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Geist por Shun4Ever

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¿Qué había salido mal? ¿En que momento el plan había fallado? Unos segundos tan apenas y estaba siendo arrastrado por unos hombres armados hasta no sabe dónde. Pataleaba, mordía, pellizcaba, golpeaba, gritaba…. Todo era inútil pues lo único que conseguía era que apretaran más el agarre hasta causarle daño. Lo soltaron de golpe y cayó en el suelo una vez al meterlo en una especie de mazmorra. Se levantó y comenzó a correr para escapar de ahí pero la puerta cerró antes de que él llegara. Golpeó con todas fuerzas ese duro trozo de madera hasta que se dejó caer despacio, resbalando por la puerta y quedando en sus rodillas con la frente apoyada en ésta, llorando y maldiciendo su suerte.

Su llanto cesó de golpe al notar una mano en su hombro. Volteó asustado y se levantó para quedar pegado a la pared. No esperaba encontrar a nadie en el lugar. El corazón le latía desembocado. Enfocó la vista para intentar ver quien había en esa mazmorra además de él.

- No te asustes pequeño.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente al escuchar el tono de voz. Era una mujer. ¿Qué podía hacer una mujer en un lugar tan apartado? De a poco se le fue acercando intentando ver su rostro a través de la luz que entraba por la ventana enrejada.

- ¿Estás bien? ¿Te han herido?

La mujer apuro el paso hasta quedar cerca del muchacho y tomó sus mejillas para comprobar su estado.

- Ese desgraciado. ¿Qué le has hecho para que te haya traído hasta aquí?

El muchacho quedó embelesado por los ojos oscuros de la mujer y el suave tacto de su piel. Tomó su mano y le llevó hasta la ventana para observarlo a través de la luz. Sus manos, su cara, sus ojos miraba todo con detalle. Palpó su espalda y su pecho buscando algún leve rasguño hasta que llegó a un lateral, en donde el muchacho soltó un leve quejido.

- Ven conmigo. Te curaré.

Acompañó a la extraña hasta la cama y se quitó el blusón para poder ser curado. Un enorme arañazo rodeaba su costado. La mujer ahogó un pequeño grito al ver la herida y sacó el botiquín oculto de bajo de la cama.

- ¿Cómo te han hecho esta herida?

De nuevo, cómo todos los días se alistaban para el cambio de guardia. En lo alto de las murallas, cerca de la torre vigía del este, diez guardias hablaban de cómo había ido la noche y otros tantos llegaban bostezando y cargados con lanzas y arcos. En el momento en que los guardias se juntaban en un punto intermedio, un tremendo estruendo resonó en sus oídos. Cuando quisieron reaccionar fueron lanzados por los aires de un solo golpe. Un dragón negro se posaba en donde antes estos hombres dialogaban, haciendo sonar un alarido colérico hacia el cielo.

- ¡Dragones! – Exclamaron los guardas desde todas las posiciones de la muralla.

Los guardianes humanos se aglomeraban cerca de la torre este. De la nada enormes catapultas se hacían visibles y eran preparadas para lanzarlas hacia el dragón que no les apartaba la vista. Otro sonido y un nuevo rugido salió de la bestia incendiando la madera que encontraba en su paso. Los guardias posicionados delante preparados para lanzar sus flechas fueron alcanzados por el fuego. Los gritos de los guardias se unían al crepitar de la paja de los tejados y los chasquidos de la madera al prender.  El oscuro dragón extendió sus alas y se lanzó hacia el cielo perdiéndose entre las nubes bajas de esa mañana.

- ¿Y Ronda? – Preguntó una vez estuvo oculto a los ojos de los humanos.

- En el calabozo. Está asustada – Respondió Zarin.

 - Tengan cuidado.

