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No importa qué por Koroshi_Death

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Notas del capitulo:

Aquí podemos entender por qué Sophie odia tanto a Ciel..

Hola! tanto tiempo!

Aquí ando, vengo de unas citas romanticones, pero no pasa nada jajaja

Adiós chicos, espero les guste este nuevo episodio

No importa qué

Laberinto

Corrió devuelta a casa cuando sorpresivamente chocó contra una negra y alta silueta, sus grandes ojos se llenaron de pánico, era imposible que fuera aquel hombre…

-          Ciel… - Le llamó, su rostro se veía pálido y asustado, era él, era Sebastián, el pequeño suspiró con alivio para luego sonreír, permitiendo que este tomara sus manos – lucías asustado… ¿Me confundiste con alguien?

-          No… - Respondió entonces negando a la vez con su cabeza, sonriéndole con dulzura, esa sonrisa llena de inocencia, sus mejillas sonrosadas y esos ojos azules… Esos labios…

Caminar de la mano por una plaza congelada era uno de sus más diversos panoramas, conversar sobre la vida de Sebastián era lo que más se hacía, Sebastián había viajado por miles de lugares en Europa y el mundo, sus estudios le hacían una persona culta y educada con gran riqueza en todos los sentidos, una amplia gama de experiencias que disminuían el autoestima del pequeño Ciel que no tenía más que contar que lo que podía sentir al cocinar, limpiar o atender viejos verdes en el cabaret.

-          Mañana iré a cenar a Luna llena – Informó Sebastián sin preguntas siquiera, Ciel se armó de bochorno y escupió un fuerte y decidido.

-          ¡No! – Sebastián sonrió, sabía que le diría eso, fue entonces cuando Ciel le soltó la mano con enojo, sentía miedo, nerviosismo y vergüenza, no quería que un hombre tan elegante, fino y distinguido como él pasara una noche buena en casa de prostitutas, bajo la mirada con congoja, entonces advirtió – Si vas mañana a Luna llena en verdad me enojaré mucho contigo, Sebastián.

-          No le he preguntado, sólo dije que iba a ir, quiero conocer a las amigas de la chica que me robó el corazón – Ciel bajó la mirada otra vez, aún más sonrojado – vamos, será entretenido – Le tomó el rostro acariciando sus mejillas con sus pulgares llenos de dulzura, quedó a su altura y le miró directamente a los ojos – Quiero pasar esa noche contigo, será maravilloso – El pequeño tragó saliva, fue entonces cuando Sebastián besó su mejilla – Nos veremos mañana, adiós…

Sin esperar siquiera una contestación él ya había desaparecido de su campo visual.

Entre burlas y gruñidos Ciel explicaba a las demás chicas que no había podido negarse a la idea que mantenía Sebastián en ir a la cena navideña a Luna llena, todas reían a carcajadas sentadas de piernas abiertas mientras Samantha fumaba su cigarrillo, botando el humo; fue entonces cuando Ciel corrió entre las burlas y risas de sus compañeras hacia la cocina para comenzar a preparar la cena navideña más rica que haya hecho en su vida, algo delicioso que pudiera dejar feliz a un hombre que ha recorrido el mundo entero, que ha probado los platillos más exóticos, una cena que dejase conforma el paladar más exigente que haya alimentado.

Dejar feliz a Sebastián era un gran desafío, le quería, definitivamente su corazón sentía un gran afecto hacia él, no podía expresárselo a través de palabras, ni siquiera era capaz de darle un beso en los labios, pero sí de cualquier modo él podía demostrarle cuán agradecido estaba por su amor, su comprensión y que sí, sí era correspondido, entonces le cocinaría la más deliciosa de las cenas.

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Caminar entre la niebla espesa que rodeaba la noche no era lo mejor de todos, Diamante, era el diamante prohibido que caminaba entre ella, pero entonces entre la incertidumbre y el temor pudo divisar una silueta grande y esbelta, robusta y fuerte, era un hombre mayor, imponente, dos veces más grande que él mismo y podía percibir cómo el miedo le asechaba inconscientemente, podía sentirlo, cómo los pasos de aquel hombre sonaban cada vez más cerca de los suyos, sin darse cuenta siquiera fue cuando entonces comenzó a caminar en reversa, lo vio: Ojos violeta.

-          ¡¡Gareth!!

