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No importa qué por Koroshi_Death

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Notas del capitulo:

Bueno, estoy muerta de hambre, con olor a axila, a pie y para qué decir lo otro jajaja xDD Vengo llegando de mi trabajo y antes de meterme a la ducha y comer vengo a actualizarles mi fic espero lo disfruten! nada me satisface mas que sus hermosos comentarios!

No importa qué

Ven, llévame del dolor

Durante algunos meses hubo cambios en el comportamiento de Ciel; aquel hombre de los ojos más hermosos que haya visto en su vida iba cada noche y le observaba con una profunda curiosidad, le tranquilizaba el verle llegar sin aquel animal. Un par de noches se ausentó y se sorprendió a sí mismo buscando aquella mirada entre los ojos de esa gente. Para las chicas era evidente que algo había cambiado aquella "normalidad" del chico: su actitud plana comenzó a desvalancear dentro de un sinfín de oscilaciones carentes de sentido, al paso de las semanas, el subir al escenario parecía más bien ansioso, al terminar el número se le veía descender acelerado y avergonzado, mientras que en otras se notaba más bien desanimado, como un niño al que no se le fue cumplido algún deseo o expectativa. 

Evidentemente estas inestabilidades no pasaron desapercibidas por Christina ni Stephanie, quienes se miraban entre ellas cada vez que veían bajar a Ciel del escenario; de verle tarareando, él estaba ahí, por el contrario si bajaba serio y en silencio, ese hombre no fue. Ciel comenzó a investigar de manera sutil, quiso primero conversar con Sophie, sabía que no sería algo fácil.

- ¿Cuándo? ¿el día de tu debut? - respondía hostil - ¡ah! ¿te refieres al tipo con el que iba cuando te tropezaste con nosotros en el privado? - comenzó a reír al ver como se abrían los ojos del chico, con cierto brillo y emoción - eres muy ridículo si realmente piensas que un cliente te dice su nombre en los privados, siempre he pensado que Priscilla te tiene sobreprotegido - se cruzó de brazos y de reojo pudo observar cómo cambiaba el semblante del muchacho - ...lo sabía ¿te gusta?.

- ¡¡NO!! - pajarillos volaron, huyendo de la casona, espantados por el gran grito.

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Mientras barría las hojas de otoño acumuladas alrededor del jardín, mantenía su ceño fruncido con fuerza, las mejillas ruborizadas y un puchero en los labios, comenzó a escuchar una conversación a lo lejos, eran Stephanie con Christina, quienes mantenían una conversación aparentemente divertida. Ciel dejó de barrer y caminó de puntillas, escabulléndose entre los arbustos.

- ...Lo veo complicado, no le creo.

- Priscilla me lo dijo, sino, yo tampoco lo creería - respondía Chris.

- No veo imposible que a Ciel le atraigan los hombres, no sólo por eso... después de todo ha crecido rodeado de mujeres e inclusive sin querer pudo terminar adquiriendo ciertas... cosas... aún así, que Sophie lo diga no me da buena espina.

- A ver Chris, escúchame - respondía Stephanie - piénsalo bien, yo tampoco lo creí de una sola vez, pero el fin de semana pasado coincidió, cuando bajó del escenario se veía entusiasmado, me asomé y lo vi.

- ¿Estas segura que es ese de los ojos rojos? ¿ese del pelo negro, negro, muy negro? - la chica asintió - mira, que buen gusto tiene - comenzó a reír - aunque no creo que le haga caso, es sólo "una niña" - las manos de ciel apretaron con fuerza el mango de la escoba - aunque... - sus ojos se abrieron, poniendo atención - cuando me he acercado a ofrecerle tragos o un baile privado, sólo me da el dinero y se niega a recibir nada.

- ¿También a ti te ha despreciado? - un arbusto comenzó a agitarse a lo lejos.

- ¡Mira nada mas, Chris! - Ciel volteó - ¡tenemos un espía! ¿quién será? - cerró los ojos a presión, sabía que habia sido irremediablemente descubierto.

- ¡Yo sólo barría! y... y aún faltas muchas más hojas ¡me voy! - y realizó un intento fallido de huida, Stephanie sujetó la manga de su holgada camisa.

- Espera, responde primero ¿te has enamorado, Ciel? - le revolvió el cabello de manera juguetona, al notar cómo sus ojos se abrieron exageradamente alterados, rió y puso una mano en su pecho - ¡tranquilo, él será sólo tuyo, lo que es yo, prometo jamás acostarme con él! - la mueca de Ciel mutó - aunque tampoco es imposible, estuvimos atando cabos con las demás chicas y parece sólo venir a verte a ti ¿por qué no rompes el hielo?.

