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Geist por Shun4Ever

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Madre. Aquella frase le había traído tantos recuerdos a la cabeza. Recordó en ese instante lo que le habían comentado. Si era cierto que la reina estaba con vida, él se encargaría de encontrarla. Miró a Shion, recordando incluso su desempeño en el reino y tomó su mano.

- ¿Pandora? ¿Está aquí?

- Sígame, mi señor.

- Nosotros seguiremos a los muchachos.

Escuchado esto, asintió y corrió tras ese hombre para hacerse con su reina. Subió los escalones con prisa, sin apenas notar la distancia que llevaba recorrida. Llegaron a la torre y el corazón se le encogió al escuchar una mujer llorar tras una gruesa puerta de madera. Con más ansia que razón abrió la puerta de golpe para ver a una mujer encogida sobre la cama. Era ella, no cabía duda alguna. Se acercó hasta ella pues parecía no haberse dado cuenta de su presencia.

Se encogió más en su posición al escuchar los pasos que se acercaban a ella. Temía que ese hombre hubiera descubierto a su pequeño y le obligara a presenciarlo. No quería siquiera alzar la cabeza pero una voz que creyó olvidada le hizo alzar la mirada hasta encontrarse con alguien que, le convencieron, estaba muerto.

- Mi vida

Los ojos de ambos comenzaron a humedecerse al tiempo que se fundían en un abrazo único, ansioso, esperado y deseado por años. Se fundieron en un beso demandante pero breve, aún debían pensar en un detalle importante.

- Tiene a uno de nuestros hijos Hades.

- Tranquila – Decía mientras la abrazaba y besaba su frente – Todo saldrá bien.

En la planta baja de palacio los dos reyes restantes habían dividido la tarea. Afrodita de Piscis retomaría el orden entre los caballeros del ahora su reino mientras Shaka de Virgo iría tras los príncipes para rescatar al pequeño Shun, dejando una pequeña parte del ejercito celestial bajo el mandato de Afrodita. Seguían la estela que los príncipes, a su perspectiva, dejaban con sus caballos en la arena roja de esas tierras.

Adolorido y con verdadera preocupación, agitaba las alas lo más rápido que podía. Llamaba mentalmente a sus hermanos para que acudieran en su ayuda. En su estado no podía emplear más que la fuerza y para esa altura ya era poca la que le quedaba. Frente a él divisó el caballo de ese hombre y sobre este y con apenas movimiento Shun trataba de soltarse sin conseguir movimiento.

Cansado de zarandearse inútilmente se quedó inmóvil en su posición, sintiendo cómo ese hombre estrechaba cada vez la distancia de sus cuerpos Sintió como le observaban y alzó la cabeza, sobre ellos, Geist planeaba tratando de darles alcance. Cerró los ojos y se centró en su compañero.

- ¡Geist estás loco! ¡No dudará en matarte!

- ¡No te dejaré en sus manos Shun! Al igual que vivo por ti muero por ti.

- ¡Aquí nadie va a morir! – La voz dura e inconfundible de Droy retumbó en los oídos de ambos impartiendo un poco de paz a los dos jóvenes.

- ¡Manos a la obra! – Zarin fue la que ordenó ahora, al tiempo que los tres dragones se lanzaban en picado para rodear al hombre y hacerlo frenar en su avance.

Rodearon el caballo pero Radamantis al verse rodeado volteo en un simple movimiento y se dirigió al camino inverso. Zarin se lanzó contra el hombre rugiendo, provocando que el equino se pusiera nervioso y los lanzara a ambos jinetes al suelo. Antes de que pudiera caer al suelo, Hyoga se lanzó para tomar a Shun entre sus brazos, evitando así que este se hiciera daño. Radamantis presa del pánico por verse rodeado, se lanzó a la carrera más no duró mucho pues una enorme ráfaga de aire le hizo caer al suelo y quedarse en este al no poder avanzar hacia ningún lado. El rugido había sido claro, Zarin no quería que ese hombre se moviera o atacaría sin piedad, cosa que nunca antes había hecho. Observó detenidamente como trató de levantarse de nuevo y se lanzó sobre él para sujetarlo contra el suelo con solo una de sus zarpas al tiempo que seguía rugiendo con fuerza.

