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Princess of china por Krad_Elric

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Notas del capitulo:

Finalmente les traigo la continuación de esta historia. Disculpen la tardansa, estuve muy ocupado con la escuela entre otras cosas, pero les prometí continuación y henos aquí.

Traté de resumirlo lo más que pude por que a decir verdad escribí demasiado para ser una continuación así que espero que me haya quedado bien.

 

No tengo más que decir más que ojalá que les guste y espero sus reviews para saber que es lo que les parció.

Una botella de vino tinto caía al suelo derramando el liquido sobre la fina alfombra que cubría el suelo. Naruto besaba con fiereza a un chico un poco mayor que él; de cabello rojo y despeinado. Sus movimientos eran bruscos y agresivos; el chico de mayor estatura empujó a Naruto contra la vitrina llena de licores, vinos y demás provocando que un ligero gruñido se escapara de sus labios; sin embargo esto solo sirvió para excitarlo más.

 

El pelirrojo desgarró la camisa de Naruto dejando expuesto su delgado cuerpo, tomó una de las botellas que había en el piso y vertió el contenido sobre su piel. Naruto se sobresaltó ante el contacto y abrió un poco más los ojos para darse cuenta de lo que sucedía.

 

Botellas rotas, la casa hecha un desastre,  su mejor amigo y él ebrios,  hace ya varios días que no veía a su ama de llaves que más que eso era como su protectora; no ejercía sus deberes como duque y lo peor de todo es que aún estaba completa y totalmente enamorado de aquel pelinegro que robo su ser.

 

 Todo era un caos.

 

- Gaara… detente – pidió Naruto mientras se sujetaba la cabeza que repentinamente le punzaba exageradamente.

 

- ¿Qué sucede? – preguntaba el pelirrojo sujetándose de un pequeño mueble debido al mareo.

 

- Vete… - fue lo último que dijo antes de arrojarse al suelo a vomitar y perder el conocimiento.

 

Cuatro meses habían pasado desde la última vez que el aroma de Sasuke se impregnaba en su piel, meses en los que su única salida se encontraba en el fondo de una botella, meses en los que miraba desde lejos la felicidad del Rey en la cuál él jamás había sido parte.

 

Cada momento en el que se encontraba sobrio se recriminaba por haberse enamorado, por haber buscado su propia perdición y por que no quería que todo eso se fuera.

 

Se rehusaba a seguir por que eso significaría que había terminado.

 

A la mañana siguiente el rechinar de la puerta lo despertó, sus ojos se abrieron con pesar mientras que el dolor de cabeza aumentaba hasta taladrar su cerebro, se levantó lentamente para encontrarse con Sarah en su típico uniforme color vino.

 

La mujer miró con tristeza el estado de Naruto, le dolía ver como cada día se perdía más y más, pensaba que de seguir así se dejaría morir. Empujó totalmente la puerta y se adentró con rapidez sujetándolo por un brazo para ayudarlo a incorporarse.

 

- Sarah… me alegra que regresaras – una mal formada sonrisa se escapó de sus agrietados labios mientras se sujetaba del brazo de la mujer.

 

- Naruto, me fui por una semana y te encuentro en este estado, esto no puede seguir así… - sus palabras fueron interrumpidas por un par de dedos del rubio.

 

- Regáñame después de que me bañe, por favor – pidió encaminándose con ayuda de la mujer hacia el baño que se encontraba justo a fuera de su habitación.

 

Mientras Sarah preparaba el baño, Naruto se limpiaba el rostro con una toalla húmeda frente al espejo, sus ojos azules ya no brillaban como antes; las ojeras cada vez eran más marcadas y su semblante daba lastima. Pasó la toalla limpiando su boca una vez más; un par de lagrimas escurrieron por sus mejillas, restregaba la toalla contra su piel con más fuerza cada vez,  pero su rostro seguía igual.

 

- Para, Naruto. Te harás daño – decía la mujer sujetando al rubio por los hombros quitando el trapo de su mano.

 

- ¿En qué me equivoqué Sarah? ¿Cuándo me convertí en esto? – decía mientras se observaba con repulsión.

 

- No te martirices más Naruto… - un fuerte golpe destruyó el espejo cubriendo el suelo del baño con pequeños trozos y algunas gotas de sangre.

 

- Me duele Sarah, cada vez que respiro; cada vez que despierto, en todo maldito momento me acuerdo de él… Yo no era así Sarah, yo no… - el rubio sujeto su mano herida con la otra estrujándola con fuerza ocasionando que más sangre brotara de las heridas.

