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Painting Dreams por hana midori

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Notas del capitulo:

bueno, lamento la tardanza pero aqui tienen el proximo cap de este nuevo fic.

La verdad, este si me gusto muchisimo (ya veran porque) y estoy muy emocionada con este fic porque es mi primer universo alterno (y puedo cambiar un poquito las personalidades de los personajes sin sentir culpa xDDD)

De una vez advierto, que tal vez les paresca un poco aburrido al principio (aunque a mi como ya dije me encanto el cap) pues como es pura presentacion y de mas, avanza un poco lento.

Sin mas preambulos el cap ^^

--entonces Ciel…

 

--¿el que Alois?

 

--¿te irás hoy con tu nuevo doctor?—una sonrisa de burla se dejo ver en el rostro del rubio, cosa que hizo enojar al peliazul.

 

--lamentablemente si…y yo no le hayo lo divertido. —ambos tomaron sus mochilas y se dirigieron fuera del salón. Las clases habían terminado hacia 5 minutos.

 

--hasta mañana chicos—se despido su maestro, era un hombre de cabellos negros y ojos miel. Alois sonrió y antes de salir, corrió hasta el adulto.

 

--hasta mañana—le respondió, mientras le daba un beso muy cerca de los labios. Ciel puso cara de asco con una mezcla de vergüenza. Si, su amigo era tan pervertido como para tener una relación con el profesor. El chico se apresuro a alcanzarlo y se fueron caminando.

 

--no te entiendo…

 

--¿Por qué lo dices Ciel?

 

--digo, ¿Cómo puedes…ya sabes…ser su novio?—un leve sonrojo se apodero de su rostro, cosa que encanto al más grande.

 

--¡que lindo!—exclamo abrazándolo.

 

--¡Alois suéltame!

 

Mientras forcejeaba con él, escucho lo que parecía ser el claxon de un automóvil. Giro su cabeza y vio el auto de su padre frente a la puerta de la secundaria.

 

--¡ya vinieron por mí, ya déjame!—de mala gana el rubio lo soltó.

 

--bueno, luego me cuentas como te fue. —le dijo sonriendo.

 

--como si pudiera ocultarlo. —comenzó a alejarse, con paso rápido. Cuando llego hasta el vehículo pudo ver que su maestro ya había alcanzado a Alois, ambos se veían bastante ansiosos, el de cabellos zafiro se sonrojo de nueva cuenta, no queriendo imaginar el porqué.

 

Entro y se sentó en el asiento del copiloto.

 

--hola hijo… ¿sucede algo?—pregunto el adulto al ver el sonrojo del menor.

 

--¿eh?, no, nada—respondió bajando la vista--¿Por qué viniste? Pensé que tía Ann vendría.

 

Vincent, al escuchar que todavía la llamaba “tía” frunció levemente el gesto.

 

--ahora es tu mamá Ciel…

 

--es mi tía—le interrumpió—pero como sea, ¿Por qué viniste?

 

No quería pelearse nuevamente con su niño, además, las ultimas semanas se había mostrado particularmente inestable.

 

--salí temprano del trabajo y pensé que sería buena idea traerte a tu primera consulta—sonrió. —además, tengo una junta aquí cerca y no quería molestarla más.

 

El chico hizo un sonido de aprobación, sin devolverle la mirada a su padre.

 

Se quedaron en silencio unos momentos, y justo cuando iba a decir algo, su adorable hijo se puso los audífonos del MP3.

 

Suspiro lo más bajo que pudo. Le dolía ver a su niño tan indiferente, tan distante. Y es que él no había sido así, después de “eso” cambio drásticamente, además, su casamiento con Angelina no ayudo en nada, tal vez había sido un error…

 

No, ni él ni Angelina tenían la culpa, Ciel era así porque quería. Porque cuando estaba con su amigo raro parecía un chico totalmente normal, si, él actuaba así por su cuenta.

 

Pensamientos de ese tipo llegaron a su mente, intentando convencerle que no era su culpa…

 

En ese momento vio el consultorio del doctor.

 

Era muy parecido a la de la anterior psicóloga, solo que este estaba pintado de rojo en lugar del tipo blanco.

 

Estaciono frente al lugar, sin apagar el carro. Ciel se quito los audífonos, dándose cuenta que su padre no tenía intenciones de bajar.

 

--¿no me acompañaras?—le pregunto.

 

--te dije que tenía una junta. No te preocupes, volveré a tiempo para recogerte.

 

El menor se le quedo viendo unos segundos.

 

--muy bien.

 

Rápidamente bajo del vehículo, subiendo a la banqueta frente a la entrada.

 

Se giro para ver como su papá se retiraba. Hizo un gesto con la mano a modo de despedida, y este fue devuelto con una mirada.