Droy se limitó a acercarse con prisas a su hermano, que cayó desplomado en el suelo.

- ¡Rápido! ¡Ven aquí! – Le gritó desesperado a Shun y este tras ser soltado de las cuerdas con la daga de Hyoga se lanzó con prisas al lado de su dragón.

- ¡Vamos Geist! ¡Te vas a poner bien! – Decía mientras posaba su blanca mano sobre el líquido azulado que emanaba de su garganta.

Las lágrimas caían copiosas de sus ojos al sentir la impotencia y la rabia. Cerró los ojos y abrazó el enorme pero suave cuello del animal entre sus manos al tiempo que se mecía un poco con él.

- ¡Vamos chico! ¡No puedes dejarme! ¡Tu no!

Un leve alarido se escapó de la boca del dragón al tiempo que intentaba moverse para acariciar a su portador. Cerró los ojos con un leve ronroneo al sentir el abrazo de su amigo humano. Este desesperado, comenzó a desear que Geist mejorara, pensando en la herida bajo sus manos, imaginando que esta se curaba. Una energía fresca, visible cual luz en la oscuridad con tonalidad azulada, se dejó ver entre sus manos y la herida. En tan solo unos segundos y ante los ojos sorprendidos de Shun la herida en el cuello de Geist se curó por completo.

Bajo la garra de Zarin, Radamantis se movía inquieto y parecía ansioso por librarse del contacto. Casi lo consigue si no llega a ser porque unas cuantas espadas apuntaron a su garganta con una orden bien clara.

- Si te mueves un solo milímetro te perforo el cuello. Zarin nos encargamos nosotros.

El falso rey tragó saliva en ese momento. No había duda alguna en su tono de voz, más bien sonó decidida, demandante, amenazante. A su lado, un joven muchacho moreno blandía una espada digna de rey y al otro costado…. ¿Un dragón? ¡Uno de esos bichos enormes que tanto odiaba! Recordó su juventud, el momento en que Pandora se le escapó de las manos.

La observaba desde la distancia. Siempre lo hacía. Miraba detenidamente su cabello negro y lacio, sus ojos oscuros, su cuerpo finamente tallado… Toda ella era perfecta. De nuevo estaba sola en la pradera. La siguió con paso firme, con la intención clara de convertirla en su futura esposa. Sonrió. Tan solo unos pasos más y podría deleitarse con su sonrisa, perderse en su mirada e impregnarse con su olor a violetas. De la nada un animal enorme se plantó frente a ella. Intentó correr para defenderla pero algo, una fuerza extraña, le impedía siquiera avanzar un solo paso. Podía escuchar el arroyo, el alarido frenético del animal y sin embargo no podía siquiera intentar protegerla. Contempló la escena horrorizado. Esa bestia inmunda merecía la muerte por haber osado acercarse a su princesa. Miraba con odio cada uno de los movimientos de la bestia cuando escuchó una voz.

- Jamás alcanzaras su corazón

Volteó buscando su procedencia. Ansiando dar guerra a quien había osado hablarle de esa manera.

- ¿Quién anda ahí? – Gritó colérico. A él nada se le escapaba y menos esa mujer. - ¡Vamos! ¡Muéstrate!

- No la mereces, joven muchacho. Tu corazón está marchito y tu alma corrompida pronto se pudrirá.

- ¿Quién eres? – Resoplaba con los puños apretados al tiempo que buscaba alguna pista de la procedencia de esa voz extraña - ¡Da la cara!

Al no obtener respuesta, regresó la mirada a la muchacha para ver como esa bestia extendía sus alas y alzaba el vuelo con la mirada fija en él. De nuevo la voz se hizo presente.

