No importa qué
Abrazados como las olas
Tus labios se apartan en cuanto los toco,
será un sueño ¿o una pesadilla?
Y entonces nos volvemos a abrazar
Abrazados como las olas…
Ciel miró hacia la puerta, su corazón pareció detenerse, era la voz de Sophie pronunciando el nombre de Sebastián, su rostro se iluminó y llenó de esperanzas, seguramente iba a entrar… entrar y salvarle de esa pesadilla; intentó zafarse y corrió hacia la puerta, más, fue detenido por un agarre fuerte en su cuello, un disparo alertó a todos en Luna Llena, la puerta fue abierta, era Sebastián que se enfrentaba a los ojos violeta de su padre, quien ahora mantenía una pequeña pistola apuntando hacia la cabeza del pequeño niño que le miró lleno de vergüenza y temor.
- Te acercas y disparo – pronunciaron los labios de su padre, Gareth, ante un Sebastián que le apuntaba con una pistola...
Básicamente… el primero que dispara: gana.
El show en Luna Llena fue interrumpido por el fuerte sonido del arma de fuego que portaba su salvador, Ciel, entre su dolor estaba agradecido, Sebastián le había dicho palabras horribles y sobretodo hirientes, pero estaba ahí, dispuesto a salvarle, aunque eso significase dispararle a su propio padre… ahora lo comprendía todo…
Esa sensación llena de nostalgia y esos dolores de cabeza en la mansión de Sebastian.
Flash back
Ambos se encontraban caminando hacia la mansión, estaba agotado, era un enorme antejardín, ni en la feria había caminado tanto, suspiró y entonces pudo escuchar en lo más profundo de su sien la voz alegre de una niñita de no más de 6 años, esa niña corría tras quien parecía ser su primo; una joven y hermosa dama de cabellos rubios y ojos azules aparentaba ser su madre, y su esposo, que compartían el mismo color de cabello, obviamente heredado por el mismo. No podía comprender cómo es que cada rincón de aquel lugar le parecía ser su propio hogar.
- Esta mansión perteneció a la familia Phantomhive, fue quemada y toda la familia asesinada, luego de eso mi familia, Michaelis, la compró.
Fin flash back
- Soy hijo de unos nobles… - pensó y no era menor la verdad, claro, puesto que ello significaba que toda su vida había formado parte de un gran error, una gran mentira que desencadeno en algo horrendo y a la vez maravilloso, que pequeño era el mundo, ahora estaba frente a la persona que tanto quería, que casualmente también era hijo del que le había arrebatado todo ¿merecía alguna clase de perdón…? No lo sabía.
- Suelta el arma, Gareth – Pronuncio Sebastián – no quiero tener que dispararte – Gareth rió.
- Muy mi hijo serás, pero jamás te atreverías a hacer semejante tontería, yo lo sé.
- Lo mismo pensé de ti… - No podía evitar sollozar – nunca creí que fueras tan vil, calculador y mentiroso, pero sobretodo… asquerosa clase de persona, y eres mi padre… ahora entiendo todo… el temor de Ciel al verte se encuentra fundado en aquello… lo perdiste todo, Gareth, perdiste tus títulos, la mansión que te esmeraste en robar, la fortuna y a tu familia, porque mi madre no querrá saber nada de ti después de que se entere de esto.
- Eso crees tú, querido hijo, que puedes despojarme de mis glorias… - otro disparo sumió a Luna Llena en un escandaloso suplicio, Samantha y las demás intentaban correr a los clientes enmascarados, la noche de los diamantes prohibidos había resultado un alboroto; Prisilla se horrorizó al notar como la sangre emanaba del cuerpo del apuesto Sebastián, quien caía de lleno al suelo – cometiste un grave error, querido hijo mío… el quererte poner en contra de tu padre… yo nunca pierdo, Sebastián.
