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Encuentros fortuitos. por Seiken

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Encuentros fortuitos
Capitulo 18.

Leo no quiso ver más y se alejo de la computadora para encontrarse con la mirada sorprendida de Panthera, quien había visto toda esa escena en silencio.

— ¿Por qué hace esto?

No lo entendía, tampoco quería saberlo, sólo necesitaba algo que decir y eso fue lo único que sus traidores labios pudieron pronunciar, era como una pesadilla, Tygus lo había dejado por eso, para ser solo un juguete en las manos de un amo descuidado.

— Que te hace pensar que tiene alguna opción.

Fueron las palabras de Panthera, quien al ver que Leo abandonaba la llave maestra en la terminal solo la tomó sin que Leo se diera cuenta de ello, su amigo únicamente trataba de comprender como en todos esos años no pudo darse cuenta por lo que pasaba el capitán, como fue tan ciego.

— Pero él es tan orgulloso…

Susurro Leo, recargándose en la pared cercana, cerrando los ojos para que Panthera no pudiera ver su dolor ni pudiera adivinar sus pensamientos.

— Tal vez su orgullo solo es un escudo.

Leo asintió, su orgullo era sin duda un escudo, porque no fue él quien le dijo que su belleza había sido la única razón por la cual Lord Mum-Ra lo nombro comandante, para que lo entretuviera de la forma en que Tygus de hecho lo hacía.

—Podría encontrar alguna forma de negarse a él.

Podía recordar la expresión de Tygus cuando le dijo que después del accidente ya no era tan hermoso como en el pasado y su mirada cuando creía que estaba solo, antes de que pudiera ingresar en su vida, su plegaria por guardar silencio.

— ¿Cómo?

No había forma de hacerlo, pero Leo no quería creerlo, pero el comandante no quería creerlo porque de ser cierto Akbar tuvo razón todo ese tiempo.

— Debe de haber alguna forma.

Finalizo Leo, antes de marcharse, tratando de controlar su molestia y una voz en su cabeza que le decía que estaba traicionando a Tygus al no creer en su inocencia, pero concentrándose en la última fase de la rebelión prefirió ignorarla.

— Leo…

Leo se marcho, ya no podía soportarlo más y Panthera solo empeoraba su confusión, por un momento pensó en esperar por Tygus cerca del pasillo que daba a la sala del trono pero prefirió no hacerlo, creyendo que tal vez el capitán no saldría por la puerta principal, sino por algún pasadizo oculto.

Con esa idea en mente trato de recordar cuál era el hangar que utilizaba su tigre en la mayoría de las misiones que realizaba, estaba a 30 pisos de distancia y no creía que fuera prudente esperarlo en ese lugar cuando seguramente estaría acompañado de sus soldados.

En especial de Bengalí, el tigre blanco que se limitaba a curar las heridas de Tygus cuando Mum-Ra lo lastimaba demasiado, quien su infortunado amante pensaba era su amigo y en quien confiaba ciegamente.

De pronto una idea le vino a la mente cuando recordó cada una de las palabras de Bengalí advirtiéndole que Tygus no sería suyo, que no podría tenerlo y que solo le causaría dolor, así como la primera vez que le vio ayudándole a regresar a su celda.

Ese tigre blanco sabía exactamente por lo que estaba pasando Tygus desde antes de que él pudiera acercársele, siempre estaba a su lado y parecía que era el más celoso en mantener la lealtad de su tigre hacia esa criatura, haciendo que se preguntara sí acaso ese tigre blanco no estaba espiando a su amante, asegurándose de que no aceptara a nadie más en su lecho, informándole a esa criatura de cada uno de sus pasos, actuando como un chaperón.

Leo se detuvo en su habitación y entro en ella notando por primera vez que faltaban dos objetos que estaban colocados descuidadamente sobre su escritorio, el primero un dibujo que realizo poco después de que su tigre le contara sus deseos de vivir en un planeta soleado, el otro una de las dagas que su amante le regalo cuando acepto pertenecerle.

¿Quién podría robarle algo como eso? ¿Con que motivo podrían tomar esa daga y ese dibujo de su habitación? ¿Cómo podría ingresar sin que se diera cuenta que lo habían hecho?