 

El ama de llaves abrió una gaveta de madera y sacó un poco de alcohol y desgarró el forro de su vestido haciendo algunas tiras de tela con las cuales limpió y cubrió la mano del rubio.

 

Ni una sola palabra más se dijo, Naruto lloraba, finalmente se permitía ser vulnerable. Después de todo no era invencible como lo creía, pero al menos ahora se daba cuenta lo fuerte que era.

 

Después de tomar un baño y recobrar un poco el aliento, el rubio se vistió como antes lo solía hacer, peinó su cabello y por primera vez en mucho tiempo salió de su casa acompañado de Sarah.

 

Ella le describía cada detalle que se había perdido, su ducado al parecer se había enterado sobre lo que ocurría en su vida privada, lo cuál era por supuesto contraproducente, y a decir verdad el pueblo tenía razón; Naruto no había hecho lo que le correspondía, a pesar de que su padre había hecho un gran trabajo él había fallado, pero eso no era lo peor. Habían grandes problemas en el reinado; el clérigo también había escuchado los rumores sobre el amorío entre el rey y el conde por lo que al parecer no veían a Sasuke apto para gobernar. El reino estaba divido, había quienes creían que todo había sido una sucia treta por parte del conde, otros solo podían ver el pecado latiente y corrupto.

 

De la forma que fuera, al parecer esta vez no habría final feliz.

 

Naruto y Sarah se detuvieron frente a una tienda de fruta, Naruto tomó una manzana y la limpió con su saco para después introducirla a su boca y morderla dejando escurrir un poco del jugo por la comisura de sus labios. Sarah introducía unas cuantas papas en una canasta cuando repentinamente un sujeto tomó a Naruto por el cuello y lo arrastró fuera de la tienda. Naruto giró sobre sus talones e invirtió la posición tomando por el cuello al atacante que para su sorpresa era su pelirrojo amigo.

 

- Tranquilízate, inútil – decía Gaara mientras se liberaba del agarre del rubio.

 

- Eres un estúpido, pude hacerte daño –

 

- Claro – el pelirrojo hizo una pausa mientras le clavaba los ojos a Naruto manteniendo una sonrisa cautivante – ¿No lo piensas decir o qué? –

 

- No se a que te refieres – el rubio comenzó a caminar nuevamente hacia el establecimiento cuando fue frenado por el fuerte agarre de Gaara.

 

- Una disculpa, quiero que te disculpes por lo de ayer – repentinamente la perfecta sonrisa del pelirrojo se había esfumado y ahora un rostro serio ocupaba su lugar.

 

Naruto miró a los ojos un momento al pelirrojo para después soltar una carcajada que más que divertir al chico de los ojos verdes lo hizo enojar un poco.

 

- Me emborrachas, me seduces y después te desmayas. Esa no es la forma de tratar a alguien como yo y lo sabes – el agarré de Gaara se intensificó hasta el grado en el que comenzaba a cortar la circulación del brazo de Naruto.

 

- Te equivocas. No fue de esa manera… - las palabras de Naruto se ahogaron en el momento en el que divisó a lo lejos el carruaje real.

 

- Naruto, ¿te encuentras bien? – cuestionaba el pelirrojo observando el abrupto cambio en el color de la piel del rubio que si bien era blanca esta vez lucía fantasmal.

 

- Salgamos de aquí – finalizo mientras caminaba de regreso a su casa. Gaara observó como las orbes azules se llenaban nuevamente de lágrimas, justo como la noche anterior cuando Naruto alcoholizado le confesó su amor por el Rey. Al parecer después de todo, no mentía.

 

 

Dentro del carruaje yacía la pareja real; ambos se dirigían a la catedral a visitar al cura que debido a su condición medica terminal no podía salir con facilidad de la Iglesia. El cura mandó a llamar al rey con urgencia debido a todo lo que se estaba desenvolviendo en el reinado. Desde antes de que Sasuke naciera, el cura se había encargado de ser la persona principal a la cuál acudir cuando de asuntos importantes se trataba, era un hombre ya mayor, quizá de unos ochenta años, tal vez más. Ni el mismo recordaba su edad; pero por lo mismo es una persona de gran sabiduría, de ahí que fuera la persona con la cuál acudía el rey.

 

La reina Sakura levantó una mano y abrió la pequeña cortina del carruaje dejando ver a los pueblerinos hacer sus actividades diarias. Algunos tumultos de gente se formaban para saludar a los reyes; otros preferían abstenerse de interrumpir sus actividades para tener que lidiar con la infeliz pareja que más que ser marido y mujer eran dos extraños gobernando uno junto al otro.

