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Amor Obsesivo por camau

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Notas del capitulo:

-hace reverencia- Gracias por leer *-* 

 

-El siguiente capítulo es el punto de vista de Erick- 

-huye [?]- 9u9

 

P.O.V. Erick

 

 

                Había conocido a Alex por medio de un chat y teníamos muchas cosas en común. Desde el momento en que comencé a hablar con él me sentí inevitablemente atraído pero tenía miedo de que él fuera irreal y si era real, temía que si le decía lo que sentía me dejara de hablar.

                Pasó un largo año y varias veces nos prometimos vernos, pero hasta cierto día se concreto, pues entre sus estudios y los míos, había sido difícil concertar una cita. Pero ese maravilloso día llegó y yo no podía creerlo, ¡iba a verlo!

                Planeé llegar unos minutos antes, pero el tráfico me hizo llegar justo a tiempo. Lo vi ahí, sentado, cruzando la plaza y me acerqué por detrás. Estaba hablando con alguien por teléfono y sentí algo dentro de mí... Celos... Una espantosa sensación de ira me invadió, pero lo oí cortar la conversación tan rápido que me pareció que esa persona solo lo había importunado. Sonreí y comencé a escribir un texto en mi celular y envié dicho texto a Alex.

                "Voltea"

                Sonreí en cuanto él se giró... Todo mi sueño se materializaba ahí mismo, frente a mis ojos. Hice todo lo posible por contenerme para no irme sobre él y abrazarlo y besarlo, pues aún tenía un miedo atroz a perder su amistad.

                Todo el tiempo que estuvimos conversando, a través del servicio de mensajería instantánea, había sido como si ambos estuviéramos conectados de algún modo, pues nos entendíamos tan bien y con pocas palabras entendíamos lo que el otro decía o sentía. Fue tan... ¿mágico? Comenzaba a preguntarme si estaba soñando.

                Fuimos a la heladería y estando ahí, otro acceso de ira me invadió cuando noté cómo miraba a la chica que atendía.

                -Yo quiero que me veas solo a mí...- pensaba mientras mantenía la compostura.

                Mi alivio llegó al oírle decir que no era su tipo. Indirectamente le hice saber que me gustaba, aunque no creo que lo captara.

                Todo el tiempo que estuve con él sentí esa sensación extraña en el estómago y no quería que terminara. Entramos al cine y me hubiera gustado en ese momento besarlo y decirle todo lo que sentía, pero...

                -¡Me encantan las películas de terror!- exclamé emocionado.

                - Ok, ya, siéntate, pareces un crío.- lo oí reír un poco.

                Me quedé absorto y comencé a recordar algo.

                -¡Eres un crío del demonio! ¡No te quiero ver aquí! ¿Por qué no te mueres de una vez?

                La voz de mi madre resonaba en mi cabeza y comencé a sentirme bastante mal. Una ansiedad terrible me invadió y sentí una extraña sensación en mi brazo derecho, como si quisiera arrancármelo.

                -¿Te gustan las películas de terror?

                Comenzamos a hablar de ello. No solo le gustaba mi serie de películas favorita, sino que entendía a la perfección lo que éstas me hacían sentir.

                -Aunque no me gusta la idea de tener que sacrificar la vida de una persona a la que no conozco por la de otra a la que quizá conozco... No somos Dios para decidir quién muere o quién no. -me dijo.

                -No lo sé, hay personas que sí se lo merecen.-respondí y la imagen de mi madre vino a mi cabeza.

                Me habló de un mundo utópico, donde todo el mal podía erradicarse. Si así fuera, ¡Qué felices seríamos todos!

                Si en ese mundo viviéramos él y yo juntos... Con el mundo feliz alrededor... Sonreí al pensarlo pero de inmediato mi visión cambió. No... El mundo perfecto sería aquel donde solo él y yo existiéramos, donde él solo pudiera verme a mí como yo a él. Sí, ese sería el mundo perfecto... Él y yo, juntos para siempre... Juntos... Juntos...

