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No importa qué por Koroshi_Death

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Notas del capitulo:

Perdon, perdon, perdon!! Realmente perdoon!!

Con todo el trabajo que tengo en vacaciones, entre fiestas y alcohol olvido el fic!!!

Lamento muchísimo no haber actualizado antes para mis lectores que se encuentran siempre atentos, gracias por seguir así.

Los quiero realmente mucho y y y las vacaciones me traen con la cabeza en todas partes jajajajaja!

Adiós y espero que amen este episodio que a mí personalmente me gusta mucho

Gracias

No importa qué

Cuando el fin comienza

El vuelo con destino a Canadá saldrá dentro de dos minutos.

Esa voz sonaba otra vez… Aquella locutora con voz suave y femenina, esa voz ahora le indicaba que era tiempo de decidir… ahora o nunca…


 

Luna llena estaba repleta de hombres y sus elegantes mascaras que camuflaban su identidad, todos ellos ansiosos y listos para que abrieran las puertas y comenzar a tomar. Ahora sí que todas sus fantasías sexuales se harían realidad, Diamante prohibido sería entregado por fin al negocio esa noche y era digno de gran convocatoria, aunque llenos de vergüenza de ser descubiertos todos ajustaban cada tres minutos sus máscaras.

Gareth estaba en medio de las masas contando la gran cantidad de billetes que había sacado de los ahorros de la familia para subastar la “primera noche” de Diamante, se sentía supremo, líder, se sentía lo máximo entre aquellos hombres, él se sabía el primer hombre de Ciel y ahora también se sabía el segundo, así como también se sabía el único… Se lo llevaría adonde fuera, después de hacerlo suyo arrancaría por la ventana con el motín acuestas, estaba todo listo, se iría a Rusia, un país gigante, frío y lejano donde a nadie se le ocurriría buscarles, ahí su Diamante sería aún más suyo, Diamante siempre fue suyo.

Samantha fue ordenada a abrir las puertas del local para el ingreso de los clientes, su rostro se tornó pálido al ver tantos hombres y tantas máscaras, su corazón se retorció, no podía creer que el plan de Sophie resultara a la perfección, todos esos hombres buscaban sólo una cosa. Las luces estaban prendidas mientras todos se acomodaban en sus lugares, Samantha caminaba desesperada entre la masa de sujetos buscando al hombre de ojos escarlata, apretaba con fuerza sus puños, ella confiaba en él, ella realmente confiaba que Sebastián iría, en este momento seguramente estaba retorciéndose entre la decisión de seguir a su orgullo o a su corazón, pero aun así tenía fe, la esperanza es lo último que se pierde después de todo ¿no?

Fue entonces cuando mareada entre tanto hombre asqueroso y depravado se aburrió de buscar, simplemente auto convenciéndose de que él estaba entre todos ellos camuflado como “uno más” se desvió del camino para ir hasta el cuarto de Ciel, intentó abrir pero la puerta estaba cerrada.

-          ¡Ciel! – Exclamó desde afuera mientras golpeaba la puerta de madera con sus puños - ¡Ciel, soy Samantha, ábreme por favor!

El pequeño estaba acurrucado en su cama lleno de temor cuando escuchó la voz de Samantha, se puso de pie con rapidez y se puso al otro lado de la puerta, estaba ilusionado.

-          No tengo la llave – Respondió afligido, su voz se notaba quebrada, seguramente había llorado todo aquel tiempo – no puedo salir, estoy encerrado y Sophie tiene la llave – Samantha apretó los puños llena de furia, esa maldita de Sophie.

-          Ciel… - Susurró, estaba asustada, quizás tanto como él – Confía en que todo va a salir bien, por favor – metió su mano a su bolsillo, mordiendo su labio inferior – y en caso… en caso de que pase lo peor… tómate esto – Por debajo de la puerta metió una cajita de pastillas – con dos es suficiente, si te las tomas no sentirás nada y tampoco lo recordarás… - Secaba sus lágrimas, estaba destrozada – sólo toma dos, ni una más – advirtió – cuando estoy triste y me tocaba trabajar las tomaba y luego no recordaba nada.

-          Gracias – se escuchó la suave y afligida voz de Ciel que al otro lado de la puerta tomaba la cajita observándola con detención – las tomaré.

-          No las tomes – Se contradijo – tómalas sólo cuando esté todo perdido, mientras ten esperanza, te lo digo yo, estoy segura, completamente segura de que “algo” pasará y no tendrás que someterte a nadie, confía en mí.


