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Amor Obsesivo por camau

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Notas del capitulo:

Atención: 

uh...lean -huye-

 

Cuando desperté estaba entre los brazos de Erick, dormidos ambos en el sofá. La puerta de la habitación de Jorge estaba abierta, por si éste necesitaba algo. Me levanté de ahí intentando no mover demasiado a Erick para no despertarlo.

Me asomé en la habitación de Jorge y vi que dormía plácidamente. Me acerqué y tomé el termómetro después de tocarle la frente con el antebrazo. Solo revisaría por si acaso. Coloqué el termómetro en su axila y esperé a que marcara la temperatura.

-Menos mal...-susurré al ver que tenía 36,8 de temperatura. Había bajado considerablemente y poco faltaba para que se normalizara.

Jorge se removió en la cama, como si tuviera una pesadilla. Alcancé a oír algunas palabras, entre ellas un "Erick, perdóname", aunque no entendí por qué pedía eso, pero supuse que era una pesadilla ordinaria.

Lo sacudí un poco para sacarlo de su mal sueño y pronto abrió los ojos, parecía desorientado y tuve que decirle qué día y hora eran.

-¿Estoy en el hospital?- inquirió algo constipado.

-Ah, no.- entonces noté que yo llevaba una playera blanca de Erick, que me había prestado por la noche para dormir. -No, estamos en tu casa, Erick me prestó esta playera. Él está dormido en la sala.

-Ah...-suspiró aliviado. -Odio los hospitales.- musitó. -Gracias por tomarte la molestia de cuidarnos. -sonrió. -Tengo que ir a trabajar.- se incorporó.

-El doctor dijo que tenías que descansar, así que te dio una incapacidad de tres días. -le avisé, él igual se levantó cansinamente y fue a la cocina a preparar café. -Oye, yo puedo hacerlo, tienes que ir a descansar.

-No, yo puedo, descuida. -bostezó.

-¿Qué haces aquí? Deberías estar recostado.- le regañó Erick, quien traía también una expresión de cansancio.

-Ya me siento mejor.- mintió Jorge, pues a leguas se le notaba que estaba cansado.

-Nada, ve a tu cama.

-Está bien, pero... quiero café, me iré después de...- Antes que pudiera terminar su oración, Erick lo tomó del brazo y lo obligó a ir a la habitación.

-Yo te llevo tu café, pero no te levantes. -Erick negó con la cabeza y regresó a la cocina. Yo puse agua en una tetera que encontré en la alacena y Erick se acercó a mí y me abrazó por la espalda, colocando su mentón sobre mi hombro. -Mi angelito, eres todo un amo de casa.- me besó la mejilla.

-¿Angelito?

-Sí, angelito. -tiró suavemente de mi mejilla. -Te amo, ¿dormiste algo?

-Ah, un rato, creo, ¿tú?- me giré y besé sus labios. -Te amo.- susurré sobre sus labios.

-También... Me quedé embobado viéndote dormir. -rió un poco.

-Debe ser divertido verme y oírme roncar.- me reí también.

-No roncas... Pero es viciante verte así, tan tranquilo y adorable. -frotó su nariz contra la mía, con una expresión soñolienta. -¡Qué bueno que es sábado! -me abrazó y apoyó su mentón en mi cabeza. -¿Me puedo dormir aquí?

-Claro...- asentí irónico.

-Es que eres tan suavecito...- me apretó contra su cuerpo.

Jorge salió de su habitación y anduvo revolviendo papeles en la sala para luego volver a la habitación.

-¿No quedamos en que te ibas a quedar en tu habitación?- Erick fue a regañarle.

-Sí, ya, pero... Tengo muchas cosas que hacer. -se recostó y empezó a hojear un documento.

-Parece que no entiendes el concepto de descanso.

-Estoy en la cama, ¿no era lo que querías? Ahora, déjame "descansar".

Erick suspiró y volvió a la cocina, donde yo servía el agua caliente en una taza y preparaba el café de Jorge.

-Yo se lo llevó.- me dijo y me besó antes de tomar la taza y ponerla sobre una charola. Tomó, de una bolsa de papel que había en la mesa, un pan y lo puso ahí. -El desayuno del reo está servido. -bromeó y fue hacia la habitación, donde se lo dejó a su hermano sobre la mesita de noche.

Fui hacia la sala y encendí el televisor, eran a penas las 6 de la mañana y tenía mucho sueño. Erick se acercó a mí y me abrazó.

