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Encuentros fortuitos. por Seiken

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Encuentros fortuitos

Capitulo 16.

— ¡Ningún felino es tan estúpido como para traicionar a nuestro señor!

Pronuncio Torr cerrando la computadora, tratando de borrar su presencia en ese cuarto, al mismo tiempo que Tygus guardaba en su cinto una de las dagas que le regalo a Leo la tercera ocasión que estuvieron juntos, debía silenciar a su amigo, de lo contrario su amante sería asesinado.

— ¿Por qué me dices todo esto?

Pregunto siguiéndolo a sus espaldas, verificando que nadie estuviera presente y pudiera escuchar lo que Torr tenía que decirle, parecía que su destino era mancharse las manos con sangre amiga.

— Porque Bengalí me dijo que tú habías perdido la confianza de Lord Mum-Ra por culpa de ese león y pensé que si tú le entregabas esta información, que si tú desenmascarabas a los traidores, tú podrías recuperar tu lugar.

Torr no podía hablar en serio, acaso no se daba cuenta que Lord Mum-Ra solo los veía como una mascota, que sí no lo había asesinado era porque eso era lo que quiso de momento, porque nunca obtendría nada que realmente deseara, que no eran libres y que cualquier noción de libertad era solo un espejismo.

— ¡Lo que es tuyo por derecho!

Tygus asintió tragando un poco de saliva, colocando sus manos detrás de su espalda como si estuviera meditando la información que se le era entregada, Torr creyó que estaba de su lado y acercándose un poco al capitán quiso que lo siguiera.

— Sígueme, tenemos que buscar un lugar seguro.

Pronuncio escuchando unos pasos en el otro lado del pasillo, Tygus volteo ligeramente hacia su derecha notando los mismos pasos que se acercaban y siguió a Torr, ambos caminaban deprisa, internándose en las entrañas de la nave, alejándose de todas las almas que pudieran verlos intercambiar la preciada información.

— ¡Toma! Es la información que he recopilado, todo está aquí, los mapas, los planes, la base de los rebeldes, aun el herrero de Lord Mum-Ra es parte de esta charada.

Parecía que Leo era tan buen mentiroso como él, por alguna razón aquella verdad lo entristecía, no porque no lo creyera capaz de mentir, sino porque nunca compartió esa información con él, tal vez era demasiado peligroso o realmente pensaba lo que la lengua ponzoñosa de Tykus susurraba.

Lo pensaba leal a Lord Mum-Ra y sí creía que su lealtad era sincera, entonces tal vez todo eso fue una mentira, sin embargo, Leo no pudo planear todo eso, ni mentir durante sus encuentros, se arriesgaba demasiado al compartir su cama.

O sólo busco la información que necesitaban de la rebelión, información que le dio gustoso, Leo bien pudo copiar lo que recuperaron en aquel planeta, lo que hubiera en la máquina de su ojo, ahora que lo pensaba desde ese momento lograba perder a Lord Mum-Ra en esa nave.

Tygus coloco una mano sobre su implante, en esa máquina debió haber un dispositivo de rastreo, el cual se destruyo cuando le dispararon en el rostro durante una rebelión, en la cual por alguna razón Panthera estaba dialogando con los reptiles, con Rezard, nada menos.

Aparentemente él también había menospreciado a Leo, todo ese tiempo había planeado una rebelión, la cual podría funcionar si Lord Mum-Ra no los alcanzaba antes de que pudieran finalizar con sus planes, los que seguramente estaban conectados con la última piedra, el ojo del augurio.

Leo no confiaba en él, sin embargo, a Tygus eso no le interesaba, podría haberlo usado todo ese tiempo con el fin de rebelarse, pero aun así ese león se había ganado su afecto, sin importar los resultados de esa unión.

— Podrías vengarte de Leo, por todo lo que te ha hecho pasar, todas esas mentiras.

Torr lo regreso a la realidad cuando deposito el módulo de memoria en su mano.

— ¿Existen copias de esto?

Pregunto Tygus cerrando sus dedos alrededor de la memoria, esperando escuchar que no podía arriesgarse a que nadie más usara esa información, que la victoria sería solo suya.

— ¡No!