- Debería importante más si lo dicho por mi se llega a cumplir o no…

- ¡Maldita bestia! ¡Juro que te arrepentirás de esto! ¡Nadie me amenaza y vive para contarlo!

- Tu futuro ha sido sellado, Radamantis de Wyvern. Nos veremos de nuevo.

En ese mismo instante juro que se vengaría de todos. ¡Nadie se burlaría de él! ¡Él sería poderoso y todos le temerían! Su primera orden cuando fuera rey sería deshacerse de esos… inmundos y arrogantes monstruos.

Unos pasos más al este, el pequeño Shun acariciaba eufórico el cuello de su dragón al tiempo que éste lo atrapaba dulcemente entre sus patas azuladas.

- Me alegro de que estés bien.

- Temí que te hubiera matado. – Decía el joven muchacho al tiempo que acariciaba su hocico y éste ronroneaba debido al tacto.

Zarin se acercó lentamente con su portador hasta estos. Más que conscientes de la situación, Geist y Zarin se colocaron para hablar evitando que sus portadores fueran vistos por el ejercito que se aproximaba en la lejanía o por el protector hermano que acechaba en la cercanía.

Tras estos, que ahora se procesaban caricias, Hyoga se acercaba a Shun lentamente, como si no existiera tiempo, como si solos ellos existieran en ese universo.

Shun secaba sus lágrimas al tiempo que sonreía contento… Su amigo estaba vivo y sano. Alzó la mirada desde su posición en el suelo para ver cómo Hyoga se acercaba a él. Su corazón comenzó a latir de nuevo de una manera nunca antes realizada. Vio como se acercaba al tiempo que su cuerpo entero se acaloraba. ¿Qué le pasaba? En su mente viajo a unas noches atrás, cuando su cuerpo entero se estremeció al pensar en su amigo rubio. Apartó levemente la mirada para evitar que notara su sonrojo pero vio su mano frente a sus ojos esmeralda. Alzó de nuevo la mirada para encontrarse con los zafiros profundos de Hyoga.

- ¿Estás bien Shun?

Tiró levemente del muchacho cuando notó cómo posaba su fina y delicada mano sobre la suya y tragó el grueso que estaba en su garganta al ver el leve sonrojo en sus blancas mejillas. No pudo evitar la tentación y se acercó a él hasta quedar a pocos centímetros. Cerró los ojos y colocó su frente en la del muchacho castaño al tiempo que sujetaba dulcemente sus mejillas.

- Si algo te hubiera pasado, yo... – Abrió los ojos para perderse en las esmeraldas del muchacho ahora levemente humedecidas. Se apartó y dejó que él se alejara unos metros.

Aquello era demasiado para él. Esa cercanía le ponía en extremo nervioso pero a la vez ansiaba más de ésta. Sintió sus ojos humedecerse al escuchar las palabras de Hyoga. ¿Qué le ocurría? No podía quitárselo de la cabeza y le temblaba el cuerpo entero cuando lo notaba tan cerca.

Observaba al pequeño frente a él, nervioso, temblando sobre haber buena temperatura. Se armó de valor y se acercó despacio hasta quedar tras él, notando su presencia. Cerró los ojos para tomarlo con firmeza de los hombros y recargar su mejilla sobre su suave y brillante melena. Se permitió el lujo de abrazarlo levemente al notar que él no apartaba el contacto. Agachó la cabeza hasta dejar su boca a la altura de su oído y habló con dulzura.

- No permitiré que nada te pase… Nunca. Eres demasiado valioso para mí.

Las palabras escuchadas le hicieron estremecerse de nuevo y su cercanía hacía latir su corazón desbocadamente. Cerró los ojos notando su aliento en el cuello, su calor en su cuerpo. La temperatura parecía subir de nuevo y era Hyoga el causante. Un cosquilleo a la altura del estómago le sacudió al notar cómo era volteado dulcemente. De nuevo sus mejillas se acaloraron y no pudo más que mirar al príncipe de Virgia.