-¿Qué te parece si nos vamos a mi habitación a dormir?- me susurró al oído.

-¿Crees que tu hermano esté bien?

-Sí, yo creo que sí. Cuando se enferma de verdad se queda tirado en la cama por días y no quiere ni ver tele, ni leer, ni tomar café. Supongo que ya está mejor. Le dije que si necesitaba algo me hablara. -respondió más tranquilo. -Vamos a dormir amor, te ves muy cansado.

Yo asentí con la cabeza y ambos nos levantamos y fuimos hacia su habitación.

En todo el día anterior no había tenido oportunidad de entrar a ella, pero me daba cierta curiosidad conocerla, pues algunas personas dicen que tu habitación refleja lo que eres.

Esta habitación estaba muy ordenada, casi todo estaba meticulosamente colocado en su sitio y parecía que no tenía margen de error. Supuse que su hermano era quien hacía el aseo, pues Erick ya me había contado de lo "especial" que era su hermano.

La cama tenía una colcha de color azul marino y con bordes color beige. Las almohadas eran del mismo color y con los mismos bordes. Había un tapete del color de la colcha que cubría casi todo el piso de la habitación. Era de un color liso, sin más agregados.

La habitación era color beige y tenía pocos cuadros en las paredes. Había una mesita de noche a cada lado de la cama, un armario empotrado a un par de metros del pie de la cama y una puerta que supuse que era el baño. Sobre las mesitas de noche había lámparas y un reloj despertador en la de la derecha. Sobre la cabecera de la cama había una repisa y en ella un retrato.

-Eres tú.- habló Erick al notar que miraba el retrato.

-¿Ah?

-Sí... -lo tomó y lo puso sobre la mesita de noche de la derecha. -Es la primera fotografía que me enviaste.

-¿En serio? Ni siquiera recordaba esta foto. -miré el retrato y sonreí. -Tenía 20 años... Mis amigos y yo fuimos a pescar.- recordé. -Un día tienes que ir, es muy divertido.

-Me encantaría, pero... no creo que a Julián le agrade mucho mi presencia.- soltó de repente Erick, yo alcé una ceja.

-¿De qué hablas?

-Creo que no le agradé mucho, es todo.- se encogió de hombros.

-Pero... Julián no es así... -me quedé pensativo, tratando de descifrar algo. No creía que Erick le hubiera dado motivos y tampoco veía la razón de por qué a Julián no pudiera agradarle Erick. -No sé... A lo mejor andaba de mal humor.-abracé a Erick. -Descuida, ya se le pasará.

-Yo creo que es algo más importante que eso.- respondió él.

-¿Ah, sí?

-Sí, yo creo que está celoso.

-¿Celoso? ¿Julián? -reí un poco. -Por favor, Julián es completamente hetero.

-Pues... quizá el celoso sea yo.- hizo un puchero. -Porque no me gustó la forma en que te veía.

-¿Eh? ¿De qué forma lo hacía?

-Pues... mmm...- se quedó pensativo. -Como yo cuando me quedo embobado, viéndote. -sonrió y me acarició la mejilla.

-Ah... no sé, no había notado eso.- respondí entrando en seria duda.

-¿Te ha gustado alguna vez?

-Pues... Quizá cuando éramos niños. Lo conozco desde que teníamos 12. Creí que era hetero... Pero no, no me gusta, me gustas tú y nada más tú. -le besé la frente.

-Te amo...

-Yo también... muchísimo...

Ese asunto me dio vueltas por la cabeza durante todo el resto del día y todo el domingo. Ya tendría que aclarar eso con Julián el lunes, en la escuela. No era que sintiera algo más por Julián, sino que tenía miedo de que fuera en serio y que terminara lastimándolo. Rogaba que solo fuera producto de la imaginación de Erick y que todo quedara así, en una simple sospecha de él.

En cuanto llegué a la parada del autobús el lunes, vi el auto blanco de Julián y me ofreció llevarme. Él solo pasaba por esa avenida cuando la que tomaba normalmente estaba cerrada por cualquier eventualidad, así que en cuanto subí a su auto le pregunté si su calle estaba cerrada y solo negó con la cabeza.

Comencé entonces a sentirme incómodo, pero no debía adelantarme. Llegamos a la facultad, ambos bajamos del auto y él estaba demasiado callado. Quise suponer que me iba a reprochar que no hubiera ido a ver la película a casa de Iván, sí, eso debía ser.

