Apenas pude ver a Sasuke en las semanas siguientes. Ya no lo acompañaba durante las sesiones de fisioterapia y él no me buscaba después de ellas. Tuvo tres cenas de negocios esa semana y, los días que cenamos juntos, mantuvimos la conversación centrada en los planes que su madre tenía para celebrar nuestra boda.
Evite las conversaciones íntimas para no sentirme nuevamente rechazado. Sasuke parecía también evitarme y se acostaba a dormir mucho más tarde que yo. Una noche me despertó cuando se acostaba, yo solo le dije que estaba muy cansado. No quería pasar por la mezcla de dolor y pasión que significaba hacer el amor con él, y él no había insistido.
Algunas noches habría jurado que había dormido entre sus brazos, pero él nunca estaba en la cama cuando me despertaba, así que sólo me quedaba peguntarme si habría soñado con esa sensación de seguridad y calidez.
Una noche de la tercera semana, salí del baño y lo encontré en la cama.
-¿Qué haces aquí?
-Esta es mi cama, ¿no?
-Quiero decir, ahora. Normalmente no vienes a la cama tan temprano.
-Hoy es distinto.
Había algo diferente en él... sus ojos brillaban triunfales. ¿Triunfo sobre qué? Y entonces me di cuenta.
-¿Dónde está la silla de ruedas?
-Ha desaparecido.
-¿Puedes caminar? -casi estaba gritando.
-Tengo que usar un bastón, pero es un progreso, ¿no?
-¡Sí! – Grite mientras me lanzaba sobre la cama para abrazarlo en un gesto de alegría sin límites-. Puedes caminar. Sabía que lo conseguirías- decía llorando de alegría.
-Con el incentivo adecuado, un hombre puede hacer milagros.
-Oh, Sasuke...
No sabía cuál había sido su incentivo, pero le estaba eternamente agradecido.
-Podríamos celebrarlo, ¿no?
Recordé la celebración del primer progreso de Sasuke y sonreí. Aquel beso había marcado el cambio en nuestra relación. ¿Estaba pensando lo mismo? Por el brillo de su mirada, apostaba que sí.
-Sí -dije suspirando.
Él me dejó besarlo durante unos minutos, dejándome tomar el control, permitiendo que explorara sus labios con mi lengua. Era delicioso; por fin iba a dejarme participar. Le acaricie el pelo con los dedos y lo bese con mayor profundidad.
El gemía contra mis labios mientras sus manos tocaban posesivamente mi pecho. Me arquee ante sus caricias, loco de amor por su logro y porque al fin me dejara acariciarlo. Recorrí su cuello con los dedos y él tembló, dejando claro por primera vez el poder que tenía sobre él. Aquella reacción me dio confianza, y coloque ambas manos sobre su musculoso pecho. Había deseado hacer aquello desde hacía mucho tiempo, y ahora podía sentir el rápido latido de su corazón y la dureza de sus masculinos pezones con mis dedos.
Quería tocarlo por todas partes, y mis manos bajaron más y más hasta acercarse a la parte más misteriosa de su cuerpo, que no había visto aún. Nunca había visto a un varón desnudo y quería ver a Sasuke. Mi marido.
Entonces sus manos apresaron mis muñecas como esposas:
-¡No!
-¡Quiero tocarte! -dije, sorprendido por la dureza de su mirada.
-Es mejor que sea yo quien te toque, tesoro.
No, no y no. Quería estar a su altura.
-¡Por favor!
Él me ignoró, bajando la cabeza para atrapar mi boca en un beso incendiario ante el que mi cuerpo reaccionó quedando casi inconsciente de placer, pero una pequeña parte de mi cerebro no dejó de funcionar.
Él no quería que lo tocara. ¡No quería que lo tocara!
-¡No!
Sus ojos se abrieron de golpe, sorprendidos.
-¿Por qué no me dejas tocarte?
-¿No te basta que te de placer, tesoro? -preguntó el con voz grave.
-No -dije mientras mi corazón se partía en pedazos.
-¿Cómo puedes decir eso cuando tu cuerpo está ansioso de placer?
Su expresión ya no era de sorpresa, sino calculadora, y no pude soportarlo.
Era todo una cuestión de que él tenía que tener el control sobre mí, para aumentar su ego masculino. Y compasión. Se compadecía de mí porque sabía cuánto lo amaba, ya me lo había dicho una vez. Así que me hacía el amor por compasión. Tal vez también fuera una especie de pago por tener a su hijo.
Yo no quería ninguna recompensa. Quería ser amado. Deje escapar un sollozo y escape de sus brazos.
-Quiero tener mi propia habitación.
-¿Qué? -él se levantó como si lo hubieran golpeado.
-No quiero seguir durmiendo contigo.
Él apartó las mantas revelando sus bóxers de seda.
-¡Ni hablar! Eres mi esposo y dormirás en mi cama.
Estaba tan enfadado, que no podía dejar de temblar.
-Soy tu incubadora -le grite—, no tu esposo.
Su piel se tornó más blanca de lo usual y sus ojos negros parecieron opacarse.
-¡No!
Él intentó alcanzarme, pero gire con rapidez y corrí a encerrarme en el baño.
Escuche un golpe y toda una serie de juramentos. Unos segundos más tarde, él llamaba a la puerta del baño.
-Sal de ahí, Naruto.
