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No importa qué por Koroshi_Death

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Notas del capitulo:

Hola, no creo que nadie me recuerde, lo último que comenté es que estudiaba derecho en la universidad, bueno ahora soy psicóloga y me animé a terminar esta historia, espero tener una linda recepción de ustedes... gracias por seguir leyéndome :)

 

NO IMPORTA QUÉ

Los milagros son algo difícil de entender I

-        No… otra vez no…

Si, iba a pasar una y otra vez hasta que hiciera algo por ello… si, siempre iba a recordar aquella triste escena: el pequeño desnudo durmiendo entre las sábanas irónicamente inmaculadas; le miró, no un par de veces, le miró como si fuese lo último que vería antes de morir… “morir”, porque aquel momento, aquel sentimiento era peor que la muerte, se estaba despidiendo de él, del Diamante prohibido, no… de “Ciel” no, “Ciel Phantomhive”.

Recordaba con pesar aquellos secretos que guardó de aquel período en el hospital de Londres, cuando sentía las cálidas manitos de Ciel sosteniendo la suya como si la vida se fuese en ello. Él fingió no oírlo, no sentir, inclusive fingió dormir todo ese tiempo solo junto a él, quería comprobar si al menos ignorándolo era capaz de engañarse a sí mismo con la idea de no haberle escuchado jamás.

“Gracías” recordó haberle escuchado repetir una y otra vez; hubo incluso momentos en los que le transmitió la sensación de haber preferido irse con Gareth a que él hubiese aparecido para salvarlo si ello significaba que ahora él moriría.

Su voz era tan dulce, llena de gracia, ahora que sabía sobre su identidad de género fue capaz de apreciar con mayor detención la suave voz de un niño que le engañó por tantos meses, nunca fue la voz de una chica, simplemente era él, era Ciel Phantomhive.

“Por favor no mueras…” repetía también “no me interesan las riquezas, he vivido en humildad desde que tengo memoria y no me molesta en lo absoluto… no entiendo nada de trueques ni de religión, pero Dios… si realmente existes y alguien debe de morir… por favor llévame a mi”

El suelo de madera se vio irrumpido por una pequeña manchita de humedad, abrió grandes ojos y sintió un profundo dolor en su alma, un dolor indescriptible, y venía a su mente otra vez… “le miré así, como si fuese mi último día de vida… porque sabía que así sería… que no te vería más, Conde Phantomhive…” casi como tratando de ignorar el echo de la evidente lágrima que rodaba por su mejilla, la secó con sus propias manos y sacando de un bolsillo de su traje un pañuelo de seda lo limpió como si de un acto impuro se tratase.

Flash back

-        Sebastián – le escuchó pronunciar con un tono suave, pero firme - ¿ahora qué… qué será de “nosotros”?

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

-        Hazme el amor…

-        ¿Estás seguro?

-        Por favor, si te quedas a mi lado, yo… no te vayas a Canadá. Quédate conmigo.

Fin flash back

Y así, una y otra y otra vez comenzó otro día más cuestionándose exactamente lo mismo que desde hace dos años, preguntándose sin descanso y lleno de esa ansiedad dolorosa cuál fue la reacción y expresión de Ciel al despertar y encontrarse solo… ¿habrá llorado?

¿Cuánto dolor tuvo que soportar a mi lado sabiendo que su violador había sido mi propio padre? Y aún así calló… él siempre calló, lo calló todo…

-        Señor Michaelis – escuchó a su secretaria decir, sacándolo de sus cavilaciones en medio del trabajo – los boletos ¿los compro?

-        ¿Ah, perdón?

-        Los boletos, señor Michaelis, ayer usted me ordenó comprar boletos a Inglaterra, pero luego se arrepintió y me pidió que mañana le preguntara de nuevo.

-        Ah… los boletos… - miró dedicadamente ambas de sus manos y sin algún gesto de vacile le confirmó – cómpralos, Luoissa.

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

-        Ahh… así que ustedes son… las chicas que atraen a Scottland Yard a mis propiedades….

Se notó lo tenso del contexto en ese momento, las chicas a pesar de tener aún mayor edad que el Conde palidecieron y guardaron silencio.

-        L.. ¡Lord Phantomhive! – exclamó una de las cocineras del hogar al verle llegar – la.. lamentamos los problemas que estas muchachas hayan causado, por favor acepte mis humildes disculpas y tenga en cuenta que… que la decisión que usted tome, lo apoyaré.

Ciel se quitó sus blancos guantes como gesto de humildad y bajo la cabeza con los ojos cerrados.

