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A cinco minutos de la eternidad por JiGoKu nO HaNa

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 Al salir frente a él se encontraba un festín, no tan ostentoso pero uno al fin, se alegraba por el aroma casero, que antaño alguna vez le toco trabajar.
-¡buen provecho!- y comía bebiendo sake como si estuviera en el desierto, y eso fuera agua, por algún motivo, tenía ganas de emborracharse, era un pésimo maestro en esto de la vida.

   

   El otro bebía sake prácticamente de la botella y el tomando jugo...probaba de todas las delicias que había en la mesa sin decir palabra alguna, al final no le ayudo en nada preguntarle al mayor, solo sabia que debía hacer algo pero no que. El otro sonreía por nada, siempre había notado que el alcohol distendía a las personas, él nunca lo ha probado pero viendo al otro le picaba la curiosidad.

 

   Iba por la decima botella, ni se acordaba de que Hibari estaba allí ya, hasta que le vio de reojo con su risita alcohólica.

-sabes que… hace…- contaba sus dedos -sabes que hace… ocho años que me… fue la primera vez que me escape de…mi casa- hablaba quedito y al frente con alguna que otra pausa -y llegue aquí… escapando de Reborn… el muy hijo de puta… me dijo que me iba a casar…con una tal “Melena”…- se agarraba el estomago riendo mientras casi se iba de lado.

-era un mocoso como tú, y un mimado… aquí me quede por mas de un mes… ayudando a los abuelos… no sabia ni una mierda de japonés me entiendes? Tú…- se le quedaba mirando entre fijo y perdido y daba un sorbo a la botella -sabes que le tienes que hacer a ese Yamamoto?...- lo señalaba con el dedo

 

   Botella tras botella lo veía beber, cada vez con el rostro más rojo y más inestable, balbuceando incoherencias al aire, hasta que al parecer recordó que estaba ahí. Era difícil no reírse al verlo así, le contaba con soltura su historia mientras él le refutaba con "ah, que interesante" hasta que le hizo la cuestión, ahí se intereso de verdad -si supiera que hacer no te hubiera dicho, mr. Inteligente...-

 

-solo tienes que hacer… esto…- se inclinaba en dirección al otro, le tomaba de la barbilla y chocaba sus alcoholizados labios con los otros en un toque superficial al que se le podía llamar un pequeño beso, la mano que le sostenía en el piso temblaba y ya no le sostenía, al final encajaba el codo contra la madera y borracho como el solo, se dejaba caer a lado de la alondra para no moverse mas mientras abrazaba una botella de saque que terminaría desparramándose en el piso y mojándole la yukata al irse de lado… nunca bebía tanto, de echo no lo hacia, tenia demasiadas responsabilidades sobre sus hombros y tantas vidas en sus manos, que no podía darse el lujo de ser así de egoísta, pero ese día era especial, encontraba el tiempo, y tenia una escusa…

 

Lo había besado y se había dormido. Sus mejillas ardían y a pesar del sabor a sake en sus labios aprecio ese toque. El rubio yacía sobre la mesa, totalmente dormido por la borrachera, seguramente mañana no recordaría nada...no recordaría... Y no es que Hibari haya visto muchas teleseries fraudulentas pero esa idea le parecía ideal para alguien tan torpe como Dino. Además la habitación estaba al lado... Lo llevo a la pieza de junto y metiéndolo al futon le quito la yukata, aprecio la vista casi babeando para luego acostarse junto a el también sin ropa. No se necesitaba ser un genio para saber que venia después...

 

Sentía una extraña calidez en su pecho, había algo frente a él y lo abrazaba, lo acurrucaba acercándolo a él y podía olerlo…un momento ¿olerlo? Abría los ojos con pesadez sintiendo como un terrible dolor le taladraba la cabeza, había algo recostado sobre su brazo, pegado a él, al parecer una persona ¿con quien? no, eso no podía ser…claro que no eso seria como un mal chiste… se armaba de valor para quitar el acolchado que cubría el otro cuerpo y ahora si que no era posible…

-K…Kyoya…- llamaba quedito, y oh, maldita sea se apartaba de allí saliendo volado del futon al percatarse de la desnudes del otro cuerpo sin dar cuenta de la propia, entonces veía al otro despertar también, cual gato se desperezaba, el tragaba saliva ante la mirada del otro que ahora le acusaba.

-Kyoya… ¿q…que paso anoche?...-

 

Despertaba de un sueño particularmente bueno y se veía ahí, recordaba todo en un segundo y sabia que ese era el momento de demostrar sus aptitudes teatrales, aunque la vista del rubio desnudo lo distraía un tanto. Ponía ojos de victima y decía -no me digas que no te acuerdas...maldito...- trataba de forzar una voz dolida, se cubría con las mantas, ya había arreglado ciertos detalles la noche anterior antes de dormir para el show de ese día. Se sentaba para hablar, y... -auch...- se tocaba la parte trasera. Tenía bien aprendido su papel.

 

Se mareaba de repente y le daban ganas de vomitar, se tocaba la frente y tragaba saliva exageradamente ¡¿Cómo mierda pudo ser tan idiota?!

-¿Hibari… t-t-te… te hice algo?...- se le congelaba la sangre y le afloraba un tic nervioso, dios, si él le había echo algo a Hibari, si se había atrevido a ponerle un dedo encima… era un grandísimo pendejo ¿que había echo? No lograba recordar nada después de lo de las aguas termales…

 

-oh, ahora me llamas Hibari...- fingía a la perfección una actitud ofendida -pues si no lo recuerdas, debe ser porque no te importo...- tomaba las sabanas y se tapaba, en el movimiento dejaba ver intencionalmente marcas en sus muñecas, que le habían tomado bastante esfuerzo hacerse pero seguro la expresión del rubio bien lo valía.