Se veía tan tierno, tan dulce e indefenso que sintió una necesidad enorme de protegerlo y hacerlo suyo. Acarició de nuevo sus mejillas sonrosadas sin poder más que acercarse a esos labios rosados que clamaban por se suyos. Un leve roce y pudo notar todo su ser estremecerse por el contacto. Quería más, ansiaba más. Abrazó de mejor forma al pequeño y siguió besando esos labios al tiempo que notaba las manos temblorosas de Shun en su pecho.

Se perdió en su mirada, en esa mirada azul cielo que siempre estaba presente en sus sueños. Nervioso lamió sus labios, sólo el señor comprendía el porqué de aquella acción. Notó como el espacio entre ellos se disminuía y se sorprendió de notar los labios de Hyoga sobre los suyos. El corazón le brincaba y una sensación de felicidad invadió su ser. Cerró los ojos y posó sus manos en el fuerte pecho de Hyoga degustando el roce.   

Despacio el beso se tornó juego. Hyoga lamió la dulce superficie provocando que Shun abriera sus labios permitiendo así la entrada de su lengua. Tímidamente los brazos de Shun rodearon a su compañero mientras notaba el fresco sabor de Hyoga en su boca. Separó el contacto con brusquedad al escuchar la voz del rey Shaka en la cercanía.

Apresuró el paso al ver a los pequeños con... ¿Dragones? Bajó del caballo y sus hombres repitieron la acción. Llegaron hasta Radamantis y lo cargaron para atarlo y llevarlo de regreso al palacio. Allí verían que hacer con él. Shaka buscaba con la mirada más no alcanzaba a ver más que a esos animales mágicos junto a Ikki. Preocupado se dirigió hasta él.

- ¿Y Hyoga? ¿Y Shun? ¿Dónde están?

- Están bien – Dijo Ikki guardando la espada y ocultando una sonrisa – Están allí. – Señaló a donde Geist y Zarin estaban.

Shaka pasó inclinando la cabeza por delante del dragón oscuro en muestra de respeto y se acercó a los otros dos dragones saludándoles de igual manera. Estos aceptaron sus respetos y se apartaron para que viera a su hijo. Se lanzó sobre este abrazándolo con fuerza.

- Si algo te hubiera pasado, no me lo habría perdonado jamás. Os necesito tanto a ambos – Besó su cabeza al tiempo que seguía abrazándolo.

- ¡Padre! – Empujó a su padre con delicadeza para que le dejara.

No le agradaban esas muestras de cariño y menos delante de Shun. Se sentía avergonzado. Al ver su rostro sonrojado, Shun no pudo hacer más que reír, provocando así que el rey Shaka centrara su atención en él. Se acercó con paso firme y sujetó sus mejillas para besar su frente, con cuidado lo llevó hasta su pecho en un abrazo protector.

- Me alegro que estés bien pequeño. Tu padre estaba en verdad preocupado.

- Mi señor – Siempre trataba al rey con respeto y esa no sería la excepción – Hay algo que me gustaría preguntar. – El abrazo se vio interrumpido pero Shaka siguió tomándole de los hombros.

- Soy Shaka para ti, Shun. – Acarició levemente la mejilla izquierda del muchacho – Pero dime, ¿Qué sucede?

- ¿Qué… Que ocurrió con madre?

- Madre está en palacio – Respondió Ikki que se había acercado en ese momento. – Droy me lo contó todo. – Los ojos de Shun se llenaron de lágrimas nuevamente. Sus sospechas habían sido confirmadas.

- Estuve con ella. Ese hombre no la trató bien.

- No te preocupes pequeño. – Calmó de nuevo Shaka al menor de los presentes – Todo estará bien ahora.

Unas horas más tarde en el palacio de Herno, los caballeros que aun quedaban en pie se deshacían de los caídos y limpiaban la zona para dejarla como si nada hubiera sucedido. El rey Shaka, el rey Hades y la reina se encontraban en la sala del trono frente a Radamantis, esposado y apuntado con diez espadas a su alrededor. Miraba al suelo pensando en lo que pudo haber sido y maldiciéndose por haber osado menospreciarlo.

