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No importa qué por Koroshi_Death

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí el capítulo que muchos esperaban, comienzan a desarrollarse y a terminar viejos acertijos, aquí comprenderán mucho mejor la trama de este fic, aquí verán qué tal Gareth y su "pasado oscuro" con respecto a nuestro Ciel y el inocente Sebas que no sabe que su papá es un maldito y que su novia es un chico

jajajaja xDD

Bueno, a darle!!

No importa qué

Tú eres mío

-          Jefe… - Era el agente nuevamente, esta noticia caería horrible, conocía a su jefe Gareth y este no lo tomaría con mucha gracia.

No decía nada, no respondía, sus ojos permanecían cerrados mientras botaba el humo de su cigarro, dándose tiempos para suspirar con calma frente a la encendida chimenea que inhibía el frío en grados bajo cero que afuera había, fue entonces cuando abrió sus ojos con parsimonia y elegancia, dispuesto ahora a escucharle.

-          Su hijo no paso la noche buena en el Sheraton con unos amigos de sus negocios como le había dicho… - Gareth no hizo más que lanzarle una mirada como señal de que prosiguiera – él pasó la noche buena en el burdel Luna llena… su hijo… - Hizo una pausa, nervioso – besó al muchacho y posteriormente le propuso noviazgo.

Era tal y como el agente lo imaginó, los ojos de Gareth al igual que sus mejillas se enrojecieron de la rabia, golpeando con ambas manos los costados de su fino sofá se puso de pie, estaba enfurecido.

-          ¡¡Eso no puede estar pasando, no puede ser verdad, Diamante está prohibido, Diamante es mío!! – El subordinado se quedó en completo silencio, fue entonces cuando Gareth le miró – Estás despedido – No podía entender, reaccionó sorprendido – Tu trabajo ha terminado conmigo, ahora me toca continuar a mí…


 

Caminaba rápidamente, pero con la precaución de no derramar agua por los pasillos y luego provocar un accidente, ingresó entonces con angustia al cuarto de Prisilla, quien permanecía con alucinaciones en su cama.

La fiebre que la atormentaba hace ya algunas semanas no parecía bajar ni en temperatura como en malestares que se veían, por lo contrario en aumento progresivo; dentro del cuarto estaban todas las chicas del cabaret, Ciel tomaba su mano con fuerza intentando no llorar, Samantha le tomaba el hombro con cariño en señal de apoyo.


 

-          ¿Y cómo está Prisilla? – Sebastián permanecía sentado en el parque junto a Ciel iluminados por el inmenso y caluroso sol de primavera, este mecía sus piernas desde atrás hacia delante con una sonrisa deprimida, volteando entonces para mirarle a él, su novio.

-          No mejora mucho… de echo… no mejora casi nada – Estaba encogido completamente de hombros, Sebastián le abrazó con dulzura.

-          No pasa nada, Ciel… Ya verás como Prisilla mejorará gradualmente, está un poco viejita y eso provoca que tarde un poco más de lo habitual.

Ciel le regaló entonces una sonrisa, Sebastián se puso de pie, tomándole la mano lo dirigió al césped, acomodándose ahí.

-          Ciel, yo… - Sebastián bajó la mirada – Quiero  llevarte a mi casa – Los ojos del pequeño se abrieron de manera exagerada y llenas de temor, de pronto sus manos comenzaron a sudar, el miedo y la angustia le gobernaron – Quiero que mi padre te conozca – Ciel negaba con la cabeza - ¡No seas así! ¡Ya llevamos juntos casi 5 meses y siempre que te menciono la idea reaccionas como loca, no te entiendo! – Hizo una pausa, bajando el tono de su voz de uno molesto a otro desilusionado – Creí que ibas enserio conmigo… Pero tú no haces más que negarte a todo lo cual te proponga, hay algunas cosas que puedo comprender, pero no comprendo que no quieras conocer a mi familia, yo ya conozco a la tuya.

-          No Sebastián, no es eso, es que yo…

-          “Que yo” ¿Qué? – Alterado - ¿Qué vas a inventar ahora? – Ciel bajó la mirada y apretó la mano de Sebastián con la propia, mordiendo su labio inferior.