Leo se sentó en su computadora y noto algo extraño en ella, un cabello de color rojizo en el teclado, el cual acerco a su rostro dándose cuenta que no era suyo, era demasiado claro, casi de un tono anaranjado, parecido al pelaje de un tigre.

Sólo conocía un tigre que podría entrar en su habitación sin ser visto, Tygus estuvo en su habitación en las últimas veinticuatro horas y antes de marcharse tomó los objetos faltantes, su daga y el mejor de sus dibujos.

El comandante se pregunto con que propósito ingreso a su habitación y llego a una dolorosa conclusión, Tygus trato de buscar información acerca de la rebelión, acaso no se lo dijo, que le habían ordenado espiarlo.

Leo ingreso inmediatamente a su computadora para verificar que Tygus había buscado información codificada, subestimándolo, no por primera vez, al creer que sería tan descuidado como para guardar algo tan valioso en una computadora en la que cualquiera podría entrar.

Durante años creyó que Tygus era un mensaje para que no se diera por vencido, que al encontrarlo perdido en los corrales y llevarlo a un lugar seguro era una forma de decirle que aun existían buenas personas en esa nave, que no todos los tigres eran malvados.

Leo al principio casi no podía acercarse a él, sí tenía suerte podía verlo cuando visitaba los corrales o cuando los mejores cadetes eran seleccionados para las fuerzas especiales, cada una de esas ocasiones Tygus lo ignoraba y sabía que para el capitán simplemente no existía.

Pero conforme pasaba el tiempo la expresión en el rostro de Tygus se modifico por una distante, fría y enojada, su lenguaje corporal gritaba que no se le acercaran o habría consecuencias desagradables.

Muchos de sus admiradores terminaron lastimados, algunos de ellos lo único que habían hecho era tocar su hombro o sostenerlo por el brazo y sin embargo, la respuesta de su amante siempre era la misma, como si perdiera la razón al sentir manos intrusas en su cuerpo.

Leo no quería seguir pensando en lo que ahora deseaba que solo fueran rumores y no una odiosa realidad, sin embargo recordaba que la primera vez que se atrevió a sujetarlo del brazo, un poco antes de la explosión, su tigre casi lo ataca sin pensar en las consecuencias de sus acciones pero fue detenido por la explosión que los encerró juntos.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus acababa de entregarle un informe completo de su última misión y esperaba el momento en que fuera despedido por su superior, quien siempre se tardaba demasiado tiempo en dejarlo ir.

Leo reviso la información con detenimiento, utilizando esa excusa para poder ver al capitán detenidamente por el rabillo de su ojo, el que comenzaba a impacientarse.

— ¿Eso es todo comandante?

Su voz a pesar de sonar tan enojada provocaba que un agradable estremecimiento recorriera su cuerpo, sus ojos dorados le eran llamativos y su expresión de iracunda condescendencia le parecía demasiado atractiva como para dejarlo tranquilo, mucho más con ese hermoso cuerpo rayado.

Panthera le decía que lo único que detenía a Tygus de romperle la nariz era que se trataba de un superior, pero que llegaría el momento en el cual el capitán mandara al diablo las formalidades y mostrara sus garras.

— No lo sé y espero que tengas paciencia Capitán Tygus, esta información es demasiado importante.

Tygus apretó los dientes manteniendo su postura furiosa, sin mirarlo siquiera, tratando de ignorarlo.

— ¿Por qué no me ves a los ojos?

Le pregunto apagando su computadora portátil, apreciando la expresión confundida del tigre.

— Cualquiera diría que te pongo nervioso.

Tygus entrecerró los ojos y decidió ignorar el protocolo, dando la media vuelta para marcharse sin su permiso.

— Espera.

Pronuncio Leo sujetándolo del brazo, recibiendo un gruñido del tigre quien lo empujo en contra de la pared, sus ojos habían cambiado así como su lenguaje corporal, este hablaba de supervivencia, como si creyera que él podría lastimarlo de alguna forma.

— ¡No me toques!

Le advirtió Tygus, sus pupilas parecían una línea delgada, sus dientes estaban apretados y sus puños se aferraban al cuello de su uniforme.

— Nadie tiene ningún derecho a hacerlo.