 

Quedo solo, frente a la puerta de cristal del consultorio.

 

 

 

Flash back

 

La pelirroja tomo las manos del niño—por favor, sabes que queremos ayudarte, te ruego que intentes tomar la terapia. —le rogo con la mirada, el peliazul apretó suavemente las manos de su tía, ella entendió un si en ese gesto.

 

Fin del flash back

 

 

 

No había sido un “si”, había sido un “no me pidas cosas imposibles”.

 

Si la terapia no funciono la primera vez, ya no serviría en ninguna otra ocasión. Mas ese pensamiento –o razonamiento como él lo llamaba—no era tomado en cuenta.

 

Abrió la puerta, para entrar de una vez ahí.

 

La sala de espera estaba vacía, y no había alguna secretaria o algo parecido para atender a la gente. Escucho un ruido fuerte, cosa que lo puso en alerta. Camino en dirección hacia donde creía que era el origen y dio a dar a una estancia más grande, donde había muchísimos libros. Un escritorio cerca de una ventana que daba a un callejón y unos sillones. Se adentro mas, quedando en medio del cuarto.

 

--¿oye podrías ayudarme?—escucho. Miro por encima de su hombro y vio a una persona, con una enorme pila de libros en las manos, tantos que le cubrían la cara.

 

--voy—rápidamente corrió hacia él, parándose de puntitas para quitarle algunos.  Se quedo petrificado cuando vio el rostro de esa persona.

 

Era un joven de unos 22 años, con una piel que parecía de porcelana. Sus cabellos eran negros como la noche, y sus ojos rojos como la sangre.

 

El hombre lo miro, mas luego fue hacia uno de los estantes, acomodando los libros.

 

--tu debes ser mi paciente de las 2 ¿no?—le cuestiono, sin dejar de acomodar las cosas.

 

--eh, ah sí. —su voz sonaba algo nerviosa, cosa que confundió de sobremanera al niño.

 

--jeje disculpa el desastre, acabo de cambiarme aquí y no he terminado de pasar las cosas…--se dio la vuelta, caminando hacia el menor. —dejame te ayudo—con cuidado, retiro los libros que Ciel llevaba en las manos, rozándolas levemente.

 

El peliazul se sonrojo de manera leve.

 

“¡¿Qué demonios me pasa?!”

 

Se reclamo internamente.

 

El ojirojo dejo la pila de libros en el piso, justo ha lado del escritorio.

 

--siéntate por favor—le invito, mientras tomaba asiento en un sillón de color rojo. El ojiazul rápidamente acato la orden, sentándose en el otro que era color café.

 

--soy Sebastian Michaelis, de ahora en adelante seré tu psicólogo. —una sonrisa amigable apareció en el rostro del pelinegro.

 

El menor se sorprendió, ¿realmente él iba a ser su doctor?

 

--Ciel Phantomhive—respondió con un tono algo robótico.

 

Sebastian lo miro, con algo de asombro en los ojos. Recordó la corta conversación que había tenido con su amiga Ángela.

 

“Es alguien muy difícil de manejar”

 

Esas habían sido sus palabras, pero le costaba creer que un adorable chico como el que tenía enfrente fuera así.

 

--¿Ángela era tu doctora no?

 

--si, ¿Por qué lo pregunta?

 

--por nada. —Se recargo en el respaldo del asiento. —y dime Ciel… ¿Qué tipo de cosas te gusta hacer?

 

El peliazul suspiro, ahora empezaba el interrogatorio.

 

--me gusta leer.

 

--¿si?, ¿Qué tipo de literatura te atrae más?

 

--no lo sé.

 

El ojirojo sonrió de nueva cuenta, sabía lo que el niño trataba de hacer.

 

--¿tienes autores favoritos?

 

Ciel se quedo pensando, sabía que lo que dijera podía –y seria—usado en su contra.

 

--algunos.

 

Sebastian se levanto de su asiento, dirigiéndose a los libros que hacía poco estaba ordenando.

 

--te propongo algo, si adivinas el nombre del autor de este libro—tomo uno al azar—le diré a tus padres que te portaste bien esta sesión.

 

El menor encarno una ceja, incrédulo.

 

--¿de verdad?

 

--claro, es más, dejare que te lleves el libro que quieras.

 

Un silencio corto se apodero de la habitación, el niño pensaba si era buena idea tomar la opción que le estaba dando…

 

--está bien—acepto.

 

--bien—el pelinegro miro la tapa del libro--¿Quién escribió “El Conde De Monte-Cristo”?

 

--es fácil, Alejandro Dumas. —dijo triunfante. Una expresión de falsa sorpresa –pero convincente—se apodero del rostro del mayor.

 

--veo que eres bueno.

 

--se algo de literatura—respondió simplemente.