 

se llevaba ambas palmas de la mano a cubrirse la boca y cerraba los ojos con fuerza, le dolía la cabeza horrores, luego veía al frente, al mas pequeño cubrirse el cuerpo y las marcar en sus muñecas… oh Dios que había echo… nunca había tenido una borrachera de esa índole, y cuando se le ocurría tenerla pasaba esto. Por el momento tenia que librarla, por lo que había escuchado el día anterior su pupilo estaba en medio de una crisis de identidad sexual, que aparentemente él había aprovechado a su favor, era oficial, merecía morir, pero por ahora tenia que arreglar el asunto.

-no… te juro que me importas…- luchaba por verle a los ojos y sonar sincero.

-perdóname… por lo que te hice… te juro, que me are responsable…- tenia unas ganas terribles de vomitar, entonces se llevaba una mano al estomago y recién se daba cuenta de su desnudez… maldita sea!...

 

-tampoco necesitas hacer tanto drama- desviaba la mirada al decir eso quitando un poco de hierro al asunto, tampoco era para que el otro se quisiera suicidar -no es como si me hubieras forzado, bueno al principio si pero luego...- ponía cara avergonzada para que el otro descifrara que no quería entrar en detalles. ¿Se haría responsable? ¿A que se refería? No es como si pudiera quedar embarazado, pero si se refería a quedarse junto a el pues ¡misión cumplida!

 

Se levantaba finalmente hasta toparse con su yukata en el piso, la recogía y se la colocaba logrando no tambalearse, entonces llegaba a lado de su pupilo “al principio si pero luego...” lo ultimo resonaba en su cabeza, él había empezado todo eso, el tenia que terminarlo, pero por ahora.

-¿esta bien tu cuerpo?- se hincaba frente a él y le tomaba las manos, sabia lo bestia que podía ser abecés durante el sexo, y mas si no tenia control sobre si, besaba los amoratados de las muñecas, como un caballero a su devota princesa y de repente…

-p-perdón!...- y salía corriendo quien sabe como llegaba al baño para regresar por fin la cena de la noche de locura, y allí estaba, abrazado a la taza por un rato…

 

Se ponía frente a él con esa mirada tan llena de culpa. -y si...- pronunciaba con falsa duda, él le besaba las muñecas con delicadeza, le robaba el aliento. Dino corría al baño y lo oía vomitar, que manera de arruinar el momento. Aun así se dejo caer al futon y rodo, se sentía tan feliz. Se vistió luego pero se mantenía acostado, esperando volviera el rubio pronto.

 

Se lavaba la cara con abundante agua fría, cerrando los ojos y golpeándose alguna vez la cabeza <> para ver si se acordaba de como había empezado todo eso el día anterior, sin conseguir nada, pero que tonto.

Se asomaba por la puerta del cuarto, que al parecer era el de Kyoya y él seguía tumbado en la cama, la cara se le ponía azul y no sabia si ir o no, al final se armaba de una poco de valor, llegando hasta el cuerpo recostado, se sentaba a un lado y le acariciaba el cabello sin darse cuenta, luego lo hacia y se reprendía a si mismo apartando la mano, con una vez lo que había echo ya era suficiente.

-Kyoya… sé que es muy egoísta de mi parte, pero ¿podría quedar esto entre los dos?- por mas que se hubiera equivocado aun tenia una familia que cuidar, la verdad le importaba un comino su propia reputación o suerte, pero si la gente se enteraba tiraría problemas a su familia, y a Kyoya mismo, mejor que quedara en una noche, un perdón, y un terrible arrepentimiento.

-te compensare, lo juro… perdóname por mi comportamiento.-

 

¿Que estaba diciendo?... Le cayo como un balde de agua fría las palabras del otro, se le hacia un nudo en el estomago. Aunque nada había pasado ahí le daba para pensar y si hubiera pasado en serio, ¿esa seria su reacción? Apretó los puños y se mordió hasta herirse el interior de las mejillas. -crees que le iba a contar a alguien, imbécil...- su voz ahora era genuinamente furiosa y ofendida -¿a que te refieres con compensarme? ¿Piensas que soy una puta o que? No se basura pase por tu cabeza ahora pero si simplemente no quieres que te estorbe en tu maldito compromiso y en tu maldita familia no necesitas pagarme, solo dilo es suficiente para que desaparezca y no te moleste mas- le dedico una mirada tremendamente dolida y poniéndose de pie se acercó a la salida -quiero irme a casa, dile al bebé que no necesito ninguna clase de entrenamiento porque no seré parte de ninguna "familia" ni ahora ni nunca...- se retira del cuarto, no sabe donde ir pero, sabe que no aguanta estar en el mismo espacio que el Italiano después de haber sido hipotéticamente rechazado.

 

Se tiro sobre el acolchado un momento llevándose las manos a la frente, otra vez la había cagado, no terminaba de darse a entender.

-¡espera, Kyoya!- se levantaba de golpe y se apresuraba chocando contra las orillas de las puertas, hasta tomarle fuerte de la mano.

-espera un poco, por favor. No lo hagas… no te vallas así- simplemente no hallaba descanso, justo cuando pensaba el día anterior que podría lograrlo, ahora se le abría un infierno exprés al frente, se maldecía internamente.

-esta bien… te llevare a casa si quieres, no quería ofenderte, de verdad que no- tragaba saliva.

-pero esto es lo mejor, tu estarás mejor así con Yamamoto, solo tienes que dejar esto atrás… y te lo suplico, no dejes a Tsuna por mi…- aligeraba el agarre en la otra mano.

-te juro, que no volveré a aparecer frente tuyo, si eso te hace sentir mejor, Kyoya, sé que no lo entiendes pero, yo realmente te veo como una familia, de nuevo, perdóname por ser tan idiota…- le soltaba finalmente y se daba la vuelta, le dolía todo eso, pero no había otra salida, al final no había podido cumplir con su misión, seguro que Reborn estaría enfadado, pero en ese momento, era lo que menos le importaba.