Leo estaba a punto de responderle que no había sido su intención importunarlo cuando un sonido estrepitoso pudo escucharse a sus espaldas, provocando que todo a su alrededor temblara al mismo tiempo que sentía que el piso se movía debajo de sus pies y de pronto perdieron el sentido, cayendo en el interior de la nave.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Leo apago la computadora, con el cabello rojizo aun entre sus dedos, el cual dejo caer al suelo cubriendo poco después su rostro con ambas manos, tratando de comprender que era lo que pasaba en la mente de Tygus, porque su amante seguía siendo fiel a esa criatura.

— No lo entiendo…

Pronuncio Leo levantándose de su asiento y salió tratando de perderse en los túneles de aquella tumba, todo el tiempo recordando ocasiones en las cuales pudo ver a Tygus conversar con esa criatura, como lo trataba con molestia, tratando de hacerlo enfurecer con cada conversación que mantenían, haciéndole creer que su mejor soldado sentía verdadero desagrado por su persona.

Tal vez era eso lo que realmente sentía por él y todo ese tiempo solo fingió amarlo para poder obtener información de su rebelión, creyéndolo inferior, subestimando sus planes haciéndole creer a esa criatura que no había nada que temer.

El comandante no quería creer que todos esos meses no significaran nada para Tygus, pero de significar algo para él seguramente no habría podido mandarlo lejos, pronunciar aquellas dolorosas palabras.

Su instinto le decía que debía verlo, hablar con él a solas, explicarle su dolor y pedirle que le diera otra oportunidad para poder cuidarle, no obstante Tygus había sido claro, ya no quería que volviera a acercársele.

Leo se detuvo en una de las zonas que la rebelión utilizaba como puntos de encuentro, donde sabían que no existía vigilancia y podían hablar sin ser observados, un punto que Torr siempre usaba cuando quería entregarle información codificada de las misiones que realizaba junto con Tygus.

Un lugar que Torr pensaba era seguro, en donde pudo ver un brillo dorado en el suelo, el cual estaba sumergido en un charco de un líquido negro junto a un bulto mucho más oscuro aun, que le recordó un cuerpo yaciendo en el suelo.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus había pensado en huir de aquella nave mucho antes de que conociera a Leo, creía que la única oportunidad que tendría sería poco después de entregarle la última piedra de guerra a su amo, momentos antes de que se realizara el hechizo que lo volvería inmortal.

Su medio de transporte era una nave militar que podía transportar alrededor de 500 soldados, tenía suficiente combustible para un largo viaje, armas y provisiones para tres meses, así como un sistema de camuflaje.

Había dado órdenes de prepararla por si acaso, dando como excusa que siempre tenían que estar preparados para cualquier invasión, en ese hangar había al menos quince naves iguales a la suya que respondían a las claves comunes, la que el había elegido sólo funcionaba cuando el escribía un código secreto que sólo él conocía y que con mucha suerte podría permanecer intacta cuando regresara con la piedra de guerra.

Sus soldados no comprendían su necedad por mantener un medio de transporte listo sin utilizarse y sin el conocimiento de su amo, la única excusa que pudo decirles era que solo estaba tratando de mantener a su clan vivo.

Eran tigres, eran guerreros y eran orgullosos, no podían permitir que un error o una rebelión les robara todo lo que habían obtenido a base de la sangre de sus antepasados.

— Eres una persona muy difícil de encontrar.

Pronunciaron a sus espaldas, Tygus estaba revisando los últimos detalles de su nave de escape y al escuchar la voz de Panthera solo finalizo sus tareas.

— ¿Conseguiste la llave?

Pregunto abandonando la nave de transporte, la cual inmediatamente se volvió invisible en un hangar junto a catorce naves más, observando la llave que Panthera tenía en sus manos, la cual por supuesto ya no les era de utilidad.

— Sí, aunque me pregunto porque aun no están sobre nosotros.

Tygus trato de apoderarse de la llave que fue alejada de su mano, Panthera estaba cansada de actuar a ciegas, Leo no respondería sus preguntas y lo poco que le decía Tykus era absurdo, el único que respondería con la verdad era el capitán.

— Por que Lord Mum-Ra piensa que no hay forma en que la rebelión pueda tener éxito y que esta llave de pronto se ha vuelto inservible, es más, puedes quedártela o destruirla, francamente ya no me importa.