Los tres dragones separaron su vuelo. Los dos dragones adultos se lanzaron en picado para distraer a los guardas con su acrobacia y pirotecnia. Los guardias que seguían en pie trataban por todos los medios de herir o alcanzar a los dragones pero volaban demasiado rápido y no conseguían atinar la puntería.

Mientras en la parte trasera el menor de los dragones volaba a ras de suelo con la intención de no ser percibido aprovechando así la distracción de sus hermanos. El pequeño Shun había bajado de su grupa y corría a su lado, asegurándose que nadie les viera. Cargaba el arco y lanzaba las flechas con una puntería envidiable, siguiendo las instrucciones bien inculcadas de Mu.

- ¿Quién va? – Preguntaron desde la entrada de la mazmorra.

Shun se escondió tras un pilar aprovechando la oscuridad del lugar. Aguantó la respiración mientras esperaba a que los pasos se dejaran de escuchar cerca. Despacio se asomó levemente por el pilar aferrando fuerte el arco, comprobando que se había marchado el guardia. En su posición afinó el tiro y lo lanzó derribando así a uno de los guardas de la dragona. La pequeña plateada había sentido a Geist por lo que llamó la atención de los presentes removiéndose en sus cadenas. Shun recargó el arco y lo lanzó de nuevo matando a otro hombre en el proceso. No podía pensar en lo que hacía o no podría ayudar a su amigo en el rescate de su hermana menor. Cargó de nuevo el arco para lanzárselo a otro de los guardas cuando un hombre se colocó tras él sin que se diera cuenta.

- ¿Te diviertes pequeño?

Un golpe en la cabeza la hizo caer al suelo un poco mareado. Notó cómo el hombre le tomaba del brazo y lo acorralaba contra la pared. Sacó de su morral un cuchillo que siempre llevaba encima y lo lanzó contra la cara de su agresor, provocando un grito en el hombre y una enorme raja en su cara. El hombre se separó por el impacto del golpe y Shun salió corriendo para luchar contra los guardias que aún tenían apresada a la dragona. Desde el lado contrario, Hyoga e Ikki entraban con espadas en mano a la carrera, lanzándose contra los que eran sus enemigos. Droy y Zarin seguían llamando la atención del os guardas mientras Geist salió de uno de los costados lanzando colazos y zarpazos a todos los que se ponían en su camino. Llegó hasta su hermana y con fuerza consiguió romper las cadenas que la mantenían presa.

- ¡Geist! ¡El ala!

- ¡Rayos! – Rugió el dragón azulado al ver que su hermana estaba seriamente lastimada – Voy por Droy. Aguanta un poco más. – Salió de nuevo para llamar a su hermano mayor y comentarle el estado de Ronda.

Fuera Droy seguía lanzando fuego a los guardias mientras estos lanzaban desesperados las catapultas y las ballestas. Una de ellas rozó uno de los costados de la dragona haciéndola rugir con furia y desviar levemente su rumbo.

- ¡Zarin!

Un nuevo rugido por parte del dragón negro y bajo a ras de suelo para enfrentarlos desde ahí, dándole tiempo a su hermana a recuperarse. Rugió con toda su furia quemando a los presentes, matándolos a zarpazos, aplastándolos con zarpas y cola. No permitiría que nadie ni nada dañara a su familia y menos un atajo de insignificantes humanos. Dos de los guardas quedaron de pie paralizados por el miedo. Droy rugió en su dirección y se lanzó a ellos para arrancarles parte del cuerpo de un solo mordisco. Escupió el bocado y pasó por sobre los que quedaban hasta llegar a donde su hermana se había dejado caer.

- ¿Puedes volar?

Un leve ronroneo salió de la garganta del dragón. Zarín desplegó de nuevo las alas y aun con un leve rugido comenzó a moverlas para elevarse y seguir con el plan.

- Vamos.

Iban a despegar de nuevo el vuelo cuando Geist se acercó hasta ellos.

- Ronda está herida.