 

-tch...debí haber sabido que las cosas no podían salir bien...- se le había ido de las manos el estúpido plan, lo mejor era saber cuando renunciar -eres un tarado, no me gusta Yamamoto, me gusta alguien un poco menos imbécil y mas occidental, mas torpe y menos a mi alcance... Yo no soy de tu familia, ni soy tu hermanito, ni nada...- quizás el rubio se enojara pero ya daba igual, le había quedado claro que no estaba ni un poco interesado en el. Ahora se arrepentía de llamar cobarde a su yo futuro... -no te preocupes, es vergonzoso pero anoche no paso nada...solo me diste un beso y luego caíste como el borracho que eres...- mejor se iba, realmente eso era humillante.

 

se paraba en seco tras las declaraciones del menor, apenas se le iba el peso de encima otro le caía, que tonto, no se había dado cuenta <> de lo que el menor le anunciaba desde el día anterior, no supo que responder, ahora que tenia claro que era él mismo quien le “gustaba” a Hibari, aun así una parte de él prefería creer que era únicamente curiosidad adolecente o la atracción en la pelea, por su parte, ahora mismo negaría su propio sentimiento.

Aun así, Kyoya le había dicho una terrible mentira, tenia que hacerle entender que no podía jugar así con la gente. Hablaba en vos alta después de lo que escuchaba.

-aun así, te quiero como tal, y también te quiero en mi vida pero…- hacia una pausa y reconsideraba.

-iré a ver a los abuelos, ya debería estar el desayuno preparado…- no le reprendería ni nada, simplemente, seria mas firme, era su culpa en gran medida todo eso…

 

El otro se iba y cuando ya no se veía en el pasillo el susurraba -pero no quiero que me quieras así...- seguramente estaba enojado por lo que hizo e intentaba mostrarse amable, pobre idiota. Quería irse de ahí, no lo soportaba, anhelaba la soledad de su ciudad para no sentirse así, tan expuesto luego de que la persona que quería ignorara sus sentimientos y lo tratara como su familia. Entraba a su habitación y se cambiaba poniéndose su ropa, marcharía antes de que el otro volviera. No sabia bien donde estaba pero siempre se las había arreglado y esa vez no seria la excepción.

 

-no puedes irte…- se paraba en la puerta.

-accediste a acompañarme, ahora no puedes irte- se cruzaba de brazos parado en la puerta, no lo dejaría marcharse, estaba decidido, y ya no le importaba la misión que le había dado Reborn, ahora su objetivo era enseñarle a Kyoya que no era el único humano sobre la faz de la tierra, que no podía ser así de solitario, ni así de egoísta.

-Olvidemos el incidente de esta mañana, no lo volveremos a mencionar por ahora, la comida esta servida…- y se daba la vuelta cerrando los ojos, esperaba que Hibari le obedeciera, o traerlo de regreso seria doloroso…

 

¿Desde cuando era tan predecible? -puedo irme cuando quiera, no soy como tu, puedo hacer lo que quiera- pero tenia hambre, así que se adelantaba al paso del otro hacia el comedor. Se juraba a si mismo que se marcharía a penas saciara su apetito. No se iba a quedar a mirarle la cara al otro, suficiente era que lo mirara como un niño, ahora que sabia lo que sentía y luego del show que había montado...solo quería irse y olvidar que alguna vez actuó como un imbécil.

 

Transcurría la comida sin que alguno de los dos hablara, Dino estaba serio, quería que Kyoya entendiera la seriedad de lo que había echo y mas aun, que se diera cuenta de cuanto ería a la persona que supuestamente quería, el ambiente era un poco pesado, y Cavallone se animaba a hablar.

-¿Por qué no traes puesta tu yukata?, sabes que no permitiré que huyas…- ironías de la vida que se supone el tenia que enseñar a Hibari a controlarse, pero terminaba el siendo quien lo provocaba.

 

La comida era muy buena pero el ambiente era terriblemente incomodo, ya había visto a Dino así de serio pero nunca con él. No sabia que sentir en ese momento -no voy a huir, me voy a ir, que yo sepa esto no es una cárcel...- lo que el otro dijera o hiciera no lo iba a detener, o por lo menos eso pensaba en ese momento.

 

Fingía ignorar la última afirmación del chico y seguía comiendo, veía el sake “no más alcohol por el resto de mi vida” y terminaba de comer, cando Kyoya decidiera irse iría tras él, y sin importar que le traería de vuelta, así hasta que se cansara y no sabia ni por que lo aria, tal vez solo estaba enojado.

-iré a darme un baño…- apestaba a alcohol, lo único que quería ahora era tomar un descanso en las aguas termales.

-¿podrías por le menos intentar escapar mañana?- bostezaba, mientras se levantaba y salía del lugar.

 

-no...- dejaría que se fuera a bañar y aprovecharía para irse. La botella de sake sobre la mesa le llamaba la atención ¿que tiene esa cosa que hace a las personas les guste tanto? Solo hace que a la mañana siguiente amanecer en el baño, aun así...

 

Se hundía con placer en las aguas termales, de verdad deseaba que Kyoya le obedeciera por una vez, se pasaba una mano por la frente, esta vez si llevaba el pelo atado, recordaba las discusiones, según Kyoya, solo le había dado un beso… un “beso”, era mas que suficiente para saber que debía poner un alto, no sabia por que tenia ganas de estar a lado de la alondra ahora, pero eso no era nada sano, ni bueno… se hundía en el agua, ya después pensaría en una solución a su problema…

 

Se había empinado la botella con confianza pensando si el otro podía él también. De repente se sentía más ligero y olvidaba que iba a "huir". Bebía un poco mas hasta que la botella quedaba vacía. ¿Donde había dicho Dino que iba?... Caminaba un poco inestable a su habitación para quitarse la ropa y colocarse desordenadamente la yukata. Iría a las aguas termales, tenia muchas cosas que decirle y hacerle y ahora se sentía capaz, muy capaz...a

 

Casi se quedaba dormido, relajado en la orilla, se permitirá ser egoísta y pensar en el como no lo hacia desde hace rato, daba un fuerte suspiro y levantaba las cejas de sus ojos cerrados cuando escuchaba unas ligeras pisadas tras él...

