Harry-Potter-el-niño-que-vivió, había perdido en ese momento uno de sus más valiosos tesoros: su hija; su adorada hija. Estaba tan acongojado por no tener noticias concretas de ella, que de verdad recurriría a cualquier medio por volver a verla.
Estaba sentado en una de los sofás en su despacho en Malfoy manor, tratando de calmarse y mantenerse lo más cuerdo posible, era lo que debía hacer como cabeza de familia y por el hecho de que su marido no estaba lúcido en esos momentos. Entre él y su suegro lo mantenían prácticamente todo el día dopado para que no sufra ni se altere más de lo debido. Se había tratado de suicidar tantas veces en aquél tiempo que su habitación solo estaba su cama y nada más. Habían decidido sacar cualquier cosa; para la hora del baño él lo acompañaba, no lo dejaba solo ni le despegaba la vista ni por un solo momento.
Los secuestradores eran mortífagos prófugos de la guerra, de eso estaba seguro, también de que se habían puesto en contacto y habían pedido dinero que no negó en entregarlo, y se acercaba la fecha; pero sabía que no sería un tema fácil, después de todo eran gente de la peor calaña y no debía fiarse en lo más mínimo.
- ¿Estás seguro de querer entregar ese dinero?, ¿Y si es una trampa? – le decía un nervioso pelirrojo.
- Losé Ron, pero no me queda de otra; es mi hija.
- Losé amigo – puso su mano sobre su hombro en señal de apoyo.
- ¡Dios!, Cómo estará.
++++++++++++++++++++++++++++FLASH BACK++++++++++++++++++++++++++
La nena es un bulto amarrado a un Chrysler café,
Un zapato le oprime la espalda, un pañuelo la boca,
La nena está muerta de miedo y no entiende porque,
La nena no sabe que a veces también Dios se equivoca,
La nena es desvelo y noticia, la nena no está.
Despertaba de a poco, pero no lograba ver nada, sentía muchas nauseas en ese momento un olor asqueroso se encontraba en todo ese lugar. Se trató de llevar una mano a su rostro, pero algo se lo impedía; una cadena, la tenían amarrada, se removió de ese lugar y posición tan incómoda, sintió un golpe tan fuerte sobre su espalda que le crujió de manera muy sonora, se estremeció ante tanto dolor, las lágrimas querían escapárseles de los ojos, pero tratando de hacer uso de su control sobre sí misma, se aguantó el gran dolor al cual estaba siendo sometida en ese momento usando uso de la sangre fría que le corría en sus venas y las cosas que le decía a solas su papi para que su padre no se enterara; agradeció mentalmente esas conversaciones serias y frías con su rubio padre.
El mortífago salió del lugar, dejándola sola. Se relajó un rato y comenzó a temblar… era solo una niña de nueve años, sin vida y ya sin sueños, tratando de mantener su poca cordura con recuerdos alegres de antaño, tratando que aquellos seres tan repugnantes no la doblegaran ni por un segundo. A pesar de lo que le decían de lo que le hacían… no, era mejor en no pensar en aquello o sería muy vulnerable. No lograba dormir más de un par de horas antes de ser molestada para las crueles diversiones de su juego de venganza que venían tramando de hace meses.
- Toma – escuchó una voz que le alargaba un posillo con un poco de agua – trata de apurarte, no deben saber que estoy aquí…
- ¿Qui… quién… eres…? – articuló con dificultad por su seca garganta.
- Shh… eso es lo de menso bebe – luego de hacerlo le acercó un plato de sopa y se lo dio también – lamento no poder hacer nada más por ti – le decía la extraña voz.
- Gra… gracias – le dedicó una débil sonrisa.
Su planeta cambió de tamaño y mide cuatro por tres,
Su sol es la luz que se cuela debajo de una puerta,
La nena ya no ve diferencia entre un día y un mes,
La nena no sabe si duerme o se mantiene despierta,
La nena ya lleva tres meses buscando un porque.
Recorrió el lugar una vez que quedó sola, sólo veía la luz que daba la angosta abertura que quedaba entre las paredes y las puertas del lugar, sabía que era de fierro.