-¡No! -mis mejillas estaban surcadas de lágrimas. No podía soportar la idea del sexo por compasión.
-Sal, tesoro. Tenemos que hablar -hablaba con calma.
-No quiero.
-Por favor, Naruto.
-No... No quiero que me vuelvas a tocar -dije entre sollozos.
-De acuerdo. No te tocaré.
-¿Lo prometes? -una parte de mi mente era consciente de que mi reacción estaba siendo exagerada, pero mis emociones estaban fuera de control.
-Te doy mi palabra.
Desbloque la cerradura. Él abrió la puerta y se apoyó contra el marco. Tenía una expresión de dolor y apretaba las mandíbulas con fuerza.
-No soy un violador.
Lo mire sintiéndome mal.
-Ya lo sé.
-Entonces ven a la cama, tesoro.
¿Era de verdad su esposo o tan sólo una fábrica de bebés? En ese momento no importaba. Agotado para seguir luchando, me metí en la cama y me tape.
Él me siguió lentamente, con pasos cuidadosos y gesto de determinación. Me di cuenta de que el golpe que había oído probablemente fuera porque él se había caído. Me sentí culpable a la vez que alegre por ver a Sasuke caminar por primera vez desde el accidente. La felicidad mitigaba en parte el dolor por su rechazo.
Cuando llegó a la cama, se tumbó a mi lado y apagó la luz.
-Tesoro.
-No quiero hablar -interrumpí.
-Tesoro, tengo que decirte algo.
-¡No! No hay nada que decir. Por favor, déjame dormir.
Empecé a llorar de nuevo y él me abrazo.
Intente soltarme, pero él no me dejó. Me acariciaba el pelo mientras me susurraba palabras de consuelo.
Cuando por fin deje de llorar, él intentó hablar conmigo, pero seguí negándome. No le dejaría que me explicara por qué no era lo suficiente atractivo como para tener relaciones íntimas completas conmigo. Incluso si no estaba seguro de poder, si me deseara, ¿no querría intentarlo? ¿No desearía mi ayuda?
Él sólo suspiró, pero me abrazó dándome calor y protección toda la noche.
A la mañana siguiente, me desperté antes que Sasuke. Mi histérica reacción de la noche anterior me hizo avergonzarme de mi mismo por haber sido tan estúpido. Él quería hablar y yo no lo había dejado. Pero a pesar de todo, él me había abrazado toda la noche. Lo amaba, pero esa noche no había dejado que el amor guiara mis acciones. Aquel día todo sería distinto.
Disfrute un rato más del calor de su abrazo antes de saltar de la cama para medirme la temperatura corporal. Unos minutos más tarde, descubrí que mi cuerpo estaba listo para la inseminación. Al menos eso explicaba mi irritabilidad el día anterior.
Un golpe detrás de mi me alertó de la presencia de Sasuke. Me di la vuelta para ponerme frente a él, cerrándome la bata con una mano.
Él se quedó parado en el umbral de la puerta, desnudo excepto por los bóxers de seda. Tenía un aire peligroso y atractivo a la vez con el pelo revuelto. Me observaba con atención.
-Pequeño, tenemos que hablar.
Asentí nervioso. En efecto, pero en ese momento no tenían tiempo para eso.
-Mi cuerpo está a la temperatura óptima para la inseminación.
-¿Qué acabas de decir? -dijo él, con los ojos muy abiertos.
-Tengo que llamar a la clínica.
-¿Hoy? -él parecía alucinado.
-Sí.
Él cerró los ojos como si estuviera librando una batalla mental. ¿Habría decidido que no quería que yo tuviera a su hijo?
-¿Has cambiado de idea?
-No lo sé... -dijo él sorprendido por la pregunta.
-¿Importa lo que yo quiera? -dije sin poderlo creer.
-Importa y mucho, tesoro -respondió él con franqueza.
-Quiero intentarlo.
Apretando los dientes, hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
Llame al médico desde el teléfono de la habitación y, cuando colgué, me volví hacia Sasuke, lo que estuvo a punto de provocarme un ataque de nervios.
-Quiere que vaya inmediatamente. Es mejor que no coma nada.
-Estaré listo en quince minutos.
Lo miró asombrado.
-¿Quieres venir?
No había pensado que él quisiera acompañarme. Él había acudido solo a la clínica y suponía que yo tendría que hacer lo mismo.
-Sí.
-Pero no es necesario -¿acaso pensaba que era incapaz de hacer nada solo después de lo de la noche anterior? No lo culparía por ello.
-Claro que es necesario -si las palabras fueron impactantes, también lo fue su expresión.
-Pero... van a introducirme algo en el cuerpo...
-¿Y eso te da vergüenza?
-Sí -había acertado del todo.
-Mantendré los ojos fijos en tu bonito rostro, mi pequeño.
Aquella frase hizo que levantara la vista de la alfombra.
-Yo no soy bonito -dije.
-Eres la persona más hermosa que he conocido en mi vida.
-No lo dices en serio -no podía, a no ser que estuviera enamorado de mí. Sólo el amor podía hacer que le pareciera más bello que las personas con las que había estado.
Él hizo una mueca, como si sintiera dolor.
-Sí lo digo en serio, pero no espero que me creas.
-Sasuke... -quería creerlo, lo deseaba...
-¿Me dejarás que te acompañe?
-¿Podría impedírtelo? Puedes venir. Quiero que vengas.