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Mocosos En Noche De Brujas por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

Los personajes de Katekyo Hitman reborn pertenecen a Akira AMano, yo solo los uso para divagar, y hacerlos divagar XD 

Notas del capitulo:

Me basé en otra imágen encontrada en la web XD pero no tengo a la mano el linck, si saben cuál es, rolenlo XD 

 

Tsuna tiene en esta historia 12 años. Los demás son adulteros, perdón, adultos. 

 

El lemon viene después de este divague XD 

 

En Noche De Brujas

Capítulo I. Tres primeras horas.

Habían salido, porque tenían ganas de ir a esa fiesta que se marcaba a las nueve en casa de su jefe, Sawada Tsunayoshi, un pequeño engendro que había sido promovido a jefe de la mafia desde que había nacido como supuestamente un hombre ante la sociedad negra, y hoy en estas horas se le había ocurrido organizar un festejo por la fecha tan anhelada en su mundo infantil. Pues bien, todos se arreglaron animados para la lucha por tener el disfraz más original. Muchos optaron por la idea que lo tradicional sería original esta vez. Ingenuidad o flojera, de cualquier forma asistieron. Uno a uno, fueron llegando de manera que se animó todo al cabo de un rato. La sala era extremadamente amplia, así que los adornos recorrían varios metros, con sus colores negro y naranja en forma de calabazas, calaveras y brujas en escobas, todo recordado en papel maché. La mesa de bebidas no fue precisamente una ingeniosidad, pero bastaba, era una enorme fuente de ponche color rosado, con ojos (dulces) en él. Los platillos eran exóticos, cosas como tripas de dulce, sesos agrios, lenguas de algodón eran normales sobre todos los manteles.

Regresando a lo realmente importante. Todos viboreaban los trajes ajenos. Algunas críticas estallaban en risas, otras ni siquiera eso despertaban.

Por ejemplo… hunmm, pasemos al disfraz de Kyoko, una bruja ¡Qué original! Bueno, por lo general solía verse así. Omitiendo a las otras mujeres, los demás trajes también estaban como para llorar.

La fiesta iba a ser un completo asco sí nadie hacía nada. Así que el jefe tuvo la para nada brillante idea de hacer un pequeño e improvisado desfile en el que todos pasasen y explicaren las razones de la elección del disfraz.

El primero había sido Yamamoto.

−Ah, bueno, yo me disfracé de momia porque… ah… -se empezó a carcajear muy a su estilo, rayando casi en lo idiota. Los vendajes le colgaban flojos en algunos lados y solo tenía la cara descubierta.

−¿Y qué pasa sí te damos de vueltas? –preguntó uno del público  

−¡¿Eh?! –reaccionó de manera que dio a entender un par de cosas –, ah, pues no traigo nada debajo… -declaro muy bajito. Y un par de ojos centellaron entre la multitud.

−¡Desenróllenlo!

−¡No! –respondió agarrando sus vendajes y bajando del escenario para ser perseguido por Squalo y Gokudera.

−Ejemp –soltó el tutor del jefe de la mafia –, siguiente –ordenó desde el rincón donde estaba. Nadie quiso subir. Reborn, que vestía con su habitual traje negro se pasaba el dedo índice por su curiosa y rizada patilla derecha. Soltó una risita al ver que ninguno le obedecía, así que sacó su pistola y apuntó a Lambo, un joven mafioso (Obvio) de cabellos negros y ojos verdes –, anda vaca estúpida, muévete –dijo mandándolo al escenario de una patada.

−¡¡¡Ahhh!!! ¡No-No debo llorar! –decía el pobrecito ente, pero siendo animado por sus amigos, se limpió las lágrimas y empezó a decir: -, yo me disfracé de… vaca –su cuerpo se hizo chiquito ante las miradas serias de todos, y sobre todo por la sonora carcajada del malvado Reborn –, porque Reborn me quitó mis ropas –todos pusieron atención –, me llevó al baño y me encerró allí –todos pasaron saliva con dificultad mientras asentían frenéticamente intentando impulsar a Lambo para que hablase –, y…

−¡¿Y?! –gritaron al unísono.

−Y… -decía Lambo –, y… me lanzó este traje, así que por eso me vestí de vaca –fin de la historia.

−Vaya, qué decepción –dijo un sujeto de cabellos blancos, puntiagudos como puercoespín. Sus ojos eran de un lindo color violeta claro. Se llevó una mirada asesina del tutor.