-¡Chicos! -Iván nos llamó al vernos por los pasillos del primer edificio, rumbo a nuestra primera clase.

-¿Qué hay, Iván?- saludó Julián y sonrió para luego palmearle la espalda amistosamente. -¿Y Rob?- inquirió al no verlo, pues Iván y Rob eran inseparables.

-Ah, creo que está enfermo. Me envió un mensaje y me dijo que estaba indispuesto, solo eso.

-Vayamos a verlo a la salida, ¿sí?- propuso Julián, Iván asintió y ambos me miraron, como preguntando si iría.

-Eh... -desvié la mirada. -Le avisaré a Erick, ¿sí?- tomé mi celular, sabía que quizá a Julián le molestaría si lo llevaba conmigo, pero... Quizá hablando con Julián, todo se solucionaría.

El profesor entró al salón y se colocó en la puerta. Todos entramos pronto y no pude hacer mi llamada, el profesor cerró la puerta en cuanto el reloj marcó las 7 en punto.

La clase transcurrió normalmente, al menos hasta que Julián, que se sentaba a mi lado, comenzó a escribir algo en una esquina de la hoja de su cuaderno y después cortó aquel pedazo de papel. Disimuladamente lo deslizó sobre nuestra mesa hasta dejarlo a lado de mi cuaderno. En cuanto lo noté, lo tomé y lo leí rápidamente para luego guardarlo en el bolsillo de mi chaqueta de mezclilla.

En cuanto termine la clase quiero que vengas conmigo, quiero decirte algo importante.

                Ya me lo temía, pero ¿qué podía hacer? Tenía que saber la verdad. En cuanto acabó la clase, todos nuestros compañeros se dirigieron al edificio de al lado, donde sería la siguiente clase. Nosotros dos nos quedamos.

                -Vamos.- instó secamente Julián y comenzamos a andar escaleras arriba.

                En ese momento me hice un montón de ideas, como que él estaba muy molesto por lo del viernes en la noche o como que realmente Erick no le había simpatizado nada y solo quería protegerme... Traté de no pensar en las sospechas de Erick, pues quizá solo sería producto de sus celos, como venía repitiéndomelo desde que me lo había contado.

                -¿Qué es lo que me quieres decir?- me atreví a preguntar mientras caminaba tras él por los largos pasillos e íbamos a la azotea del edificio.

                -Espera un poco.- respondió y se metió las manos a los bolsillos.

                -Si es por lo del viernes... Lo siento, de verdad, ya te dije cuál fue la razón y...

                Él se giró y me miró con una expresión extraña, como dolido, fue solo un par de segundos y se giró para seguir andando.

                -Oye...-le toqué el hombro. -Yo no voy a abandonarlos... Yo...Te prometo que seguiremos saliendo todos juntos... Solo, dame tiempo... para organizarme y...

                -No se trata solo de eso.- interrumpió Julián. -Vamos... falta solo un piso. -

                Comenzamos a subir y cuando estuvimos en la azotea ya no me atreví a seguir hablando. Realmente me sentía mal por hacer que mis amigos pensaran que los iba a abandonar ahora que tenía novio.

                -Alex...- habló al fin Julián, que estaba frente a mí, de espaldas. -No sé cómo decirte esto, seguro me vas a odiar por eso, pero... Tengo qué...-se giró y se acercó a mí.

                -Solo dilo, aunque no veo porque nuestra amistad se tenga que ver comprometida.

                -En primer lugar... Erick no me agrada para nada. -confesó, yo desvié la mirada a sabiendas de que así era.

                -Erick no es perfecto ni monedita de oro para agradar a todos... Entiendo que te preocupe con quién ando, pues somos amigos, pero... en serio, descuida... Sé que cuento con ustedes y ustedes conmigo.

                -Veo que si no te lo digo no te vas a dar cuenta jamás.- suspiró.

                -¿Qué cosa?- pregunté extrañado y alcé una ceja.

                -Alex... La razón de que Erick no me agrade no es solo porque me preocupe que andes con un tipo al cual no conozco... no conocemos...-corrigió. -Tampoco es porque el viernes nos hayas dejado plantados con nuestro viernes de reven... La razón es...-se calló unos segundos, como pensando si decírmelo o no.