-        Por favor “Ciel”, sólo Ciel – alzó la vista nuevamente para encontrarse con las dos conflictivas chicas de 15 y 17 años – con respecto a ustedes… espero que no provoquen más escándalos, sino, mis empleados se harán cargo de derivarlas a otro hogar de refugiados – las chicas le miraron asombradas – tranquilas, ninguna irá a la calle… nadie sabe lo que puede provocar la necesidad a uno cuando ya nadie cuida de ti…

Dicho esto, se quitó el sombrero a modo de despedida y volteó para retirarse:

-        Anastasia – la chica le miró y alzo la mirada rápidamente – el cuarto clausurado – Anastasia le mira, aún sin comprender – cuando pasé por el pasillo lo encontré abierto.

-        ¡Lord—perdón! Ciel ¡no se volverá a repetir!

-        No, y me aseguraré de ello, quiero que la demuelan y construyan una nueva y mas espaciosa, cada vez necesitamos más espacio en este lugar y ese cuarto clausurado no hace más que estorbar, llamen al jefe de obras.

 Dicho esto, subió de vuelta al carruaje, marchándose así del lugar.

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Ciel entró a su despacho y encontró una nota escrita con tinta aún húmeda, frunció el ceño y se asomó al escritorio para cogerla, sus ojos se llenaron de brillo y su corazón pareció vivir un infarto: “mira por la ventana”.

Comenzó a temblar por inercia, era él, era su caligrafía, la recordaba por las cartas que había guardado.

-        La… la tinta… - la tinta se deslizaba por el papel, completamente fresca y miró hacía su derecha, a la ventana que se hallaba abierta, dejando entrar pequeños copos de nieve al cuarto.

Vaciló hasta llegar a la ventana, donde al asomarse con cuidado ve a un maduro Sebastián, aparentemente soportando frío, pero con una expresión extraña en su rostro: no lucia feliz, pero tampoco parecía estar molesto, no entendía nada…

-        Seb.. Sebas… st… - alcanzó a mascullar.

-        Hey, pídele a la ama de llaves que habrá la puerta, por favor.

-        C.. Claro, deme un momento.

Se devolvió vacilante, pero decidido y llamó a Mei Rin, la ama de llaves para que le dejara pasar a su despacho.

Entró y encontró una pequeña silueta azul dándole la espalda, se veía igual de menuda y frágil que la última vez a pesar de sus nuevos trajes y un nuevo estatus, no podía creer que ahora estaba devuelta a él, no sabía siquiera qué decir para romper el hielo; Ciel se mantenía firme dándole la espalda, no quería verlo, no quería enfrentarse nuevamente a esos orbes carmesíes, cerró con fuerzas sus ojos y dio un largo, suave y silencioso suspiro, decidiéndose así a voltear.

Puso ver sus ojos una vez más, ambos se enfrentaron al pasado una vez más ¿qué le habrá motivado a volver? ¿alguna nueva venganza por las mentiras dichas? ¿una reconciliación?...

-        ¿Qué haces aquí? – cuestionó sin titubeo alguno, intentando aparentar y mantener la calma, pero sus ojos no lucían igual, los de Ciel no lucían dulces y cálidos como los de la última vez, aquellos que le pidieron entre lágrimas que le hiciera el amor y no se fuera a Canadá.

Flash back

Lo jaló quizás con un poco de violencia, se sintió arrepentido al instante, aquel muchacho dulce que conocía hacía ya tanto le estaba pidiendo algo indescriptible, con miedo y vacilación juntaron sus labios, se sentía diferente esta vez a las anteriores, las mentiras se habían ido y pudo percibir las manitos del muchacho sobre sus mejillas, logrando un mejor contacto las suyas se humedecieron, eran las lágrimas de Ciel, lo deslizó esta vez con mayor delicadeza hacia la pared, donde lo arrinconó y le abrazó como si fuera la última vez, quitando con torpeza su pequeño abrigo de niño de 14 años, se sentía extraño, la boca de ambos en un punto no pudo continuar con el beso y entre jadeos y lágrimas se detuvieron, haciendo nuevamente un contacto visual, compartiendo lo único honesto que les quedaba: sus miradas.

-        Yo… no sé cómo se hace… esto - musitó el más menor, temblando a pesar de su decisión, le miraba con nerviosismo su labio inferior tiritaba de manera tierna y cálida, Sebastián sólo atinó a sonreír con dulzura y le acarició el cabello.

-        Yo tampoco.

Dicho esto le tomó la mano y lo guio por inercia a la cama, recostándolo con lentitud sobre ella y posándose con nerviosismo encima de él, mirándolo sin atinar siquiera a besarle, lucía tan frágil e intimidado ante la posición, besó su frente una vez más antes de comenzar a quitar el resto de sus ropas, dejando relucir su maduro cuerpo, tan blanco como la nieve, pálido como ninguno le apreció quitar su cinturón y bajar los pantalones de tela que traía, tapó su rostro cuando entró en cuenta que se quitaría la ropa interior, pero una mano cálida y firme se las apartó.