Respondió casi ofendido el felino de menor edad, Torr parecía diferente al joven que conocía, mucho menos estable.

— ¡No permitiría que nadie se robara todo mi trabajo!

Torr cruzo los brazos delante de su pecho, esperando tal vez escuchar sus palabras de agradecimiento.

— ¿No te das cuenta que Leo solo estuvo utilizándote?

Tygus asintió con una sonrisa, guardando la memoria en la bolsa donde se encontraba el dibujo de Leo, necesitaba alguna prueba que lo protegiera cuando visitara al único líder de la rebelión con el cual creía que podía llegar a un arreglo.

En su mente Tygus creía que lo único que podrían lograr rebelándose era una muerte dolorosa, Claudius ya lo había intentado y Lord Mum-Ra no tenía tantas piedras como en el pasado, ni su paranoia había entrenado a soldados de choque con el fin de frenar una rebelión, tal vez solo con todos los animales unidos podrían lograrlo, pero Leo no podría unirlos bajo una misma bandera, eso era imposible.

— Me doy cuenta de eso.

Respondió el capitán con un tono de voz frío, lejano, colocando una mano en el hombro de Torr.

— ¿Alguna vez has pensado en ser libre del dominio de Lord Mum-Ra? ¿Vivir bajo tus propias reglas?

Le pregunto a Torr con lo que pensaba era una sonrisa reconfortante, esperando que el joven jaguar le dijera que sí, que le diera una oportunidad para dejarlo vivir.

— No… se que tu sólo estas probándome, es como Bengalí dijo que responderías, tratando de convencerme de traicionar a nuestro amo.

Pronuncio el joven especialista, con una sonrisa burlona en sus labios, parecía ofendido por sus preguntas, creyendo que solo estaba jugando con él, probando su lealtad.

— ¡Tú no puedes ser un traidor!

Respondió Torr furioso, alejándose de él como sí se tratara de un monstruo que le había engañado.

— No soy un traidor, tienes razón…

Pronuncio Tygus llevando su mano libre al mango de la daga en su cinturón, casi como por reflejo.

— Yo se lo dije a…

Tygus no espero más y utilizando la ventaja que le daba la sorpresa empujo a Torr contra la pared, encajando la daga en su torso, en un punto que le causaría una muerte casi instantánea, al mismo tiempo que cubría su boca con la mano con que lo había empujado contra la pared, para que no produjera ningún sonido.

— Lo siento, en verdad lo siento.

Pero no podía permitir que esa información llegara a los oídos de Lord Mum-Ra, aun recordaba la última purga, la masacre de los leones y de todos los líderes rebeldes, miles de muertes en un solo día, cientos de cuerpos amontonados en los hangares.

— Pero no puedo permitir que Lord Mum-Ra sepa esto.

Tygus quiso recuperar la daga del cuerpo de Torr, a quien recostó en el suelo para poder cerrar sus ojos, un acto que pensó era demasiado hipócrita, había matado a su amigo con una daga que se suponía era una muestra de afecto.

— Pase lo que pase, aunque todo cambie, siempre te amare.

Pronuncio Tygus dejando la daga junto al cuerpo de Torr, no sabía lo que eran esas palabras en un momento como ese, un epitafio, un adiós, una disculpa, o solo una frase que se perdería en el tiempo.

Tygus sólo podía pensar en un felino que desearía escucharlo en ese momento y revisando la información en el dispositivo de memoria supo justo donde encontrarle, sólo esperaba que en esta ocasión no le disparara al verle como ocurrió la primera ocasión que estuvieron en el mismo cuarto.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Leo esperaba encontrar una forma de salvar a Tygus cuando pudieran revelarse, tenía que separarlo de los rebeldes, mantenerlo seguro hasta que pidiera su vida como recompensa, una especie de trofeo de guerra.

La criatura se limitaba a observar la galaxia que pronto sería destruida, sus ojos rojos estaban fijos en el punto más brillante, tal vez trataba de imaginarse cuántas vidas se perderían, los gritos agonizantes de sus pobladores, toda esa muerte.

De pronto las comisuras de los labios de Lord Mum-Ra se torcieron en lo que parecía una sonrisa.

