Cuando te gusta alguien te llega de la manera menos esperada, es algo que no se puede percibir con ninguno de los cinco sentidos…
-Lambo…- susurraba a su oído con ternura aquel hombre alto de tez blanca y frio –te quiero…- decía mientras se aferraba a él con fuerza. El pelinegro de ojos verdes se despertó un poco desconcertado, gracias a dios aquello había sido solo una pesadilla.
-“Reborn… jamás seria así de dulce”- pensó y se percato que aquella persona que se aferraba a él no era otra persona que una de sus muchas compañeras sexuales que solía encontrar en cualquier parte –Despierta Lucí- dijo suavemente y la invito al baño a ducharse con él, con frecuencia recorría el cuerpo de la mujer, con ternura, acariciaba, sus piernas, sus glúteos bien formados y sus dos enormes senos suaves al tacto, pero en cada beso que daba, en cada caricia que proporcionaba, no estaba más que la frustración de no poder estar con su persona amada.
Habían pasado diez años desde que se conocían, la maldición de Reborn se había liberado cinco años atrás y en aquel momento en que Lambo cruzo su mirada por primera vez con el Reborn adulto, no podía dar crédito a lo que sus ojos le mostraban, se enamoro perdidamente de él, se encapricho y juro siempre ser fiel a ese sentimiento.
Pero inesperadamente, cuando te has acercado a la persona, los cinco sentidos se activan y quieres, tocar, besar, oler, escuchar su voz y verlo.
-que?- el pelinegro de patillas risadas lo miro despectivamente
-tienes algo en el cuello- el pelinegro de ojos verdes se encogió al sentir la mirada de Reborn.
-vaya, vaya, vaya…- dijo el mayor y camino en dirección al menor –sabes que es lo peor de esta situación-
-que cosa- dijo el ojiverde un poco preocupado
-me enferma tu actitud de niña obediente, solías ser más agradable cuando eras niño- el ojiverde sintió como aquellas palabras lo golpeaban, bajo su cabeza un poco y sintió como las lagrimas salían una a una –bueno al menos aun conservas tu llanto- se burlo el pelinegro.
-y que se supone que haga hic…hic…- el ojiverde se encontraba ya al borde del colapso –cuando una persona te gusta se supone que uno debe ser agradable- se dejo caer a la orilla de la puerta de la vieja posada en la que se encontraban –estúpido Reborn- dijo entre llantos y abrazo con sus brazos sus piernas, mientras escondía la cara entre ellas.
-eso debe significar que te gusto mucho no?- el pelinegro se encontraba más que encantado con aquella situación, no había nada que le agradara más que intimidar a las personas.
-por supuesto- se quejo el ojiverde y al darse cuenta de la situación se llevo las manos a la boca –cre-creo que es mejor que regrese al rato, iré a ver cuando podemos viajar, intento escapar pero ya era demasiado tarde.
Si bien la misión había estado muy sencilla, después de salir del vagón, de donde Lambo había tenido que irse a meter a la cama de una señorita llamada Lucí para no tener que pasar frío, mientras Reborn había pasado la noche fornicando con varias mujeres, quedo profundamente dormido por lo cual perdieron el vuelo y tuvieron que quedarse a pasar la noche en una vieja posada.
-ya que pasaremos la noche aquí- dijo el pelinegro mientras arrastraba a la cama al ojiverde –será mejor que me calientes verdad- sonrió con maldad –no querrás que tu amado pase frio-
-nunca dije que fueras mi amado- se quejo el ojiverde y se incorporo –ya tengo una cita con una señorita así que ni lo pienses- camino hacia la puerta –no soy una de tus mujeres- se quejo y azoto la puerta al salir.