 

Iba con un paso bastante desgarbado, con la yukata a medio poner, con el ceño fruncido pero no furioso, si no dolido e infantilmente frustrado. Se arrodillaba tras el rubio para luego abrazarlo con mucha fuerza como asfixiándolo para luego decir -¡te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!...- era prácticamente una pataleta -¡todo es tu culpa! ¡De no ser por ti yo no estaría así!...- su voz le sonaba rara y estaba mareado, pero era lo de menos. Quería desahogarse y a la vez, aprovechar el hecho de tener a Dino en esas circunstancias solo para él.

 

Sus ojos se abrían formando un círculo perfecto y grande, a la vez que sentía como un par de delgados pero fuertes brazos le trituraban el cuello mientras el dueño de estos le gritaba al oído que lo odiaba.

-¡o-oi!, e-espera Kyoya!- ¿Kyoya?, no, no, no, debería ser una broma, Hibari nunca actuaria así, debía se alguien mas, tal vez un bromista acosador, pero, ese era el olor de Kyoya, la vos de Kyoya y… ¿olor? ¿Kyoya estaba borracho?...

-¡perdón, perdón pero espera un poco! – trataba de quitarse las otras manos de encima, pero lo único que conseguía era que el otro cayera al agua a lado de él.

 

Caía al agua y se aferraba al cuerpo desnudo del otro, gritando totalmente fuera de si -¡te odio! ¿Por qué me tratas como a un niño? ¡No tengo 5, tengo 17 y ya soy adulto!- no prestaba atención al rostro impactado del otro ni a sus palabras -¿por qué no me quieres ni un poco?- y empezaba sollozar como nunca en su vida -sé que soy insoportable ¿pero podrías disimular un poco el desagrado que te causa tener que estar junto a mi? Porque aunque no lo creas yo también tengo sentimientos...y duele saber que te desagrado...- las lagrimas caían por sus mejillas sin control, se sentía como un niño su primer día de escuela -sé que lo que hice estuvo mal, ¡pero te quiero tanto! Y no sé que hacer...nunca me había gustado nadie... -sentía la lengua cada vez mas traposa y seguía su confesión alcoholizada.

 

Se sonrojaba a sobre manera de sentir el otro cuerpo asomándose desnudo bajo la yukata pegándose al suyo, moviéndose incontrolablemente, rosando partes que no deberían ser tocadas por su estudiante, y finalmente se quedaba quieto un segundo, y empezaba a dar su declaración en ebriedad… así que era así como Kyoya se sentía, nunca fue su intención dañarlo, pero es que a veces el menor era tan difícil de entender.

-perdón, Kyoya…- y accedía a abrazarlo, era como un gatito abandonado y mojado, con su mano le retiraba el cabello que tenia pegado en la frente.

-no tenia idea de que te sintieras así… tu nunca podrías desagradarme- le sonreía tratando de calmarle secándole una lagrima que el prefecto tal vez no sabia ni que tenia.

-perdón si te herí… la verdad es que aunque no lo parezca estaba feliz de venir aquí contigo…- suspiraba.

-gracias por quererme tanto…- y le daba un beso en la frente, sin dar mucha cuenta de la posición en la que ambos se encontraban, con el menor sobre sus piernas y abrazado a él, con la yukata echa un desastre y él solo podía pensar en que había sido muy rudo con su estudiante, seria muy fuerte, pero en lo que se refería a sentimientos, debería estar al nivel de cualquier adolecente normal, ese era un alivio secreto.

 

Sentía las caricias y las palabras reconfortantes del otro y se relajaba abrazándolo con fuerza. El cuerpo firme del rubio se sentía muy bien contra el suyo, acomodando su cabeza en el hueco de su cuello a la vez que envolvía al otro entre sus piernas. -¿en serio estas feliz de estar aquí conmigo?...- rosaba lentamente con sus caderas las del otro y se le escapaban quejidos de los labios -sabes, he tenido sueños muy parecidos a esto últimamente...- lamia con inusitado deseo el cuello ajeno y realizaba mas movimientos, sentía su cuerpo arder.

 

-¡espera, Kyoya!...- se le erizaba la piel al sentir la lengua del otro recorrerle el cuello aunque ya tenia todo el cuerpo empapado, se alertaba mas aun al sentir como las otras piernas se envolvían en su cadera y el otro se abrazaba pegándose mas a él, la cara se le ponía colorada al escuchar sobre los sueños del menor y se atragantaba con el aire.

-espera un poco, estas borracho, ¿que tal si mañana lo hablamos mejor?- tenia que hablarle con tacto para que no hiciera otra rabieta, y también tenia que detenerlo, eso no estaba nada bien, pero tampoco podía tocarlo sin que las manos le temblaran y el corazón le galopara a mil. Sin poder creérselo, encontraba a una parte de si mismo pensando en la sensualidad que desprendía la alondra esa noche, y como había crecido tanto en solo un año, y que… alto, eso no estaba para nada bien.