−¿Por qué no pasas tú, Byakuran-san? –ofertó el jefe a Byakuran Gesso, el chico de cabellos blancos que ya mostraba verdaderos signos de aburrimiento. El oji amatista se levantó de su lugar después de encogerse de hombros y subió siendo aplaudido por su valor (?)

−Yare, Yare, yo no tuve una verdadera razón para elegir esto –se señalo de arriba abajo. Toda su apetitosa existencia era una providencia del cielo. Su delgado cuerpo estaba cubierto por un par de pantalones negros, camisa en color morado, del más oscuro existente, una enorme cola felpuda, con unas hermosas orejas lobunas adornaba sus cabellos color algodón –, pero si quieren puedo darles una –todos movieron la cabeza en sentido positivo –, la verdad es que tengo un hambre digna de comer a varios centauros, pero supongo, y sólo supongo, que bien me podría conformar con devorar a un…

−¿A un…? –dijeron al mismo tiempo. Y en esos precisos instantes, alguien, sigilosamente, intentaba escapar de lo siguiente que anunciaría Byakuran, talves una especie de presentimiento le había marcado que no debía asistir a este estúpido evento, pero aquí estaba, tratando de escapar.

−Vampiro –dijo en medio de una maldad extrema. El sujeto que ya no logró irse, respingó alertadamente y devoró con la mirada al hombre-lobo –, vamos, vamos, Mukuro-kun ya sabes cómo soy –dijo cruzándose de brazos y sonriéndole con los ojos cerrados. Rokudo Mukuro, de cabellos largos y de color índigo chasqueaba la lengua y subía al lado de Byakuran para plantársele enfrente.

−Deja de joder, Gesso –le dijo muy cerca de la boca. Los espectadores intercambiaron miradas y después volvieron la vista al escenario, pero el vampiro y el lobo desaparecieron como por arte de magia. Permanecieron en silencio.

−Errr –dijo el jefe, rascándose la nuca –, ¿quién falta? –todos tosieron y miraron a la nada con gesto digno de fingir demencia.

−CoffcoffHibariCoffcofffaltaCoffCoff –un guapo italiano, de cabellos rubios y ojos color pardo cubría ligeramente su tos con su puño izquierdo.

−Dino-san –dijo el jefe –, ¿tiene tos?

−Ah, claro que sí, Tsuna –respondió algo sorprendido por ser tan obvio (?)

−Creo que falta… -el más joven, es decir el jefe, llevó su dedo pulgar a su barbilla, comenzando a pensar quién sería el siguiente, pues Reborn ya no estaba para dictar el orden, había desaparecido en busca de la vaca dorada de la fertilidad, y como líder iba a tomar las riendas.

Dino aparecía detrás de Tsuna, como en una de esas tiras cómicas donde uno acosaba al otro sin que éste se diese cuenta y le susurraba al oído para intentar actuar como su conciencia.

−Falta Hibari –susurró al oído derecho, con una voz angelical, Tsuna lo medito. Dino cambió de lado y con vocecita de diablito le dijo a Tsuna –, ¡SI! ¡PASA A HIBARI CON UN CARAJO!

−Cre-Creo que Hibari-san debe ser el siguiente –dijo masajeándose la oreja derecha y regresando a su lugar. En algún lugar se escucharon dos exclamaciones: ¡Maldito! Y por otro lado ¡Yaaaaaaii~!

Un molesto moreno subía a la plataforma, que fue iluminada con varias luces de neón, cantando alegremente: Hibari, eres el mejor, escrito en todos lados. Hibari Kyoya quiso morder hasta la muerte al esperpento que había elaborado esa vergonzosa artimaña, y entre el público estaba Cavallone sonriéndole estúpidamente y animándolo con un par de pompones.

−Tsk… -y después de ese chasquido de lengua siguieron cantando los grillos por media hora. El apuesto y joven Kyoya vestía un traje de policía, con su gorra, pantalones y camisa de manga corta, todo en color azul, Dino babeaba abundantemente. Y deliraba. Sobre todo esto último.

−Va-Vamos Hibari-san, ¿Cuáles fueron sus razones? –inquirió algo nervioso el jefe.

−Tsk… -y pasó otro cantar de grillos –, algún día los morderé a todos hasta la muerte –dijo y… amén.

