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A pesar de todo por Solin

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Notas del capitulo:

 

Gracias por su maravillosos comentarios espero les guste el capitulo y perdonen por la larga espera. 

 

 

 

Cuando casi habíamos llegado a la clínica, me di cuenta de que había olvidado tomar la medicina para el dolor la cual debía tomar  una hora antes de someterme al tratamiento. Rápidamente, tome un par de analgésicos que llevaba en el bolsillo de la camisa, aunque se suponía que sólo tenía que tomar uno. El segundo era para compensar el retraso en tomarlo.

Sasuke se quedó en la sala de espera mientras me cambiaba de ropa y me ponía una bata azul de hospital. Nunca hubiera imaginado que quedaría embarazado en un ambiente estéril y rodeado de médicos.

Pero tampoco me importó demasiado. Quería tener un hijo de Sasuke, costara lo que costara.

Sasuke pasó al cuarto una vez que me tomaron los signos vitales y la temperatura. Entró sonriendo, apoyándose ligeramente en el bastón. Al verlo le sonreí tímidamente.

-¿Te gusta mi traje nuevo? -dijo señalando la bata, intentando hacer una broma.

-Me gusta más lo que hay dentro -dijo, inclinán­dose para besarme.

Sus palabras me dejaron sin habla debido al placer.

-¿Recordó tomarse la medicina  contra el dolor? -preguntó la enfermera.

Enrojecí y sacudí la cabeza.

-Pero me he tomado dos de las pastillas que tomo habitualmente para el dolor de cabeza.

La enfermera, una mujer morena de mediana edad, asintió.

-Eso debería ser suficiente.

Sasuke se puso tenso en cuanto pronuncia­mos la palabra «dolor».

-¿Qué medicinas para el dolor? Pensaba que esta técnica era indolora. ¿Qué ocurre?

Lo tome de un brazo para calmarlo.

-Es sólo por precaución. No hay nada por qué preo­cuparse. El médico y yo ya hemos hablado de esto.

-¿Estás seguro? Tal vez podamos esperar...

-No –dije, tomando aire-. Quiero hacerlo.

Su ceño fruncido indicaba que a él no le convencía la idea.

-¡Enfermera! Tal vez debería tomarla ahora. Seguro que tienen la medicina para estos casos.

La enfermera puso cara de duda.

-En efecto, pero no creo que sea muy prudente mezclar los dos medicamentos. Algunos analgésicos no pre­sentan ningún problema, pero otros...

—No pasa nada. Estaré bien, Sasuke. No tiene impor­tancia.

 

********************************************************************

 

Veinte minutos después agarraba la mano de Sasuke con fuerza y lamentaba terriblemente mi seguridad anterior.

La incomodidad de tener un catéter en mi interior había sido soportable, pero en aquel mo­mento en la zona inferior de mi cuerpo el dolor era insoportable. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y la angustia de Sasuke era evidente. El había in­tentado detener el procedimiento ante los primeros sig­nos de dolor, pero yo había querido continuar. Él me acompañó dándome fuerzas y para mí fue muy importante comprobar el apoyo que podía recibir de él en el momento de tener al niño.

-¿Falta mucho? -preguntó Sasuke.

-Unos segundos más y habremos acabado.

Así fue, pero el doctor me dijo que tendría que per­manecer en la posición que estaba, con las caderas ele­vadas, durante una hora más. Pero los dolores no cesa­ban. No dije nada para que no me creyera débil, pero Sasuke pareció darse cuenta.

Me sujetó la mano y con su mano libre me masajeó el vientre con movimientos circulares. Después de unos minutos de acariciarme de ese modo y, a pesar del dolor, caí en un profundo sueño.

Me desperté de un sobresalto cuando entró la enfer­mera y me dijo que podía vestirme.

Sasuke había seguido acariciándome todo el tiempo. A pesar de mi timidez, no me importó que él no saliera de la habitación mientras me vestía. Su presencia me resul­taba reconfortante y no estaba dispuesto a dejarlo mar­char.

-¿Estás mejor? -preguntó, mientras me ayuda­ba a vestirme como si fuera un niño pequeño.

-Sí. La próxima vez recordaré tomarme la medici­na, te lo aseguro - le sonrió, pero él no me devolvió la sonrisa.

Me miraba como si hubiera dicho algo repugnante.

-No habrá próxima vez, pequeño.

Sus palabras no dejaban lugar a dudas. Pero yo quería un hijo y me prepare para pelear, de repente todo se volvió borroso y mi cabeza empezó a dar vueltas y vueltas... Cuando las piernas me fallaron, intente a garrarme de Sasuke.