 

El show de baile parecía ser ignorado por la mayoría de los hombres mientras esperaban ansiosos la anhelada hora  de la “entrega” del Diamante que por tantos años permaneció privado del público frecuente. Samantha corría entre la multitud y buscó subirse al escenario, no, no lograba divisar a Sebastián, era demasiado difícil entre tantos hombres enmascarados, fue entonces cuando distinguió a Sophie cerrando un millonario trato con uno de los hombres que portaba un elegante antifaz bañado en oro y pequeños diamantes en los bordes, el color de sus ojos estaba oculto ya que en los pequeños orificios del antifaz él había puesto tela oscura que le permitía ver sin ser visto, el color particular de sus ojos le dejaría completamente al descubierto de su identidad: ojos violeta, los ojos violeta de Gareth. Sophie hizo entrega de un par de llaves para las dos chapas de seguridad que poseía la puerta, luego de estrechar manos diplomáticamente, Sophie indicó la dirección y éste comenzó su camino. Samantha se desesperaba: no veía a Sebastián, ella le contó toda la verdad con el propósito de que él recapacitara, le contó toda su vergonzosa verdad, esa verdad que el muchacho se había esmerado tanto en ocultar y no podía permitir que la traición de aquel secreto fuera en vano, no sabía si aparecería o no, pero tenía la esperanza de que llegaría a ayudar a Ciel, aunque este le haya mentido, aquella mentira no merecía un castigo de este calibre, definitivamente no merecía algo así.

Su rostro fue alzado con nerviosismo al escuchar que la chapa era forzada, se puso de pie rápidamente y camino en reversa, sus puños estrechaban con nerviosismo su remera mientras sus ojos angustiados sollozaban, tras la puerta el hombre de la enorme sonrisa sonrojaba, logrando ingresar con los ojos cerrados cerró la puerta con el pestillo, fue cuando volteó y se encontró con el pequeño Ciel. El enmascarado daba unos lentos y tortuosos pasos hacía él, intentando verle más de cerca, lamiendo sus labios alzó con lentitud su blanca mano y posó sobre la mejilla izquierda de Ciel un par de dedos, acariciándole, era tan suave, su pequeño y estrecho cuerpo no era un impedimento, sino todo lo contrario: un deleite que no se arrepentiría de disfrutar esa noche y quizás cuántas más, se acercó a su cuello sintiendo la perfumada piel del muchacho, cómo temblaba le excitaba, no podría mantener la cordura por muchos minutos más, disfrutaba tanto su miedo, su nerviosismo, el dolor y la angustia, pero a la vez disfrutaría tanto penetrarle nuevamente… No tenía alternativa, iba a jugar un poco antes de rematar, quería verle sometido como hace 2 años.

-          Desnúdate – Ordenó con voz dura sin quitar aún su antifaz, el cuerpo asustado de Ciel no respondía, sus ojos llenos de lágrimas entre temblores y jadeos nerviosos volteaban hacia la mesita de noche, Gareth volteó también, buscando saber qué era lo que llamaba la atención del muchacho en un momento como ese, se encontró con el frasco de pastillas y las leyó – comprendo… - Susurró – Lo que tú quieres es tomar una de estas para no recordar nada mañana ¿no? – Ciel palideció, el hombre tiró el frasco por la ventana – pero yo quiero que esta noche la recuerdes siempre… - paseó su dedo índice desde su cuello hasta su ombligo por sobre la molesta tela – Yo sé quién eres, yo conocí a tus padres – Ciel abrió enormes ojos – Rachel y Vincent, junto a sus tumbas en el cementerio está también tu lápida: “Ciel Phantomhive” dice… ¿Qué se siente saber en un momento así que tu descendencia proviene de la más alta nobleza? ¿Qué se siente saber que deberías estar en una lujosa mansión, pero en realidad te encuentras aquí, apunto de acostarte conmigo? Como cambió tu destino, de un distinguido noble dueño de empresas y atendido por distinguidos mayordomos… a una simple y baja prostituta ¿Sabes algo? Me siento genial… Porque no sólo te robé a tus padres tras haberlos mandado a asesinar… Robé tu futuro, robé tu título, tus riquezas, tu virginidad y a tu novio – Ciel abrió enormes ojos, no lo podía creer, Gareth quitaba su antifaz, era él, Ciel temblaba, no podía creerle no podía ser que en realidad su vida completa había sido truncada por ese hombre, no había podido creer que él había conocido a sus padres y que él los había asesinado, que por culpa de él estaba ahí, que por culpa de él jamás pudo ser feliz - ¿Y qué esperas? Pagué una fortuna por ti, ahora quítate la ropa, quiero verte hacerlo – Transcurrieron 30 segundos y Ciel no movió ningún músculo para obedecerle, Gareth alzó una ceja en señal de desafío – Por un momento pensé en ser amable, pero tú no me das chance – le empujó contra la pared – Te lo haré como lo hice hace 2 años… Qué tal si imaginas que soy Sebastián.