La respuesta no fue la que Panthera hubiera esperado, el capitán parecía compuesto, como si sus últimas reuniones jamás hubieran ocurrido, aunque eso no era del todo cierto, su forma de tratarla había mejorado considerablemente.

— ¿Así que esto ahora es obsoleto?

Tygus negó aquello con movimiento de la cabeza y tomando la llave que Panthera tenía empezó a introducir varios códigos, los que Tigris le había hecho memorizar hasta que podía recitarlos al revés.

— No, esta llave ahora responderá a tu número de asignación, con ella podrás ingresar a la nave que esta a tus espaldas y pilotearla, Leo sabrá como hacerlo.

Panthera guardo la llave memorizando donde estaba la nave militar en el caso de ser necesitada por ambas partes, dándose cuenta que Tygus había planeado esa fuga desde mucho tiempo atrás, tal vez mucho antes de conocer a Leo.

— Tiene armas, provisiones, todo lo que se podría necesitar en el supuesto de tener mala suerte y estar varados en el espacio mucho tiempo, o en el caso de llegar a un planeta hostil.

Esa cantidad de armas, provisiones y combustibles debió haber sido muy complicada de conseguir, Tygus debió haberse tardado meses o tal vez años en preparar esa nave, era imposible que de un momento a otro fuera capaz de tenerla lista.

— ¿Desde hace cuanto tiempo planeabas huir con esta nave?

Fue la pregunta que Panthera formulo, provocando que Tygus sonriera, haciendo que se preguntara la razón por la cual no tenía un mejor rango en ese ejército, su respuesta era sencilla, las orejas y la cola.

— Desde que supe que me convertiría en el Tyaty, pensaba huir antes de conseguir la piedra de guerra faltante pero la rebelión me hace pensar que tal vez debería esperar un poco más, haga lo que haga Leo intenta finalizar con su vida.

Panthera sonrió al escuchar ese comentario, Tygus al verla sonreír también lo hizo, al menos dejaría en buenas manos al comandante, quien parecía siempre intentaba matarse de una forma u otra.

— ¿Por qué estás haciendo todo esto?

Volvió a preguntar Panthera, Tygus al principio no dijo nada ni realizo ninguna clase de movimiento, dudando si debía responder a su pregunta o guardar silencio, sin embargo, el capitán quería que ella confiara en él así que sin más comenzó a explicarle algunas cosas que pensaban eran importantes.

— Tigris me entreno para servirle a Lord Mum-Ra, quería que yo tomara su lugar para que el pudiera ser libre de sus tareas como Tyaty, pero nuestro amo decidió que mi maestro quería manejarlo a través de mi y como castigo nos ordeno matarnos, él sabía que yo tenía mejor vista pero también creía que él dispararía primero.

Tygus parecía recordar cada detalle de lo que le decía con una mezcla entre resentimiento y dolor, ni su cuerpo ni su rostro parecían delatar sus sentimientos, solo sus ojos dorados eran aquello que le traicionaba, eran como el espejo de su alma.

— Lord Mum-Ra se equivoco y yo dispare primero, mate a Tigris, ganándome el odio de Tykus en el proceso, él se dedico a esparcir rumores en mi contra, decir exactamente cuáles eran mis tareas para esa criatura, se suponía que nadie sabría nada, pero cuando esto llego a los oídos del comandante, el que estaba antes de Leo, mi vida en el interior de la nave comenzó a empeorar, a veces pensaba que lo mejor hubiera sido dejar que me dispararan, así al menos yo sería libre.

Panthera no comprendía porque Tykus odiaba al capitán por eso, había sido Mum-Ra quien ordeno que disparan, no el tigre que estaba delante de ella con esa mirada indescriptible, por lo que sabía el solo era un muchacho cuando Tigris murió, tal vez por eso él era tan innecesariamente agresivo cuando recibía cualquier clase de atención, no lo culpaba, de estar en su lugar tampoco soportaría que la tocaran.

— Pero como no podía llegar a Tykus porque el tenia un puesto muy importante, porque ese tigre sabía como limpiar sus pasos y porque pensaba que sufriría mucho más estando vivo, recordando lo que le hizo a Tigris, lo deje solo, ignorando sus palabrerías como las de un borracho, no como las de un anciano vengativo.