                Al salir del cine fuimos a su casa, pues mi hermano pasaría por mí en un par de horas. Mientras, tenía un maravilloso par de horas para estar con él. En la intimidad de su habitación me sentía con el valor de decirle lo que sentía, pero al verlo en el umbral de la puerta, todo mi valor se esfumaba.

                Se me ocurrió entonces una idea estúpida para que se acercara a mí y resultó. Entonces pude robarle un beso. Después de regañarme por haberle bromeado tan pesadamente, comenzamos a besarnos ante mi infinita alegría.

                Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho y me propuse hacerle el amor ahí mismo. Me sorprendió mucho que me preguntara si le dolería y comprendí que él aún era virgen. Lo abracé con fuerza... ¡No podía creerlo! Aspiré el aroma de sus cabellos en medio de ese abrazo y me incorporé para preguntarle si realmente quería que yo fuera quien le quitara su virginidad y asintió contento.

                Hacerlo mío fue probablemente el placer más grande de mi vida y cuando hubo terminado, me recosté a su lado y comencé a acariciarlo.

                Pronto oí el claxon del auto de mi hermano y me apresuré a vestirme e ir a pedirle un par de minutos. Jorge era bastante impaciente y especial en cuanto a la puntualidad. Regresé a la habitación a recoger mis cosas y me despedí de Alex con un beso.

                -Y después de esto...

                Sonreí y besé nuevamente sus suaves labios.

                -Eres mío, ¿qué no? Yo todo tuyo...- acaricié su mejilla y tomé mi mochila. -Nos vemos mañana, ¿sí? Envíame un mensaje para que me digas dónde quieres que nos veamos. -le pedí.

                -C-Claro... Cuídate mucho...

                -Tú también, amor.- lo abracé fugazmente y oí nuevamente el claxon, eso indicaba que Jorge estaba impacientándose así que salí pronto.

                Al entrar al auto, mi hermano me reprendió, pero no me importó. Él echó a andar el auto y yo tomé mi celular, escribí un mensaje y lo envié, esperando que él recordara encender su celular, sino ya lo vería cuando lo encendiera.

                Estaba absolutamente encantado con Alex y ya era mío... ¡No podía creerlo! Ese chico tan apuesto, dulce... Suspiré y Jorge me miró de reojo.

                -¿Qué te pasa?- inquirió extrañado mientras esperábamos a que el semáforo marcara el verde.

                -Eh...

                -Algo te pasa, Erick, te conozco mejor que nadie... Dímelo. -giró el rostro para verme.

                -Estoy enamorado...-confesé sonriente.

                -Erick... -exhaló sonoramente, estaba a punto de sermonearme pero la luz verde del semáforo le hizo volver la vista al frente y poner el auto en marcha. Mi celular sonó, pues me había llegado un nuevo mensaje y me dispuse a leerlo.

                No pude evitar sonreír al leerlo, me apresuré a escribir una respuesta y noté que mi hermano me veía extrañado, pero solo después de unos minutos se atrevió a decir algo.

                -Hace mucho que no te veía así de feliz...

                -No tienes una idea...-respondí y lo miré de soslayo. Otro largo silencio, quizá mi hermano estaba meditando cómo librarse de mi nuevo novio.

                -¿Y cómo se llama? -inquirió de repente.

                -Alex...-el solo pronunciar su nombre me aceleraba el corazón.

                -¿Es ella o él? -Jorge ya sabía que a mí me gustaban los chicos, pero tenía la vaga esperanza de que algún día tuviera una novia.

                -¿Tú qué crees?

                -Solo quiero decirte algo.- detuvo el auto frente a nuestro edificio y se giró un poco para verme. -Erick... No quiero que te ilusiones demasiado, ¿sí? No quiero verte de nuevo tan mal... -me palmeó la mejilla suavemente y luego el hombro.

                -No te preocupes, yo estoy bien. -sonreí. -Sino, puedes preguntárselo a mi psiquiatra. -le aseguré.

                -Está bien... Si tienes problemas con Alex, dímelo, ¿sí?