Me desperté en una cama con los gritos de mi esposo. Es­taba echándole la culpa al médico de todo, desde sus dolores hasta el estado de la economía mundial. O al menos eso creí escuchar.

-¿Sasuke? – dije con un leve susurro, pero él se volvió al instante, centrando toda su atención sobre mí.

-¿Cómo estás? ¿Aún sientes dolor?

-Sólo un poco. Estoy algo mareado.

-Le he dicho a su marido que probablemente sea por estar en ayunas. Le daremos un vaso de zumo para aumentar su nivel de azúcar antes de que se vaya a casa —la calma habitual del doctor parecía ahora un poco forzada.

Asentí, pero Sasuke no pareció tan contento con la explicación.

-Si es eso, deberían haberle dado algo antes de pedirle que se vistiera. ¿Qué habría pasado si hubiera es­tado solo? Podría haberse hecho daño al caer al suelo -su voz se elevaba con cada palabra. Estaba gritando de nuevo.

Hice un gesto y me lleve la mano a la sien.

-Lo siento, tesoro. Un marido fuera de control no es lo que necesitas ahora, ¿verdad?

-¿Me sostuviste?

-Sí. Por un momento dudé si podría mantenernos en pie a los dos, pero eres tan pequeñito, que pude colocarte de nuevo en la cama.

Una enfermera llevó un vaso de zumo de manzana que Sasuke tomó de sus manos. La mirada que le lanzó la hizo salir aterrorizada. Me colocó un brazo alrededor y me ayudó a incorporarme, para poder tomarlo.

-Serás un padre maravilloso.

Él sacudió la cabeza, muy serio:

-No si para ello es necesario repetir lo que te han hecho hoy.

¿Y si no podía quedar embarazado? ¿Seguiría queriéndome a su lado? La duda me aterraba.

Sasuke insistía en que me fuera a la cama tan pronto como llegáramos a la casa. El médico me había pedido pasar el resto del día en posición horizontal para aumentar las posibilidades de concepción,  aunque había pensado en quedarme en el sofá de la sala de estar.

-Pero no quiero quedarme en la cama. Puedo quedarme acostado en la sala -mientras discutía con Sasuke, éste me ayudaba a ponerme el camisón.

-Estás adolorido. Necesitas descansar.

-¡No quiero! -dije apretando los dientes.

Él sonrió, la primera expresión de felicidad que mostro en toda la mañana.

-Pareces un niño caprichoso.

-No creas que puedes tratarme como si lo fuera. Quiero estar en la sala y no aburrirme solo en la habitación.

-No, tesoro.

-¿A ti te habría gustado estar todo el día recluido en una habitación? Ya sé que tú estuviste mucho tiem­po en el hospital, pero podías trabajar. Tu secretario personal estaba contigo, Itachi y yo te visitábamos e incluso la bruja malvada te visitaba.

-¿Quieres que llame a Sakura para ver si quiere ve­nir a hacerte compañía? -preguntó, sabiendo a quién me refería-. He oído que está en el país.

¿Dónde lo había oído? ¿Había preguntado por ella? El pensar que él aún se interesaba por las idas y veni­das de su ex prometida me enfureció aún más. Me levan­te con decisión y golpe las almohadas para mullirlas con más energía de la necesaria.

-La última persona en el mundo con la que quiero pasar el día es con ella.

-¿Qué te parece pasarlo conmigo? -¿Acaso estaba diciendo que pensaba quedarse conmigo todo el día?- ¡Tú estuviste conmigo en el hospital!

-Pero creía que volverías al trabajo después de ir a la clínica —pasaba tanto tiempo ocupado en sus nego­cios, que no lo veía casi nunca.

-No pienso dejarte solo después de lo que acabas de pasar.

-Gracias.. – sonreí contento

-No me lo agradezcas -tomó el teléfono y llamó por la línea interna-. Pediré que nos suban algo de co­mida.

Cuando colgó, fue a buscar una silla para clocarla al lado de la cama, pero yo le hice un sitio en el borde de la cama.

-Puedes sentarte aquí si quieres.

-No creo que sea una buena idea.

-¿Por qué?

-Estar a tu lado en la cama me hace pensar cosas que no debo en este momento, querido.

Pensé que estaba bromeando, a pesar de su cara seria, así que le respondí jugando:

-Estoy seguro de que sabrás controlarte.

