Especial de navidad…
Historia 4:
Como es de costumbre en navidad se hacen cenas navideñas, la familia de Wolfram no era la excepción, por tal motivo Wolfram se encontraba en la cocina. Estaba sumamente aburrido.
No es que le aburriese cocinar sino que no había nada que hacer, ya todo estaba hecho; el pan navideños estaba listo, la ensalada de gallina, las tortas y todo lo que tuviera que ver con eso de navidad.
Solo faltaba una cosa.
Y eso era el pavo relleno.
Si, su familia solía cocinar un pavo y rellenarlo, se suponía que eso se debía hacer en acción de gracia pero ellos también lo hacían en navidad y nadie hacia un pavo relleno tan delicioso como el que hacia Conrad.
Si, Conrad lo cocinaba estupendo por eso su madre había insistido en que el castaño se encargase de esto último y como Conrad era su pareja quería estar en la cocina junto a él preparando aquel “dichoso” Pavo relleno.
Si era sincero consigo mismo entonces admitiría que odiaba ese pavo pues le quitaba un valioso tiempo de pasar junto a Conrad. La escuela y la tarea apenas le dejaban verse y ahora que estaba de vacaciones Conrad estaba MUY preocupado de comprar todo lo adecuado para preparara aquella cosa; que si hay que comprar esto, que si hay que comprar lo otro, que busque en internet esto, que si la receta de la abuela, que si esto… agrrr ¡ya se había hartado de aquel pavo!
Pero en cierta medida debía agradecer algo: estaba solo con Conrad en la cocina, en la casa no había más nadie…
Eso era bueno, de hecho era MUY bueno. Tal vez así por fin podría hacer “cositas” con Conrad sin que su hermano o alguna criada lo estuviesen vigilando.
El rubio lanzo un suspiro. Solo tenia que esperar un poquito más. Conrad no estaba pues había salido a buscar unas cosas que había olvidado. Menudo idita por habérsele olvidado algo, ¡eran su única oportunidad de estar solo y el castaño se iba…!
Para entretener un rato su vista se puso a leer una revista “xxx”, de cualquier modo aun era un adolecente que sentía curiosidad, según él era completamente normal que alguien de su edad estuviese quecheando revistas con alto contenido para adultos. Wolfram Bielefield tenia dieciséis años y por lo tanto el se consideraba un “adulto” que podía leer dicha información.
La revista que había tomado esta vez a escondidas tenia información acerca de como prepararse para tener una relación y explicaba varias posiciones. Por supuesto que el rubio se imagino con detalle cada una de aquellas posiciones, imaginando no solo la posición sino también el como se sentiría y que emociones experimentaría.
La puerta se abrió de repente y por pura inercia escondió la revista.
-Ya llegue Wolfram.- anuncio Conrad mientras ingresaba a la cocina, el rubio escondió la revista debajo del mantel de la mesa.
-C-Conseguiste lo que buscabas.- pregunto tratando de que no se notara su nerviosismo. Cosa que no logro hacer sin mucho éxito; era pésimo para mentir y Conrad lo noto.
-¿Sucedió algo mientras no estaba?
-¡No paso nada!- su cara enrojeció hasta limites insospechados, ¿Cómo podría decirle que había estado fantaseando con él? y no eran cosas sanas precisamente.
Conrad noto esto en seguida y se acerco a su rubio, no era normal que actuase de esa forma. Sin embargo al acercarse Wolfram se alejo un poco de él y noto algo que no había visto al entrar.
-¿Estas…?
La pregunta quedo en el aire, no fue necesario que el castaño terminase la frase pues su vista estaba en algo que le causo curiosidad, Wolfram miro en la misma dirección y se dio cuenta de algo que había estado omitiendo.
-Excitado…?
Termino de decir Conrad un poco sorprendido. Wolfram no sabia en donde esconder su rostro, con todo lo que había leído era normal que tuviese una erección sin embargo no se había dado cuenta de ello, no hasta que Conrad la vio primero.
-No preguntare que estabas leyendo pensando pero si quieres puedes ir al baño.- añadió de manera comprensiva, tratando de no reírse de la situación; estaba seguro de que si se reía Wolfram lo tomaría a pecho y él no quería eso.
Mientras tanto Wolfram mantenía su vista clavada en el suelo, su rostro había pasado por todas las tonalidades de rojos posibles.
Conrad comenzó a abrir unas bolsas, pues iba a comenzar a hacer el dichoso Pavo pero antes de que pudiera Wolfram se acerco y lo que le dijo le sorprendió.
-Entonces, quiero que me ayudes.- se atrevió a decir el rubio mirándolo fijamente. El castaño le miro realmente sorprendido.
-Wolfram, no podría hacer eso y menos en tu casa.
-¿Por qué no? Somos pareja y es normal que hagamos este tipo de cosas.
-Pero tú y yo jamás hemos llegado a segunda base. Nunca te lo he propuesto.- Wolfram arrugo el ceño.
-Solo tócame Conrad.- ordeno con un tono severo, el castaño le miraba entre si lo ayudaba o no. El rubio tenia la cara colorada por la vergüenza pero aun así no se arrepentía de su pedido.- Solo… hazlo.
Conrad le miro un segundo; una mirada seria y profunda como un lago. Aquella mirada penetrante hizo que Wolfram desviase la mirada avergonzado.
El castaño se acerco un poco más a él y comenzó a bajarle el cierre del pantalón. Wolfram al principio se sorprendió un poco y su sonrojo iba de aumento en aumento.
-Ahh…- un leve gemido escapo de sus labios cuando la mano de Conrad rozo por encima de la tela su intimidad. El castaño le gusto lo que escucho y quiso escuchar más. Comenzó a bajar lentamente la ropa interior del muchacho y envolvió con su mano el miembro del rubio y lo masajeó lentamente.
Conrad disfrutaba de ver la cara llena de placer del joven, su sonrojo y el sudor en su rostro lo hacían tan deseable. Quería satisfacerle como nunca.
Wolfram ahogaba gemidos que al poco tiempo se volvieron suspiros.
-aahh...Conrad...-concedió un gemido lleno de placidez. Las manos del castaño acariciaban su intimidad lentamente, haciéndolo sufrir en su roce. Pronunciaba su nombre en diferentes tonalidades mientras disfrutaba de aquel delicioso roce.
Era una dulce tortura la que sufría.
El castaño había olvidado por completo que tenía una cosa que hacer, ahora solo quería cumplir su deber como pareja.
Pero con lo que ninguno de los contaba era que en ese preciso instante Gwendal, el hermano mayor de Wolfram, entraba a la cocina justo en el momento en que el rubio se corría en la mano de Conrad.