 

-no estoy borracho, apenas bebí un poco...- su cabeza daba vueltas pero no, él no estaba borracho... El mojado cuerpo ajeno se le presentaba como una fantasía, de esas que venia teniendo un tiempo atrás. -Dino~...jaja me gusta tu nombre...- ponía las manos en su fornido pecho y lo acariciaba mientras se lamia los labios sin disimulo alguno -¿no te atraigo ni un poquito?...sé que no soy tan apuesto como tu, y vaya que lo eres- reía bobamente y se le pegaba al cuerpo, su yukata apenas se mantenía en su lugar y el otro, no dejaba nada para la imaginación. Volvía a provocar roces sugerentes para luego decir en tono inestable pero sugerente -me gustas...me gustas mucho...y soy capaz de hacer lo que sea para gustarte también-

 

-e-espera un momento- y al final se decidía a tomarle por las muñecas para separarle de él. No podía evitar que sus ojos recorrieran el cuerpo ajeno calentándole las ideas, y el tono sugerente en su vos…

-como te digo, hoy esta bien, mañana podremos hablar todo lo que quieras… ¿que te parece si te llevo a tu cuarto mejor?- sonreía nerviosamente, Hibari seguía con esa risita tonta característica de le ebriedad, el realmente nunca había pensado o siquiera se había planteado una situación igual.

-¿arias eso por mi?...- calma, calma, calma, calma…

 

-yo haría TODO por ti...- y volvía a reír, le estaba dando un poco de frio y estornudaba de la nada. Trataba de zafar del agarre en sus muñecas pero solo podía moverse de un lado al otro sin conseguir nada. -te dejo llevarme al cuarto...si te quedas conmigo esta noche...- sentía que la piel ajena en contacto con la suya le quemaba, era una sensación embriagante -anoche estaba muuy nervioso...- hablaba sin parar y cada vez mas -pero también muuy contento...dormí tan bien...pero después...- recordaba las palabras del otro y comenzaba a sollozar nuevamente -¿me dijiste que lo dejáramos entre los dos? Te doy vergüenza, ¿acaso soy muy poco para ti?...¡¿me ibas a compensar?!...si yo...si yo me hubiera dejado hacer algo por ti...hubiera sido por amor, ¡no por dinero ni nada! ¡Estúpido!...- lloraba y gritaba desesperado, era como un niño perdido.

 

-¡y te pido perdón de nuevo por eso!- el menor estaba chapoteando, meneándose y gritándole, mientras seguía siendo sujetado, temía que terminaría cayendo de espaldas al agua en cualquier momento, y esa traicionera yukata estaba a punto de abandonarle, entonces.

-esta bien, me quedare contigo esta noche… pero solo dormiremos- y le levantaba las manos para abrazarlo por la cintura y cargarlo sobre uno de sus hombros, ya pataleaba menos y lograba salir del agua sin caerse, sentaba al menor en un banco mientras se secaba y cambiaba, esta seria una larga noche…

 

Se quedaba sentado, mirando al otro en todo su esplendor, reía y se cubría el rostro en señal de vergüenza, y movía los pies animadamente. -bueno...- la yukata le descubría todo el hombro derecho y estornudaba de nuevo. Se sentía aturdido y tambaleaba en su posición esperando al otro balbuceando cosas sin sentido.

 

Le había alcanzado algo de ropa seca para que se cambiase la yukata empapada, le tomaba del brazo nuevamente y lo ayudaba en su torpe andar hasta su habitación donde el menor se tiraba en el acolchado y él se le quedaba viendo un minuto, dudando un poco, pero al final cuando el otro dejaba de extender los brazos y se quedaba medio en trance, se decidía a apagar la luz y tumbarse a su lado, calma por favor… calma.

-¿Kyoya, estas dormido?...-

 

-no~...- reía y se acercaba al otro -abrázame- pedía de manera suave, hasta tierna. Le estaba dando mucho sueño pero antes quería hacer un par de cosas.

 

No podía evitar seguir la orden, después de todo lo había prometido, entonces rodeaba el menudo cuerpo y el otro hacia el propio. Acariciaba un poco su espalda, y pegaba su barbilla al cabello del menor acurrucándolo, la temperatura de Kyoya era elevada, quería culpar al alcohol por ello.

 

Se aferraba al otro como si nunca mas fuera a verlo, aspiraba su aroma con profundo afecto. -aunque no lo creas, puedo notar que no tomas enserio mis palabras...- decía sin despegarse de él, su tono era un poco mas bajo, la somnolencia lo estaba atrapando -crees que es un capricho mio o una confusión lo que siento por ti...pero para mi no es así...llevo mucho tiempo sintiéndome así y jamás hubiera hecho o dicho nada de no ser por tu maldita luna de miel, que rabia!!...- parecía estar comentando mas para si mismo que para el otro eso ultimo -cuando vienes a verme soy muy feliz, y detesto que no me prestes atención, deberías sonreírme solo a mi...y cuando...no estas, pienso en que estarás haciendo...- cada vez sonaba menos su voz -realmente te quie--- y caía dormido antes de poder hacer nada.

 

-¿Luna de miel?...- decía bajito después de notar que el otro caía en un profundo sueño.

-yo también te quiero…- decía casi en un suspiro mientras inconscientemente atraía mas a el otro hasta su pecho, como si fuera a protegerle de algo.

-me pregunto que tan malo será quererte…- y dormía con él, por ahora estaba bien acomodándose a su lado, mañana también lo estaría, pero ¿Cuánto iba a costarle estar bien siempre después de escucharle decir y verle hacer esas cosas?, quien sabe como iba a sortear todo eso.

 

Un dolor nunca antes sentido le atravesaba el cráneo. Poco a poco iba situándose en el lugar donde estaba, sus ojos se abrían apenas, la luz del sol hacia que doliera más la cabeza. De golpe le venían los recuerdos de las cosas que había hecho mientras estaba en su ebrio transe. Oficialmente se quería morir. Dino aun dormía a su lado, acomodado hacia cualquier lado totalmente desordenado. Como se supone que lo vería ahora, su cara quemaba, estaba avergonzado a más no poder. Dios, ¿por qué cedió a la tentación de probar el alcohol? Lo juraba, nunca mas en su vida volvería a beber.