                -O-Oye, si... si no es necesario, no lo hagas... Si tú dices que acabaría nuestra amistad... Yo no quiero que acabe, ¿sí? Yo... te quiero mucho... -enuncié nerviosamente y esperé que él me dijera algo, pues solamente me miraba a los ojos con una expresión de angustia.

                -Es que tengo que hacerlo... Porque ya no puedo con esto...-musitó.

                Desvié la mirada y estaba a punto de decirle algo, buscando retrasar aquel vaticinio que mi amigo tenía sobre nuestra amistad.

                -Alex...

                -Yo...- me armé de valor y alcé el rostro, pero en cuanto lo hice, sentí sus manos sujetar mi rostro y atraerme un poco hacia él mientras él se inclinaba un poco y posaba sus labios sobre los míos por un instante.

                De inmediato se separó de mí y se dio la media vuelta, yéndose sin explicarme nada más.

Me cubrí la boca con la diestra y miré fijamente el lugar por donde había desaparecido de mi vista, quizá esperando que regresara a explicarme cosas que yo ahora ya sabía que eran ciertas, pero que al fin y al cabo necesitaba que me explicara.

Me quedé ahí, arriba, dándole vueltas al asunto. ¿Esto era aquello tan terrible que haría que nuestra amistad terminara? Quería entender por qué, ¿por qué Julián estaba empeñado en pensar de ese modo?

 Bajé y lo busqué, aún me quedaban 20 minutos del resto de la hora de clase y debía hallarlo para entrar a mi siguiente clase. Pero los 20 minutos se pasaron tan rápido y no pude encontrarlo por ningún lado, incluso pregunté a cuanto chico vi por los pasillos y los jardines, pero ninguno sabía adónde se había metido.

Ya había dejado montones de mensajes en su buzón de voz y montones de sms. Me sentía desesperado y ni siquiera me importó entonces la siguiente clase, incluso Iván se ofreció para ayudarme a buscarlo, ya le explicaría después el por qué.

Entré al edificio donde estaba la biblioteca, pues recordé que él decía que cuando estaba deprimido se ponía a leer cuentos infantiles, aún a su edad. Lo busqué por los 4 pisos de la biblioteca y justo cuando bajaba porque me había dado por vencido, lo vi entrar a la biblioteca y me oculté para que no huyera al verme, así lo interceptaría y ya no podría irse.

Él subió al tercer piso y se sentó en uno de los sillones después de haber tomado un grueso libro de uno de los estantes. Comenzó a leer y me acerqué un poco. Pude notar que sus ojos estaban algo hinchados y me pregunté si había llorado. De repente apartó el libro y se masajeó las sienes, como si le doliera mucho la cabeza.

-Julián...- decidí acercarme mientras él estaba distraído. Él dio un respingo y me miró.

-Yo...perdóname... Es... perdóname por favor...- se cubrió la cara con ambas manos y apoyó los codos sobre sus muslos.

Me arrodillé frente a él y apoyé mi cabeza sobre sus rodillas. Al darse cuenta, acarició mi cabeza y después me hizo alzar el rostro.

-Perdóname Julián... Yo no sabía que tú te sentías así...

-Ahora entiendes las cosas.

-Sí... lo que no entiendo es por qué decías que nuestra amistad terminaría... No entiendo por qué, no tiene por qué ser así.

-Si tiene... Yo no podré soportar verte todo el tiempo a lado de ese... -exhaló. -Tienes que entenderme... Ya no puedo verte...

-¡No! -me levanté. -No tiene por qué ser así... Julián, yo te quiero mucho...

-Y yo te amo...- soltó y me quedé inmóvil. -¿Entiendes? No soporto la idea de que estés tan enamorado de ese tipo... Y sí, fui un imbécil por no decírtelo antes, pero... Tenía miedo de que no me correspondieras y más miedo aún de que no quisieras volver a verme o que no me trataras igual... Ya no quiero verte porque... me duele... -me abrazó un instante. -Quizá con el tiempo lo supere y pueda volver a mirarte a los ojos... Solo quiero que hagas algo por mí, una última cosa...

-Julián... por favor... yo te quiero... Por favor, no quiero que te apartes de mí así... -me callé al entender mi egoísmo.

-Quiero que... que me des un beso... un último beso... ¿puedes?

-¿U-un... beso? - él pegó su frente a la mía y me miró a los ojos. -Está bien...- llevé mis manos a sus mejillas y sujeté con suavidad su rostro para alzar un poco mi cabeza y buscar sus labios. Él llevó sus manos a mi cintura y me pegó un poco más a su cuerpo.