 

--bueno, soy un hombre de palabra, elige el libro que quieras y podremos dar por terminada la sesión.

 

Lo miro unos segundos.

 

--eres un psicólogo raro—se levanto lentamente de su asiento.

 

--eso me han dicho. Estaré en la recepción si me necesitas.

 

Dicho eso, dejo el libro en su lugar y salió de la sala. Ciel, una vez solo, dio vueltas a la habitación, algo impresionado.

 

Jamás, en todo ese tiempo, alguno de sus doctores se porto tan “amigable”. Miro todos los títulos de los libros, dándose cuenta que realmente ese hombre era alguien con buen gusto. Pudo notar  obras de Oscar Wilde, Edgar Allan Poe; clásicos griegos como la Odisea y la Ilíada; obras de Shakespeare, he incluso Alicia en el país de las maravillas de Lewis.

 

Vio un libro, con la pasta negra, el cual estaba en una de las esquinas más alejadas del lugar. Se acerco hasta el, lo tomo:

 

Fausto.

 

Había oído algo sobre ese libro. Trataba de un doctor que vendía su alma al demonio para encontrar “la felicidad”. Durante un tiempo quiso leerlo, pero nunca pudo hacerlo.

 

Lo guardo en su mochila y se encamino fuera de la estancia.

 

--vaya, tardaste un poco. —menciono Sebastian cuando lo vio salir.

 

--no tenias buenas novelas—mintió.

 

El azabache solo sonrió.

 

El resto del tiempo, Ciel se la paso escuchando música, bastante absorto en sus pensamientos. Sebastian no le quitaba la mirada de encima al niño, era realmente adorable pero al mismo tiempo altanero, eso de cierta forma llamo grandemente su atención. Quería saber que había provocado en el chico tal cambio.

 

Un vehículo estaciono frente al lugar, del cual, bajo un hombre muy parecido a su paciente.

 

“Su padre”

 

Pensó para sus adentros.

 

En cuanto entro, vio primero al moreno y después a su hijo.

 

--hola, soy Vincent Phantomhive, padre de Ciel—se apresuro a saludarlo, y mientras lo hacía, el menor guardaba sus audífonos.

 

--Sebastian Michaelis.

 

Correspondió el apretón de manos.

 

--¿Cómo se porto mi hijo?

 

--de maravilla señor, me parece que tiene aquí a un niño realmente inteligente.

 

Ambos vieron como Ciel bajaba la mirada, algo avergonzado por tal comentario.

 

--esperare en el auto—anuncio, retirándose del consultorio.

 

--¿de verdad se comporto bien?—volvió a preguntar.

 

--si, hablamos un poco de literatura.

 

--ya veo… bueno, debo irme, mucho gusto el conocerlo.

 

--el gusto es mío.

 

No despego la mirada del auto hasta que este desapareció de su vista. Una vez que eso sucedió, fue a su oficina, acercándose a los estantes. Los recorrió con cuidado, esperando ver algún vacio. En el ultimo que vio, esta lo que buscaba, un lugar sin nada. Inmediatamente supo que libro se había llevado el niño, y sonrió para sus adentros.

 

Ahora lo concia un poco, de manera inconsciente, Ciel le había dicho algo sobre él.

 

“es listo, pero no lo suficiente”

 

******************************************************

 

¿Y cómo te fue?

 

Ahora se encontraba en su casa, conectado a la computadora. Su amigo nuevamente lo estaba molestando.

 

Bien, no era lo que yo esperaba

 

¿Y eso porque? o.o

 

Me dijo que si le ganaba en un juego no me interrogaría ese día.

 

¿Y ganaste?

 

Pues claro, es más, hasta logre robarle un libro…

 

Tú y tus cosas sobre el arte, es aburrido…por cierto, ¿es guapo?

 

La pregunta desconcertó muchísimo al peliazul, no por la respuesta, esta era obvia, si no porque recordó el sentimiento que había tenido la primera vez que lo vio.

 

Pues…si…

 

¿Le interesaste?

 

¿Eh?

 

Olvídalo, te lo diré mañana, tengo que irme…Claude vino a verme *¬*

 

Ya lárgate pervertido.

 

Adiós.

 

Dicho eso el rubio se desconecto. Ciel se recargo en su silla, suspirando de manera cansada. Miro a lado de su computadora, ahí estaba el libro que él le había prestado. Lo tomo y lo abrió en la primera pagina, empezando a leer.

Notas finales:

mencione autores de los que ya he leido mas de una obra o de los que mas se mencionan cuando se habla de clasicos, en lo personal yo les tengo mucho cariño por lo que los inclui, ademas fueron de los que me acorde en ese rato xDDD he leido a mas pero como ya dije, no me acorde de ellos n.n

espero les haya gustado y dejen comentarios con sus criticas.

byeeeeeeeeeee


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