 

Abría los ojos poco a poco, miraba al frente y se encontraba con su alumno sentado entre las sabanas sonreía de lado, seguro que le iba fatal la resaca por la cara que traía puesta.

-¿Cómo esta tu cabeza?- decía en tono entre cariñoso y burlón a bajos decibeles. Se sentaba también.

-deberías recostarte un rato mas, te traeré agua y algo para el dolor de cabeza…- que diferente del despertar del día anterior. Se ponía de pie acomodándose la yukata.

 

-...duele...- se quejaba por el dolor de cabeza y a la vez trataba de no mirar al hombre de su lado. -esta bien...- no tenia ganas de llevarle la contra al otro, así que mejor trataba de seguir durmiendo. El otro se comportaba mas agradable que el día anterior, definitivamente seria un efecto secundario de todas las cosas que le había dicho ayer. Se tapaba la cabeza con las frazadas y se consumía en la vergüenza.

 

Regresaba a la habitación y lo veía entre las mantas hecho un ovillo y ponía rostro curioso, que raro encontrarlo así alguna vez, se hinco a su lado.

-Kyoya…- le llamo quedamente de nuevo.

-debes tomar esto… tenemos una charla pendiente, así que alístate, te estaré esperando para desayunar…-

 

Se sentaba en la cama recibiendo el vaso, miraba hacia otro lado, no quería enfrentar lo que había hecho tan pronto. Como se suelta la lengua cuando hay alcohol en la sangre... bebió lo dado y se arregló un poco. "una charla pendiente" había dicho antes de irse a desayunar. Suspiro y fue al comedor. Lo hecho, hecho estaba y a el también le interesaba conversar...

 

Como en canon el encuentro de esa mañana se daba en silencio cómo los otros, pero esta vez no había tensión por parte del adulto, que entendía lo que pasaba ahora. Le dejo disfrutar de sus alimentos, hasta que a punto de terminar abrió la boca.

-respecto a lo de ayer… ¿lo recuerdas cierto?- se limpiaba la boca y dejaba la servilleta bien doblada en la mesa.

 

Comía sin prestar atención al otro hasta que le hablaba, se ponía muy rojo y contestaba -si...no un soy herbívoro como tu...- bebía y bebía jugo, al parecer un efecto de lo sucedido le daba mucha sed. Aun evitaba la mirada de otro, fijándose en la comida frente a él.

 

Le miraba curioso recargando un codo sobre la mesa, el adolecente le parecía extrañamente “lindo” con esas expresiones.

-y es verdad, lo que dijiste ¿es verdad?- entrelazaba sus propios dedos, lo ideal era que le negara eso, y él le siguiera la corriente para poder ir adelante, por que era claro que ambos estaban involucrados, pero una parte de él <> quería que le dijera que si ¿para que?... quien sabe…

 

-¿por qué mentiría?- una cosa era estar avergonzado y otra era ser falso e infantil, si había dicho las cosas que quería pero por su propio orgullo y preservación de su titulo de carnívoro las aprovecharía, total no había ninguna mentira en lo que ayer le confesara en su ebriedad. No tenia tanta vergüenza por lo que pudiera haber expresado, si no el modo, llorar y gritar como un niño berrinchudo no era su ideal de actitud.

 

-jumm… ya veo- aunque quisiera no podía evitar una risita contenta que le deformaba los labios.

-¿te gustaría que diéramos un paseo esta tarde?- se encontraba de buen humor, mentiría si ahora dijera no saber porque, si bien no podía decir que tanto, si sabia ahora que bien que le interesaba la nube, suspiraba internamente, este seria probablemente el ultimo viaje que sortearan los dos ahora que sabia de sus sentimientos… se decidió a disfrutarlo un poco. Ya que quien sabe cuando podría ser libre de nuevo, igual que la alondra, se atrevía a pensar que para lo que Reborn les había mandado allí era más para darle una lección a él mismo que al más bajo. Porque Kyoya podía emborracharse y decir un montón de niñerías reales, podía gritarle y patalear, pero al siguiente día, seguiría siendo él, no como su propia persona. Los hechos son innegables.

 

-no es como si tuviera otra opción...aquí no hay nada que mas que hacer...- eso y aprovechaba a distraerse del tema. Dino lucia sonriente como él era, lo bueno es que ya no estaba enojado con el. Tenía ganas de golpear a alguien, es que era un hábito maltratar a los incompetentes infractores de Nami-chuu y ahí, aunque le gustaba estar en paz. Solo había pajaritos, 4 personas que apenas sabia que existían y el rubio que era una perdida de energía por estar sin sus subordinados...

 

-¿te he contado como llegue aquí le primera vez?- estaba animado pero el menor lo ignoraba, la rutina, caminaban por los senderos del bosque que rodeaban la pensión. Seguía su charla.

-pues imagina que venia huyendo de Reborn, no sabia ni un poco de japonés… y termine vagando tres días por el bosque, al final termine llegando aquí, y sin que me conocieran ni nada me alojaron sin preguntar de donde venia, aquí aprendí el idioma… me costó horrores pero al final logre entenderles, estuve poco mas de dos meces trabajando aquí, hasta que un día muy tranquilo llego Reborn y dijo que ya era hora de irnos… fue una de las mejores lecciones que pudo…- pausa para chocar con la rama de un árbol.

-que pudo darme…- escupía hojas.

-tu que piensas sobre Vongola?- para todo el rato que llevaban caminando solo él hablaba, Hibari solo seguía serio.

 

-si me contaste...venias huyendo de tu prometida o algo así...- fingía no prestar atención pero si lo hacia. Vio que el rubio iba a chocar pero el paseo era bastante aburrido así que lo dejaría estrellarse.