En aquel beso quise decirle lo mucho que lo quería, decirle que si elegía ignorarme me dolería mucho y que comprendía ahora su dolor. Pero no había más que hacer, él no quería sufrir y yo debía respetar eso. No podía hacerle pasar un verdadero suplicio porque simplemente lo quería cerca de mí, no podía ignorar sus sentimientos, pero tampoco podía remediarlo, pues no iba a dejar de amar a Erick.

-Julián...- permanecimos muy cerca por unos momentos, con nuestros rostros a centímetros. Julián estaba visiblemente triste y parecía contener sus ganas de besarme de nuevo. Yo me sentía lo peor del mundo, pues prácticamente estaba perdiendo a mi mejor amigo y no sabía qué hacer. Acaricié sus mejillas y cerré los ojos, dolido porque me sentía atado de pies y manos.

-Ya me voy. -dijo de repente y se separó de mí. -Nunca olvidaré ese beso...-musitó. -Te voy a extrañar mucho. -posó su mano sobre mi hombro y esbozó una sonrisa, luego susurró algo que no alcancé a oír y lo miré mientras bajaba para irse.

Ya no iba a detenerlo porque hubiera sido causarle más dolor. Cuando me di cuenta, las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas. Enjugué mis lágrimas con la manga de mi chaqueta y a penas terminé, oí mi celular sonar y me apresuré a contestar.

-Amor...- contesté en voz baja.

-¿Qué pasa? ¿Por qué hablas tan bajo?

-Estoy en la biblioteca, ¿qué sucede?

-Te oyes raro...

-Ah, es porque... estoy en la biblioteca.- me excusé rogando que no siguiera preguntando.

-Ok... Te extraño... -soltó y suspiró. -¿Paso por ti?

-¿Ah? -miré mi reloj, ya eran casi las 12. -Eh... esto... Roberto está enfermo y...-recordé que Julián y yo no volveríamos a vernos, quizá Iván y Roberto tendrían que sentirse obligados a elegir... -¿Te molestaría llevarme a su casa en cuanto salgas?

-Yo ya he salido de mis clases, ¿Has salido tú?

-Me he tomado el día...- mentí. -Eh, ¿pasarás entonces? Quiero verte...

-Claro, llego en quince minutos. Te amo.

-Te amo, te espero en la entrada.

Comencé a andar hacia la entrada de la facultad, pero sentía que todo el cuerpo me pesaba demasiado y quería llorar, aunque tuve que contenerme al llegar afuera, pues no quería que Erick me viera así.

Minutos después vi un auto blanco estacionarse y de él bajó mi amado. Fui de inmediato hacia él y lo abracé con fuerza, dejándolo extrañado cuando me puse a llorar.

-¿Qué tienes?- me abrazó y trató de consolarme.

Más tarde, cuando me calmé, ambos íbamos en camino a casa de Rob. Comencé entonces a relatarle lo sucedido.

-Me pidió que fuéramos a hablar y fuimos hasta la azotea de uno de los edificios. Dijo que nuestra amistad se terminaría a causa de lo que sucedía, pero no encontraba la manera de decirlo, así que simplemente me...-tragué saliva, temiendo una mala reacción de Erick. -Me besó y se fue rápidamente. Lo busqué por horas y cuando lo encontré me dijo todo... Que desde hace años me ama pero tenía miedo de decírmelo... Y sin embargo, ahora lo hacía porque no podía soportar la idea de que yo te amara a ti y que no podía seguir cerca de mí por eso... Y me pidió que le diera un último beso antes de irse... Se fue...

Erick se mantuvo en silencio y apretó el volante con ambas manos, lo pude mirar de reojo. Estaba molesto, pero en ese momento no pensé que lo estuviera tanto.

-Lo siento.- musitó.

-No es tu culpa... no es culpa de nadie...

-Yo sabía que ese tipo...-masculló. Comenzó a inhalar y exhalar para tranquilizarse y cuando yo creí que ya se había tranquilizado, golpeó el volante con fuerza, asustándome.

-Amor, ya... tranquilízate... No lo veré más... -le toqué el brazo y dio un respingo. -Mi amor...

-Lo siento... Lo siento... es que...

-Te entiendo... Yo también estaría enojado... furioso, si estuviera en tu lugar. Pero me duele... era mi mejor amigo... -decidí dar por terminado el asunto. -En fin... V-Vamos a casa de Rob.