 

Repentinamente los ojos de Sakura se posaron sobre la silueta de Naruto; a pesar de verlo de espalda su singular color de cabello lo delataba. Se llevó una mano a la boca y mordió su labio mientras cerraba nuevamente la cortina clavando esta vez la mirada en el piso. Un sentimiento lastimero inundó su cuerpo y su mente, hacía ya mucho tiempo que no lo veía o escuchaba hablar de él. Ella pensaba que se había ido del pueblo gracias a los rumores que había escuchado, pero después de todo estaba equivocada.

 

El rey que tenía su atención clavada en un libro levantó un poco la vista para observar la extraña actitud de su esposa. Los ojos de la reina observaron la tela de la cortina como si pudiese ver a través de ella y después observó a su esposo dándose cuenta de lo obvia que había sido. En ese preciso momento Sasuke lanzó a un lado el libro para abrir de un jalón la cortina y observar a Naruto en la lejanía.

 

- ¡Bejamin, detente! – gritó con su grave voz mientras abría la manija de la carroza y bajaba corriendo sin importarle ensuciarse el traje y los zapatos; sin importarle lo que la gente pensara, sin voltear a mirar a su esposa que sin poder retenerlo más comenzaba a llorar; sin embargo sus pasos se detuvieron al ver como el rubio era abrazado por otro chico de una manera mucho más que amistosa.

 

- ¡Señor mío!, por favor entre de nuevo, ¿Qué es lo que está haciendo? – cuestionaba  el consejero atreviéndose a tomar al joven rey por los hombros; sin embargo no hubo respuesta. Naruto seguía caminando y alejándose con ese otro hombre; Sasuke simplemente dio media vuelta y volvió al carruaje.

 

El llanto de la reina interrumpía el silencio, Sasuke miraba como Sakura secaba en vano sus lagrimas con un pañuelo que el mismo había mandado a bordar con las iniciales de ambos para la boda. Si bien su cuerpo y alma le pertenecía a Naruto en este tiempo junto a Sakura había desarrollado cierto aprecio hacia ella, no como él quisiera, pero realmente la quería y verla llorar por su culpa lo hacía sentir repugnante.

 

Levantó su mano derecha y envolvió en un suave agarre la izquierda de la reina. Por más duro que siempre se veía, no quería verla llorar, y ahora que había visto que Naruto finalmente lo había olvidado tal vez era tiempo de hacer lo mismo.

 

- Vamos Naruto, solo será esta noche y no beberás si no quieres, pero acompáñame – pedía insistentemente el pelirrojo tomando asiento en un sofá de color blanco algo empolvado.

 

- Ya te dije que no, Gaara. Tengo muchos asuntos pendientes que arreglar. Mira este lugar por dios santo, todos mis trabajadores se han ido, mi ducado me detesta y… -

 

- Todo este tiempo has estado dentro de tu casa lamentándote, no te has dado ni un momento de diversión desde hace meses. Dime cuando fue la última vez que saliste para divertirte – interrumpió el pelirrojo tomando del hombro a Naruto el cual miraba ingenuo a su amigo.

 

- Pero no es el momento preciso para divertirme, tengo responsabilidades –

 

- Así es, deberías estar en este momento pensando que harás con los impuestos que supuestamente se han estado cobrando en tu nombre – decía Sarah mientras entraba a la casa seguida de un par de mujeres que antes solían trabajar para Naruto; las cuales, inmediatamente hicieron una reverencia al rubio y comenzaron a limpiar la casa.

 

- ¿De qué estas hablando? – el tono de voz del rubio aumentó a la par que se ponía de pie.

 

- Me refiero explícitamente a un fraude. Algún bribón anda por tus territorios exigiendo impuestos excesivos con un papel supuestamente firmado por ti. No se como si quiera puedes estar pensando en salir a divertirte cuando hay problemas más grandes que atender –

 

Naruto escuchaba estupefacto. Cada vez tenía mas cosas que cargar pero apenas y podía mantenerse en pie. Jamás pensó en todas las repercusiones que habían surgido en los últimos meses en los que se había perdido en el alcohol.

 

Se levantó y comenzó a caminar hacia la gaveta de los licores encontrándola vacía, al parecer Sarah se había encargado de sacar cada gota de vino y ron de esa casa.

 

- Señorita Sarah, con todo respeto… - Gaara intentó abogar por Naruto, sin embargo fue callado por la mujer.