-No tienes ni idea de cómo funciona la mente de un varón, te lo aseguro -estaba muy serio, pero se sentó a mi lado-. ¿Cómo te encuentras?

-Hambriento -dije con sinceridad.

-Yo también -dijo él, sonriendo.

-Podías haber comido algo.

-No, si tú no lo hacías.

-¿Es eso algo típico de los machos?

-Es típico de los Uchiha -dijo acariciándome los labios.

-Eres un hombre muy especial –frote mis labios contra su dedo, aunque ansiaba chupárselo no lo hice. No estaba dispuesto a ser rechazado de nuevo. Aunque comprendia mejor sus motivos, aún estaba dolido.

-Soy tan especial que he permitido que mi esposo pase por un trance dolorosísimo antes que enfrentarme a mis propios miedos -dijo, con la cabeza inclinada.

Lo mire sorprendido por lo que acababa de decir.

-No te entiendo, querido, ¿Qué te asusta?

Él echó la cabeza hacia atrás y algo muy poderoso brillo en sus ojos.

-Nunca me llamas así. Usas palabras cariñosas con Itachi, pero nunca conmigo.

Me sentí caminando entre tinieblas, y antes de de­cir o hacer algo que pudiera molestarlo, decidí peguntarle:

-¿Eso te molesta?

-Sí.

Aquello era algo muy difícil de admitir para un hombre con el temperamento de Sasuke, así que decidí ser muy claro y honesto.

-Con Itachi, es normal porque no significa nada. Contigo, esas palabras significan demasiado.

-Así que no las dices -dijo él, tomándome la mano.

-Para mí, tu nombre es una palabra cariñosa.

Él me beso la palma de la mano. Un ruido en el pasi­llo anunció la llegada de nuestro almuerzo y la conversación terminó en ese momento.

 

***********************************************

 

-No sé por qué estoy tan cansado. No he corrido un maratón ni nada parecido -Sasuke ni siquiera me había dejado caminar hasta el coche, me había llevado en una silla de ruedas. Estaba claro que, si se hubiera sentido más seguro, me habría llevado en brazos.

-La has pasado mal.

-Ahora me siento mucho mejor -intente calmarlo.

Él me miró unos segundos, como si quisiera leerme el pensamiento. Después se levantó y llevó la bandeja al pasillo. Al volverse tenía una expresión tan grave en el rostro, que me preocupo.

No volvió a sentarse, sino que se quedó parado jun­to a la ventana, agarrando el bastón con fuerza.

-Cuando me casé contigo, no estaba seguro de po­der volver a caminar.

Ya lo sabía. Si hubiera creído completamente en su recuperación, no se habría casado con alguien tan ordinario como yo.

-Pero tú creías en mí y eso era lo que yo necesitaba -cada palabra sonaba como si se la estuviera arran­cando de las entrañas-. No pensaba en si sería lo mejor para ti y me avergüenza reconocerlo.

-Tenías miedo.

Sus hombros se pusieron rígidos pero no lo negó.

-Sí.

-Lo entiendo.

Él se giró con el rostro atormentado.

-¿Sí? ¿Cómo puedes entenderlo cuando a mí me cuesta tanto? Fui egoísta, tesoro. No me preocupé por tú felicidad, sólo por la mía.

Sacudí la cabeza al recordar mi tierna intro­ducción al sexo.

-No creo que fuera así.

-Tal vez tengas razón. En mi arrogancia pensé que, casarte conmigo y compartir mi cama sería suficiente para ti.

Yo también lo había pensado.

-Acepté sabiendo que era lo único que incluía tu oferta.

-Porque me querías y yo utilicé ese amor para obte­ner lo que yo quería, lo que necesitaba.

-No se puede utilizar lo que se entrega libremente - no quería que se ahogara en la culpa. No podríamos avanzar si seguíamos anclados al pasado.

-¿Lo entregaste libremente?

Lo mire a los ojos. No era el momento de ocul­tar nada.

-Sí.

-¿Cómo puedes decir eso cuando te seduje para que aceptaras mi propuesta matrimonial, cuando te arrebaté tu virginidad para que no pudieras volver a hablar de anulación?

Realmente se sentía culpable.

-Pero yo te quiero y me encanta lo que me haces sentir cuando me tocas.

-Eso es verdad, tesoro. Pero, entonces ¿qué ocurrió anoche?

-No me dejaste tocarte -y eso me dolió mucho.

-Tenía miedo.

Nunca había esperado oír esas dos palabras salir de la boca de Sasuke.