Esa fue la primera vez que lo vi así de enojado... No sabía lo que realmente era capaz de hacer...Pero lo amaba demasiado como para darle importancia a eso, pues creía que sus celos no eran algo tan grave.

 

~~~~~~~~~~

 

P.O.V. Erick

 

-Tienes que controlar tus arranques Erick.

-Lo sé, pero... es que no puedo evitarlo, es... muy difícil, por no decir imposible. Cuando se trata de él... simplemente no soporto que nadie más lo vea, lo toque... -miré al hombre que estaba sentado frente a mí y anotaba algunas cosas.

-Recuerda que él es una persona y que tiene derecho a tener su espacio. No puedes impedirle socializar o acercarse a la gente. No puedes simplemente encerrarlo en una burbuja. -trató de razonar conmigo, pero yo estaba convencido de que si era necesario, así lo haría.

Comenzó a exasperarme toda aquella letanía acerca de la individualidad y la libertad de cada ser vivo, pero me quedé ahí, escuchando.

-Eso es todo por hoy, nos veremos la próxima semana Erick, espero que puedas aplicar los ejercicios que te he enseñado para que controles tus impulsos. -se despidió de mí y yo me puse en pie para salir de ahí.

-Gracias...

Maldita sea, ¿es que cada persona que me encontraba me quería decir lo que tenía que hacer? Yo sabía lo que tenía que hacer y lo haría.

Pasé al centro a buscar algo lindo para regalarle a Alex, pues cumplíamos un mes de relación y yo me sentía tan feliz que olvidé el sermón de mi psicólogo.

Miré durante un par de horas en varios aparadores, buscando "ese algo" que fuera perfecto para él... Tenía que ser algo a su altura, no iba a regalarle cualquier cosa. Eran casi las 3 de la tarde cuando por fin encontré un precioso relicario en forma de corazón. Pensé que podríamos ir más tarde a tomarnos una fotografía para ponerla en él.

Compré además un oso de peluche en color beige, con un enorme lazo color rojo en su cuello. Medía alrededor de un metro de alto y lo metí en el asiento trasero, luego me apresuré a llegar a la Universidad a recoger a mi amado.

Al  llegar pude verlo leyendo un libro con mucho interés. Me acerqué sin que me notara y haciendo el menor ruido para entonces abrazarlo y besarlo.

-Amor, hoy cumplimos un mes.- sujeté suavemente su rostro y besé múltiples veces sus labios.

-¡Amor!- me abrazó fuertemente. -Te amo...-susurró. -Ha sido el mes más feliz de mi vida... Yo quiero estar así contigo para siempre.

-Yo también... Adivina, compré algo para ti, está en el auto. -le cubrí los ojos con mis manos. -Yo te llevo. - él colocó sus manos sobre las mías y sonrió.

-Tienes las manos frías.- comentó y sonrió.

Caminamos lentamente hacia el auto, él sin poder ver nada, y mientras caminábamos, le decía cuánto lo amaba y lo feliz que era de tenerlo a mi lado.

-Simplemente no puedo expresar con palabras ni hay cosa en el mundo que llegue a ser suficiente para demostrártelo. -le susurré.

-Sí lo hay... -respondió.

-¿Ah, sí? Y, ¿qué es? Lo conseguiré, así tenga que venderle mi alma al diablo.

-Tú...eres tú... tenerte es simplemente lo más hermoso del mundo.

Yo sentí en ese momento la alegría más inmensa... Realmente tanta felicidad me era abrumadora y sentía como si en cualquier momento pudiese desfallecer. Llegamos al auto y le descubrí los ojos para que mirara en la parte trasera.

-¡Está enorme!- exclamó infantilmente y sonreí, enternecido. Abrí la puerta y lo saqué de ahí para que él pudiera cargarlo. -Wow, jamás había tenido un oso tan... grande y bonito...-sonrió emocionado y luego puso el peluche sobre el capó para abrazarme y besarme. Yo pasé mis brazos alrededor de su cuello y aproveché su distracción para colocarle el relicario. En cuanto él se dio cuenta, se separó un poco de mí y miró aquella preciosa joya en su cuello.

-Feliz primer mes, amor.- le besé la nariz.

-Amor, esto debió costarte mucho...-expresó su preocupación y lo tocó delicadamente con sus dedos como si temiera romperlo.

-No importa el precio, es algo para ti y nada es demasiado para ti.- lo abracé nuevamente y aspiré el aroma de sus cabellos.

-Gracias amor... Yo tengo algo para ti también. -buscó en su bolsillo y sacó una preciosa medalla que tenía una figura de la Virgen de Guadalupe. -Esto... Era de mi madre y me lo dio a mí. Tiene 200 años y ha pertenecido a mi familia todo ese tiempo. Es, materialmente, lo más valioso que tengo; pero también tiene un gran valor sentimental. Mi padre se lo dio a mi madre cuando decidió que era ella la mujer de su vida. Yo sé que tú eres el hombre de mi vida y... aunque quería esperar a que cumpliéramos un año para dártelo... Simplemente desde el primer día sé que eres el hombre de mi vida... el amor de mi vida... - lo colocó en mi mano y luego de escucharlo decir todo aquello, los ojos se me llenaron de lágrimas y lo abracé con fuerza.

-Te amo, no sabes cuánto...

Mi ángel hizo que me girara y me lo puso en el cuello. Era una medalla preciosa, de oro y con una cadena del mismo material. La miré embobado, pensando en sus palabras... El hombre de mi vida... el amor de mi vida...

No podía creer tanta felicidad, realmente... no podía creerlo.

 