 

- Tu, muchacho. Deberías estar con tu padre. Si el supiera en todos los líos que te metes seguramente te desheredaría. Es momento de madurar – finalizó lanzándole una mirada fulminante a Naruto y después salió de la habitación.

 

Esa misma tarde Naruto se dio a la tarea de buscar a aquellos que al parecer habían falsificado su firma para robar el dinero de los aldeanos; sin embargo no encontró rastro alguno de ellos. Aparentemente el pueblo entero estaba en su contra no solo por el escandalo del rey; también por ladrón, sin mencionar que ese día estuvo cerca de Sasuke y ni siquiera pudo mirarlo una vez más.

 

La noche pronto llegó más fría que la anterior. Al parecer el invierno se acercaba rápidamente. Naruto se encontraba en su habitación haciendo cuentas de todo el dinero que había sido robado y a decir verdad era una cantidad bastante grande. La cabeza le dolía y estaba muy estresado; solo deseaba un poco de Ron en ese momento, era lo único que pedía para poder regresar a trabajar, pero debido a que su ama de llaves había desaparecido cada maldita botella solo podía quedarse con el deseo. Repentinamente recordó que el pelirrojo lo había invitado a una taberna a pasar el rato, tal vez si solo bebía un poco podía concentrarse mejor.

 

Se cambió de ropa a una un poco más casual y salió por la puerta trasera de la casa que daba justo frente al establo. Ensilló a su caballo preferido y se dirigió hacia la taberna.

 

La música se podía escuchar a lo lejos, había bastante movimiento a pesar de que la temperatura había descendido abruptamente, sus ojos le ardían por el viento frio y su cuerpo temblaba debido a la poca ropa que llevaba.

 

Una vez que dejó a su caballo comenzó a caminar hasta adentrarse en la taberna. Varias miradas se posaron sobre él, algunas curiosas, pero en su mayoría llenas de rencor y repudio.

 

Naruto tomó asiento en una mesa sola que encontró e inmediatamente pidió una botella de ron, la cuál bebió como si estuviera deshidratado. Justo en ese momento un sujeto de gran tamaño se acercó a él arrojando de un golpe la botella.

 

- ¿En esto te gastas el dinero que con nuestro trabajo ganas?, ladrón – la música paró y la gente centró su atención en el rubio.

 

- Yo no… - no pudo terminar la frase debido a un fuerte golpe en el rostro que lo derribo de su asiento. Inmediatamente se puso de pie llevándose una mano a la cabeza debido a una fuerte punzada. La gente gritaba y le lanzaba vasos y demás objetos; el sujeto estaba apunto de volver a golpear a Naruto cuando Gaara apareció cubriéndolo con su cuerpo.

 

- ¡Están equivocados, Naruto no les ha robado nada! – gritaba en vano ante el exceso de ruido que había.

 

Otro hombre caminó por detrás de Naruto y lo golpeó en un costado obligándolo a doblarse de dolor, esta vez debía defenderse.

 

El rubio giró sobre sus talones y de un golpe dejó inconsciente al hombre, su cabeza sangraba y sin embargo no se detenía. Hizo a un lado al pelirrojo y se abalanzó contra el enorme sujeto frente a él golpeándolo en el rostro y derribándolo con algo de trabajo; debía salir de ahí, realmente había cometido una estupidez al salir a la calle a sabiendas de que el pueblo lo odiaba. No había más remedio.

 

Gaara lo acompañó hasta la salida ayudándolo a subir al caballo para que pudiera marcharse.

 

Esta vez no había marcha atrás, si alguna vez en la vida se había sentido solo, no se comparaba con ese día. Pero sobre todas las cosas lo que más le dolía aún era saber que Sasuke era feliz sin él.

 

Esa misma noche escribió una carta sellándola con su propia marca. Iba especialmente dirigida al rey.

 

            “En estos últimos meses me he dado cuenta que el tiempo no puede curarlo todo. Intenté olvidarte de toda manera posible, incluso traté de borrar mi sano juicio para alejarme de la realidad, pero todo fue en vano.

 

 No fui suficiente para ti.

 

Perdí toda soberanía en mi ser el día que te conocí, tal vez no debí dejar que me domaras de una forma tan cruel, pero en los asuntos del amor yo no puedo elegir.

 

Ha pasado ya mucho tiempo y el frio no se va. Un frio que llegó el día en el que te separaste de mi.

 

No puedo respirar y no puedo seguir fingiendo.

 

Esta será la última vez que sabrás de mi. Entregaré mi titulo y me marcharé pues encuentro imposible vivir cerca de ti y saber que jamás estaremos mas lejos.”