-nada...son un grupo detestable, pero me han traído buenas peleas...- llevaba un racimo en las manos, e iba comiendo uva a uva mientras caminaban entretenido en elegir las mejores.

 

Nada podía con Kyoya he… de cualquier modo, le gustaba que la respuesta sobre Vongola que le daba no era tan mala como esperaba, que alivio… entonces, hacia algo por parte diversión, parte instinto y parte estupidez e inmadurez innata…

Cuando la alondra iba a meter una uva mas en su boca, lo que hacia era inclinarse y atraparla cuando esta apenas estaba a la mitad de cruzar sus labios, lo hacia con los dientes propios y apartaba la mano que la llevaba, cerrando los ojos y sonriendo por mera estupidez. Si le preguntaban, simplemente le daban ganas…

 

Vaya, no esperaba eso... Lo miraba serio y le hacia una zancadilla viéndolo caer de bruces y el seguía caminando. No era que no le hubiera gustado pero, no debía tomarse esas atribuciones solo porque le gustara, él no era cualquiera y al parecer Dino debía recordarlo. No permitiría que le perdiera el respeto, si quería algo con él, debía ser apropiadamente. Aun así sentía un mariposeo agradable en el estomago...

 

-¡que cruel! ¡Kyoya!...- se levantaba sobándose el golpe, se lo había ganado, lo aceptaba, aun así…

-solo estaba jugando…tch…- se quejaba mientras regresaban a la estancia, entonces se paraba a un lado de él y le decía.

-mañana es nuestro ultimo día aquí y marchamos para Italia al anochecer…- le tocaba el hombro.

-disfrutemos nuestro ultimo día aquí, ¿Qué te parece?...- estaba totalmente relajado ahora, por que lo que pasaría llegando a su patria, aria que le mostrara su peor cara a Kyoya… por que él era un señor capo después de todo, había ciertas cosas que no podía evitar hacer. La violencia de su mundo. Le daba un poco de pena que Kyoya fuera a verlo trabajar en occidente… pero ese era el mundo al que la misma nube tendría que enfrentarse en el futuro, bueno, después de todo ya le había vivido un poco por parte de su hermanito… aun así.

 

La frase "disfrutemos nuestro ultimo día" le daba de variadas ideas, cada una un tono mas arriba que la otra, miraba para otro lado y trataba de pensar otra cosa, ya que...era adolescente aun y podría tener problemas. En esos días no había tenido tiempo para pensar en lo de Italia, los días pasaron volando y aun no estaba seguro de querer ir.

-¿En Italia conoceré tu casa?...o mansión, supongo...-

 

-la mansión de Cavallone, claro que si- le hacia un gesto afirmativo con un ligero toque de melancolía.

-vamos a probar la cena por ultima vez y nos vamos a las termas ¿Qué te parece?- le decía recobrando emoción a la vez que las palabras le salían como si le estuviera hablando a un amigo de la escuela.

-me pregunto que estará haciendo Ono-san… después tendré que compensarles jaja, ¡vamos!, mejor nos apresuramos- otro atrevimiento, le tomaba de la mano para jalarlo hasta su destino. No lo diría, pero saberse querido por alguien del calibre de Kyoya, tan fuera aun de su mundo de porquería, le reconfortaba un montón, de un modo bastante especial.

 

La cálida mano del mayor le producía una sensación agradable, después de todo él no era más que un chico teniendo la atención de su primer amor, no podía más que estar feliz a pesar que no lo demostrara. Cenaron en tranquilidad, cruzaron algunas palabras iniciadas por el animoso rubio que se veía lleno de energía de la nada. Luego de terminada la comida y posterior postre, marcharon juntos a las aguas termales, primero se bañaron y luego se metieron al agua. Era un ambiente distendido y agradable, ideal para hablar de lo que sea, solo faltaba un poco de valor...

 

-tu también me gustas…- le decía con bastante soltura sentado frente a él en las termas.

-ayer me di cuenta, de que tu también me gustas mucho Kyoya… gracias por quererme también- le miraba fijamente.

-como tu ya lo dijiste, creo que es justo que haga lo propio…- y se tiraba un poco de agua a la cara con sus manos, esta vez también llevaba el pelo echo una media coleta.

-ahora no es tan malo para ti, ¿cierto?... estar conmigo…-

 

Las palabras del otro lo tomaban por sorpresa, no sabia como reaccionar. No así su cuerpo, el cosquilleo en su panza no se podía ignorar y sus ojos se habían abierto bastante, sentía ganas de sonreír. -¿lo dices de verdad?...tu eres tan amable con todos que...- le daba temor creérselo de buenas a primeras, quizá el otro solo lo hacia para reconfortarlo. Quería abrazarlo y besarlo por fin, se moría de ganas, pero solo se habían dicho que se gustaban, no es como si fueran novios ni nada, y vaya que el quería algo así, para poder de una vez por toda hacer lo que quisiera y enojarse con el otro libremente, poder hacer de las suyas con permiso del otro.

 

-no… no es solo por amabilidad… es la verdad…- respiraba hondo, allí estaba otra vez, a punto de ser egoísta otra vez, había olvidado como tratarse a si mismo hace tiempo, pero ver a la nube hacia que le dieran ganas de ser tan caprichoso como él, tan libre de enojarse, de decir lo que siente, la mezquina libertad le embriagaba por un momento, y otra vez, como en la mañana, tenia un lapsus de epifanía que le hacia ir hacia adelante y falto de uva, tomar la otra barbilla distraída, y posar un beso superficial en ella. Esta vez no estaba borracho, por lo menos no lo estaba de alcohol.

 

Era un suave y delicado beso, antes lo trataba como un niño ahora como a una chica, bueno por lo menos era un avance. Intento prolongar el roce de labios, pero quería decirle algo antes de dejarse llevar.