— Cuando tenga la última piedra de guerra Leo, serás recompensado con un planeta de mi elección y la compañía que tú desees.

Leo quiso ignorar esa tentadora oferta, no le interesaba gobernar un planeta aunque si le interesaba poder elegir a su compañía, su compañero como consorte.

— ¿Aunque sea muy importante para usted Lord Mum-Ra?

Sabía que aquello era mentira, no le daría a su amante, él no entregaría a su tigre si las posiciones se intercambiaran y él fuera el que tuviera el titulo de Lord.

— Panthera puede ser tuya.

Le ofreció la criatura esperando que aquella oferta fuera suficiente para él.

— No es Panthera a la que deseo, yo soy un poco más ambicioso, Lord Mum-Ra.

Leo no debería responder a Lord Mum-Ra, aquello solo le daba la oportunidad de lastimarlo, sin embargo, debía saber que era su amante para esta cosa despreciable, porque Tygus prefería a esa bestia sobre su afecto.

— ¿Qué tal si al que deseo de rodillas es a su orgulloso capitán?

Pregunto Leo mirándole de reojo, tratando de transformar su afecto por simple lujuria, de convertir su deseo en un oscuro sentimiento que pudiera comprender esa bestia, esperando que Lord Mum-Ra cumpliera con su promesa y se lo entregara en una bandeja de plata, ese acto le ganaría a Tygus el aprecio de alguno de los líderes rebeldes.

—Siempre deseas lo que no puedes tener, Leo.

Esa respuesta lo sorprendió haciéndolo preguntarse cuál era la razón por la cual le negaba su petición, porque no podía darle lo único que alguna vez le había pedido, lo que el mismo le había ofrecido.

— ¿Qué ocurrirá con él una vez que lleguemos a la última piedra de guerra?

Sabía que no debía realizar aquella clase de preguntas, no obstante, necesitaba saber la razón por la cual esa bestia le había robado a su amante, porque no se lo entregaría, de lo contrario creía que no podría mantener su fachada de indiferencia.

— Es un soldado de campo, no creo que sea necesario por más tiempo.

Mum-Ra sonrió al escucharle decir aquellas palabras, era cierto, su tigre ya no tendría ningún uso en el campo de batalla, que otras tareas podría realizar que le darían valor ante los ojos de la bestia de color azul.

— Tygus se convertirá en mi Tyaty, el permanecerá conmigo, en mi planeta, en mi ciudad y en esta nave, su destino será entretenerme por siempre.

Leo asintió apretando uno de sus puños con tanta fuerza que sus uñas se encajaron en la palma de su mano, provocando que un hilito de sangre recorriera su piel, la cual paso desapercibida por la criatura de color azul, quien volvió a observar la galaxia que sería destruida y de pronto se dio cuenta que aquella mirada era la que utilizaba cuando veía a su tigre, como algo hermoso que estaba a punto de destruir.

Trato de permanecer firme, sus ojos en la computadora principal, sin embargo, su imaginación comenzaba a torturarle con vividas imágenes de Tygus sirviéndole a esa criatura, los moretones, la saña con la cual era castigado, las heridas que a veces presentaba, su médico personal, todo le hacía pensar en esa criatura poseyendo a su amante, entreteniéndose con destruirlo.

Poseyéndolo en la cámara trasera de la que hablaba Tykus, la que estaba escondida detrás de su trono, haciéndolo preguntarse porque su tigre prefería a esa bestia en su lugar, porque aceptaba todo eso, quien lo había convertido en lo que era.

Debía protegerlo de sí mismo, alejarlo de esa bestia, enseñarle que había algo mucho mejor, que Lord Mum-Ra no se merecía su lealtad.

Comenzaba a sentir celos, los que se mesclaban con su decepción y su deseo por protegerle, Leo estaba a punto de perder el control.

— Debo retirarme Lord Mum-Ra, buscare al herrero, los cálculos ya están listos.

Lord Mum-Ra asintió, sus brazos cruzados delante de su pecho, su mirada roja fija en el espacio.

— Puedes retirarte, Leo, si no me fallas serás recompensado.