~~~~~~~~~~

 

P.O.V. Julián

 

Hacía ya tres meses que no veía a Alex, más que de lejos, y me preocupaba. Desde el viernes de la semana pasada llevaba el brazo en cabestrillo y había supuesto que se había lastimado, como a cualquiera le puede pasar, pero...

Lo miré desde el otro lado del pasillo. Tenía una marca extraña en la mejilla, pero no podría saber de qué se trataba hasta acercarme y debía hacerlo pronto, pues él estaba frente a su casillero, quizá para sacar sus libros de la próxima clase.

Intentó abrir la puerta con la mano izquierda, pues la derecha aún estaba lastimada, y solo consiguió que los libros que llevaba bajo el brazo se cayeran. Exhaló sonoramente, exasperado y se inclinó a recoger los libros pero me acerqué.

-J-Julián...- al parecer estaba sorprendido de verme.

-Veo que tienes problemas con eso, espera. -levanté los libros y los puse sobre el casillero. Giré la llave de su casillero y abrí la puerta. -Ya está.

-Gracias.- desvió la mirada. Parecía como si quisiera preguntarme algo, pero no se atrevía. Se limitó a sacar un libro de su casillero y cerrarlo después.

-¿Cómo te ha ido? -pregunté. Me importaba el saberlo, pero también tenía qué hacer tiempo para revisar esa marca que yo consideraba sospechosa.

-Eh...-no se atrevía a mirarme a los ojos. -B-Bien...-respondió escuetamente.

-Pues no suenas como si te fuera bien... -llevé mi mano a su mejilla y se apartó, con un gesto de dolor. -¿Qué te pasó? -noté que aquella marca era un moretón cubierto con un poco de maquillaje.

-N-Nada... no es nada. Me... me caí, es todo. T-Tengo que irme. -se alejó.

-Oye, tus libros.- tomé los libros que había puesto sobre el casillero y lo alcancé.

-Ah, gracias...

-Oye, ya que vamos a las mismas clases, creo que podría ayudarte con ellos. -dije y seguí andando hacia la siguiente clase, pero me detuve al notar que él no me seguía.

-Julián... ¿Tú estás bien?

-Siempre que tú lo estés.- musité. -Sí... -respondí en voz alta para que él me oyera.

-Yo creí que jamás volverías a hablarme.- dijo cabizbajo y una sonrisa triste asomó en su rostro.

-Fui un idiota... Perdóname.- me acerqué y le palmeé el hombro, pero noté un gesto de dolor. -¿Cuándo te caíste?

-Ah... No recuerdo... -mintió, yo sabía que no se había caído.

-Alex...- acaricié su mejilla pero aparté mi mano al notar nuevamente ese gesto de dolor.  -Si algo anduviera mal, ¿me lo dirías?

-¿A qué te refieres? No hay nada mal.- respondió nervioso.

-Por favor, mírate... Desde la semana pasada traes el brazo así... ¿y ahora esto? -señalé su mejilla. -Dime qué es lo que pasa.

-No es nada.- comenzó a molestarse.