-Tú...tienes una prometida, ¿cierto?...- lo miraba directamente, de manera seria como normalmente solía ser y con él se le perdía esa actitud -o sea...no sirve de nada esto de que nos gustemos...- si no podía tenerlo real y completamente para si, no quería nada de él entonces, a pesar de lo que le había dicho al Dino del futuro. Era complicado entenderse así mismo en esos momentos...

 

Cerraba los ojos ante lo dicho con pesadez. Kyoya había roto su burbuja, fruncía el ceño y mostraba una mirada triste.

-tienes razón…- retrocedía.

-no se en que estaba pensando jeje… si… tengo una prometida- fingía una sonrisa.

-de nacimiento, la ultima vez que la vi teníamos siete años, jaja, le avente tierra en el cabello así que no quiso verme cuando nos informaron sobre la boda…- se recargaba de nuevo sobre las piedras, que mal se había comportado.

 

Tenia la esperanza de que su respuesta fuera otra...ahora la agradable sensación en el estomago se convertía en un vacío desagradable, doloroso, tanto que daban deseos de llorar. Pero él no era débil, mantenía un rostro estoico y guardaba silencio. Miraba de reojo al rubio, sentía ganas de besarlo otra vez pero había tomado una decisión y a Dino no parecía importarle mayormente haberle dicho algo así y luego apartarse en un "ups, se me olvido". Salió del agua con calma, se seco y coloco la yukata nuevamente. Antes de salir pronuncio:

-Debe ser divertido vivir de expectativas ajenas o a costa de otros, una vida dependiente como la tuya...digo, siempre estas sonriendo como idiota, seria bastante miserable que no fueras feliz y aun así siguieras esa vida...- estaba herido y sabia por donde darle -hubiera sido mejor que te quedaras callado...ah, no iré a Italia, mañana llévame a casa...-

 

Pasaba sus dedos a peinar los propios cabellos, con un sabor amargo en la boca, lo que Kyoya decía era correcto en teoría, pero no era la verdad, nunca se trato de buscar la felicidad para empezar, eso ya lo sabia desde un principio, el no tenia mas que un rompecabezas de libertad con la mitad de las piezas entre perdidas y entre mal estado. Sintió rabia por un momento, celos, y una tristeza que no alcanzaba nada, que nada sobrepasaba… se había emocionado un momento con su libertad, pero de pronto allí estaba, con las cadenas de siempre, y era algo que la alondra veía claramente pero solo la fachada, y no lograba comprender, no era como simplemente escapar y ya.

-te digo que no puedes hacer eso…- decía en la soledad del baño, se desesperaba a si mismo hasta que su frente se ponía colorada, entonces tomaba un camino absurdo…

Salía del baño sin secarse, únicamente se tiraba la yukata encima y se libraba el pelo que le mojaba los hombros y por todo lo demás la tela se pegaba, pero no podía importarle menos, iba directo a la habitación de la nube y abría la puerta viendo el bulto que estaba en el piso, tan pronto y estaba alistado para dormir, entonces castañeaba los dientes y lo que hacia, era despegarle de sus sabanas y posesionarse sobre el atrapándole de los hombros y haciendo que le mirara fijamente, y que le escuchara hasta el final…

-eso no es verdad…- le decía escondiendo sus ojos entre el cabello, y con vos agonizante, estaba a punto de ladrarle la verdad a la cara, todas sus presiones, sus obligaciones, ahora salían a flote como un tronco que se hundió en el agua.

 

Lo agarraba por sorpresa, de manera inusitada en un momento de debilidad, no podía más que estar a la defensiva.

-¿Qué no es verdad?... ¿que eres un triste topo que finge ser feliz o que?...- estaba sobre el, en su cama, con esa actitud fuerte que pocas veces tomaba...era inadecuado en esos momentos, pero de no ser porque estaban discutiendo, se hubiera lanzado a sus brazos.

 

-¡yo nunca he fingido nada!... ¡¡lo que pasa es que no eres mas que un mocoso egoísta y creído, no escuchas a nadie y no sabes querer a nadie!!...- y por primera vez desde que había pasado al poderío de Cavallone se daba el lujo de llorar… lágrimas pesadas, las de un hombre de su índole que sucumbía a la presión, a la idea de una libertad que no alcanzaría nunca.

-¿¿¿te crees que no quiero largarme y que todos a la mierda??? ¿¿te crees que no me da envidia?? ¿¿¿Crees que no tengo ganas de comerte a besos y que esa mujer que eligieron para mi se valla a dar por culo ella misma??? … Kyoya… tu no sabes las ganas que tengo de…- se le quebraba la vos durante la ultima frase, y miraba de arriba abajo el rostro del mas joven de manera nerviosa, y lo único que atino a hacer, fue a dejarse llevar por el deseo y los malos consejos, bajando la cabeza hasta chocar con el otro y besarlo, pero no con parsimonia, si no con la violencia que ameritaba el momento, pasión alterada, ganas de arrancarle la boca impertinente, de exhumarle el alma de un abrazo…

 

Las lágrimas ajenas caían sobre su rostro como pesada lluvia. Se estaba desahogando de la vida que llevaba, él no lograba entender que era eso de amar tanto a la familia, al límite de darle tu vida por completo sin derecho a reclamar. El deseado beso llego por fin, sin control y rebosante de pasión como el anhelaba. Rodeaba con sus brazos la ancha espalda ajena, sin dudar ni un segundo en responder, disfrutando al máximo de aquel roce.

Sabia que Dino estaba fuera de si y que seguramente al otro día se arrepintiera de todo, y lo sacara de su vida como si nada hubiera pasado. Aun así...esa noche, en ese momento no quería pensar en nada más. Que el otro hiciera lo que quisiera consigo, que fuera tan egoísta como deseara, a diferencia de lo que creía el rubio el si sabía querer y esa noche se dejaría al embate de él, sin decir nada mañana, ni reclamar aunque le rompiera el corazón.


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