Atemu-sensei ayudo a Mokuba a vestirse con su traje blanco, saco y pantalón corto. Le cepillo el cabello y lo puso frente al espejo de cuerpo entero.
-Te ves bien-dijo el sensei
-¿Yugi esta listo?-preguntó Mokuba
-Si, esta en el invernadero, terminando la tarea de Biología, ¿t la hiciste ya?
-…me falto el resumen
Silencio. Mokuba quería estar atento para cuando llegara el taxi de Joey.
-Te ves muy tenso-dijo el sensei-, ¿Por qué no vas al jardín? Joey no tardara en llegar
-Me avisaras en cuanto llegue, cierto?
-Claro
Mokuba salió de la habitación, bajo, cruzo por un pasillo y llego hasta una puerta de cristal que daba al invernadero, en cuyos vidrios resonaban las gotas de lluvia. Allí estaba Yugi, copiando algunos enunciados, cuando sintió que su amigo se acercaba a el.
-Te ves bien-digo Yugi
-Ojala me sintiera igual, quisiera que Joey llegara ya, la presión me esta matando.
-No se porqué, ya te dije que Joey es una gran persona
-Quiero conocerlo, quiero ver como es…
La puerta que daba al invernadero se abrió y Atemu-sensei los llamo:
-Adentro, niños; Joey esta en casa.
Yugi comenzó a guardar sus libros, pero Mokuba corrió hacia dentro de la casa, hasta que llego a la puerta de entrada, donde Seto recibía con un abrazó a un extraño con gabardina color negro mojada por la lluvia. Cuando su hermano mayor lo noto, se separo del invitado y sonrió como lo hacia cuando estaban solos.
-Mokuba-dijo Seto-, te presento a Joey Wheeler
Mokuba no perdió de vista al invitado, y con sus enormes ojos castaños, vio al muchacho rubio, de bello ojos azules aparecer bajo esa gabardina. Lo miro por diez segundos y se acerco lentamente a el.
-¿Tu eres Joey Wheeler?
-Si, mucho gusto, Mokuba-kun
Joey se inclino para hablarle a la cara, y, cuando pensaba decirle otra cosa, Mokuba le pisó el pie rudamente y corrió antes de que su hermano o Atemu-sensei, que estaba entrando a la sala con Yugi, lo pudieran reprender.
-¡Mokuba!-gritó Atemu-sensei, mientras Seto llevaba a Joey a la sala a sentarse.
-Joey, lo siento-dijo Seto hincándose y quitándole el zapato-, el no se porta así, generalmente es educado.
-Esta bien-dijo Joey sonriendo
-, no duele mucho, fue mas la sorpresa que el dolor
-Yugi, trae hielo, por favor.
-Si, Kaiba-san-dijo el niño y corrió a la cocina.
-Seto, no es necesario…
-Hablare con el, espera un momento, si?
-¡No pasa nada!-gritó Joey al ver que su novio corría al jardín, hacia donde había visto escapar a su hermano. Allí ya estaba el sensei.
-¿Dónde esta Mokuba?-preguntó Seto
-No lo se-contesto el sensei-, no logro encontrarlo
Seto miro a su alrededor, pero no vio nada, ni uno movimiento que la lluvia no provocara. Nada le daba pistas en ese enorme jardín.
-Ve adentro-dijo el sensei-, yo lo seguiré buscando
-Esta bien.
Pero aunque esperaron, la lluvia se fue, y Mokuba no regreso, por lo que Seto decidió servir la comida sin él presente, aun cuando Joey le dijo que esperaran un poco más.
Yami Atemu y Yugi llevaron los platos a la mesa, y, antes de sentarse a comer, el sensei miro hacia la ventana. Sabía que Mokuba estaba bien; estaba escondido y molesto, quizás, pero estaba bien.
No se equivocaba, el Kaiba menor, solo estaba sentado en un paramo lejos de la casa, sentado entre las raíces de un árbol enorme, donde, cuando era pequeño, su hermano se sentaba con el a leerle cuentos. También recordó que, desde que su hermano comenzó a enamorarse, nunca más volvieron juntos a ese lugar.
-El es igual-hablaba para si mismo-, lo abandonara, y Seto se encerrara, y no querrá verme, y cuando salga, se pondrá a trabajar y volverá a ignorarme-lanzo una piedra directo al tronco de un árbol de cerezos, que cada que sentía el golpe, dejaba caer flores, creando una alfombra rosa alrededor.
-“Joey es una buena persona”, dice Yugi; es obvio que no lo conoce, yo solo lo vi una vez y me basto para saber que es tan sarcástico como Lain, y tan malvado como Pegasus.
Estaba por aventar otra piedra, pero se detuvo. Se puso de pie, tiro la piedra y se acerco al árbol, hincándose entre los pétalos. Tomo un puño en su mano y los dejo caer. Así estuvo un rato, era obvio que más que enojado, estaba triste.
Pasado un rato, se quedo dormido sin darse cuenta, hasta que escucho pisadas. Se levanto y vio que alguien se acercaba. Y entre los arbustos, apareció Joey.
-¿Qué haces aquí?-gritó Mokuba molesto
-Estaba buscándote, puedo hablar contigo?-preguntó sonriendo
-No
-¿Quieres que volvamos a casa?
-Si quisiera volver ya estaría allá, no crees?
Joey se sentó entre las raíces del árbol y miro al niño, cuya expresión de enojo era más que tierna, sentado entre las flores, bajo la luz del sol que se ocultaba, mientras el muchacho se quedaba en la oscuridad del árbol.
-¿En verdad te gusta mi hermano?-preguntó el niño
-Me gusta mucho
-¿Te gusta o lo amas?
-Seto es la primera persona que amo
-Claro-sonrió sarcásticamente-, la primera persona que amas en esta ciudad, cierto?
-La primera que amo en mi vida
-Dime algo…-se acerco y se quedo de pie frente a el, con esa tierna expresión de enojo-, ¿piensas casarte con el?
-La verdad es que no, ni siquiera pienso seguir con el ni un minuto más.
-¿Qué dijiste?
-Vine a caminar un poco para relajar mis ideas, y ya lo pensé, hoy regresare al hotel y volveré a casa, de cualquier modo, mi hermana esta esperándome.
-¡No puedes irte! Seto esta enamorado de ti, su corazón se romperá; no puedo permitir que eso pase de nuevo.
-Haz lo que quieras, no me importa
-¡Eres un maldito! No puedo creer que mi hermano se haya fijado en ti ¡Tu no tienes corazón! No sabes lo que es tener un corazón roto.
-Por eso lo hago
Mokuba lo miro a la luz del crepúsculo.