 

 

Naruto

 

 

 

 

 

La noche pasó y una mañana nublada se hacía presente. Ese mismo día Naruto se presentó en la plaza principal para hablarle al pueblo, en especial a aquellos a los cuales les debía razones por ser el dueño de sus tierras.

 

Mucha gente se acercó a pesar de no tener nada que ver con el duque, el simple hecho de saber que se presentaría ante un pueblo que lo odiaba fervientemente invitaba a la muchedumbre a presenciar una casa de brujas sin igual.

 

“ El día de hoy, yo el Conde Naruto Uzumaki renuncio a mi titulo de conde para posteriormente abandonar el reinado.“

 

La gente comenzaba a hablar.

 

“ Sé que muchos de ustedes han sido estafados en mi nombre, y les aseguro que antes de marcharme me aseguraré de devolver cada penique que han perdido.”

 

Al parecer nadie creía nada de lo que decía, pensaban que simplemente quería escapar con su dinero.

 

Las mujeres comenzaron a lazarle lo que tenían a  la mano y los hombres simplemente se abalanzaban para poder golpear a Naruto para hacer justicia por su propia mano; sin embargo Gaara, sus amigos y algunos sirvientes protegían a Naruto.

 

Ladrón, enfermo, cerdo… los insultos no cesaban. El rostro de Naruto era firme sin embargo en sus ojos se podía ver que estaba siendo torturado, no solo por el hecho de que la gente con la que había crecido lo detestaban y lo querían muerto, si no por le hecho de que lo único malo que había hecho era enamorarse del rey.

 

¿Qué no les bastaba con verlo sufrir por amor?, también debían verlo vacío, sin esperanza y deseaban más que nada que los cuervos se comieran su carne.

 

Un hombre logró atravesar la pared humana que contenía a los aldeanos empuñando una navaja la cuál entró directamente en el estomago de Naruto. Gaara corrió y empujó al hombre del improvisado escenario. Naruto bajó la mirada hacia su estomago y observó la navaja incrustada. La sujetó con una mano y la sacó dejando escurrir sangre por su pantalón hasta el piso. Su mirada se nubló y calló al piso observando como en algunas caras había terror y en otras satisfacción.

 

Sarah se arrojó a un costado de Naruto pidiéndole ser fuerte y resistir. Una mano de Naruto sacó un sobre de su gabardina y le entregó la carta manchándola con un poco de sangre.

 

- Por favor, haz que le llegue a Sasuke – su voz se cortó y sus ojos se cerraron. Gaara rápidamente tomó a Naruto en brazos y comenzó a correr en busca del medico más cercano dejando a tras un completo alboroto.

 

 

Cuatro días pasaron. Al parecer el que solía administrar el dinero de Naruto junto con un par de trabajadores más habían sido los culpables del robo. Gaara se había encargado de encontrarlos y de hacer justicia.

 

Después de todo, Gaara iba a hacer un gran trabajo como duque una vez que su padre muriera.

 

 

 

En el castillo las cosas eran normales. La gente se movía de un lado a otro  haciendo sus respectivos deberes.

 

La reina se encargaba de los asuntos oficiales debido a que el rey aún no salía de su habitación. Días atrás en la charla que tuvo con el cura el le dijo algunas cosas que lo habían tenido completamente abrumado.

 

- Debes pensar en tu nación, un reino entero depende de ti – el anciano detuvo sus palabras ante una fuerte tos que acompañada con algo de sangre torturaba su decrépito cuerpo.

 

- Pero también debes pensar que el amor es la fuerza más grande que hay. Debes elegir muchacho, que es lo correcto… y lo que sanará tu alma en pena – tosió una vez más cubriendo su boca con un pañuelo y recostó su cabeza en las mullidas almohadas de plumas.

 

Sasuke tenía una deuda no solo con el reinado. También con su padre el día que le prometió reinar con orden y justicia, pero ante todo su padre le había pedido que jamás hiciera algo que no lo hiciera feliz.

 

 

La puerta del despacho sonó y un sirviente se adentró dejando un sobre en el escritorio donde la reina se encontraba leyendo.

 

            De: Naruto

 

            Para: Sasuke

 

La reina sacó un abrecartas de un cajón y rompió cuidadosamente el sello para leer el contenido.

 

Sus ojos se llenaron de lagrimas a la vez que cubría su boca con una mano graciosamente enguantada. Ya no había lugar a dudas, Sasuke realmente amaba a Naruto. Es por ello que jamás la besaba, que jamás la tocaba, que jamás le había dicho un te amo. Su corazón no le pertenecía.