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-          ¡Se está quemando! ¡Ciel! – El pequeño reaccionó sorpresivamente ante un golpe que Sophie le propinó en la nuca, fue entonces cuando notó que la comida se quemaba, la apagó con rapidez y el olor invadió sus sentidos, un gesto de tristeza se coló por su rostro - ¡Mira nada más, idiota! ¡Ni siquiera eres capaz de cocinar! ¡Vete! – Le empujó, sacando la olla y botando todo lo que había preparado en el bote de basuras, el pequeño veía derrotado aquella imagen de cómo Sophie se deshacía de la comida mal hecha y quemada que había dejado – Yo continuaré cocinando, mejor ándate si no quieres que me enoje más, tú ni siquiera generas ingresos al local y te das el lujo de desperdiciar la comida ¡tú no tienes que soportar los cuerpos de viejos asquerosos que ni siquiera se han bañado quizás en semanas! – Sophie volteó a verle - ¡Nunca has sido más que la maldita consentida de Luna llena, todas somos prostituidas los fines de semana y es nuestro trabajo, mientras tú fuiste violado y ya nunca más pudiste bailar por dos años! – Apretaba los puños con rabia, su cuerpo temblaba, había tanta rabia en su corazón, Ciel podía percibirlo, el dolor… la oscuridad, la tristeza - ¡Ciel, si tú supieras todo por lo que todas pasamos no te volverías a quejar en tu maldita vida! ¡¡Vete si no quieres que mañana le cuente a tu amado que en realidad eres un chico y te odie por el resto de tu vida!!

-          No… - Los ojos de Ciel estaban extremadamente abiertos, negaba con la cabeza, no era posible que Sophie fuese capaz de algo como eso – Tú no podrías…

-          Ponme a prueba – Desafió – ¡no creo que quieras que tu amado sepa que eres un chico, que te violaron y que su padre fue el protagonista!

-          ¿Cómo puedes saber tú… todo eso? – El pequeño estaba en shock no podía creerlo, nadie sabía aquello, todas sabían que Ciel era chico, todas sabían lo ocurrido hace dos años, pero… ¿quién pudo haberle dicho que fue Gareth el victimario? ¿Quién pudo informarle que aquel hombre era el padre de Sebastián…?

-          Desaparece de mi vida…

Ciel corría por los pasillos, sentía tanta vergüenza de que alguien supiera eso, quizás lo sabían todas y fingían ignorarlo para no hacerle sentir peor, de pronto sentía miedo, mucho miedo de que Sebastián se enterara de todo, no quería que ese supiera que era un chico, no quería que supiera que lo violaron ¡no quería que supiera que aquel fue su padre!

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Todas reían entorno a la mesa, había llegado noche buena, el árbol navideño brillaba mientras bajo él había un pequeño pesebre donde reposaba el niño Jesús que acababa de nacer, la cena estaba por ser servida cuando Prisilla entró al salón con un distinguido acompañante, era Sebastián.

Ciel miraba el platillo vacío, Sebastián tomó asiento a su lado, sonriéndole intentó saludarle, más este no respondió; ninguna de las prostitutas que había sentadas a la mesa comprendía qué le pasaba al muchacho, ninguna excepto Sophie, quien no le quitaba la mirada de encima a Sebastián, un hombre tan guapo y distinguido tenía que mirarle, no podía incluso fijarse en Ciel, quien ni siquiera era una chica, odiaba eso, cuánto odiaba a Ciel, no sólo vivía gratis en el cabaret, él no tenía que prostituirse, le violaron y se convirtió en una inocente víctima a los ojos de todas las demás chicas, él no tenía que soportar que los hombres le tocaran, él no tenía que entregar su cuerpo todas las noches, él no tenía que sonreír cuando sólo quería llorar, él debía entender lo que ellas sentían, la autocompasión era el peor de los pecados y ella le haría sentir todo el dolor, toda la humillación, el sentirse como una basura, como un objeto de uso momentáneo y reciclable, él debía experimentar lo que era no tener amor ni poder siquiera enamorarse, él tenía que sufrir, él tenía.

El silencio era interrumpido por los chistes sucios y vulgares de las prostitutas que cenaban entorno a una ceremonia religiosa que lucía como todo menos como lo que era, Ciel se sentía realmente abochornado mientras algunas contaban sus experiencias sexuales con los diversos hombres a los que han atendido; Sebastián reía ante cada estupidez escupida por las chicas y miraba frecuentemente al pequeño muchacho que no se animaba a articular palabra, suspiró con tristeza, le daría el ánimo que necesitaba, él era el encargado de propiciarle la felicidad que tenía tan lejana, al contrario de Sophie, que sólo quería hacerle experimentar el dolor que según ella “todas” experimentaban en el rubro de la prostitución.

-          Debo irme – Pronunció Prisilla con una voz cansada – espero que disfruten la cena y traten como se debe al invitado – Christina se puso de pie para ayudarle a ir hasta el cuarto, Ciel se preocupó mientras Sophie miraba sin desatino al invitado, acariciando su pierna por debajo de la mesa, Ciel se puso de pie también para ayudar a Christina.