- No mereces siquiera la muerte, Radamantis – El nombrado alzó la cabeza mirando al rey de Virgia al escucharlo.

- Sin embargo – Prosiguió el, de nuevo, rey de Herno al tiempo que abrazaba a su reina – No seré yo quien te juzgue pues no es a nosotros a quien más has dañado con tus andanzas. – Miró extrañado sin comprender sus palabras. No había nadie más que le pudiera juzgar. Sonrió triunfalmente.

- ¿Quién me juzgará entonces? ¿Me desterraréis para que los dioses me juzguen? – Una leve risa se escuchó a sus espaldas provocando que este volteara a mirar. La sonrisa triunfal que antes se había formado, desapareció en el mismo instante. – Pero que…

- ¡Silencio! ¡No te he dado permiso para hablar! – Decía el recién llegado sin siquiera apartar la mirada del condenado – Veras cómo es de divertido. Vas a conocer mucha gente en las mazmorras de palacio. – Una sonrisa se mostró en la cara del locutor al tiempo que se acercaba a donde Radamantis estaba. Tomó las cadenas que colgabas de su cuello y ataban sus manos y pies y lo alzó para poder mirarlo  a los ojos. Un momento estuvo así hasta que cerró el puño y golpeó su rostro con el haciendo que cayera de nueva cuenta al suelo – Me avergüenzo de llevar tu sangre en mis venas  – Miró a sus propios hombres parados en la entrada - ¡Llévenselo! – Miró de nuevo al que era su hermano y hablo como su padre habría hecho – En tres días serás juzgado por todos tus crímenes Radamantis y no han sido pocos. Hasta entonces… Espero te diviertas con tus camaradas en las mazmorras.

Una vez solos, Afrodita se acercó a los reyes presentes y se hincó en el suelo.

- Conservo la esperanza de paz entre nuestros reinos. En cuanto retome el lugar que me pertenece mandaré un mensajero con las propuestas de paz. El precio que manden será concedido pues fue nuestro reino el causante de todo este mal.

- Didrik – Habló Hades sonriendo al muchacho – Esperaremos noticias del reino de Konra pero no exigiremos ningún pago más que el retomar una amistad perdida. Y levántate. De nuevo eres uno de nosotros.

- Así será... – Se levantó y los miró con una sonrisa para despedirse con una leve inclinación de cabeza – Shaka, Hades.

- Lo hará bien – Habló Shaka una vez el nuevo rey de Konra se retiró, al tiempo que descendía las escaleras de donde estaba para remprender el viaje. Sonrió abiertamente – Me temo que nosotros estaremos más en contacto que antes. - Hades comprendió al ver a Ikki en un pilar apoyado ensimismado. Sonrió complacido antes de contestar.

- Esperemos que así sea.

Pandora, que había dejado a ambos reyes solos, paseaba por los pasillos con la intención de salir a los jardines. Observaba las grandes vidrieras del pasillo con una sonrisa en la cara. Al fin se había acabado todo y su marido había regresado con sus pequeños. Sus pequeños. Suspiró pensando en ellos y aceleró el paso hasta llegar a los jardines internos. Allí encontró una escena que la hizo esconderse para no ser vista. El príncipe de Virgia y su hijo menor, aquel que había reconocido como su pequeño ángel, paseaban tomados de la mano. Lo que más llamó su atención fue ver a dos ejemplares de dragón sentados uno junto al otro. Sonrió emocionada pues su pequeño se dirigió hasta uno de ellos y se acomodó en su regazo al tiempo que el hijo mayor del reino de Virgia se acomodaba en el lateral de un ejemplar hembra de dragón. El destino pensó al tiempo que se alejaba recordando lo prometido por aquella dragona que una vez salvó. Paseo por los pasillos en sentido inverso para toparse con un muchacho adulto de ojos claros y cabello oscuro. Su corazón dio un nuevo vuelco al tiempo que se acercaba a él con lágrimas en los ojos.