 

La reina se encaminó hacia la habitación real con la carta en la mano. Giró la perilla y para su sorpresa se encontró con un perfectamente vestido Rey casi listo para hacer los deberes. Ella lo miró unos segundos y posó su mano derecha en la mejilla del Rey para después depositar un tierno beso en sus labios; colocó la carta en sus manos y dio media vuelta para terminar con los documentos. Se dirigió a la puerta y la abrió.

 

- Esa noche el cura me dijo una cosa que debes saber – la voz de la reina era cortada pero firme en sus palabras.

 

- Dijo que si amaba realmente algo que no me pertenecía, debía dejarlo ir – un par de lagrimas se escaparon de sus ojos mientras una sonrisa nostálgica se formaba en sus labios.

 

- Yo decido dejarte ir Sasuke – finalizó saliendo de la habitación y cerrando la puerta.

 

Sasuke sacó la carta y comenzó a leer.

 

 

Naruto yacía sobre una enorme cama tapado con sabanas de seda dormido con la frente un poco sudorosa. En la habitación se encontraban Gaara, Sarah y el padre de Gaara que ya estaba al tanto de todo lo que había sucedido, sin embargo el había visto a Naruto como parte de su familia por lo que sabía que jamás sería capaz de hacerle algo malo a alguien.

 

La herida de Naruto no había sido lo suficientemente profunda para herir algún órgano, sin embargo estuvo muy cerca de hacerlo, por lo que debía reposar al menos hasta que la herida cerrara por completo.

 

Sarah intercambió unas palabras con el padre de Gaara y ambos salieron de la habitación para discutir sobre lo que sucedería después. Hasta ahora nadie se había dado cuenta de que tenían oculto a Naruto en esa casa, pero eso no duraría por mucho.

 

Gaara tomó asiento en la cama contemplando a Naruto en su sueño. A sus ojos siempre había necesitado cariño por más fuerte que se quisiera hacer, pero era muy difícil acercársele cuando él mismo lo impedía y lo que sucede aquí es que Gaara siempre había estado enamorado de Naruto.

 

Él sabía que no tenía posibilidad alguna, sin embargo con ser su mejor amigo le bastaba.

 

Naruto dio un suspiro y algunos flequillos rubios descubrieron su rostro en calma que bajo la luz de las velas invitaba a ser tocado. El pelirrojo levantó una mano y acarició la mejilla del rubio sintiendo su suave piel con el dorso de su mano.

 

- Si tan solo me dieras una oportunidad – susurró al viento.

 

Su cuerpo se inclinó hasta quedar a la altura del rostro de Naruto y lentamente besó los labios del ojiazul tiernamente. Su mano acariciaba el cabello rubio con tal afecto que bien parecía que temía hacerle daño si lo tocaba con más fuerza.

 

La puerta de la entrada sonó ocasionando que se separara de él. Se puso de pie y se asomó por la ventana observando un caballo real; sus ojos se abrieron en el momento en el que se dio cuenta de lo que significaba.

 

El rey había llegado.

 

Inmediatamente abrió la puerta y bajó corriendo las escaleras para observar que su hipótesis era correcta. El rey estaba frente a él hablando con su padre y con Sarah. Repentinamente sintió rabia hacia él, había hecho mucho para acercarse a Naruto y no iba a permitir que se lo arrebatara una vez más.

 

- Tu no tienes que estar haciendo nada aquí – se atrevió a levantarle la voz sin mencionar que le hablaba de tú con suma altanería.

 

- ¡Gaara, por favor. Es el rey, modera tu forma de hablar! – exigía su padre apenado, sin embargo no sabía lo que realmente pasaba entre ellos.

 

Sasuke reconoció a Gaara como el sujeto que estaba aquel día con Naruto. Levantó una mano indicándole al padre y a Sarah que se hicieran a un lado para que pudiera pasar; sus pasos firmes y seguros, su rostro serio. Había venido por él.

 

- ¿Donde esta Naruto? – preguntó con voz firme casi como una orden.

 

- A salvo de ti – siseó Gaara deformando su rostro a una mueca un poco tétrica listo para sacar al rey a la fuerza sin importarle las consecuencias.

 

- No lo volveré a repetir – un sonido en la planta alta llamó su atención a lo que inmediatamente se dispuso a subir las escaleras, pero en ese preciso momento una mano de Gaara lo detuvo.

 

- No te atrevas a subir – masculló entre dientes mientras cerraba su otra mano en puño.