Había perdido noción de tiempo y espacio, no sabía que día era solo sabía que era “hoy”.
No sabía quien había sido aquella persona que le ayudó; siempre aparecía después de un largo tiempo, lo sabía por como se acomodaba la luz que se le colaba en aquella cárcel improvisada por sus raptores. También sabía que debía ser un adolescente, por sus manos y por su voz, tal vez de unos trece años, tal vez un hijo de aquellos hombres, después de todo entraba por medio de un traslador y de esa misma manera se iba. Seguramente lo sacaría sin permiso para poder ayudarla.
Ya estaba condenada, se lo repetía a sí misma una y otra vez. Quería pensar que aquello era una maldita pesadilla y que al despertar todo estaría bien, en casa, con sus padres, con sus abuelos, con sus “primos” como llamaba a los hijos de los amigos de sus padres, que no celebraría ni siquiera su cumpleaños ni el de ellos; como estarían en aquél momento sus padres, si la estarían buscando o….
No debía pensar mal, sabía cuanto la amaban y sabía que estarían luchando por encontrarla.
Le dolía su cuerpo, estaba entumido por completo en esa posición tan incómoda, a parte de todos los golpes que había recibido una y otra vez… le habían hecho perder varias piezas dentales, por suertes todas de leches y ninguna definitiva. No solo eso, estaba muy lastimada y lacerada, la iban a cruciar por cualquier maldito motivo, ya sea por diversión o por un mal día, pero ella ya no estaba en ese cuerpo, desde la primera vez que algún bastardo decidió tomarla dejó ir su mente a cualquier lugar lejano.
+++++++++++++++++++++++++FIN FLASH BACK++++++++++++++++++++++++++
Seis kilos de menos la nena tiene llaga rosadas,
Papá casi loco, mamá de nuevo en los hospitales,
Se pacta la entrega con una voz manipulada,
La misma que ha venido ofreciendo souvenirs corporales,
Y el miedo se ríe de todos si se frota las manos,
El mundo pone cara de perro si se le da la gana.
Estaba desesperado, era el quinto vaso de whisky que bebía en aquél día, la amargura y la pena le estaban invadiendo de a poco; estaba divagando cuando escuchó los gritos de su pareja, se apareció en el instante en la habitación y le tomó la cara entre sus manos y le forzó a tragar la poción; lamentaba tanto tener que hacer eso, pero era la única manera de poder tenerle sin hacerse daño o volverse loco del todo…
- Dime, Harry, ¿Cuánto tiempo ya? – preguntó en un susurro mientras se adormilaba de a poco.
- Diez meses cariño – le contestó una vez que se durmió, con total amargura en su pecho.
Regresó a su despacho cuando una lechuza moteada de color castaño, muy descuidada, le extendió una pata con un pergamino, lo tomó, en el instante en que lo hizo esta se quemó, no quedó nada de esta, pero supuso que algo así podía pasar, después de todo estaba liando con la peor calaña del mundo. En ese instante esos seres eran peor que hasta el mismísimo Voldemort.
Desenrolló la nota con cuidado y la leyó varias veces, para luego dirigirse al equipo encargado de la búsqueda de su pequeña.
“Solo te enviaremos una nota, si quieres ver a tu pequeño engendro con vida.
Te esperamos bajo el puente de la avenida “Murshell” (n/a: no se me ocurrió nada mejor XP), llegarás a las 10:30 hrs. Y dejarás el maletín con los galeones pedidos con anterioridad, te irás y regresarás a buscar a tu heredera en una hora después de lo anterior.
No queremos trampas o te arriesgas a que ella muera. Sabes que lo haremos”
La nena ya no arruga los ojos, no ha visto la luz,
En la sucursal del infierno no existen ventanas,
Su suerte cotiza en billetes de otro país,
Su vida es un trueque vulgar parecido a la muerte,
La nena lleva diez meses sin ir al ballet.
