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Geist por Shun4Ever

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Notas del capitulo:

Quería dar las gracias a mis chicas que me han ayudado mucho:

Cris: Gracias por haberme devuelto las ganas de escribir. Gracias por estar ahí y por tu apoyo en todo momento.

Bry: Por que sin tus carreras esto no habría llegado nunca a ver la luz. Espero tu ayuda para el resto ;)

*Las apachucha a ambas* Gracias de verdad. ^^

Unas largas semanas habían pasado desde la llegada al pueblo de Virgia. La recuperación delos pequeños príncipes de Herno había finalizado y ya disfrutaban de las actividades para los jóvenes de esa edad. El joven Shun se las pasaba con el príncipe Hyoga, observando y deleitándose de toda la majestuosidad del castillo. Ikki, por otra parte, seguía al pequeño Shun sin perderlo ni a sol ni a sombra. No le gustaba ese rubio y menos desde que el pequeño Ángel se pasaba las veces hablando de él.

Se habían quedado hospedados en el castillo ante la insistencia de Hyoga, aunque para los adultos era una forma de camuflar la verdadera razón: Tener vigilados a los príncipes de Herno.

Dos de los mejores hombres del reino se encontraban para ese entonces buscando al que fuera el rey de Herno con la finalidad de llevarlo al castillo, en donde el mismo rey Shaka le ayudaría a emboscar al rey de Konra.

Los príncipes junto con Mu y Saori partirían al día siguiente hacía la aldea de Lora, en donde Aiacos ya les debía estar esperando de nuevo. Tan sólo les faltaba alistar los caballos en el carro y podrían partir tranquilos. Lo que no esperaban era lo que iban a presenciar esa misma noche.

Hacía unos días, al oeste del reino de Virgia, en la zona limítrofe con el reino de Herno, dos hombres esperaban para entrar en una casona de aspecto abandonado. Pudieron colarse por el pequeño establo de la construcción y accedieron a la zona habilitada. Aunque intentaron no ser vistos, una de las ramas secas crujió llamando así la atención de dos de los muchachos que guardaban la entrada.

Se escondieron tras unos árboles para después lanzar una pequeña roca hacia el lado contrario de donde estaban. Cómo esperaban los dos guardas con capucha se dirigieron hasta el lugar para ver de donde provenía el sonido.

Al verlos pasar con los leves rayos de luna pudieron apreciar que se trataba de dos muchachos jóvenes, vestidos con ropajes nobles y armaduras de un tono gris oscuro. Se sorprendieron pues sus ropas no distaban más que en los colores de las suyas propias. Aun así, estaban ahí para cumplir órdenes. Se acercaron lentamente por detrás y les golpearon la cabeza con el mango del puñal. Recogieron sus cuerpos y los dejaron en el bosque, cambiando sus atuendos mutuamente.

- ¡Vamos! – Ordenó el mayor de los gemelos mientras se colocaba la capucha y partía hacia la casa.

El menor miró a los dos muchachos en el suelo y suspiró lamentando lo que habían hecho antes de partir con su hermano. Sin mayores conflictos, entraron en la casona y buscaron con la mirada su objetivo.

- Aquí no está. – Habló severo el gemelo mayor.

- Arriba. Las escaleras.

Ahora fue el menor el que tomó la iniciativa, subiendo con cautela los peldaños, escuchando y preparado por si se daba un nuevo encuentro. Cuando los peldaños acabaron observaron ambas salas y optaron por tomar cada uno una de las salas. Kanon fue al ala derecha y Saga tomó la izquierda. Abrían despacio cada una de las puertas, tratando de no llamar la atención de los posibles habitantes. Cuando no quedó más que una de ellas, Kanon se dispuso a entrar mas nunca llegó a hacerlo pues la puerta se abrió ante sus ojos. No podía creerlo. Estaba ahí de pie frente a él. Vivo. No pudo más que hincar la rodilla.

- Su majestad, mi hermano y yo hemos venido a llevarlo a palacio.

Hades, sorprendido por la presencia y ese trato, hizo que el hombre frente a él se levantara de esa incómoda posición, tomándolo del mentón.

- ¿Nos conocemos caballero?

Kanon afirmó con la cabeza ante de levantarse.

-  Así es, mi señor. Mi hermano mayor y yo somos los misioneros del rey Shaka. Hemos estado en contacto con usted durante mucho tiempo antes de los acontecimientos recientes.