-Alex... Yo sé que quien se alejó fui yo... solo porque quería protegerme, pero olvidé que lo más importante era otra cosa: protegerte a ti... Estos meses sin verte han sido el martirio más grande de mi vida, pero comencé a conformarme con verte de lejos... sin embargo, ahora, verte así... Me llena de preocupación porque te...-estaba a punto de decir "porque te amo", pero me contuve, pues no quería causarle más problemas. -Porque te quiero...

-Yo también te quiero, pero... es mejor que te alejes. -advirtió.

-¿Él te pega?

-No sé de qué hablas.

-¡¿Lo hace?! - Quizá una respuesta normal hubiera sido "No es cierto", pero evadirme con un "No sé de qué hablas" me dejaba en claro que sí lo hacía.

-¡Te dije que no!

Al oírlo gritar decidí calmarme, nada iba a lograr si me enojaba y eso solo me alejaría más de él.

-Entiende que te quiero y que no quiero que te pase nada malo, ¿sí? - él asintió y lo miré a los ojos, pero nuevamente desvió la mirada. -Alex, sabes que puedes contar conmigo. - recalqué.

-Gracias...- susurró.

Por fortuna lo detuve el tiempo suficiente como para que el profesor cerrara la puerta, así que fuimos a sentarnos a la cafetería. Una parte de mí estaba feliz de tenerlo nuevamente tan cerca, pero estaba decidido a obtener una respuesta.

-Ya llevas 3 meses con él, ¿no?- pregunté mientras bebía un sorbo de mi refresco.

-S-Sí... -él solamente veía aquel envase frente a él.

-Oye, no te contengas conmigo, puedes platicarme sobre ello. -lo insté pero él negó con la cabeza. -¿Por qué no? Me agradaría verte sonreír.

-No tengo ganas. -musitó.

-¿Por qué no? La última vez estabas tan feliz...

-¿Es lo que quieres? ¿Burlarte? - espetó enojado.

-¿Burlarme?

-Sí, eso es, claro... seguro ya te enteraste del infierno que...-se calló al ver mi expresión de desconcierto.

-¿De qué hablas? -pregunté entre molesto y preocupado e incluso me puse de pie.

-De nada...- esbozó una sonrisa.

-No, tú me vas a decir... ¡No puedes quedarte callado si ese tipo te está golpeando o maltratándote!

-¡Ya te dije que no es nada! - se levantó y dejó sus cosas en la mesa para irse de ahí muy molesto. Yo apoyé la frente sobre la superficie de aquel mueble y suspiré. ¿Qué tenía que hacer? Alex no se iba a dejar ayudar. Ahora tenía más claro que algo estaba sucediendo ahí y no podía dejar que siguiera.

Oí entonces un ruido y alcé la cabeza. El celular de Alex estaba vibrando y lo tomé, era una llamada de Erick. Me lo pensé dos veces antes de contestar, pero lo hice, porque me invadió una ira incontenible y quería decirle unas cuantas cosas, pero...

-Diga...-

-¿Quién es?- inquirió al no oír la voz de Alex. Me lo volví a pensar, si le decía quién era, solo lo iba a meter en problemas, además tenía que enfrentarlo en persona. Colgué y tomé las cosas de Alex para llevárselas. Él a penas volvía, pues se había dado cuenta de que no llevaba consigo su teléfono.

-Olvidaste esto.- le entregué sus cosas. -Ah, creo que te será más útil esto. -me quité la mochila del hombro y saqué mis cosas para luego meter las suyas ahí. -¿Y la tuya?

-La perdí...- supe que mentía, pues lo conocía lo suficiente como para notarlo en su voz, pero decidí dejarlo en paz por ahora.

-Puedes quedarte con ella... -dije y me di la media vuelta para volver al edificio donde sería la siguiente clase.

-Julián, espera...- me llamó con un atisbo de angustia en su voz. -No puedo quedármela...

-¿Por qué no? Piensa que es un pequeño regalo de mí para ti.

-No puedo... él ya conoce tu mochila y... se va a poner... mal...

-¿A qué te refieres con "se va a poner mal"? -alcé una ceja y volteé a verlo.

-Eh... solo... te la devolveré cuando termine el día, ¿sí?

Otra evasión... Me convencía cada vez más de que algo andaba mal, pero no tenía idea entonces del alcance de la situación y pronto me daría cuenta.

 

Notas finales:

Gracias por leer *-* -apachurra a todos los lectores y se roba a Moy- *¬*<3


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