 Salió de la estancia del trono para dirigirse a los jardines, en donde sabía encontraría a Shun, cuando en los pasillos se encontró a una mujer hermosa de cabello largo moreno cual noche y ojos oscuros. Con el corazón en un puño, se acercó hasta la mujer con prisas, hasta quedar a escasos metros. Su vista se nubló... Tantos recuerdos que creyó fantasías… Tantos sueños que tuvo en sus noches y ahora la mujer de ellos estaba frente a él.

Casi corrieron la poca distancia que quedó entre ellos. Ikki llevó sus manos sobre la mejillas de ella.

- ¿Madre? ¿Es usted?

Pandora rio feliz y se lanzó a sus brazos rodeando su cuello para lloran en él. Ikki cerró los suyos atrapando a su madre entre ellos.

- Mi querido Ikki, mi inmortal, mi vida – Pandora besaba cada trozo de piel que encontraba en el rostro de su hijo al tiempo que acariciaba sus mejillas. – Estás… Heredaste el atractivo de tu padre.

- ¿Madre? – Preguntaron a la espalda de ambos.

Pandora volteó en cuanto escuchó la voz y Shun corrió hasta ellos para abrazar con fuerza a la mujer como ya había hecho con anterioridad. Hyoga optó por separarse y darles espacio a los tres.

- Pensé que ese hombre te habría lastimado. – Besaba sus cabellos al tiempo que Shun se abrazaba a ella con ganas de no volver a soltarla más. Pandora tomó sus mejillas y miró de mejor manera su rostro. Sonreía complacida por ver a su hombrecito hasta que vio un par de golpes en el rostro. - ¡Estás lastimado! ¡Ese desgraciado!

- ¡Madre! ¡No es nada! De verdad estoy bien. – Se abrazó de nuevo a su pecho – Ahora estoy bien.

Unas horas más tarde, los príncipes junto a los reyes y la reina esperaban la llegada de la pequeña Esmeralda para la cena de celebración. Ikki había ido a por la princesa en su lindo corcel para agilizar el viaje. La pequeña Ronda viajaba tras Droy siguiendo su ritmo a trompicones. Era la primera vez que recorría tanta distancia ella sola pero lo estaba haciendo bien. Esmeralda se aferraba fuerte a los cuernos de Droy al tiempo que, nerviosa, notaba como Ikki la abrazaba con insistencia y firmeza. Ese acto no molestaba o incomodaba a la pequeña sino que, por el contrario, fingía miedo para favorecer el contacto. Cuando bajaron del corcel Pandora y Shaka sonrieron al tiempo que Hades quedaba boquiabierto al ver al animal que montaban. Pandora tomó su mano con firmeza y negó con su cabeza provocando que Hades la mirara y acariciara sus mejillas.

La cena dio comienzo momento más tarde y aún no habían comenzado con esta cuando las puertas de palacio se abrieron dejando entrar a dos caballeros con unos rehenes.

- Mi señor – Ambos caballeros reverenciaron a ambos reyes presentes al tiempo que los caballeros fieles allí presentes tomaban las cuerdas de los hombres junto a ellos. – Atrapamos a los espías como nos mandó.

Acto seguido los príncipes corrieron hasta los recién llegados y se lanzaron a sus brazos siendo recibidos de igual manera por ambos hombres.

- Camus. Mu. Muchas gracias por el servicio prestado estos 8 años. Nunca os acabaremos de pagar lo que hicisteis por nosotros.

- Por el honor – Respondió Mu al tiempo que revolvía el cabello de Shun de manera cariñosa.

- Por la justicia – Miró al príncipe y reverencio levemente con la cabeza.

- Sed bienvenidos a nuestra mesa. – Hades se acercó ahora hasta Camus y le abrazó con firmeza como tiempo atrás había hecho – Estaremos eternamente agradecidos. – Tomó del cuello al que creía su sobrino y besó su cabeza – Por los hijos rebeldes.

- Y por los futuros hijos que vendrán. – Miró Shaka a Ikki y sonrió alzando su copa provocando que Ikki y Esmeralda sonrieran mientras se perdían en sus propias miradas.