                Asentí, pues comprendía su preocupación. Hacía un par de años había tenido un novio y estaba terriblemente enamorado, tanto que, cuando descubrí que me engañaba, estuve a punto de enloquecer y... Bueno, hice algunas cosas que me valieron el terminar en el psiquiátrico por un mes, pero por suerte me recuperaba satisfactoriamente. Un año después conocí a Alex y me enamoré perdidamente de él, pero me prometí a mi mismo tener más cuidado al entregar mi corazón a alguien.

                Pero yo sabía que Alex era para mí... La hermosa casualidad de encontrarnos... Él dijo que había entrado a ese chat por mera casualidad, pues había abierto un link equivocado y la página en la que nos conocimos le atrajo un poco.

                Hasta entonces, yo había conocido solo gente superficial, gente que realmente no me interesaba mucho, e incluso al comenzar a hablar con Alex pensé que era uno más. Los minutos fueron pasando y cada cosa que él decía me parecía que era como si él leyera mis pensamientos.

                Y el día que supe que vivía en esta misma ciudad... ¡No podía creer que él viviera en la misma ciudad y yo jamás lo había visto! Él me dijo lo mismo. Pronto comenzamos a decirnos que nos veríamos un día, pero pasó mucho tiempo antes de que se concertara la cita.

                Y sucedió entonces lo que sucedió... Y yo aún no podía creerlo.

                Entramos al estacionamiento y luego de dejar el auto, subimos al departamento, mi hermano dejó las llaves en la mesita del pasillo y se aflojó la corbata para luego ir a tirarse al sofá de la sala. Nuestro departamento consistía en una sala, una cocina, dos habitaciones y un baño completo en cada una.

                Vivíamos tranquilamente, él tenía 31 años y era Ingeniero Civil, no tenía aún una esposa ni novia, cosa que al resto del mundo no le extrañaba porque trabajaba todo el día y era una de esas personas quisquillosas con lo que hace. Había tenido varias relaciones pasajeras, pero las había terminado porque simplemente no cumplían con sus altas exigencias.

                Sí, era una persona demasiado especial. Él se hacía cargo de mí desde los 16, pues así lo había pedido él después de que le quitaran mi custodia a mi madre. Jorge se había ido de casa cuando yo tenía 7 años y me habían pasado cosas horribles después de eso... Un tema que no tocábamos casi nunca y el cual solo había discutido con mi psicólogo y posteriormente con mi psiquiatra.

                Tampoco se lo había contado aún a Alex, pero ya lo haría. No quería que me tuviera lástima como todos los que se habían enterado, solo quería que alguien me quisiera y ya. Jorge me quería, pero sentía culpa por haberse ido. Mi madre jamás me quiso... jamás nos quiso. Ella si terminó en el psiquiátrico.

                Nuestro padre nos había abandonado cuando yo tenía 3 años y nuestra madre había salido con varios tipos desde entonces. Comenzó a beber alcohol sin medirse y a meterse cuanta droga le ponían en frente.

                Mi hermano se fue en cuanto cumplió los 18, pues mi madre no perdía oportunidad para golpearnos o lanzarnos cosas, lo que fuera, en sus arranques de furia. Ismael, su pareja en ese entonces, me miraba siempre de un modo extraño, pero en medio de mi inocencia infantil yo creía que no era nada.

                Jorge se fue y no le dijo a nadie más que a mí, aunque le rogué que se quedara o me llevara con él, pero, ¿cómo podría un muchacho de 18 años cargar con un niño de 7? Jorge tenía que agenciárselas para sobrevivir y salir adelante, yo solo hubiera sido un estorbo y no hubiera llegado a ser Ingeniero.

                Cuando Jorge volvió a buscarme a casa, ya tenía yo entonces 16, pero el daño ya estaba hecho, y aunque yo le decía a él que no era su culpa y por el contrario, le agradecía sacarme de ese infierno, él no dejaba de culparse. Constantemente me repetía que si hubiera llegado antes... cosas así.

                Hubiera sucedido, con o sin él en casa, y peor aún, quizá también ese imbécil lo habría lastimado... Yo no hubiera soportado eso...