- N-no, no podría.

- ¡Vamos! ¡no seas tímido, te ayudaré! - guardó silencio un momento, sonreía todavía con tristeza - sería bueno que al menos uno de todas las que estamos aquí logre encontrar el amor y ser feliz. 

- Creo que olvidas un pequeñito detalle, Phanie... soy un chico.

- ¡Él aún no lo sabe! al menos deberías tantear terreno - le dio un pequeño tirón de orejas y cogió a Chris del brazo, dejándolo sólo otra vez, reanudó su tarea.

- ¿Cuál será su nombre?.

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Eran las 9 de la mañana y Ciel caminaba junto a Priscilla por la feria de Londres, las mujeres que les reconocían se apartaban rápidamente, el pequeño ya no parecía acongojarse, claro, ya estaba acostumbrado que ante el sólo hecho de trabajar en aquel lugar provocaba en el resto de las personas un persistente y cruel rechazo.

- ¿Algo más, madame?.

- Cinco kilos más de frutillas también, por favor - Seguía agregando Priscilla, mientras Ciel a un costado sostenía las compras, alcanzando a escuchar los desagradables comentarios.

- Las frutillas seguramente las usan con los clientes.

- ¡Uy! ¿no crees que es algo inmundo? no entiendo cómo pueden faltar el respeto de esa manera a Dios, usando la comida que él nos brinda a través de la naturaleza en ese tipo de actos tan repudiables - Ciel llevaba rato escuchando las falacias escupidas por esas mujeres, apretando la mandíbula.

- Pues si, pero bueno... qué más puedes esperar de un grupo de prostitutas.

Priscilla volteó a entregarle la bolsa con frutillas, fue entonces consciente de la rigidez muscular del chico.

- No desperdicies energía en ellas, déjalas pensar lo que más les consuele.

- ¡Pero todo lo que dicen son mentiras!.

- ¿Lograras que cambien su manera estrecha de pensamiento, Ciel?- el menor bajó la mirada -ven, vamos, no puedo cargar con todo yo sola - le animó, comenzando a caminar retorno al burdel donde vivían.

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Comenzaba otra vez a sonar el desafinado y agudo pitído del teléfono, esta vez era de París, no entendía tanta insistencia, él se rehusaba a aceptar ningún trato por muy tentador que fuera, ya le había informado a sus padres que había decidido quedarse en un tiempo largo en Londres, intentando ocultar de sus padres las escapadas nocturnas a aquel lugar.

Esa noche salió nuevamente sin percatarse que su padre le seguía y claro, hace semanas ya que lo estaba haciendo, necesitaba averiguar qué tenía planeado, ya sabía acerca de sus intenciones e intereses en el burdel, pero le preocupaba su fijación en Diamante, era necesario mantenerle vigilado y evitar cualquier contacto estrecho.

Siempre se quedaba hasta el final del show, apartado, pero atento a los movimientos de Sebastián; en cierto modo le tranquilizaba saber que luego de tanto tiempo jamás había hecho algún movimiento que amenazara con su propia seguridad, acercándose a él, pero esa noche pareció romper el patrón, ya que no pudo evitar que su hijo se acercara a salvar a la damisela en peligro de aquel borracho que intentaba propasarse.

- ¡Muchas gracias, señor! - logró escuchar a lo lejos la voz del chiquillo, al momento en que su espionaje se ve amenazado al casi tropezar con un tipo que se iba arrastrando por el pasillo.

- ¡Imbécil! - pensó, gruñendo en silencio.

- Álza tu rostro, por favor - se asomó por la esquina, ahí estaban ¿Diamante le estaba haciendo una reverencia a Sebastián? - ¿estas bien?.

¡Maldición!.

- U-usted es...

- ¡Hijo! - llamó de manera autoritaria y marcando el paso con una seguridad desbordada, era consciente de cuánto era capaz de intimidarle su sola presencia - te estuve buscando ¿qué haces aquí?.

- ¡¿Qué haces aquí?! - repitió, alterado - no entiendo porqué estás tú aquí ¿es casualidad que me estés espiando?.

¿"Hijo" había dicho?.

Aún con su cuerpo ante aquellos que mantenían una pelea de padre-hijo, el chiquillo se mantuvo estático durante algunos segundos, su cuerpo no reaccionó, al menos no mientras su mente aún se esforzaba en procesar esas palabras... ¿ese asqueroso era el padre de...? no, no podía ser cierto, se rehusaba a creer eso, quizás esa sólo su padrino, o le decía así de cariño, pero...