Unos meses más tarde, el rey de Konra regresaba de una visita al rey de Virgia cuando escuchó el llanto de una mujer. Detuvo su caminar y miró a su acompañante.

- ¿Has escuchado eso?

Donnato asintió deteniendo también el avance de su corcel. Quedaron en silencio hasta que de nuevo escucharon el reclamo de una mujer.

- ¡Ayuda por favor!

Rápidamente dirigieron los corceles hasta donde el llamado de la mujer se hacía más presente. Encontraron a una campesina en el suelo, con las manos en el bajo vientre y llorando mientras la sangre caía por sus piernas. Sin pensárselo dos veces, el rey bajó de su caballo quitándose la capa y envolviendo a la mujer con esta.

- ¡Tranquila! ¡Respire! ¡Todo va a estar bien!

Con ayuda de Donnato la sacaron del camino y la acomodaron en el pasto para asistir el parto. Didrik se dirigió al rio improvisando un saco con camisa y hojas del río. Cerró el saco tras llenarlo de agua y regresó a la carrera hasta donde su pareja estaba atendiendo a la mujer.  Una interminable hora más tarde, un pequeño niño estaba siendo cargado por Afrodita, que lo acercaba a la madre con los ojos llorosos. La mujer acarició la carita de su bebé y sonrió sin fuerza alguna.

- Mi pequeño Lauren.  

La mujer cerró los ojos en ese momento. Afrodita intentó llamarla pero máscara de la muerte le hizo apartarse. Minutos llenos de angustia, minutos en donde el llanto del bebé era incontrolable.

- No he podido hacer nada.

Se levantó enfadado y golpeó el primer árbol que encontró. Afrodita acomodó de mejor manera al bebé en sus brazos y miró a la mujer que yacía sin vida en el suelo.

- No podemos dejarla aquí.

Donnato tomo y expulsó el aire hasta calmarse. Se acercó de nueva cuenta a la mujer y la tapó de mejor manera con la capa para susurrarle al cuerpo inerte.

- Descansarás en el lugar que te mereces. No le faltará nada a tu pequeño. De eso nos encargaremos nosotros.

- Vamos a palacio, la enterraremos ahí.

- ¿Y el bebé? – Preguntó Afrodita. - ¿Qué va a pasar con él? – El caballero de la máscara mortal miró a Afrodita y sonrió.

- A partir de ahora será nuestro Lauren de Piscis.

Diez años después, en el cielo, un dragón adulto de azul intenso volaba por sobre las nubes siendo acompañado de una dragona color fuego, jugando por ver quien alcanzaba a quién. Sobre estos, sus portadores reían divertidos al tiempo que se picaban por ver quien era el más rápido.

A mucha distancia de allí, en una habitación de palacio, la joven reina tomaba en brazos a su pequeña recién nacida al tiempo que besaba los labios de su marido con pasión.

Un pequeño niño correteaba por el jardín privado de palacio siendo seguido de cerca por una cría de dragón de color aún no definido. Tras ellos una pareja de adultos se tomaban de la mano mientras observaban al menor corretear tras las coloridas mariposas del jardín.

En las mazmorras, un hombre rubio ahora delgado caía de rodillas tras su sesión de recapacitación. Dos hombres salieron de la celda riendo y acomodando sus ropas. Resignado, aceptando al fin que su destino se había cumplido…

Notas finales:

Bueno... Ya está aquí.... Uff! Ahora me toca resoplar a mí. Este fanfic ha estado conmigo en una etapa extraña en mi vida. 

Gracias de todo corazón a todos y todas las que habéis pasado por aquí a leerlo y disfrutarlo. 

Espero que nos leamos de nuevo en un futuro, ya sea cercano o lejano. 

Cuídense mucho y de nuevo, gracias por compartir su tiempo conmigo. Se les aprecia un montón!

 

[Lo que me más me va a costar es dar a "Finalizado". Uff!... ]


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