                Cuando Jorge llegó a casa, recuerdo que ese día mamá estaba drogada, tirada sobre el sofá. Ismael recién salía de la habitación donde minutos antes me había hecho lo que había querido. Yo estaba en un rincón de la habitación, llorando, como siempre.

                Cuando vi aquella sombra entrar a la oscura habitación, pensé que era Ismael y puse mis brazos frente a mi rostro, para cubrirme de los golpes, porque cuando Ismael volvía a la habitación luego de haberme... cuando él volvía, me golpeaba. Usaba su cinturón y me golpeaba hasta cansarse o hasta que mi madre lo hacía enojar y la golpeaba a ella.

                Mi madre sabía lo que Ismael me hacía y no le importaba. Creo que ella recibía dinero a cambio de eso... No lo sé bien, pero de algún modo tenía que costear sus vicios.

                Jorge se arrodilló frente a mí y me tomó los brazos suavemente para quitarlos y verme la cara. En cuanto me di cuenta de que era mi hermano, me incorporé y lo abracé con fuerza.

                -¡Jorge! ¡Por favor, llévame contigo! -le supliqué llorando.

                -Así que volviste...- oímos la voz de Ismael, luego el sonido de su cinturón golpeando la pared. Yo di un respingo y me abracé más fuerte a Jorge, aterrado.

                -Más te vale que te hagas a un lado. Voy a llevarme a Erick. -le amenazó mi hermano e Ismael se rió.

                -Tú no te vas a llevar nada, ese mocoso es mío, así que lárgate.

                Ismael se iba a acercar a nosotros, pero oímos un fuerte ruido. Era la puerta, que se había abierto de golpe. Pronto entraron varios policías... No recuerdo más, solo los cálidos brazos de Jorge sosteniéndome. Después él me dijo que había sido él quien había llamado a la policía, pues unos vecinos le habían advertido que Ismael era muy peligroso y me habían oído gritar. Los vecinos no se habían atrevido en años a hacer nada y al ver a Jorge se decidieron a hablar.

                Todo eso fue, en su mayor parte, lo que terminó por ponerme en manos de un psicólogo y después, a causa de aquella decepción amorosa, en manos de un psiquiatra.

                Pero con Alex iba a ser todo diferente, yo sentía que Alex era para mí, que íbamos a estar juntos por siempre y que seríamos muy felices.

                Oh, sí... Podía verme en medio de esa inmensa felicidad, podía verme a mí mismo y a él, dentro de unos años... Era tan bello...

                -¿Vas a cenar?- inquirió Jorge y yo negué con la cabeza. Él fue a la cocina y a juzgar por todo el ruido que hacía, estaba preparando algo realmente laborioso.

                -Voy a dormir.- le avisé asomándome a la cocina. -Buenas noches.

                -Buenas noches, descansa.- sonrió y yo fui a mi habitación.

                Al entrar, encendí la luz y fui hacia la repisa que había sobre la cabecera de mi cama. Ahí tenía un retrato de Alex, de la primera fotografía que me había enviado. Lo tomé entre mis manos y lo besé, emocionado.

                -Buenas noches mi amor.- susurré y lo puse en su lugar para luego ir a apagar la luz y meterme en la cama y cubrirme con las sábanas. Puse sobre mi mesita de noche mi celular y me acurruqué, esperando soñar algo hermoso con él.

                Sí, lo amaba, desde hacía mucho. Incluso tenía una colección de fotografías suyas pegadas en la cara interna de la puerta de mi armario. Todas ellas las había obtenido de su cuenta de la red social y algunas de otros sitios que él frecuentaba. Algunas las subían sus amigos y lo etiquetaban, yo las cortaba y dejaba solo la imagen de mi amado Alex.

                Me encantaba abrir el armario y ver todas esas imágenes. Me imaginaba que era a mí a quien le sonreía... Ahora sería así... Ahora era mío... Solo mío...

                Solo mío...

 

Notas finales:

Gracias por leer B) 


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