Ciel se encontraba sumido en el silencio, después de todo alcanzo a beber tan sólo una de las pastillas que le había dado su amiga, su mente estaba lenta y vaga, le costaba procesar todo lo que estaba ocurriendo, cayó al suelo, aquel frío piso aterciopelado, Gareth pudo saborear su triunfo y cogió al pequeño Ciel, con Sebastián herido ya nada más le podría amenazar. Las ventanas fueron abiertas y el cálido viento primaveral inundó la habitación, Samantha había recogido la pistola para darle a Gareth su merecido, esto no podía terminar así, mientras Sophie se esmeraba en ayudar a Sebastián que yacía solo, en el piso sin dar señales de vida, la bala había entrado justo cerca de su corazón era menester llamar a un doctor lo antes posible, o se perdería más de una vida.
Y así fue, una bala certera llegó a la sien de Gareth, haciéndolo caer de lleno al piso.
- Por fin acabó la pesadilla para Ciel… - pensó y sonrió, aunque seguramente ahora iría a la cárcel por haber disparado, no le importaba en absoluto, el cuerpo inerte yacía en el piso, a diferencia de Sebastián este parecía ya estar muerto, Ciel reaccionó entonces un par de horas después, quizás ya era demasiado tarde…
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El cuerpo de su Sebastián reposaba en una camilla de hospital, las paredes blancas decoraban todo el ambiente que tal parecía sepulcral, Ciel estaba junto a él, hacía ya algunas semanas que no hablaba, no sabía si estaba en sí mismo o se había ido, tenía miedo de que le ignorara, suspiró, al fin ya no había cosas que ocultar, Sebastián sabía que se trataba de un chico, ahora también sabía de su horrible y vergonzoso pasado, cuando él despertara sería todo un mundo nuevo libre de secretos y engaños, le cogió la mano y la estrechó entre las suyas…
- Te amo, Sebastián, y aunque cuando despiertes… no me aceptes como lo que soy, un chico, para mí el saber que estas bien bastará… me da igual todo lo demás, mientras te mejores, Sebastián…
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El funeral de Gareth estaba repleto de gente, gente de la alta alcurnia, de las familias más nobles de Inglaterra, festejaban su última gran fiesta antes de ir tres metros bajo tierra, todos comentaban lo buen hombre que había sido, lo bien que le había ido en los negocios y lo buen inversor que era, no cabía duda, era un hombre de alto prestigio y muy famoso.
El lugar de la defunción legal había sido cambiado y oculto, no podía ser por la honra de la familia que el líder falleciera en un prostíbulo, y mucho menos por todo lo que conllevaba el contexto de los hechos, donde había sido asesinado por defensa propia tras tratar de secuestrar y violar a una pequeña dama de un cabaret, sería un escándalo para toda la noble sociedad que lo presenciare, y así fue como llegó a su final, digno de todo millonario de la nobleza, “era tan bueno” se repetía por doquier, nadie sabía de la verdadera identidad de aquel hombre que sólo sabía hacer sufrir, y que despojó a Ciel de todo lo que le correspondía, su familia, su riqueza, un hogar y un título…
Dos meses después
Ciel se encontraba barriendo aquel sucio lugar, Sebastián había sido dado de alta hace algunos días y nadie había limpiado el cabaret, ese lugar seguramente no volvería a funcionar tampoco, no habrían más noches de viernes ni sábados ni las fatídicas noches de fines de mes, no volverían los bailes y los tragos exóticos, ni esa sensación extraña de caminar por los pasillos inundados de gemidos de sus trabajadoras que fingían orgasmos como quien finge agrado ante un horrendo regalo de navidad, atrás había quedado su falsa identidad y el apodo dado por los hombres como “diamante” o “flor prohibida”, ahora viviría para él, aunque le dolía la idea de no volver a ver a su Sebastián nunca más. Seguramente el tampoco querría volver a verle, después de todo lo que había pasado, casi seis meses de noviazgo perfecto hasta que volvió Gareth a sus vidas, algo había muerto, algo se había perdido para siempre, nunca más le volvería a ver, y para su seguridad Ciel sabía… que tampoco lo esperaría…
Tras de él escuchó unos pasos, todo lucía igual que siempre, tranquilo y sin novedades. El viento de verano le golpeaba la nuca, eso le agradaba, sonrió, como si algo bueno fuese a pasar, se sentía tranquilo y en paz, ese dolor jamás volvería, podía ser feliz…
- Ciel… - musitó una suave voz masculina.