Sus manos comenzaron a sudar y sus piernas temblaron, en su rostro se reflejaba el miedo, tal y como en aquella noche hace dos meses cuando tropezaba en el escenario, Ciel vaciló un momento mientras de fondo lograba distinguir unas voces enfrascadas en una acalorada discusión parental, pero su mente se encontraba muy distante a ello, inundandose en recuerdos dolorosos, de violencia, de ira, de...

Sin percatarse, Sebastián había vuelto a mirarle, su rostro denotaba preocupación y se agachó hasta quedar frente a su rostro, cogiendo su mejilla con su mano derecha.

- ¡Estas helada! - exclamó con genuina preocupación sin soltar su rostro.

El saber que él era hijo del hombre que en ese momento le amenazaba con su simple expresión y mirada, tranquilizarse parecía imposible, apartó la mano del hombre lejos de su rostro y se alejó, corría a toda velocidad hacia el otro lado del lugar, hasta desaparecer del campo visual de ambos.

Sebastián volvió a notar aquella sonrisa triunfal en el rostro de su padre, frunciendo el ceño, listo para encararlo, pero unos tacones se escucharon antes que pudieran pronunciar palabra alguna.

- ¿Qué hacen ustedes aquí, caballeros? - preguntó Priscilla con seriedad, pero intentando ser amable con su clientela - ¡señor Gareth! - sonrió - por favor les pido que se retiren, Ciel es un poco asustadiza, sufre de los nervios y temo que cualquier sorpresa desencadene en una crisis de ansiedad ¡pero muchas gracias por venir a Luna Llena! los esperamos la semana que viene. 

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- Ciel - susurraba - Ciel...

Ya era de mañana y Sebastián aún no terminaba de comprender porqué su padre le seguía al burdel, pero... aquella hermosa niña asustadiza... recordó de pronto esas palabras:

"...Las malas lenguas comentan que algún mal hombre la desvirtuó hace algunos años"

Sólo algo como eso podía explicar el porqué de su miedo a los hombres, esa mirada... esa mirada tan profunda como el océano, inundada de temor, es como si hubiera visto al mismísimo satanás y... en realidad era muy similar a la que tuvo la noche que la conoció, cuando tropezó sobre el escenario, algo no andaba bien ahí, debía averiguar que era.

- ...Ciel - repitió- como "cielo"... pero el oceano también es tan azul reflejarlo... mi cielo... sus ojos parecen ser el cielo...

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Las semanas no frenaban su velocidad y aquel hombre no se había vuelto a aparecer por el burdel; cada vez que tocaba la actuación de Ciel, éste se contrariaba a sí mismo, se convencía de que era mejor que no volviera, y aún así al no verle no podía evitar terminar cabizbajo.

Él ya no estaba, al bajar del escenario simplemente mantenía una mueca de decepción que se esforzaba en discimular; Stephanie apoyaba una mano sobre su hombro, intentando animarle, entonces Ciel se apresuraba en volver al cuarto para quitarse aquel "disfraz" como él le llamaba y, comenzar con sus labores de apoyo. 

Gareth, menos mal él tampoco había vuelto a aparecer, aquel hombre... lo único que deseaba era conocer el nombre del de ojos carmínes, pero terminó conociendo el otro, el de Gareth...

- ¡¡Ciel!! - Phanie corría, no lograba encontrar al chiquillo por ningún lado, hasta que finalmente lo halló en la cocina, se apoyó en el marco de la puerta, jadeando agotada - ¡es él!.

- ¿Ah? ¿paso algo grave? - volteó, dejando de picar las verduras - ¿él quién?.

- ¡Él, Sebastián!! - Ciel permaneció igual, ladeó el rostro sin comprender - ¡ay! ¡él! ¡ese hombre de los ojos rojos está afuera preguntando por ti!.

- ¡¿Pero qué?! - gritaron todas las chicas en la cocina, Ciel incluido.

- ¡Dijo que se llama Sebastián y esta preguntando por Ciel!.

- ¡P-pues... pues d-dile que no estoy!.

- ¡NO! - corearon las chicas - vamos Ciel, sal de aquí, yo le diré a Priscilla que te tomaste la tarde libre.

- Pe-pero...

- ¡Y yo acabare la cazuela! - el cuerpo del muchacho que carecía de voluntad, era empujado por la masa de chicas hacia la puerta principal, donde una vez le dejaron afuera, cerraron la puerta con llave, quedando el pequeño frente a frente a un alto hombre que le miraba sorprendido ante la reaccion colectiva de las chicas.

Tardó unos segundos en componerse y entonces le ofreció una confortante sonrisa.

- Hola, Ciel - pronunció - ¿tomarías un café conmigo?.

Notas finales:

Dejen sus comentarios, os quiero!!


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