−¡Bravo! –gritó Dino dese su lugar; los expectantes que aún permanecían allí le fulminaron con la mirada. Tsuna suspiró profundamente, se armó de valor y dijo lo siguiente:

−Sigues tú, Din…

−¡Ya estoy aquí! –decía en su habitual euforia, arriba, luciéndose a todo lo que se podía permitir.

Cavallone Dino fue un poco menos soso, su traje de bombero rayaba a la perfección en su hermoso, bien trabajado, perfecto cuerpo de Dios Adonis jugó con su casco amarillo un par de veces y estiró los tirantes ladinamente mientras le guiñaba el ojo derecho a su apetitoso policía personal.

−La-Las razones, Dino-san –le recordó Tsuna antes de que Dino se terminase de quitar el saco de bombero.

−Ah, cierto –se volvió a ajustar la ropa –, hunmm, me vestí así porque… talves… es que… yo… -empezó a juguetear con sus dedos índices, tallándolos uno con el otro mientras un fingido sonrojo salía a relucir en sus bellos pómulos –es que quiero apagar el fuego interno de mi Hibari –dijo lanzando un “Nyaaaa” y casi se parte de risa por la tremenda cara de ira que puso Kyoya por tal comentario, ya que había terminado por escupir el ponche por la estúpida escena.

−Ah… ya veo –dijo Tsuna, dejando que varias gotas de nerviosismo le recorriesen la cabeza –, creo que esto no resultó –dijo algo decepcionado, todos sus invitados habían desaparecido “misteriosamente”

−¿Qué propone, Tsuna-san? –le preguntó una de sus amigas, que venía disfrazada de Angelita, su nombre era Haru.

−No lo sé, Haru-chan –se quedó meditabundo y después se le vino una idea a la mente –, ¡Ya sé! –dijo y se fue corriendo a la biblioteca, regresando como el correcaminos de Warner Bross –, aquí está –dijo levantando un pesado libro forrado en cuero marrón.

−¿Qué es? –preguntó una preciosa niña de cabellos color índigo, la pequeña Chrome, la protegida de Rokudo Mukuro, que vestía un trajecito de enfermera.

−Mi abuelo me dijo que esto perteneció a una antigua bruja –dijo seriamente. Las chicas, o sea: la brujita, la angelita, y la enfermera, prestaron atención al jefe, ya que Dino estaba muy ocupado acaparando a cierto policía que permanecía detrás de la enorme mesa, intentando alejarse del bombero atómico que trataba de violentarlo en sus garantías individuales.

−¿Cree en eso, Tsuna-san? –le preguntó la chica alada.

−Pues no tenemos otra cosa qué hacer, todos se comenzarán a ir sí no hacemos algo –respondió con cierta frustración.

−Tiene razón, a ver –dijo la brujita –, busquemos algo divertido –le quitó el libro, y en el piso comenzaron a revisarlo.

Al cabo de un rato encontraron atrayente la leyenda:

Transformaciones por noche.

−Miren, este dice que podríamos convertirnos en lo que vestimos –dijo Tsuna, apuntando el texto, realmente interesado –¿qué les parece? –a las chicas les fascino la idea. Asintieron y fueron juntando las cosas para el ritual, no era la gran cosa, un círculo, velas, agua, fuego, tierra, y un abanico, esto reunido al cantar un conjunto de palabras y ya…

Cuando tuvieron todo listo, hicieron el esfuerzo de reunir a sus desperdigados compañeros, pero no surtió efectos.

−Bueno, aunque sea que funcione en nosotros –declaró el jefe. Invocaron a una antigua hechicera que había muerto en la hoguera a la hora de la santa Inquisición en el pueblo de Salem–, no pasa nada –dijo desilusionado, cerrando la tapa del libro. No le prestaron atención a la brisa que apagó la luz de las velas.

Casi se retiraban a dormir como buenos pubertos que son, cuando el sonar de las campanas les heló el corazón por un segundo.

~Muajajaja~

Se escuchó una risa malvada, tanto como un chupacabras chimuelo.

−¿Qu-Qué fue eso? –dijo Haru, abrazándose a sí misma y mirando a todos lados. Las luces comenzaron a fallar. Las chicas gritaron cuando todo quedó en penumbras.

Después de eso, varias cosas se escucharon.

Un aullido.

Un mugido.

Un disparo.

El ruido de las sirenas.

La alerta de los camiones de bomberos.

−Esta será una larga noche –se echó a reír la bruja.

Notas finales:

Omitan la parte en la que bucheo a las de mi mismo sexo XD 


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