Panthera había visto el dolor de Tykus pero no comprendía el porqué del odio hacia el capitán, aun ahora no lo entendía, mato a Tigris pero no creía que hubiera tenido alguna opción, si lo que decía era cierto, solo fue un reflejo, sin embargo, no podía sentir más que desprecio por el antecesor del capitán.

Los actos de su amado Tigris eran despreciables, entrenar a un cachorro para que tomara su lugar era demasiado desalmado, había traicionado a un muchacho que seguramente confiaba en él, a quien debió proteger de la mirada y las manos codiciosas de esa criatura, no entregarlo como si solo fuera un objeto.

—El comandante era fácil de utilizar, siempre podía demostrar ante Lord Mum-Ra que su incompetencia no era digna de su rango, que debía ser castigado por eso, lo que me gano una fama de lealtad absoluta ante la criatura, comenzaron a decir que yo daría mi vida por servirle, pensaban que era tan celoso de mi deber que no me importaba cuantos perecieran por eso, lo único que quería era probarme ante esa bestia, que asesino al comandante como castigo ante su ineptitud.

Tygus se relamió los labios recordando algunos sucesos que no le contaría, los cuales provocaron que apretara los puños tratando de controlarse para después cubrirse con sus brazos como si tuviera mucho frio, esta vez sus ojos dorados fueron a posarse en el suelo.

— Estaba a punto de volverme una copia de Tigris, pero decidí que nadie volvería a utilizarme, que me volvería alguien a quien temer y que nada de esto me haría un juguete, no tenia porque verme hermoso, ni ser agradable para los ojos de la bestia, a menos que eso se me fuera ordenado directamente, después era fácil mantener a los demás alejados, primero porque temía que los lastimaran si se acercaban a mí, después por que las pocas veces que me permití confiar en alguien solo intento usarme, lo que decía Tigris era verdad, cualquier promesa que me hicieran seria una mentira.

Panthera suponía que estos recuerdos eran demasiado dolorosos para el tigre y por un momento quiso que guardara silencio, no deseaba saber más, esa confesión debía ser para Leo, no para ella.

— Leo es, era diferente, el me hacía sentir como alguien valioso y hasta hace poco tiempo pensaba que no necesitaba nada de mí, excepto a mí, pero soy un gran mentiroso, logre que pensara que soy leal a Lord Mum-Ra y eso está bien, así cuando los saque de esta nave podrá marcharse sin mirar atrás, no quiero perderlo, no quiero que se olviden que yo estaba vivo, que no siempre fui un Tyaty, es la única forma que tengo para vengarme de esa bestia.

Panthera se acerco a él, seguía alejada de Tygus, no lo tocaría sin su permiso, aunque pensaba que necesitaba el contacto de otro ser que no fuera esa criatura, un contacto que obtuvo de Leo, quien ahora pensaba se trataba de un traidor y que necesitaba convencerlo para que pudiera cuidar de él.

— Leo te ama, deberías decirle todo lo que piensas, todo por lo que has pasado Tygus, estoy segura de que podremos liberarte, él haría lo que fuera para que estés seguro.

Tygus asintió sin prestarle atención realmente, no creía que Leo quisiera las sobras de Lord Mum-Ra, no podía ofrecerle nada más que dolor y sí aun lo deseaba después de eso, no quería que su respeto fuera convertido en lastima, ese era el peor sentimiento de todos, uno que hasta la fecha no había provocado en nadie.

— No, Leo no debe saber esto.

Pronuncio Tygus tratando de olvidarse de ese encuentro con facilidad, ignorar que Panthera ahora compartía parte de su historia y que esa información estaría segura en su memoria, lo que él más temía era convertirse en una sombra sin mente.

—No en este momento al menos, cuando estén seguros debes contarle lo que te dije, que mi amor por él era verdadero y que solo hice esto para que no lo asesinaran, que me recuerde como soy ahora, porque de otra forma yo habré dejado de existir.

Panthera estaba a punto de decirle que esa era la razón por la cual debían compartir esa información con Leo, pero Tygus no querría escucharle, ni podría hacerlo ya que de pronto el capitán la empujo hacia el interior de la nave con el camuflaje escuchando gracias a su implante como unos pasos se acercaban a esa posición.