-        Quiero que me mires tú también – pronunció el mayor y el pequeño obedeció, asintiendo con la cabeza lentamente y observando por primera vez su sexo - ¿enserio estás seguro? – cuestionó una vez más al divisar la expresión de Ciel cuando le miró desnudo, a lo que este subió la vista a sus ojos nuevamente y volvió a asentir con nerviosismo, pero con mayor seguridad.

Le volvió a besar, sus brazos se aferraban el uno al otro como en una de las más tristes despedidas, intentando besar torpemente el cuello de quien se hallaba ya desnudo y dando pequeños besitos en su pecho, acariciando el abdomen del mismo comenzó a descender hasta su vientre, a lo que Sebastián tomó su barbilla y le obligó a mirarle nuevamente a los ojos, negó con la cabeza un par de veces intentándole transmitir que aquello no era necesario, volviendo a besarlo esta vez con más pasión, haciéndole soltar pequeños jadeos que ni él lograba comprender, no conocía ese sentimiento, esa emoción, ni mucho menos esa situación en la que se hallaba inmerso por primera vez a voluntad propia, no quería olvidar nunca ese sentimiento tan triste y hermoso, menos ahora que quedaba tan poco tiempo.

Se acomodó con delicadeza entre las piernas del niño y comenzó a explorar, no tenía tampoco idea de cómo se hacía aquello cuando se trataba de dos chicos, pero Ciel le guio sin mucha experticia y le abrazó fuertemente, sintiéndole entrar en él, sintiéndose ya completamente suyo esta vez, era un nuevo nivel de unión, de amor, o al menos eso pensaba él…

-        No te vayas – musitó una vez sintiéndole por completo dentro de él – quédate conmigo… - comenzó a llorar.

El mayor le miró, un revoltijo de emociones dentro de él no le permitían saber cómo reaccionar, sólo atinó a besar con ternura sus lágrimas y comenzó a moverse dentro de él, cogiendo su manito derecha con su izquierda, entrelazando sus dedos.

Fin flash back

-        ¿Por qué volviste? ¿para qué? – dijo esta vez sintiendo cómo su garganta se rompía - ¿qué quieres de mí ahora?

-        Ciel, yo… - apretó con fuerza sus puños propios y dio un paso hacia el frente, notando cómo este se devolvía haciendo el paso totalmente contrario – yo… vengo a… pedirte perdón, yo… nunca pude despertar tranquilo en estos años desde que te dejé aquella mañana en ese cuarto de burdel, yo necesito tu perdón

-        Los milagros son algo difícil de comprender… - dijo con ironía y una falsa sonrisa – te perdono entonces, puedes irte… el dolor de adentro de mi alma no se irá sólo con eso… pero si te sirve de algo, estas perdonado…

-        ¡No puedo sólo irme con una respuesta de ese tipo! – Ciel abrió grandes ojos, sorprendido – necesito que al menos aceptes una invitación ¿qué te parece mañana a las 3 en la cafetería de la primera vez? Podríamos comer y conver---

-        Me niego – respondió de manera instantánea – lo lamento, pero yo no puedo aceptar esa invitación tuya, no quiero.

Sebastián bajó la mirada y volteó hacia el escritorio “no me rendiré” pensó.

-        Los milagros son algo… difícil de entender – pronunció antes de cerrar la puerta, Ciel le escuchó y sintió como su corazón volvía a latir, como echarle agua a una flor marchita que quizás sin querer volvía a la vida…

Sintió un impulso idiota de correr hacia el pasillo hasta detenerle, pero no, ya lo intentó y él se marchó, no volvería a ir tras él, no volvería a sacrificar sus emociones y cuerpo en él.

La nieve caía alrededor de la mansión Phantomhive, podía apreciar con mayor exactitud sus recuerdos de aquel lugar, los recuerdos de su infancia y a él, a Gareth.

Sebastián lo había salvado después de todo de su propio padre, a pesar de su verdad, sin importar su historia, sin miedo a que algo malo le pasara en el intento de salvarle, pudiendo inclusive hasta morir, él estuvo ahí… él volvió… y después volvió a huir.

No sabía si este reencuentro, este regreso escondía alguna mala intención o simplemente por fin había logrado aceptar su verdad, su realidad, su ser más íntimo.

no sabía siquiera si aún lo quería, o quizás sólo era su consciencia y el pasado carcomiéndolo por dentro.

Continuará…

Notas finales:

Por favor espero sus reviews en modo de feedback para saber si perdí el estilo o lo estoy haciendo bien, hace años que no escribo y me siento un tanto insegura, muchas gracias!


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