lo imposible por curarte.
-Yo también me haré las pruebas. –Apareció en la habitación un hombre, con traje de policía y anteojos negros, pude reconocer que se trataba de la misma persona que había hablado conmigo el día del choque de autos, el padre de Fred se le quedó viendo a este hombre como petrificado, como si se tratara del mismo Diablo. -¿Qué pasa Fredy? –Se dirigió hacia el doctor. -¿No saludas a tu cuñado?
-¿Qué haces aquí? –Mi suegro respiró hondo y se armó de valor para hablarle. –Mi hijo está enfermo, te pido por favor que salgas de aquí.
-¿Tu hijo? –Preguntó con una mueca burlona en el rostro.
-¿Qué está pasando aquí? –Preguntó Fred confundido, mientras yo me sentaba a su lado tomándole la mano.
-Pasa que este hombre que se hace llamar tu padre… -empezó a hablar el policía –es un mentiroso, te ha engañado toda la vida, yo soy tu verdadero padre, él es simplemente tu tío, el hermano de tu madre. Quien no descansó hasta no ver destruida nuestra familia.
-Por tu culpa mi hermana está muerta. –El señor Alfredo ya no se pudo controlar más y se fue contra el policía para golpearlo, pero unos enfermeros que estaban cerca lograron separarlos.
-¿Qué no sabes que es un delito agredir a un policía? –Nada podía borrarle la sonrisa del rostro y ver al señor Alfredo furioso aumentaba su felicidad. –Podría hacer que te arresten ahora mismo, pero te necesito para q salves la vida de mi hijo, así que te perdono.
-¿Alguien me podría explicar que pasa aquí? –Fred apenas podía articular palabras y el efecto de las medicinas lo tenía sumamente confundido, su cuerpo no aguanto más y quedó profundamente dormido.
-Creo que será mejor que lo dejemos descansar… -tomé de las manos a los dos señores y los tres salimos de la habitación. –No soy quien para meterme en problemas de su familia pero si es posible los dos se harán las pruebas de compatibilidad, ahora mismo lo más importante es salvar la vida de Fred, ¿me entienden? –Ambos asintieron y se fueron a programar la cita para hacerse los análisis, yo me senté en la sala de espera, no podía imaginarme lo que mi novio estaba sufriendo, como si debatirse entre la vida y la muerte no fuera suficiente, ahora aparecía un sujeto extraño que afirmaba ser su padre.
-¿Estás bien? –Apareció el siempre inoportuno Emmet con dos tazas de café en la mano y ofreciéndome una de ellas.
-Gracias. –La acepté y él se sentó a mi lado. –Han pasado tantas cosas, de verdad necesito unas vacaciones.
-Yo tengo algo de dinero ahorrado, si quieres podemos irnos a la playa un fin de semana tu y yo solos, y hacer lo que tanto nos gusta… -Puso su mano sobre mi pierna y comenzó a acariciarla. –Eres tan perfecto Sebastián, tus penetrantes ojos negros y tu cabello suave del mismo color, y esos músculos que ligeramente escondes bajo tu ropa, y posees los labios más suaves que he probado y…
-¡Emmet basta! ¡Nada va a pasar entre nosotros! ¿Me entiendes? ¡Nada! ¡Sólo nos acostamos una vez y no sabes lo arrepentido que estoy de haberlo hecho! –Me levanté del lugar, necesitaba platicar con mis amigos y desahogarme un rato. –Realmente pensé que podríamos ser amigos pero mientras tengas esas intenciones jamás podremos serlo. –Me fui y él se quedó furioso, de verdad estaba decidido a estar conmigo y llegaría hasta las últimas consecuencias.
Mientras tanto, mis amigos Leo y Liam, se encontraban en la casa del mayor, quien se analizaba con detenimiento la ropa que tenía en el closet, sacaba todo lo que tenía pero nada parecía convencerlo, su novio sólo lo observaba con una sonrisa en el rostro.
-No sé por qué me convenciste de esto… -Se recostó decepcionado sobre su cama. –Hace casi dos años que dejé de ser modelo, ya no recuerdo como hacerlo, llamaré a Bambi y le diré que ya no lo haré.
-No señor, no lo harás. –Leo se lo jaló de la mano y lo volvió a poner en pie. -¿Por qué no quieres hacerlo? Dime.