Era cierto, el miedo le invadía, tenía tanto miedo de volver a ver a aquel hombre, tenía tanto miedo de su reacción, tenía miedo de que le contara la verdad y luego él le odiara, no quería, pero debía, si él realmente amaba a Sebastián debía comenzar ahora a enfrentarse a su pasado y a sus mentiras, debía hacerlo de una buena vez, pasaba todo el tiempo negándose a la idea, huyendo del compromiso como un cobarde, sí seguía así seguramente iba a dejarle, le miró entonces, estaba entre la espada y la pared, iba a hacerlo, a su lado nada malo le podría pasar, sonrió no muy convencido, pero decidido a decir “sí”.

-          Yo… iré a tu casa – el rostro del mayor mutó, no podía creerle – Tienes razón, sólo sé huir de lo ligado a tu familia y creo que es justo que yo conozca a tus padres… Sólo que… - Tragó saliva – me da un poco de miedo lo que puedan pensar de mí por trabajar en Luna llena – Mintió, realmente eso era lo de menos ¡lo que realmente le daba miedo era ver a Gareth!

-          No te preocupes – Lucía feliz, le abrazó y entonces Ciel le correspondió – Eso es lo de menos…

Podía percibir en él la felicidad que le provocaba saber que había decidido visitar su hogar, eso al menos era un punto a favor, estaba dispuesto a hacerlo si eso realmente le hacía sentir bien; Sebastián había luchado contra su armadura para acercarse a él y robarse su corazón, y ahora era su turno de responderle con el mismo amor, esfuerzo y comprensión con la que él había actuado.

-          Mañana mismo será – Sin dejar de sonreír – Les diré a los sirvientes que hagan la mejor cena que hayan confeccionado en su vida, ya verás que te va a encantar cómo cocina Bard y Mei Rin – Le revolvió el cabello con dulzura, el rostro de Ciel estaba pálido y con una sonrisa tan pequeña como falsa.


 

En medio de la pradera floreada el pequeño descansaba sintiendo temor ante su incierto futuro, quizás sí había llegado después de todo el momento de decir “hey, este soy yo, Ciel, soy un chico y él, Gareth, tu padre fue el culpable de mi suplicio” pero no, qué bello sonaba, pero no.

Samantha reposaba a su lado acariciando su pequeño vientre abultado, Ciel se incorporó suavemente para acariciarla.

La muchacha estaba embarazada, era cierto, no sabía cuál era el padre ni pretendía preguntarse tampoco, ese bebe nacería y sería criado sólo por ella, no necesitaba ayuda de nadie para salir adelante, el único problema era…

-          No quiero que te vayas, Samantha – susurró bajito, estaba entristecido, volteó a verla sin despegar la mano de su vientre – Tú, la señora Prisilla y Christina son lo único que tengo aquí en Luna llena, son mi familia – La mujer le acarició con ternura el cabello, revolviéndoselo.

-          Ciel… yo no puedo dejar que mi hijo nazca, viva y crezca en un prostíbulo… Tengo que buscarme un trabajo mejor para mantenerlo y darle un buen ejemplo, no puedo convertirme en la vergüenza de él, por eso me voy, pero tranquilo, siempre vendré de visita y dejaré que seas el padrino de Robert – Ciel rió.

-          ¿Tan segura estás de que será un niño?

-          Sí, un niño, igual que tú – Bajó la mirada con una triste y tierna sonrisa, Samantha le alzó el rostro - ¿Cuándo vas a decirle al galán que eres un chico?  - Se apartó con molestia.

-          No quiero hablar de eso – Se puso de pie, dándole la espalda – No lo sabrá nunca, nunca.

-          ¡Claro que va a saberlo! ¿O acaso te cortarás el pene cuando quiera hacerte el amor?

-          ¡Cállate! – Gritó completamente rojo y salió corriendo.

Samantha se reía mientras veía a Ciel marcharse con esa rapidez, miró entonces su vientre y suspiró; sólo habían dos cosas de las que estaba segura: Su bebe sería un niño y Ciel debía dejar de mentir.


 

Camuflado entre sus mejores atuendos Ciel caminaba junto a Sebastián rumbo a la mansión, el enorme antejardín era demasiado agotador de recorrer, ni en la feria había caminado tanto, suspiró y entonces volteó a mirar las flores.