- ¿El rey Shaka? – Apretó los puños al recordar a aquel hombre que se había hecho nombrar así y se llevó a sus sobrinos con él. - ¿Qué desea el rey Shaka?

- Nos ha mandado para acompañarle a palacio, mi señor. Nosotros le escoltaremos hasta que esté a salvo en aquel lugar.

Para ese entonces, ya habían llegado de nuevo a la escalera en donde Saga acababa de llegar. Al ver al rey, intentó hacer el mismo acto de sumisión pero Hades se lo impidió.

- No será necesario. Tu hermano ya ha respondido por los dos. Pero debo saber que es lo que desea exactamente el rey Shaka de mi humilde persona.

- Señor Hades – Habló ahora el mayor de los hermanos. – Desconocemos que es lo que desea hablar nuestro señor con usted pero sin duda es de extrema necesidad que nos acompañe hasta llegar a palacio.

Hades miró a los dos hombres y suspiró. Había visto a Shaka hacía unos meses y no le resultó para nada perturbador. Si quería hablar con él debía ser algo importante. Quizás ahora si le diría el paradero de sus pequeños.

- Daré órdenes a mi gente y podremos partir de inmediato.

Bajaron juntos a la sala y accedieron a la cocina, en donde otros dos guardias se levantaron posicionados en combate al ver a esos dos intrusos tras su rey. Hades alzó una de sus manos al tiempo que negaba y los hombres relajaron la posición pero no destensaron los músculos hasta que no escucharon las órdenes de su señor.

- Estos caballeros me van a acompañar hasta el palacio de Virgia, en donde el rey Shaka reclama mi presencia.  Espero que para mi regreso tengan noticias e informes de palacio. Quiero recuperar cuanto antes a mi princesa y sacarla de ese infierno. – Suspiró levemente – Espero contar con la ayuda de Shaka para esta empresa. Cuento con ustedes.

- Así se hará señor.

Tras las breves indicaciones dadas, los tres hombres salieron rumbo al establo en dónde Hades liberó a Kagaho de su lugar de reposo y comenzó a colocarle la silla de montar.

- Traernos a nuestros caballos y saldremos de la casona. Mi señor, debería de colocarse una capa. No podemos arriesgarnos a que le pase nada.

Cómo respuesta, Hades sacó una espada de uno de los sacos que portaba el equino cercano y buscaba un cinturón para llevarla.

- Creo que recuerdo cómo defenderme.

Los gemelos se miraron entre ellos y asintieron. Kanon fue el que se quedó ayudando a Hades mientras Saga corrió hasta el bosque cercano, en dónde habían dejado a los caballos atados. Regresó unos minutos más tarde y los tres hombres partieron a trote hasta su destino.

Ese mismo amanecer en el palacio, Mu se encargaba de llevarse a Ikki junto a Shaka a una de las recepciones del pueblo, con la clara pero oculta intención de que aprendiera que se realizaba en ellas. Mientras, en el palacio Hyoga acompañaba a Shun hasta las caballerizas. Al parecer la pequeña Andrómeda había entablado amistad con el imponente Cisne y ambos dueños visitaban a los equinos en cuanto tenían ocasión. Empeñado como estaba, sacaron sólo a la yegua del establo siendo Hyoga quien llevara las cuerdas.

Pasearon por los alrededores de palacio y se adentraron en un pequeño pero privado bosque. Llegaron hasta un arrollo, en donde dejaron libre a la yegua mientras ellos se acomodaban en la sombra de un inmenso sauce.

- No quiero irme

Rompió el hielo el joven ángel, recostándose en el hombro de su amigo. Éste aunque un poco nervioso correspondió el gesto, atrayéndolo más a su cuerpo con el brazo y besando su cabellera castaña.

- Yo tampoco quiero que te marches Shun.

- ¿Sabes? – Preguntó el menor sin siquiera mover su posición – Contigo me siento diferente. No es como cuando estoy con mi hermano mayor. Contigo… Estoy tranquilo.

Los colores se agruparon en las mejillas del rubio que miró hacia la equina con la esperanza de que Shun no alzara la cabeza o se delataría.

- Sí – Dijo cómo pudo – Yo también estoy bien contigo.