-¿Por qué? -creía saberlo, pero tenía que asegurarme.

-No estoy seguro de poder comportarme como un verdadero hombre.

-¿Tienes miedo de que no consiga excitarte lo sufi­ciente como para hacerme el amor?

-Demonios Naruto, ¿de dónde has sacado eso?

-Acabas de decir...

-He dicho que no sabía si podría realizar el acto. No he dicho nada de tu belleza ni de la sensualidad de tu cuerpo.

-Pero si yo fuera tu tipo, ¿te resultaría más fácil?

Para mí, eso tenía sentido, pero él me miró como si me hubiera vuelto loco.

-Tú eres totalmente mi tipo.

Cerre los ojos para no ver la lástima en los de él.

-No hace falta que digas esa clase de cosas.

Él se sentó en la cama y, con un dedo, me recorrió el contorno de la cara.

-Te he mentido alguna vez, mi pequeño.

Sacudí la cabeza, con los ojos aún cerrados.

-Entonces, si te digo que eres la persona más sexy que he conocido, ¿me creerías?

Abrí mis ojos asombrado y vi su dulce y burlona sonrisa.

-Tú... yo...

-Nunca había estado con alguien que me hiciera sentir más hombre.

-Pero dijiste...

-Que no estoy seguro de poder mantener la erec­ción, pero cuando te hago el amor, tu respuesta me ex­cita sin que mi cuerpo esté implicado en ello.

-¿Tú...? ¿Alguna vez...? ¿Has...?

Él rió.

-Si lo que quieres preguntarme es si he reaccionado físicamente ante ti en alguna ocasión, la respuesta es sí. No ocurrió la primera vez que te toqué, y eso me preo­cupó. Pero pensé que, cuando recobrara la sensibili­dad, podría recuperar eso también.

-¿No ocurrió?

-No lo sé.

Tomo mi cara entre sus manos con expresión ator­mentada.

-Te he hecho pasar hoy por todo ese dolor porque yo, Sasuke Uchiha, tuvo miedo de intentarlo.

Pero él no sabía que fuera a ser doloroso. Yo le ha­bía ocultado ese detalle porque sabía que él no me deja­ría continuar.

-No es culpa tuya.

Él sacudió la cabeza.

-Dijiste que habías notado una respuesta... -no po­día pronunciar la palabra erección.

-Sí. Muchas veces cuando te he tocado he sentido algo, nunca tanto como anoche.

-Pero no me dejaste continuar.

-No.

-¿Por qué? ¡No lo entiendo!

-Si no duraba... si no podía llegar al clímax... -su voz se apagó. Yo sabía a lo que se refería: se habría sentido humillado.

-Yo haría lo que fuera por ti.

-Sí, y hoy lo has demostrado -retiró sus manos de mi cara-. Nunca olvidaré tus lágrimas de esta mañana, ni el momento en que te has desmayado.

-No ha sido culpa tuya, el médico me dijo el primer día que algunos donceles sufrían mucho dolor, pero no te lo quise decir. Sinceramente, no creí que me pasara a mí, y deseaba tener un hijo tuyo de verdad.

-Si me hubiera enfrentado a mi cobardía, tal vez ese sacrificio no habría sido necesario.

Lo tome de la cara para mirarlo a los ojos. Era típico de Sasuke cargar con toda la res­ponsabilidad.

-No eres un cobarde. Te has enfrentado a tu parálisis y has luchado.

-Pero no me enfrenté a mis miedos y tú has pagado por ello.

Al ver brillar sus ojos, no pude más y, sin preocuparme si había estado en posición horizontal el tiempo suficiente, me senté en la cama y lo abrace por el cuello.

-No, Sasuke. Quiero tener un hijo contigo. No me preo­cupa el cómo. Deseo tanto un hijo...

Él me besó suavemente, con dulzura.

-¿Cómo te encuentras?

-Mejor.

-¿Ya no te duele nada?

Sacudí la cabeza.

-Tal vez deberíamos comprobar si puedo darte un  hijo con más placer del que has recibido esta mañana, ¿no?

-Estás seguro de que quieres intentarlo.

-Sí, mi amor.  

Su amor... si fuera verdad. Pero al ver su dulce mi­rada, su deseo de arriesgarse al fracaso... solo por mí. Con eso me bastaba.

 

 

 

Notas finales:

Espero les gustara el capitulo, les deseo una feliz navidad y un gran año nuevo. Nos leemos el año que viene.

Un pequeño adelanto del siguiente capitulo.

 

 

 

 


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