-          ¡¡Basta ya, deténgase!! – Comenzó a golpearle, era demasiado para él – ¡¡¿Por qué provocar tanto dolor, por qué, qué gana, le hace feliz?!!

Tras la puerta un hombre de rostro cubierto por un antifaz negro escuchaba todo lo que ocurría adentro, Sebastián apretaba los puños con un arma de fuego en el derecho, estaba decidido a entrar y matar a aquel sujeto. De pronto el diálogo cesó para dar paso a sonidos de golpes y choques, era un forcejeo.

-           ¡B-basta! – Gritaba Ciel, sus pequeños brazos eran apretados ahora contra el duro suelo, las piernas del muchacho se encontraban inevitablemente abiertas ante la presencia de aquel  hombre encima, lloraba, no podía hacer más que llorar, se sentía triste, patético, lo había perdido todo, sus ojos se iluminaron levemente.

-          ¿Qué pasa? Ah… no te había contado – Tomó su mentón, alzándolo y acercándose a sus labios, el leve rayo de luz y de esperanza que ahora se extinguía – mi hijo se fue del país ayer – Palideció – Se fue a Canadá.

-          …No puede ser

-          Él ya no volverá…

-          Es la voz de mi padre… - Los ojos de Sebastián parecían arder en un rojo carmín que a la vez quería colapsar en un nefasto llanto, su novia de cinco meses resultaba ser un chico y su padre…. Su padre resultaba ser aquel hombre que le hizo sufrir…

-          ¡¡No quiero otra vez!! – Podía escuchar tras la puerta, sus músculos estaban rígidos, no podía mover siquiera uno, sus labios entreabiertos expresaban el shock que vivía en ese momento, no podía - ¡¡Por favor basta, basta!! – Ropa siendo rajada… eso podía escuchar, pero no podía articular nada, su cuerpo simplemente no respondía, no podía.

No podía aguantarse la emoción, sus uñas largas y bien pintadas chocaban una y otra vez contra su vestido, debía atender clientes, habían filas esperando con sus antifaces pero ella sólo podía pensar en una cosa: Ciel. En este momento debía estar siendo sometido de la manera más horrible y humillante de todas, fingió no saber, pero claro que sabía que aquel hombre era Gareth, Ciel estaba reviviendo su peor pesadilla, debía ir, debía escuchar aunque fuera un poco de lo que sucedía allí dentro, no podía dejar que ese suplicio pasara sin ella ser cómplice y testigo, caminando entre los oscuros pasillos se detuvo por un momento, la habitación donde estaba Ciel se encontraba al fondo, casi al final, aun así, desde donde estaba podía ya escuchar sus llantos y gritos, eso le hacía sonreír enormemente, estaba sufriendo, tal y como lo planeó, siguió entonces avanzando para notar como esos golpes contra las paredes y el suelo se escuchaban cada vez más cercanos, pero había algo fuera de lugar.

-          ¡Sebastián! – Exclamó Sophie, este con su rostro pálido y shockeado le miró, reaccionando al instante apretó la pistola entre sus manos, decidió que tenía que actuar y salvar a Ciel de aquel hombre…

Salvar a Ciel de su propio padre…

Ciel miró hacia la puerta, su corazón pareció detenerse, era la voz de Sophie que tal parecía haber pronunciado el nombre de Sebastián, su rostro se iluminó y llenó de esperanza, seguramente iba a entrar. Intentó zafarse para cubrir su cuerpo semidesnudo, corrió hacia la puerta pero fue detenido agarrado por el cuello, un disparo alertó a todos en Luna Llena, la puerta fue abierta y la chapa destrozada, era Sebastián que se enfrentaba a los ojos violeta de su padre, quien ahora mantenía una pequeña pistola apuntando hacia la cabeza del pequeño niño que le miró lleno de vergüenza y pánico, su respiración estaba descompasada, el gatillo era presionado contra su sien y sus ojos lagrimeaban, jadeando.

-          Te acercas y disparo – Pronunciaron los labios de Gareth ante su hijo que le apuntaba con una pistola.

Notas finales:

Comentarios siempre vienen!

Os quiero


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