El resto de la tarde fue tranquila para ellos dos. El momento de regresar había llegado. La pequeña Andrómeda se había puesto un poco arisca por lo que Hyoga tuvo que ayudar a Shun a subir sobre el equino. Se posicionó en su espalda y sujetó con firmeza la silla. No pudo más que sonrojarse de nuevo al notar el pequeño cuerpo cerca del suyo, a sólo milímetros de ser tocado. Aspiró su aroma y trago la saliva al ver el perfecto trasero del muchacho pasar por su cuerpo hasta llegar arriba. Soltó el aire de golpe y tomó impulso para subir y colocarse tras el muchacho, de nuevo, rodeándolo con sus brazos al tiempo que sujetaba las cuerdas.

Cuando llegaron se dirigieron cada uno a su habitación para asearse y prepararse así para la cena. Hyoga entró con apuros y alterado a la ducha. No era la primera vez que su cuerpo clamaba por el del pequeño pero en ese momento, habría jurado que esa tarde ese endiablado pequeño se le había insinuado. Bajo el agua de la tina su miembro se erguía con ansia… No pudo más que comenzar a tocarse mientras cerraba los ojos para centrarse en la sensación de ese cuerpo cerca del suyo.

Unas habitaciones más a la izquierda, el pequeño Shun canturreaba mientras jugaba con las burbujas de su baño. Siempre que estaba con su amigo Hyoga se sentía inmensamente feliz pero al tiempo se ponía nervioso. Recordó el momento en que tuvo que ayudarlo a subir a su yegua y se sumergió por completo en el agua para quitarse los repentinos calores. ¿Qué le ocurría? Sacó de nuevo la cabeza cuando se quedó sin aire y pudo notar como su corazón latía desbocado. Eso no era producto del agua, de eso estaba seguro. Se llevó las manos al rostro para ocultarlo y ahogó un grito eufórico al pensar en el calor que emanaba del cuerpo de Hyoga. De pronto notó un cosquilleo en su entrepierna, bajó las manos del rostro y salió del agua para mirarse mejor. ¿Qué era eso? ¿Por qué estaba así de duro? No se acababa de despertar para que estuviera en esas condiciones. Pestañeo un poco antes de comprobar su estado. Se volvió a recostar en la tina y siguió masajeándose creyendo que con esa temperatura se le bajaría la hinchazón. Las imágenes y las sensaciones que había compartido durante esos meses con Hyoga. El corazón le latía desbocado, como queriendo salir de su pecho. Se levantó y salió despavorido de la ducha, casi cercano al llanto.

Fuera, en la habitación Ikki anotaba todo lo que había visto en el juicio. El día había trascurrido de lo más interesante para él. Cuando vio salir a Shun de esa guisa, soltó la pluma y se apresuró a llegar a él y secarlo con la toalla.

- ¿Qué te ocurre Shun? ¿Estás bien?

- No lo sé – Decía mientras se secaba las lágrimas – Tengo mucho calor y… – Se avergonzó y bajó la mirada para separar un poco la toalla mostrándose así ante su hermano.

Ikki no pudo más que ahogar una risa. Sabía que le ocurría a su hermano pues él mismo pasó por ello a su edad pero se veía tan gracioso que lo único que le pedía el cuerpo era estallar en tremenda carcajada.  Carraspeó mientras secaba el cabello de su hermano menor.

- Es algo normal a tu edad. Tu cuerpo se está despertando. – Ante la respuesta Shun se limpió las pocas lágrimas que le quedaban y miró a su hermano mayor con intriga.

- ¿Despertando? – Un suspiro por parte de Ikki siguió a la pregunta.

- Verás…. Cuando nos hacemos mayores descubrimos… Cosas… Situaciones o roces, no sé… Que nos hacen sentir de manera extraña y que hacen que nuestro cuerpo reaccione de esa manera… Como ver a una mujer bonita, ¿Viste alguna?

Shun negó con la cabeza antes de responder.

- Estuve toda el día con Hyoga. – De nuevo un latido intenso en su pecho al recordar su proximidad – Vi a la mucama al llegar. Ella es bonita.

- ¿Ves? No debes preocuparte. Ve a la tina y acaba con tu baño. – Levantó a Shun y lo llevó hasta la puerta del aseo – ¡Oh! Y no te asustes de lo que veas después – Dijo señalando la entrepierna de su hermano menor y sonriendo -  Es algo normal. Eso sí, deja que el agua de la regadera te limpie después. Saldrás nuevo.