- ¡Los portadores! ¡Insensato! – Un rugido por parte del mayor y apartó a Geist de malas formas para correr al encuentro de los únicos humanos que debían proteger.

Mientras en el interior de las mazmorras, los tres jóvenes se las apañaban para deshacerse de los guardas que aún quedaban en pie. Entre golpes y esquivos se habían dividido, cosa que les hacía un poco más complicada la tarea. Hyoga e Ikki miraban en cuanto tenían ocasión al menor de ellos, procurando su bienestar y velando por su seguridad.

Shun, por su parte aún un poco mareado por el golpe, había llegado hasta dónde estaba la dragona.

- ¡Tranquila! ¡Te sacaremos de aquí!.

Aferró la navaja y comenzó a hacer presión en el enorme candado que aún sujetaba a la dragona. Droy llegó en ese momento. Apartó a los pocos guardas que quedaban cerca y tras apartarse Shun, lanzó un zarpazo rompiendo el candado en varios pedazos. La pequeña Ronda quedó libre y entre todos la ayudaron a salir del recinto para comenzar con la huida. Una vez fuera, Droy se encargó de cargar a la pequeña en la grupa mientras Hyoga subía sobre Zarin preocupado por sus heridas que no hacían más que sangrar. Intentó frenar la hemorragia pero sólo consiguió mancharse de azul intenso sus prendas. Ikki se colocó en la grupa de Geist para salir del lugar. Shun subió tras Ikki y buscó en su bolsillo su amuleto. Al no encontrarlo bajo con prisas para recogerlo del suelo en done estaba.

Un instante. En tan sólo un instante un nuevo grupo de guardias salieron de todos lados e intentaron acorralar a los dragones.

- Debemos irnos.

- ¡Shun! – Gritaron al mismo tiempo los otros tres dragones y los dos humanos.

Hyoga hizo ademán de bajar pero Zarin alzó el vuelo impidiéndole el movimiento. Droy realizó la misma acción esperando a que el pequeño dragón azul repitiera la acción. Rugió para que acatara su orden.

- ¡Geist! ¡Vámonos!.

Ikki descendió del animal para ayudar a su hermano pero agarrado de nuevo por el enorme animal.

- ¡Suéltame! ¡Mi hermano! ¡Es mi hermano!

- ¡Cálmate! – Le gritó tras acomodarlo en su grupa. - ¡No le harán nada!

Un duro alarido salió de la garganta del dragón azulado al tiempo que alzaba el vuelo perdiéndose en el cielo.

- ¡Volveré por ti Shun!

Shun se vio rodeado en cuestión de segundos por un montón de guardias. Se posicionó para el combate y tomó una de las espadas que había en el suelo listo para la lucha. Uno de los guardas se rio del muchacho y se lanzó a su encuentro blandiendo su espada por sobre la cabeza. Shun se posicionó de  mejor manera y paró ésta en el aire. Aprovechó el desconcierto del guardia para lanzarle una patada en la entrepierna haciéndole caer de rodillas en el suelo. Buscaba una forma de escapar, cualquier hueco entre los guardias cuando un dolor horrible en el costado le hizo girarse y caer al suelo intentando recobrar el aire.

- Suerte que fuera una lanza pequeño o estarías muerto.

Su respiración parecía no querer regresar a la normalidad. Alzó la cabeza para ver cómo el guardián que él había lastimado estaba frente a él con la espada en alto. Notó el silbido característico de la hoja cortando el viento y cerró los ojos con fuerza esperando el golpe.

- ¡Alto!

Chistando los guardias se alejaron un poco del muchacho que aún luchaba por regular su respiración. El golpe de seguro había lastimado alguna costilla o el pulmón. Un hombre de vestimenta bastante recargada, se acercó hasta el chico y levantó su cara con una especie de bastón. Shun miraba al hombre con  furia y rabia.

 - Todas las miradas de los desgraciados son iguales. – Dijo con repulsión en su tono de voz. - ¡Llevadlo a la torre!