 

- Detente Gaara – la cansada voz de Naruto se escuchó haciendo que todos levantaran la vista a las escaleras.

 

El rubio bajaba los escalones con calma; solo un bóxer blanco y una venda atada a su cintura cubrían su cuerpo del frio. Sus ojos se posaron en los de Sasuke y todo volvió a estar bien, sentía que el aire le regresaba, pero la única diferencia es que el pecho aún le dolía.

 

- Naruto no debiste… - el rostro y la voz de Gaara habían cambiado por completo. Inmediatamente se quitó el saco y cubrió con el al rubio.

 

- ¿Qué es lo que estas haciendo aquí?, ¿Cómo me encontraste? – intentaba sonar lo más indiferente que podía pero era casi imposible, solo quería golpear y besar al estúpido rey.

 

- El doctor me dijo donde estabas… he venido por ti –

 

Naruto se sorprendió ante lo que escuchaba, por un segundo casi había sonado como una idea plausible, sin embargo solo atinó a soltar una risa.

 

- Y a donde vamos, ¿Al castillo a vivir juntos los tres como una familia feliz? – no iba a permitir que se burlara de él, no una vez más.

 

- No Naruto, sólo tu y yo – los ojos del rey se dulcificaron, su voz casi sonaba como una invitación a la cuál Naruto no se podía negar.

 

El rostro del rubio se volvió serio una vez más; giró su rostro y le pidió a los presentes que por favor lo dejaran un momento a solas con el rey. Sarah dudó un segundo pero aceptó haciendo una reverencia y dirigiéndose junto al padre de Gaara a otra habitación. Pero Gaara, él no podía creer que Naruto estuviera cayendo en la trampa.

 

- No, yo no me voy – dijo el pelirrojo asentando sus pies en la tierra.

 

- Por favor, Gaara – pidió nuevamente el rubio, sin embargo el pelirrojo ni se inmutó.

 

- ¿No entiendes Naruto?, ¿Qué se supone que deba decir?... Está bien, me largo. Habla con él y regresa, vuelve a dejar que te humille y destruya otra vez –

 

- Eso no va a suceder… -

 

- Naruto, te amo –

 

El rubio se tomó unos segundos y clavó la mirada en Gaara. Su mandíbula se tensó y se acercó a él.

 

- Lo sé Gaara, pero yo no puedo corresponderte –

 

El pelirrojo miró unos segundos al rubio y después tomó un abrigo del perchero para salir de la casa.

 

Naruto cerró sus ojos un par de segundos y nuevamente los abrió, esta vez dirigiendo su rostro al pelinegro. Ambos se observaban sin decir nada, sus respiraciones se podían escuchar perfectamente. Después de tanto se tenían frente a frente, después de todo ese dolor , sufrimiento y soledad.

 

Sasuke dio unos pasos hacia adelante perdiendo toda la seguridad que alguna vez había tenido, levantó una mano y la pasó por el cabello del rubio acariciándolo como a un tesoro. Inmediatamente Naruto se alejó; deseaba más que nada volver a tocarlo, pero no podía, ya no…

 

- ¿A qué has venido? – preguntó nuevamente esperando escuchar una respuesta concisa que terminara con todo de una buena vez.

 

- Por ti Naruto –

 

- Ya deja de mentir – luchaba contra si mismo para no verse vulnerable frente a él, pero no podía hacerlo cuando cada célula de su cuerpo pedía a gritos su piel.

 

- No miento, no ha sido nada fácil para mi tampoco –

 

- Detente… ¡Ya basta, deja de decir mentiras! – la respiración del rubio se agitaba, sus manos temblaban y la herida comenzaba a doler.

 

- ¿Qué mas quieres que te diga Naruto?, solo hablo con la verdad… Estoy en pie pero tu tienes mi vida, no me digas que miento por que no sabes lo que es vivir sin ti – por primera vez escuchaba flaquear la voz del rey. Ambos estaban agitados, la impotencia y la desesperación invadía el ambiente. Se ahogaban, se ahogaban de amor y no podían expresarlo como era debido gracias a su enorme ego.

 

- Te atreves a hablarme de dolor cuando tu fuiste el que me arrojó de su vida como si no valiera nada… Tu no sabes lo que es el dolor, por más que corrí tratando de alejarme de ti a donde miraba estabas tu recordándome que no valgo nada. ¿Acaso no te di todo?... tenías en tus manos todo lo que soy y simplemente me destruiste…–

 

- Fui un estúpido, jamás lo habría hecho si no fuera para protegerte –

 

- Vete… -

 

- Naruto, entiende que si no estoy contigo no hay a donde más ir, tu lo eres todo para mi – la voz del rey se rompió y sus ojos finalmente comenzaron a llorar. Naruto cerró sus puños y le lanzó un golpe a la cara derribándolo contra una mesa.

