“Quiero un capuchino hoy…”
Nos sentamos en una de las mesas del café, esa noche conduje hasta que Ji me hizo detenerme en un pequeño café donde solíamos ir cuando aún éramos aprendices.
Quedamos frente a frente mientras la mesera tomaba el pedido de G.
“yo un espreso doble…” dije mirando como la chica anotaba rápidamente mirándonos algo embobada.
“Yo quiero dulces… cualquiera… ¿no tienen el surtido de antes? Quiero ese”
La chica anoto rápidamente y desapareció en busca del pedido.
“¿Qué te pareció?” Lo mire mientras analizaba su pregunta sin entender, no sabía si mi estómago resistiría el café, después de todo lo sucedido solo quedaban nauseas de las que quería deshacerme.
“¿Qué te pareció?… ¿o no te gusto? Pensé que estarías contento cuando la vieras, sabes que no sé nada de motos y…”
El pedido llego de improvisto, junto con las galletas que Ji había pedido.
“No, de verdad esta increíble… enserio, solo que…”
Su mano se posó sobre la mía y la acarició lentamente haciendo temblar ligeramente mi corazón.
“Dime que te sucede… necesito saberlo” Su mirada estaba totalmente fija en mí.
Le devolví la mirada y tome la taza para humedecer mi garganta.
“No sucede nada importante… fue solo un dolor de estómago ya te lo dije y por lo de la moto estoy realmente agradecido es increíble, yo nunca me la hubiera comprado… Dime como te fue…”
Dije tratando de desviar la conversación mientras el pulgar de G subía y bajaba sutilmente sobre mi mano.
Sonrió de golpe “Acepto mi cita… fuimos a beber café…” dijo mientras su mirada seguía dirigida hacia mí.
“Supongo que estuvo bien… ummm ¿Cuál es el problema?... el resto es solo ser tu… invítala al cine, escríbele una canción… no hables mucho… simplemente escúchala. Invítala a una cena… prepara todo cada detalle… tu sí que eres detallista… no será un problema. No creo que Sally sea una misión tan imposible”
G desvió la mirada y se mordió levemente el labio. “Claro Sally…” dijo mientras volvía a mirarme. De pronto mi teléfono comenzó a sonar y no me sorprendió para nada ver quien llamaba. Sabía que no se quedaría tranquilo hasta atraparme otra vez.
“¿No vas a contestar?” pregunto Ji soltando mi mano. Negué con la cabeza.
“Seung…” Fue lo que alcanzo a decir Ji antes de que su teléfono también sonara. Contesto sin terminar de pronunciar la oración.
Se levantó mientras me señalaba que saldría por un momento.
Fue cuando una mano se poco sobre mi hombro.
“Pensé que podrías tárdate… pero esto es demasiado…” conocía esa voz… mi estómago volvió a revolverse y recordé que si había algo para lo que seven era experto era para encontrarme.
“¡Déjame en paz de una vez… cásate se feliz ya te dije que no….”
No pude terminar de decir nada el tiempo se detuvo otra vez al sentir sus labios sobre los míos. No quería esto, pero mi cuerpo no reaccionaba. La punzada en mi pecho se unió al dolor que venía emergiendo de mi estómago y sentí como algo cálido se deslizaba por mis mejillas.
Estaba siendo usado otra vez por él… siempre terminaba siendo usado por él…
GD
Fue cuando lo vi había algo en mi interior que decía que debía preocuparme, pese a todo lo cercanos que éramos, pese a todo sabía que sucedía algo entre ellos, siempre lo supe.
Pero era un maldito cobarde me había resignado a solo ser su amigo, solo quería estar un poco más cerca. Había inventado todo solo para estar un poco más cerca… mierda… lo había hecho. Sentía como mi corazón se comprimía. Lo sospeche muchas veces pero ahora lo veía … Seung y Seven. Eso era más de lo que pude aguantar no quería ver eso. Yo no quería a Sally, nunca la quise. No podía decirle a Seung que lo amaba porque yo era un maldito cobarde. Lo quería para mí, debía ser solo mío, pero no quería que me odiara. Pero era mío técnicamente lo era. Yo lo reclame para mí… Yo…
La rabia no me permitió seguir observando, me dirigí hasta quedar frente a ellos y me abalance sobre la mesa volteándola y dejando un caos alrededor de todos.
“¡Que lastima se acabó el café hyung! Te invitare la próxima vez una taza… por ahora creo que debemos irnos” dije sulfurado por las emociones mirando al causante principal de mi ira mientras arrastraba al otro tirándolo con todas mis fuerzas, dejando el caos en ese lugar.
Saliendo por esa puerta, por la misma que muchas veces te vi entrar, donde muchas veces nos vimos y compartimos una taza de café, ese aroma, esa sensación, estar emocionado y nervioso. Pidiéndole fuerzas a la cafeína.
“Súbete” lo dije mirando a los ojos obligándole que se sentara en la motocicleta.
“Ji… tu dijiste que no sabías conducir …”
“Que te subas ahora” exigí decididamente dominado por la ira. Claro que sabía conducir como no iba saber hacerlo, solo era otra escusa otra escusa más… solo quería que un día me pidieras que no me fuera a casa…
Continuara...