-Ya no soy el de antes, perdí toda mi confianza y gané unos cuantos kilos, además soy miope a morir, ningún modelo usa gafas para la vista. La gente se reirá de mí.
-Eres el hombre más guapo que he conocido, tienes un cuerpo excelente, has hecho dieta y vas al gimnasio todos los días, y tus dulces ojos color miel, podría quedarme viéndolos para siempre, y tus lentes me parecen un accesorio también muy sexy, y además, eres el mejor ser humano que he conocido, siempre das lo mejor de ti y no te importa salir lastimado con tal de proteger a quienes quieres. Te amo.
-Te… -Sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas. –Amo… -para luego romper en llanto. –Te amo mucho.
-Ya, ya, ya… -lo apapachó dándole palmadas en la espalda. –Mira, si no quieres modelar que sea por que no te gusta hacerlo, pero si es porque no te valoras lo suficiente olvídalo, yo mismo te arrastraré hasta allá. Ahora… -buscó un traje de baño dentro del montón de ropa, una bermuda con estampado de flores moradas, -pruébate este.
-¿Te quedarás aquí mientras me cambio? –Liam se puso rojo como un tomate.
-Sí… creo… -Leo no se quedó atrás y su cara mostro un incandescente color carmín. El mayor se quitó la camisa lentamente, dejando su blanco pecho desnudo, el ejercicio estaba empezando a mostrar resultados, luego intento desabrocharse el pantalón, pero estaba tan nervioso, de que a pesar de que era algo que hacía todos los días, esta tarea le estaba resultando imposible. –Espera… te ayudaré. –El chico de ojos azules y cabello castaño claro se acercó y se agachó para poder ayudar a su novio, rápidamente logró desabotonarlo. –Listo… -Se voltearon a ver, sus respiraciones estaban agitadas, todo lo decían con su mirada, sin pensarlo ni un minuto más, se lanzaron a la cama y comenzaron a acariciarse y besarse por completo, el cuerpo de ambos clamaba por conocer por primera vez la sensación de demostrarse el amor que se tenían, pero no sería este día, ya que en ese momento, aparecí yo y desde afuera de su habitación comencé a tocarle la puerta a mi hermano.
-¡Liam ¿estás ahí?, necesito hablar contigo! –En realidad toqué muy fuerte la puerta.
-Que oportuno es Sebastián. –Comentó Leo sarcásticamente con una sonrisa en los labios y besando el cuello de su novio.
-Será mejor que veamos qué quiere…-Leo recorría con sus dedos la desnuda espalda de su novio. –de seguro nos trae noticias de Fred. ¿Lo dejamos para otra ocasión?
-Dios… ¿Por qué tenemos que ser tan buenos? –Besó a su novio en los labios una vez más, luego se arregló su ropa y me abrió para que les contara todo.
-¿Y ahora qué pasa? –Preguntaba molesto Cris quien se encontraba sentado en su sofá abrazando a su novio Ángel mientras veían las novelas de la tarde. ¿Por qué vienes a mi departamento Emmet?
-Estoy desesperado, -respondió el estudiante de medicina, quien caminaba como loco por todo el departamento de los chicos. –He hecho de todo por sacar a Fred del camino, pero tiene más vidas que un maldito gato.
-Tal vez… -intervino Ángel- Sebastián no sea el chico adecuado para ti, eres un hombre muy guapo y atento Emmet, estoy seguro de que si dejas de pensar en Sebastián, encontrarás a alguien que te quiera tanto como tú a él.
-Si vas a decir estupideces será mejor que ni hables mi amor… -Ahora fue el turno de Cris para hablar. –Lo que tú estás haciendo es poner a Fred como un indefenso cachorrito, lo hieres pero no lo matas, los pasivos adoran cuidar de sus novios cuando están enfermos, es por eso que en vez de separarlos los estás uniendo más; ahora tú te convertirás en el cachorrito enfermo y Sebas se enternecerá tanto que comenzará a cuidar de ti y poco a poco se irá enamorando.
-Te escucho. –Emmet escuchó atentamente el plan de Cris y luego dejó satisfecho el lugar.
-¿De verdad crees que Sebas se enamorara de Emmet con eso? –Cuestionó Ángel a su novio una vez que se quedaron solos.