Dos hombres levantaron al muchacho del suelo y forcejearon durante bastante tiempo hasta que uno de ellos lo sujetó con suficiente fuerza como para acatar la orden impuesta.

La mujer sonrió tristemente al escuchar la historia y dejó por un segundo de limpiar la sangre que salía del costado.

- Aún existen. Me alegra saber eso.

- Quedan pocos. – Protestó el muchacho con un poco de desgana. - ¿Porqué está usted aquí encerrada?

- Por amar a mí marido y negarme a dar un hijo a ese cretino.

- ¿Y su marido sabe que usted está aquí? ¿Cuánto tiempo lleva aquí encerrada? – La muchacha siguió con la limpieza de la herida mientras contestaba.

- Demasiado – Suspiró para centrar sus ojos en los del pequeño. – Siete largos años de tortura. Mi… marido… Él… falleció. – Paró la cura por completo y bajó la mirada avergonzada

- ¡Oh! ¡Lo lamento! – Intentó animarla Shun – Pero cuando vengan a por mí la sacaremos y podrá alejarse de ese hombre.

- Suena tentador y perfecto pero… - Se mordió levemente el labio inferior – Me temo que las cosas no son tan sencillas.

 - Mi… – Calló un instante por no decir “padre”. Ahora sabía que Mu no era su padre biológico pero eso no le hacía quererle menos o no sentirlo cómo tal – Padre dice que las cosas son sencillas si queremos que sean así

La mujer acarició el rostro del menor con una sonrisa en la cara y se acercó a su frente para depositar un beso en ella. Shun quedó parado ante el contacto, no por el beso en sí sino por el aroma que percibía de la mujer. ¿Por qué sentía esa ansiedad ante ese aroma floral y cítrico? Cerró los ojos para percibir mejor el contacto y se dejó llevar abrazando a la mujer.

Ella sonrió al notar cómo el pequeño la abrazaba. Estaba tan falta de uno de ellos que participó cómo si en verdad fuera su hijo el que la abrazara. Las lágrimas salieron de sus ojos sin ser llamadas al igual que sus palabras que salieron de su boca sin ser pensadas.

- Mi pequeño ángel.

Al escuchar el apelativo, Shun quedó paralizado, abrió los ojos y separó despacio el agarre.

- ¿Cómo me ha llamado?

- Perdona. Lo siento. Me dejé llevar. – La mujer se levantó y se dirigió a la ventana abrazándose a si misma.

- ¿Porqué me ha llamado así?

- Mi pequeño… Él... Así era cómo mi marido y yo llamábamos a nuestro bebé.

- ¿Podría decirme que le sucedió a su… - Tuvo que tragar saliva antes de continuar – hijo? – la mujer sus piró antes de continuar

Muchas leguas lejos de allí, la pequeña Esmeralda recorría el palacio angustiada. No sabía nada de su hermano y sus amigos. Sin aliento bajó hasta la cocina, en donde se encontró con los sirvientes amigos de su hermano.

- ¡Seiya! ¡Shiryu!.

- Señorita – Dijo Shiryu empujando a Seiya para que hiciera la reverencia  - ¿Podemos ayudarle en algo?

- ¡Mi hermano, Shun e Ikki no están! Me despisté un momento para ir al baño y ya no estaban… ¡No sé donde pueden haber ido!

Los dos muchachos se miraron y corrieron para dar la voz de alarma. En el cielo la pequeña dragona plateada lloraba preocupada, por lo que habló por primera vez.

- Esmeralda está angustiada por nosotros. Debemos llegar a ella y calmarla. 

Notas finales:

Ya casi, ya casi.... 

Bueno, espero que os haya gustado. Espero vuestros comentarios, opiniones, disgustos, pasiones, esperanzas, desengaños... Lo que sea. 

Cuídense mucho y de nuevo gracias por estar ahí. ^^


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