Recompensado con la esclavitud de su amiga, un planeta alejado de su amante y los grilletes que atarían a su tigre a esa cosa, condenándolo por siempre.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Panthera necesitaba pensar, las palabras de Akbar eran confusas como siempre, nunca respondían ninguna duda y multiplicaban sus preguntas, haciendo que le doliera la cabeza tratando de encontrarle algún sentido a las alucinaciones de ese anciano paquidermo.

Al llegar sin embargo, vio una figura con las manos detrás de la espalda, esperando con paciencia observando la pared frente a él, sus ojos dorados se posaron en ella al mismo tiempo que ella desenfundaba su arma reglamentaria, una pistola de poca capacidad, pero que podría matar al intruso de un solo disparo.

— Hola Panthera.

Pronuncio en la misma postura, ella se acerco lentamente al ver que no había ningún soldado de choque, ninguno de los miembros de las fuerzas especiales, algo estaba mal, Tygus era leal a Lord Mum-Ra.

—Ambos sabemos que de ser leal a esa bestia un escuadrón de las fuerzas especiales estaría rodeándote a ti y a tus conspiradores.

A menos que no lo fuera como decían sus palabras y sus acciones silenciosas.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

Tygus se dio la vuelta y le mostro la memoria que Torr le había entregado a costa de su vida.

— ¿Lo amas?

Pregunto sin más, Panthera debía suponer a quien le pertenecía ese dispositivo de memoria, esa cabeza del antepasado de los felinos era sin duda el escudo de los instigadores, era el escudo de armas del clan de los leones, una imagen que vio varias veces dibujar a Claudius cuando aún era protegido por ese león, antes de que Tigris se hiciera con su entrenamiento.

— ¿De qué estás hablando?

Panthera no entendía de qué hablaba ese tigre, aunque suponía que tal vez hablaba de Leo, lo que le importaba era que hacia Tygus en ese lugar, quien era el traidor.

— Porque no comenzamos por no mentirnos Panthera, yo se que tu amas a Leo.

Le respondió Tygus, seguía con las manos detrás de la espalda, con las piernas ligeramente abiertas, su rostro no mostraba ninguna emoción, era el epitome de lo que se suponía era un militar felino.

— Si, pero él te ama a ti.

Ella lo sabía, Tygus era todo para Leo, porque mentirse o mentirle al capitán.

— Pero yo no puedo estar con él y tu sabes porque.

Así que los rumores eran ciertos, el capitán era el amante de Lord Mum-Ra, un amante celoso y posesivo por lo que podía deducir.

— Podrías unirte a nosotros, así podrías ser libre de tus tareas nocturnas.

Tygus trago un poco de saliva, su mirada se desvió por algunos instantes tratando de ignorar las palabras de la pantera, las que le recordaban la última visita de su amo, y después sonrió, al menos Panthera no se comportaba como si le tuviera lastima.

— Si me uno a ustedes atraeré atención innecesaria, están a unos pasos y aunque creo que no lograran nada con esto, quiero darles todas las oportunidades posibles.

Panthera creía lo contrario, Leo era el único que podría unir a todos los animales en contra de su amo, sólo el podría liderar una rebelión que fuera exitosa, tenían a los soldados, al líder y las herramientas, si tan solo este tigre pudiera verlo.

— ¿Por qué?

Pregunto Panthera, el capitán tenía toda su atención, sus palabras eran ciertas y su comportamiento era demasiado controlado, podía jurar que esa era la única forma en la cual podía lidiar con sus sentimientos, justo como trato de enseñarle Tykus cuando no estaba ebrio.

— Nunca seré libre, pero amo a Leo y el día de su derrota como venganza les ayudare a salir de esta tumba con vida, a ti, a Leo, a Akbar y todos los que pueda salvar, estoy seguro que eso me ganara una ejecución.

Lo último lo pronuncio con una sonrisa, provocando que Panthera comenzara a sentir simpatía por el capitán, aunque estaba segura que ellos podrían derrotar a esa criatura, sin importar su poder nada podía vivir para siempre.

— ¿Qué pasara si nosotros ganamos?

Aquella pregunta sorprendió a Tygus, aparentemente no había pensado en la posibilidad de ser libre.

