-Si lo es. El destino está escrito en piedra, no puede ser cambiado –Bajó la capucha de la capa dejando ver su cabello largo azulado y ojos perla, estaba evitando la máscara de aquel sujeto, ella sabía que intentara lo que intentara ella jamás podría cambiar el inevitable destino.
El enmascarado miraba por el ventanal de vidrio coloreado, ambos reyes se acercaban a la puerta, Tobi por debajo de su máscara sonreía, no tenía porque intervenir en lo que sucedería después de todo el destino era el destino y aun mejor le favorecía a él.
-Lo dejo, Minato-sama me llamara en unos minutos, iré a verle –Camino despacio hacia la puerta, al abrirla solo dio un paso hacia delante para comentar en voz alta –El destino es incomprensible, sonríe por ahora hay incluso cosas que ni tú sabrás… Descubre por ti mismo si el destino realmente está escrito en piedra -
Salió del lugar dejando un rotundo silencio, Tobi aparto a un lado su máscara no había ninguna sonrisa en su rostro, detestaba a esa sacerdotisa ¿ganarle a él, el destino? Sería una sacerdotisa y lo que se le diera la gana pero no iba a vencerlo con palabras, no a él. Sí, el destino estaba escrito en piedra y se lo demostraría, no haría nada por ahora, ya estaba decidido el kitsune seria suyo nuevamente con todo el fulgor de su poder.
~+~+~+~+~+~ Al otro lado de la muralla… ~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~+~
Minato estaba con Fugaku, ya estaban dentro de su castillo, el rubio rey estuvo a punto de mandar a llamar a su sacerdotisa cuando ella apareció saludándolos con una reverencia.
-Minato-sama… Itachi y Fugaku-sama muy buen día, ¿en qué puedo servirles? – Minato hablo presentando a la joven de ojos perla.
-Ella es Hinata, la sacerdotisa de mi reino. Hay algo que tenemos que pedirte Hinata, es sobre Naruto –
-Ya veo. Primero hay algo que debo contarles, ustedes son conocedores de lo que ocurrió hace mucho tiempo, una leyenda. Naruto-kun es el poseedor del poder del Kitsune, él no puede estar con Sasuke-kun… Si esta con él la tragedia se repetirá nuevamente, ellos deben estar separados si no lo hacen morirán tal como sus antepasados; es inevitable. – Definitivamente Fugaku no deseaba que su pequeño hijo muriera por estar con ese chico, a pesar de que no fuera el más fuerte y que Itachi allí presente fuera el mejor candidato a gobernar; inclusive por el haberlo creído débil, Itachi era mejor en muchas cosas que Sasuke; cuando su hijo mayor tenía la edad de Sasuke era mucho mejor que el menor. Sí, su hijo menor trabajaba duro esforzándose en sobremanera; allí estaba la cosa el pequeño no seria e mejor pero se esforzaba y era su hijo. Su hijo.
-Haremos lo mejor por el bien de ambos, como su hermano mayor, no espero que muera. – Itachi hablaba con aquella voz seria que tenía. Pero esos dos chicos ya se conocían ¿Cómo separarlos? Realmente eran muy cercanos ¿lograrían vencer al destino? ¿Podría salvar la vida de su hermano?, detestaba preguntarse todo ese tipo de cosas por un simple motivo, el solo hacerlo e hacia preguntarse aún más cosas y solo poca tenían respuesta.
-Un velo… creare un velo intangible jamás visible para ambos, jamás se recordaran, el tiempo que pasaron juntos será un simple sueño, uno incompleto lleno de huecos, algo que será casi imposible de recordar –Ambos reyes se miraron, con solo eso ya estaba decidido lo haría por el bien de sus hijos, y después de eso jamás los dejarían encontrarse nuevamente. No debían estar juntos.
En ese momento Naruto regresaba a su reino, lleno de sonrisas y amistades nuevas, aunque solo hacía unos segundos que había cruzado la muralla en sus pensamientos ya esperaba volver a ver a Sasuke, aquel emo vengador quien le había robado el corazón a pesar de que el azabache no lo supiera, eso había hecho, le había robado el corazón.
-Dobe… -Si lo había dejado irse, y había algo que no le agradaba, sentía que tenía que seguirlo o lo perdería, por ese simple sentimiento salió por la ventana corriendo hacia la muralla. Podía alcanzarlo, lo haría y jamás lo dejaría ir nuevamente. Corría por las calles haciendo crujir las hojas del suelo ya entraba al bosque. ¡Por fin! Allí estaba la dichosa muralla, la toco por todos lados. En ese lugar no estaba su rubio, ya debía estar del otro lado ahora la pregunta del millón ¿Cómo la pasaría? Bueno los enormes arboles le ayudarían en el camino.
Fue algo sorprendente ver su reino desde lo alto, ver a ambos reinos desde la altura era hermoso, podía verlo en otra ocasión ahora tenía que seguir el camino rumbo al Reino Remolino, allí estaba el gran castillo allí se dirigiría.
-¡Padre! He regresado… -El salón principal estaba vacío, algo muy extraño estaba pasando, camino rumbo a las escaleras cuando una voz lo detuvo en seco.
-Na…Naruto-kun – Esa voz, la reconocería en donde sea, justo de tras de él, al darse la vuelta miro los ojos de la chica, era Hinata una de sus amigas de la infancia.
-Hinata, hola ¿Dónde está papá? –Se acercó a ella siguiéndola al verla regresar al salón principal, y allí estaban el padre de Sasuke Fugaku e Itachi, eso lo dejo una gran interrogante en su mente.
-Padre ¿Por qué… -No pudo terminar de hablar ya que justo en ese momento se abría la puerta estrepitosamente, era Sasuke, ¡él estaba allí caminando hacia él! respirando dificultosamente, Naruto sonrió y se acercó a él.
-¡Sasuke viniste! –Lo abrazo dulcemente, sus miradas chocaron era perfecto, había llegado el momento de decirle que no solo le gustaba sino que le amaba con toda su alma, sin embargo Fugaku y Minato tocaron sus hombros haciéndolos mirarles. Sasuke se puso frente a su rubio apartándolo, algo no le gustaba.
-Planean algo – Hinata se acercó a ambos ya estaba decidido. Sus ojos ahora les miraban a ambos unas venitas aparecieron en su piel era su llamado byakugan, su visión pura.
-Un sueño. Un velo. Su sueño ha sido hermoso, mas solo eso ha sido un hermoso sueño del cual tendrán que despertar, un sueño del cual no recordaran nada… -Solo un sueño era lo que habían vivido ambos, solo un sueño era el haberse conocido.
Ambos cayeron inconscientes al suelo solo habían soñado, despertarían en unas horas y sus vidas serian separadas. Ningún recuerdo les quedaría. ¿Podían desaparecer los recuerdos? Sí, si lo hacían… ¿Su amor jamás sería posible? ¿Lograrían verse una vez más? Solo el destino lo sabía…
Podrían estar juntos teniendo que pagar con sus vidas un último encuentro; ¿acaso había un límite para lo que sentían, para aquel amor que sentían? No, no existía un límite, no ponían ninguno a pesar de todo, incluso sin recuerdos, incluso si su amor no era posible, aunque no se volvieran a ver en toda su vida había algo que no desaparecería, el amor que desde el inicio de los tiempos jamás desapareció.
Su amor.
Continuara…