Un pequeño niño de cabellos marengo y una niña rubia de ojos claros corrían por aquel jardín, una hermosa mujer rubia de ojos azules les miraba entre risas mientras otro robusto hombre de cabellos del mismo color que el pequeño niño le abrazaba, parecían ser marido y mujer, parecían amarse, parecían ser tan felices…

-          ¡Ciel! – Gritaba la pequeña niña, agarrándolo con fuerzas - ¡Te alcancé! ¡Te dije que era más veloz que tú! – Celebraba la pequeña niña de unos 6 años, molestando al que parecía ser su primo – Ciel… ¿Ciel? ¡¡CIEL!! – de pronto Sebastián le tomaba con fuerza los hombros, sacando a Ciel del estado en que se encontraba - ¿Qué te pasa? ¿Por qué tenías esa cara?

-          ¿Yo…? – Bajó la mirada, de pronto su cabeza comenzaba a doler, se la afirmó con fatiga – No pasa nada… - Continuó su paseo, sin despegarse de su lado, el silencio y el ambiente tenso los invadieron, intentó salir de mal paso – Es una mansión muy grande, muy hermosa… - Comentó para eliminar aquel silencio tan incómodo – Me gusta mucho ¿Tiene muchos años?

-          Sí, algunos – Respondió, aun con rostro molesto – Esta mansión pertenecía a la familia Phantomhive, pero hace cinco años los dueños fueron asesinados junto con su pequeño hijo que no tenía más de 9 años – Suspiró con pesar – La mansión quedó a la venta y fue entonces cuando mi familia se mudó a vivir aquí – Ciel seguía tomado de su mano, mirando con curiosidad cada rincón de aquella faustuosa mansión.

Era una historia muy triste y trágica, la matanza completa de una familia le hacían sentir particularmente afligido, apretó la mano de su novio y su rostro mutó, sentía un pesar muy hondo en su corazón al recorrer cada pasillo de esa mansión, cada puerta que cruzaba, cada cuadro que encontraba le hacía sentir de una manera especial y nostálgica, unas bellas pinturas de decoración aún se encontraban, un retrato de la reina Victoria y un escudo de nobleza, Ciel les miraba con detención, escuchaba sonidos, voces, risas y pasos de niños que iban directo a la cocina, fue entonces cuando reaccionó.

-          Creo que necesito ir al baño – Musitó ingresando a un cuarto, comenzó a lavar su cara ante la atónita mirada de Sebastián.

-          ¿Cómo…? – Ciel le miró - ¿Cómo supiste que aquí estaba el baño? – Ciel secaba su rostro ahora con la toalla, rió un poco.

-          No sé – Sonrojó – Lamento ser un intruso.

Su recorrido continuó, sin darse cuenta siquiera de un momento a otro Sebastián dejó de ser quien guiaba, ahora él seguía a Ciel sin decir absolutamente nada, le llenaba de curiosidad la seguridad y confianza con la que Ciel caminaba, entonces llegaron a un pequeño ático, donde Ciel removió algo de polvo.

-          ¡Oh Dios! – exclamó Sebastián, tosiendo – No sabía que existía este cuarto, ósea, nunca había venido aquí – Intentaba remover el polvo – y tal parece que los sirvientes tampoco han pasado por acá – fue entonces cuando notó que Ciel movía una enorme tabla de madera que daba paso a otro cuarto oscuro donde se internó con curiosidad, Sebastián le siguió, pero lo único que encontraron fue juguetes.

-          Estos juguetes… - Susurró mirando los pequeños muñecos, su cabeza comenzaba a doler de nuevo, cortas y confusas escenas se venían a su cabeza, era de nuevo aquel niño que jugaba en ese cuarto, era su cuarto secreto, sus padres locamente le buscaban pero sin encontrarle, estaba escondido, ese lugar era una guarida.

-          ¿Quién está ahí? – Esa voz… ­ - ¿eres tú, hijo? – Ambos voltearon, Sebastián afirmó a Ciel para evitar que tropezara y fue entonces cuando vio su rostro – Mi hijo… y su novia…

Gareth sonrió.

Notas finales:

Sí os ha gustado por favor agredezco mucho comentarios :3

Siempre caen bien

 

Adiós, gracias a todos!


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