Shun no entendió nada de lo que le dijo su hermano y sin embargo regresó a la tina cómo le había indicado. Se dejó caer lentamente bajo el agua y sin querer, de nuevo le invadió esos calores que previamente había sentido. Se preguntó que quiso decir Ikki con “no te asustes de lo que veas después” y por curiosidad comenzó a tocar el pellejo que colgaba de su entrepierna. Las cosquillas volvieron a aparecer. Sonrió pues le estaba resultando gracioso. Después de unas cuantas caricias comenzó a ponerse duro y duplicar su tamaño. Notó como los calores invadían hasta sus orejas pero siguió produciéndose ese gustito en la entrepierna. Cerró su puño sobre esa carne y comenzó a masajeárselo cada vez con más ganas. Se mordió el labio pues parecía que quería gritar al tiempo que llevaba la mano libre a la boca. De pronto notó unos fuertes espasmos y un líquido blanquecino salió de su entrepierna. Lo examinó con la mano ensuciada y corrió hasta ponerse bajo la regadora para limpiarse. Tal y cómo Ikki le había indicado salió nuevo del baño aunque un tanto avergonzado.

Ikki rio con ganas al ver salir todo colorado a su hermano menor. Se acercó a Shun y besó su cabeza.

- No te avergüences pequeño ángel. Ya eres todo un hombre.

Bajaron al salón juntos, hablando para no pensar en lo ocurrido hacia un momento. Necesitaban disfrutar de su última noche en el lugar. Sus padres y ellos solían cenar con la familia real, cosa que Ikki aún no comprendía pero no se quejaba. La comida era muy buena y le gustaba conversar con Shaka sobre el tejemaneje del reino.

Estaban por comenzar a cenar cuando la puerta del salón se abrió de improvisto. Dos hombres se presentaron frente a ellos, gemelos a toda certeza, se aproximaron y quedaron arrodillados ante su rey.

- Lamentamos la demora, mi señor. Esta aquí.

Cómo respuesta y al reconocerlo, Shaka se puso de pie y Mu miró a su primo con sorpresa e intriga.

- Háganlo pasar, rápido. – Los muchachos se apresuraron a salir del salón y Shaka miro a una de las muchachas – Prepara un cubierto más por favor Ellen.

Una reverencia y la muchacha desapareció por la puerta de servicio. Ikki miraba a Hyoga y este les regresaba la mirada alternativamente junto a su padre. Iba a preguntar quién alteraba así a su padre cuando de nuevo la puerta de la entrada se abrió para dar paso a un hombre alto,  moreno y de ojos azules cual mar. “No puede ser” pensó Ikki al ver a ese hombre. Se levantó de su asiento y se acercó al hombre moreno.

Por su parte, Hades entró en la recamara pensando encontraría al rey Shaka a solas. Cuando la puerta se abrió, sus ojos vagaron por los allí sentados hasta que encontró a dos criaturas que le llenaron el alma. Ni siquiera pudo hablar con el mismo rey. A grandes pasos llegó hasta el mayor de los hermanos que había avanzado hasta él. Se quedaron a escasos metros ante la atenta mirada de Shun, que no comprendía la situación.

Los ojos del mayor se llenaron de lágrimas. Alzó las manos para acariciar las mejillas de Ikki y este se lanzó a su cuello sin protesta alguna.

- ¡Mi pequeño inmortal! – Besaba sus cabellos al tiempo que casi alzaba al niño entre sus brazos. – ¡Pensé que os había perdido! – Se separó de golpe al ver la sorpresa en el rostro del otro muchacho.

Ikki se limpió con un gesto tosco las lágrimas, como queriendo aparentar ser “mayor” para esas cosas y miró a Shun. Iba a explicarle que ese hombre era su padre pero el mayor se adelanto. Se acercó hasta el castaño y lo encerró en su abrazo tras caer de rodillas y quedar a su altura.

- ¡Mi ángel! ¡Mi pequeño! ¡No sabes cómo te he extrañado!.

Shun no entendía nada de lo que estaba pasando, aun así se dejó abrazar mientras con la mirada buscaba la de su hermano, que se había acercado para participar en el abrazo conjunto. 

Notas finales:

De nuevo siemto la tardanza y prometo intentar traer el siguiente con mayor prontirud.

Gracias por esperar.

Gracias por leer.

Gracias por comentar.

Gracias por la confianza.

Gracias por estar ahí.

Cuídaros mucho!! *3*


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