— No lo sé.

Respondió Tygus confundido, el capitán de las fuerzas especiales no imaginaba un mundo libre, para él solo la muerte lo liberaría de las manos de Lord Mum-Ra.

— Te ofrezco lo mismo, ayudare a los que sigan bajo el embrujo de Lord Mum-Ra, los dejare ir sin que reciban daño alguno.

Tygus asintió, aquella propuesta era suficiente para él, sin embargo, aun faltaba pedirle algo a Panthera, esperaba que ella comprendiera el peligro en que se encontraba Leo, sólo tenía trece horas para entregar la llave maestra, de lo contrario todo habría sido en vano.

—Hay algo más.

Pronuncio Tygus, acercándose a Panthera unos cuantos pasos, ella era realmente alta y sumamente hermosa, Leo podría encontrar una compañera en este extraordinario guerrero.

— Me lo imaginaba.

Panthera cruzo los brazos delante de su pecho, observando fijamente a Tygus, algo le perturbaba y estaba segura que estaba relacionado con Leo.

— Tykus le dio a Leo una llave maestra, esta tiene un sistema de localización que comenzara a funcionar en algunas horas, trece para ser exactos.

Tygus no quería tardarse demasiado tiempo, no deseaba encontrarse a Leo, ni ser llamado por la bestia en ese lugar, no podría explicar porque no buscaba la llave como se suponía que debería estar haciendo.

— Debes recuperarla, de lo contrario Leo morirá antes de que la rebelión pueda comenzar.

Panthera asintió, aunque no sabía cómo se suponía que lograría robarle a Leo una llave que Tykus le dio sin que ella lo supiera.

— Sí la consigo porque te la daría a ti, tenemos especialistas que podrían cancelar el dispositivo de localización.

Tygus asintió, aquello era cierto, pero también debían darle a Lord Mum-Ra aquello que deseaba, de lo contrario comenzaría a creer que la rebelión era tan real como sus temores, que esta comenzaba con los felinos.

— No me interesa lo que hagas con la información, sólo necesito la llave maestra, sí la entrego en menos de trece horas podre aplacar su ira.

Repentinamente Panthera se pregunto porque Lord Mum-Ra le daría tiempo de recuperar la llave maestra a su amante, porque no simplemente buscar al portador para matarlo.

— ¿Por qué te ha dado ese tiempo?

Sabía que no tenia porque preguntar las razones detrás del comportamiento de esa criatura, sin embargo, era inconcebible que perdonara la vida de un traidor con tanta facilidad.

— Porque está seguro que yo se la di a mi amante y sabrá que es Leo, va a matarlo, solo que su pecado no es dormir conmigo sino planear una rebelión, lo torturaran, llegaran a ustedes y la rebelión morirá con él.

Tygus tenía razón, debían encontrar esa llave y entregársela a Lord Mum-Ra, sin embargo, antes guardaría la información para que pudieran utilizarla en caso de ser necesaria.

— Cuando la encuentre, donde podre entregártela.

Su pregunta era válida, ellos no tenían razón alguna para verse.

— Estoy seguro que encontraras una manera de hacerlo.

Respondió Tygus, no sabía donde podrían verse o si Panthera lograría encontrar la llave, lo único que le interesaba en ese momento era salir de aquella habitación, sentía como si le estuviera entregando a Leo, como si no le importara que otra persona pudiera hacer feliz a su amante.

No era justo, sin embargo, no había marcha atrás, la decisión estaba tomada.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Leo salió de la sala del trono con decisión, no permitiría que esa cosa le robara a su amante, no lo dejaría en sus asquerosas manos, Tygus no se lo merecía y aunque tuviera que hacerle ver la intensidad de su afecto, lo haría entender que no le pertenecía a nadie más que a él.

Por un momento pensó en buscarlo con ayuda de la llave que Tykus le regalo, pero pensaba que un dispositivo tan antiguo podía llamar la atención de los expertos en informática de la nave, aun la atención del propio Lord Mum-Ra.

El comandante comenzó a dirigirse a la sala de mando de su rebelión, solo era cuestión de horas para crear la espada, y unos cuantos meses más para hacerse con la piedra, debía resistir la tentación, debía ser fuerte.