 

- Ya no tengo nada que perder Sasuke, ya no puedo… - Naruto cayó de rodillas mirando el suelo con los ojos perdidos, su mente estaba en guerra entre lo que debía hacer y lo que sentía, pero en cualquiera de las formas, Sasuke estaba ahí.

 

El pelinegro se levantó del suelo y comenzó a gatear hasta Naruto tomándolo en su brazos, aspirando su aroma, sintiendo su calor y el palpitar de su corazón. Tomó su rostro buscando sus ojos azules y solo encontró una mueca de dolor; ambos se miraban, ambos se sentían y finalmente el rey besó a Naruto.

 

- Haré lo necesario para que sientas mi amor – susurró sin separar sus labios de los del rubio.

 

Naruto no pudo más y sucumbió dejándose llevar.

 

Los segundos se habían vuelto minutos hasta el grado en el que el tiempo ya no importaba, lo único valioso era que se tenían uno al otro.

 

Los besos se prolongaban como si al separarse fueran a perderse en el aire, se abrazaban como intentando fundirse uno con el otro hasta que la necesidad de aire los obligó a separarse.

 

Pero su momento no duró lo suficiente. La puerta se abrió con brusquedad dejando entrar a Gaara con un ojo completamente morado y manchas de sangre en su ropa.

 

- ¡Naruto… tienes que irte, vienen hacia aquí! – gritó el pelirrojo.

 

Los aldeanos habían obligado al doctor a decir donde se encontraba el rubio. Esta vez no iban a dejarlo escapar, la única forma de hacer justicia iba a ser por su propia mano y para ellos, Naruto ya no era más parte del pueblo.

 

Después de vestirse y prepararse, Naruto estaba listo para escapar, pero eso significaba que jamás iba a poder regresar, su impotencia era demasiada; no podía creer que ahora que tenía a Sasuke nuevamente debía irse del lugar en donde toda su historia había comenzado.

 

Un estallido se escuchó en la parte frontal de la casa, las llamas no tardaron en aparecer. Naruto subió a su caballo y miró como todos hacían lo posible por ayudarlo a escapar y justo cuando iba a comenzar a cabalgar, Sasuke apareció montado en su corcel junto a él.

 

- No te irás sin mi – el rey sonrió mientras su caballo avanzaba.

 

- Mi niño, pronto te alcanzaré, cuídate mucho – lloraba Sarah mientras ataba un bulto al caballo. Jamás pensó que le diría adiós de esa forma a Naruto, pero fuera a donde fuese ella lo iba a seguir una vez que él estuviera a salvo.

 

- Juntos siempre, Naruto – Gaara le extendía una mano a Naruto en señal de paz y hermandad. Lo amaba demasiado para no dejarlo ir a ser feliz; sus ojos verdes se volvieron cristalinos pero una bella sonrisa hacía de lado la tristeza.

 

Sasuke miró a Gaara y con una sola mirada bastó para agradecerle.

 

Los caballos comenzaron a galopar adentrándose en el bosque. Ni las nubes grises que amenazaban con llover ni el frio iban a impedir que ambos volvieran a estar juntos. De vez en cuando intercambiaban miradas para asegurarse de que no estuvieran soñando. Finalmente estaban ahí, los dos, hasta el fin.

 

Desde el castillo la reina veía la lluvia caer contra la ventana, su lagrimas no habían parado, pero sabía que había hecho lo correcto. Ella había perdido a un esposo, el reino había perdido a su rey, pero después de todo no había necesidad de despedirse.

 

Ambos caballos atravesaron la línea fronteriza, Naruto volvía a respirar, su corazón volvía a latir y sabía que todo iba a estar bien. Giró su rostro para mirar a Sasuke, ambos sonrieron y siguieron cabalgando hasta el horizonte.

 

 

Notas finales:

Sé que fue algo meloso y deprimente pero saben que cuando estas enamorado la verdad es que no eres tu mismo.

Nunca me han roto el corazón ni nada por el estilo pero intenté meterme en el personaje de Naruto y sentir lo que él, quizá exageré pero siento que así debió ser. De cualquier forma ustedes saben como es esto, no?

 

Muchas gracias por leer, dejenme saber todo lo que piensen y espero verlos pronto!


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