Habían tenido que cubrir muchas cosas en ese tiempo, desde que esto no se inflirtrara en los diarios ni en ningún tipo de medio. A todas sus clases había acudido para retirarla excusándose de que estaba algo enferma y las retomaría cuando se sintiera mejor.
El día indicado el dinero está debajo de un puente,
La nena por fin sale del cuarto donde estuvo guardada,
Todo marcha como pactaron no hay ningún pendiente,
La fecha se acercaba, solo quedaban dos horas para poder ver a su pequeña, tenía muchos sentimientos encontrados revolviéndole el estómago, había vomitado varias veces ya de los puros nervios. Pero debía aparentar la mayor serenidad, por él y su marido, después de todo a pesar de lo frágil que ha estado quiso estar presente y no quería ni trucos ni engaños; así pues decidieron ponerse en acción y con ayuda de los aurores que hacían su trabajo desde la sombra para que el plan saliera bien.
Salieron de la casa a eso de las 9:30 horas, una hora antes para reconocer el lugar, los nervios consumían a ambos por dentro, pero sabían que verían a su preciosa princesa de nuevo.
Faltaba media hora, sacaron el dinero del maletín del auto para dejarlo en su lugar, sabían que los mortífagos no eran idiotas y no los lograrían capturar después que le entregase su hija. Se tomaron las manos en señal de apoyo y para mantener la calma; Draco sentía que recuperaba su cordura poco a poco como los minutos iban transcurriendo, sus corazones latían fuertemente, con la sensación de que se iba a salir de sus pechos.
Harry se soltó, le dedicó una sonrisa que transmitía mucha confianza y tomo la maleta para disponerse a ir a depositarla en el lugar especificado, rogándole a todos los Dioses para que todo salga bien.
De pronto el jefe irrumpe en la casa sin cubrirse la cara,
La nena reconoce en el rostro a alguien familiar,
Los planes después del incidente han debido… cambiar.
- ya han dejado el dinero… - decía uno de los secuestradores mirando a través de unos binoculares.
- Trae a la mocosa…
El ser repugnante entró al lugar en donde estaba la niña y la metió a una pequeña casa donde esperaban la hora para hacer el suculento cambio.
Aurora, pestañó varias veces para que sus ojos se acostumbraran a la poca luz que había en el lugar, entendía por lo que decían que sus padres habían pagado su rescate, sintió un alivio al saber que en menos de una hora estaría con ellos y podría verlos una vez más; esta vez no los desobedecería en nada que les dijera sobre su protección, sabia que lo que pasaba era su culpa por no haberse puesto el anillo con el cual la protegían. Se sentía muy arrepentida por haberse creído que se podía cuidar sola sin la vigilancia o protección de sus padres, creyendo que solo era la paranoia de ambos… que equivocada había estado.
En eso entra un hombre, llamando la atención de todos los presentes.
- Ya está listo, haremos la transacción ahora – dijo.
- Como ordene jefe – dijo uno de los hombres que ya estaba en lugar, tomando a la pequeña para llevarla. La niña lo miró y supo quien era.
- Tío… ¿Theodore?… - abrió los ojos como plato y abrió la boca al saber que era él.
- ¿Qué haremos ahora? – preguntó asustado uno de los mortífagos, el más regordete.
- ¿Le matamos? – preguntó el otro.
- No… los recuerdos que ella tendrá e este secuestro serán valiosos en sus noches de pesadilla, ¿Verdad querida? – le decía en un tono burlón – le pondremos una maldición para que no hable.
Esperaban con el estómago revuelto a varios metros de distancia, cuando notaron algo que se movía en el lugar, en un parpadeo ya no estaba la maleta, pero algo se revolvía en el piso. Ambos se acercaron corriendo, sin pensar que podía ser una trampa, y ahí la vieron… su hija, su pequeña y frágil hija estaba en el suelo desangrándose, más pálida de lo normal con su pelo sucio, revuelto y grasoso, con lágrima en los ojos, con el mismo vestido con el que desapareció que no parecía el mismo. Pero no les importó esta viva y era lo importante, luego habría tiempo para preguntarle y hablar del tema, por ahora solo era tiempo de amarla y sentirla con ellos de nuevo.