-Por supuesto que no, -Cris comenzó a lamer el cuello de su pareja, -pero Emmet ya me tenía aburrido, probablemente esta sea la última vez que me moleste. Ahora vamos a la cama, conspirar malévolamente me excita mucho.
-…Y al parecer el señor Alfredo no es su padre, es su tío. –Terminaba de contarles la historia.
-Vaya que tu vida es interesante… -Apareció Brian en la puerta del cuarto de su hermano. –Alguien debería escribir una novela de eso o al menos un fanfic, estoy seguro que recibiría muchos reviews.
-Lo dudo mucho… -Antes de poder seguirle contestando a mi malvado hermanastro, mi celular sonó con un mensaje de Emmet, me pedía que lo viera en un hotel, me mandó la dirección y el número de habitación y la hora del encuentro. –Este es otro de mis problemas, ya no sé que hacer con Emmet. Ahora quiere que lo vea en un hotel. ¿Qué estará pensando?
-Será mejor que vayamos todos a hablar con él. –Sugirió Leo. –Puede tener un problema de obsesión, no podemos dejarlo solo.
-Yo creo que debe discutirlo sólo con Sebas, amor. –Lo contradijo Liam.
-Pero no podemos dejarlo sólo. –Volvió a refutar Leo, con el seño fruncido, pero al ver a su novio entre triste y enojado con él lo único que pudo hacer fue darle un tierno beso en los labios.
-Yo iré con él. –Se ofreció Brian. –Vamos, yo conduzco. –Llegamos los dos a la dirección que me había mandado al celular, encontramos la habitación y entramos, todo estaba obscuro, no se podía apreciar bien nada, nos dirigimos a la habitación dónde estaba prendida una lámpara de mesa, entré y pude ver a Emmet recostado sobre esta.
-Emmet… -junto a la lámpara había un frasco con pastillas tranquilizantes. -¿Estás bien?
-Sebas… -El chico se encontraba como somnoliento. –que bueno que ya llegaste…
Pero… ¿Qué has hecho? –Pregunté asustado, aparentemente tenía una sobredosis. -¿Por qué lo hiciste?
-No podía vivir… -hablaba con lentitud por efecto de las pastillas –sabiendo que no te gustaba, si tu no me quieres nada me importa.
-Estás loco, llamaré a una ambulancia. –Brian se quedaba viendo como sorprendido, de alguna manera esta escena le recordó la vez que él quiso suicidarse.
-Espera… -me detuvo el chico. – Antes de que lo hagas quiero que sepas que todo lo que yo hice fue porque te amo.
-¿De qué hablas Emmet? ¿Qué cosa hiciste?
-Yo… -tosió un poco y entre bostezos hablaba. –aventé a Fred ese día en el parque… también fui yo quien le inyectó algo para que muriera…
-¿Por qué hiciste algo así? –Mis ojos se llenaron de lagrimas y tanto Brian como yo estábamos sorprendidos ante estas declaraciones. –Todo es tu culpa…
-Perdoname… Sebas… -Me tendió su mano y dude un poco en tomarla, entonces aclaré mi mente y tomé la suya.
-Claro que te perdono… -dije en tono suave y acariciándole la frente, en ningún momento las lágrimas dejaban de brotar, Brian me miraba sorprendido por lo que iba a hacer.
-Gracias… te amo tanto… -La condición de Emmet empeoraba cada vez. –Ya puedes llamar a la ambulancia, o de lo contrario moriré en unos minutos.
-Ya la llamé, no te preocupes… -Mentí. –Tú descansa y pronto estarás mejor… anda, duerme un rato, cuando despiertes estaremos juntos.
-No dejaré que te conviertas en asesino… -Brian salió corriendo de la habitación y a gritos pidió ayuda, llegaron unos camareros quienes rápidamente llamaron a los paramédicos con los que el hotel contaba y trasladaron a Emmet a un hospital, pero el daño ya estaba hecho, jamás volvimos a saber de él; y aunque no murió, su cuerpo quedó en estado vegetativo y sin muchas esperanzas de poder despertar, pero en su mente estaba feliz pues la persona que él más amaba había prometido estar siempre junto a él.
CONTINUARÁ…