Sin embargo, parecía que el destino se estuviera burlando de su persona, puesto que sin siquiera proponérselo vio la silueta distintiva de su tigre caminando a unos cuantos metros de distancia, parecía que buscaba un lugar donde esconderse de la mirada hambrienta de su amo, tal vez había cambiado de opinión.

Tygus ingreso a una zona abandonada de la nave, un lugar que Leo nunca había visitado pero creía que se encontraba cerca del territorio de los tigres, un lugar que se imaginaba era seguro para el capitán.

Leo se movió con tanto sigilo como pudo, escondiéndose entre los tubos de agua y gas, en las sombras, descubriendo que había una intersección parecida a la de su base militar, en la cual había un tubo de gran tamaño en el cual Tygus se sentó cubriendo su rostro con su mano derecha, parecía cansado y perdido en sus pensamientos.

— El no te tendrá.

Pronuncio de pronto, acercándose a Tygus sin darle una sola oportunidad para que se alejara de él, acorralándolo contra la pared a sus espaldas.

— ¿Qué es lo que quieres?

Pregunto Tygus al ver a Leo, el que parecía perturbado por alguna razón que no alcanzaba a entender, tal vez, no aceptaba su decisión de alejarse de su persona.


— Quiero lo que me prometiste Tygus.

Tygus no comprendió al principio sus palabras e intento alejarse de él, siendo detenido por Leo, quien puso uno de sus brazos junto a él, deteniéndolo por completo.

— No entiendo de que hablas.

Fue la respuesta del tigre, quien parecía no entenderle, como podría si todo había sido una farsa.

— Tú me prometiste tu amor y de pronto me abandonas, todo por unas migajas.

Por un instante la expresión de Tygus fue de dolor, tal vez arrepentimiento, e inmediatamente después sus rasgos volvieron a endurecerse, empujándolo con su fuerza superior, alejándolo de su cuerpo.

— ¡Y tú que nadie sabría nada!

Leo estaba a punto de negar esa promesa, pero era verdad, le prometió que se esconderían sin saber la razón, ahora lo comprendía, Tygus era el amante de Lord Mum-Ra, seguramente no querría que su benefactor pensara que su soldado favorito lo estaba traicionando.

— Lo primero que hiciste fue presumir tu conquista comandante, con aquellos que sabes me odian sin pensar en las consecuencias que esto traería para mi carrera, pudieron matarme, a ti también.

Tygus esperaba que Leo comprendiera sus motivos, debía saber que Lord Mum-Ra era un monstruo, que no tenía otra opción más que obedecer y permanecer fiel a esa bestia, su dulce amante debía comprenderlo, no tenía otra opción.

— Comprendo que no quieras perder lo que has ganado, pero no comprendo porque eres leal a esa criatura.

Tygus de pronto rugió y ataco a Leo tratando de darle un puñetazo, de hacerlo retroceder al menos unos pasos, sin creer lo que sus labios pronunciaban, era la misma basura que Tykus le había dicho a Tigris, podía sentir el mismo desprecio en los ojos azules, escuchar las advertencias de su maestro una y otra vez.

— ¡Aléjate de mi!

Leo trato de esquivarlo pero recibió el primer golpe en el rostro, el cual lo hizo retroceder, poco después lo tomaron de su uniforme estrellándolo con fuerza contra la pared, Tygus sentía que su corazón se terminaba de romper, todo lo que había escuchado solo fueron mentiras, nada más.

Leo creía cada una de las mentiras de Tykus, pensaba que tenía una opción, que podía negarse a las carisias de Lord Mum-Ra, entonces sí quería mantenerlo con vida pronunciaría aquello que deseaba escuchar, confirmaría sus temores.

— Mi cuerpo es el templo de Lord Mum-Ra y solo estuve contigo por la información que podía obtener de ti, que fue nada.

Aquellas palabras parecieron impactar a Leo de tal forma que sólo observaba el suelo, sin mirarle siquiera, eso era lo mejor, era suficiente con saber que su amante pensaba que se entregaba a Lord Mum-Ra por su propia voluntad, por las migajas que recibía como premio, que todo había sido mentira.

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