La mirada Carmín de Sebastián se clavó con fastidio en la mirada esmeralda de Sophie, quien sonreía con coquetería.

-          Hace tiempo que la vieja está enferma – pronunció sin respeto alguno ante el reclamo de algunas de las prostitutas – Seguramente le queda poco de vida, a su edad ya estaría tres metros bajo tierra…

La nieve caía blanca y espesa, el árbol armado fuera del burdel estaba empapado de blanco mientras la mirada azul, fría y distante de Ciel estaba fija en él, Sebastián se coló tras de él para tomar sus hombros, provocándole un ligero escalofrío.

-          No fue una cena agradable para ti ¿Verdad? – Musitó con tristeza, decepcionado de las chicas, de todas, en especial de Sophie, Sebastián rió y se sentó a su lado.

-          Hey, no, para nada – Le miraba con aquella hermosa sonrisa que le transmitía tanta confianza – Nunca había visto a una mujer eructando, realmente las cenas a las que frecuento son bastante aburridas, llenas de modales y reinadas por el protocolo, las damas deben comer refinadamente y los caballeros debemos ser aburridamente educados, no podemos sentarnos chuecos, masticar con la boca abierta ni dejar salir un pedo – Ciel le miró sorprendido – me la pasé muy bien, enserio, no te apenes por algo como eso, yo quise venir sabiendo que esto podía ocurrir, sólo quiero hacerte sentir confianza en ti misma – Le abrazó de lado con cariño, ambos frente al árbol, Ciel abrazaba sus piernas mirándole con curiosidad, de pronto sus grandes ojitos opacos se llenaron de brillo y en sus delgados labios se dibujó una tierna sonrisa – De verdad, Ciel… - Acariciaba con cariño su mejilla ante los ojos celosos de Sophie y la mirada espía de los agentes de Gareth – Tú no eres como las demás chicas… yo te quiero…

Los labios de ambos acompañantes se unieron suavemente, con timidez, con nervios, una lenta danza romántica era bailada frente a aquel árbol de navidad que brillaba entre la oscuridad, las manos de Ciel tomaron las ropas de Sebastián, le estaba dando un beso, un beso que él quería darle, se estaba dejando abrazar porque él quería ser abrazado. Sentía su aliento contra el suyo, sentía como este entraba con cuidado a su boca, amaba su calidez, su respeto, su comprensión, amaba la manera en que este lentamente retiraba los pétalos de una flor inmadura completamente cerrada al exterior, quería abrazarle más fuerte, quería besarle, pero por sobre todo, jamás quería olvidar que lo amaba, ni que éste olvidara cuán importante era en su vida; seguramente después de esto ya nada volvería a como era antes, seguramente después de esto él podría confesarle todas sus verdades, seguramente… Podría decirle libremente que le amaba…

Lentamente se separaron, el vaho blanco de sus fríos alientos se reflejaban en el aire mientras Ciel sonrojaba exageradamente, sacando de su bolsillo derecho un pequeño presente, Sebastián sonrió y lo recibió.

-          Feliz navidad… - Podía apreciar la mirada sorprendida del hombre – No es muy costoso, pero… pero es con mucho cariño.

-          No tenías por qué hacerlo, realmente…

-          Calla – Pronunció, le molestaba que este hablara como si fuera tanto sacrificio hacer un pequeño regalo – Es sólo para que sepas… Que también te quiero mucho…

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-          Jefe… - Era el agente nuevamente, esta noticia caería horrible, conocía a su jefe Gareth y este no lo tomaría con mucha gracia.

No decía nada, no respondía, sus ojos permanecían cerrados mientras botaba el humo de su cigarro, dándose tiempos para suspirar con calma frente a la encendida chimenea que inhibía el frío en grados bajo cero que afuera había, fue entonces cuando abrió sus ojos con parsimonia y elegancia, dispuesto ahora a escucharle.

-          Su hijo no paso la noche buena en el Sheraton con unos amigos de sus negocios como le había dicho… - Gareth no hizo más que lanzarle una mirada como señal de que prosiguiera – él pasó la noche buena en el burdel Luna llena… su hijo… - Hizo una pausa, nervioso – besó al muchacho y posteriormente le propuso noviazgo. 

Notas finales:

Al fin tengo mi iPhone, ahora tengo que desbloquearlo para poder usarlo con 3g y conectarme everywhere

jajajaja 

Bueno, me voy, cuidense los quiero mucho, espero sus reviews (??) jejeje


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