Tygus le hizo una señal para guardar silencio y poco después ingreso en el pasillo, alejándose de ella, llevándose consigo al tigre blanco que siempre estaba a su lado.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Bengalí busco a Torr durante varias horas, nadie lo había visto en la nave y no respondía a sus llamados, lo último que escucho de él era que había encontrado la información que su amo necesitaba, probablemente ya sabía quiénes eran los traidores dentro de los felinos, por alguna razón esperaba que ese león fuera uno de los culpables, así dejaría solo a Tygus.

Esa relación ya había ido demasiado lejos y su amigo no podía comprender que solo le estaban utilizando, aunque Tygus parecía comprender que lo mejor era alejarse de Leo, aunque no por las razones apropiadas.

Tygus quería mantener a salvo a ese león, lo hacía porque temía las repercusiones que su afecto por esa traidora criatura le ocasionarían a su amante, no porque entendiera que los leones eran avariciosos y no se detendrían ante nada para obtener lo que deseaban, que sus sentimientos le eran irrelevantes.

Su dolor solo le causaría más daño y como las ocasiones en las cuales debía curar sus heridas, en esta ocasión debería ayudarle a recuperarse de la traición anunciada a manos de ese desagradable comandante.

A veces se preguntaba como Tigris lo dejo vivir, como pensó que un león podría seguir las ordenes de sus superiores, sabía que su tamaño no era impresionante y que tenía todo en contra, pero subestimo la avaricia de su especie, olvido que a pesar de lo pequeño e insignificante que podría ser Leo en el pasado maduraría como todos los leones.

Convirtiéndolo en una amenaza para su especie, mucho más cuando Tygus, el que se merecía los honores que tenía ese león, había sido engatusado por su hermosa apariencia y su lengua de plata, convirtiéndolo en una marioneta desechable de sus intereses.

Bengalí dejo de buscar a Torr y comenzó a buscar a Tygus cuando creyó que su amo habría terminado de disfrutar de su agradable compañía, esperando que en esta ocasión su amigo no hubiera hecho nada tonto que provocara la ira de su amo, necesitaban que estuviera en optimas condiciones cuando marcharan por la última piedra de guerra, lo que ocurriría en unas cuantas horas.

— Bengalí.

Pronuncio la persona que buscaba a sus espaldas, quien parecía complacido al verlo en esos pasillos.

— Debemos ir a los hangares, partiremos en dos horas.

Tygus no parecía haber sufrido daño alguno por lo que alcanzaba a ver, la pintura ya no manchaba su pelaje y sus ojos dorados volvían a ser impenetrables.

— No hemos encontrado a Torr, es como si hubiera desaparecido.

Tenía que informarle que Torr había desaparecido, lo más seguro presa de la rebelión que su amo sabía se fraguaba en su contra y que podrían detener antes de que comenzara.

— Torr sabe las consecuencias de su tardanza, sí no se presenta en los hangares no podre mantenerlo en nuestras fuerzas, es una lástima porque es el único que no es un tigre y quería demostrar que no todas las razas felinas son tan desleales como los leones.

Bengalí asintió sin saber que decirle a Tygus, nunca había comprendido porque permitió que ese mocoso ingresara en las fuerzas especiales, sin embargo, no debían confiarse.

— Aun así, que tal sí algo malo ha ocurrido con él.

Tygus sabía exactamente que había pasado con Torr, pero esperaba que nadie supiera nada hasta que se marcharan, en ese momento su vida perdería interés para su amo, quien ya se hacía con la última piedra de guerra.

— Estas insinuando que desobedezcamos las ordenes de Lord Mum-Ra y que nos pongamos a buscarlo en toda la nave.

No quería desobedecer las órdenes de su amo, pero tampoco quería que la rebelión se hiciera con la información que tanto le costó a Torr obtener.

— Bengalí, ya he cometido demasiadas estupideces con este asunto de Leo para querer que nuestro amo siga molesto conmigo, me ha dado una segunda oportunidad y no puedo desperdiciarla, estoy seguro que Torr se encuentra a salvo, tal vez realizando alguna tarea encomendada por nuestro señor.

Bengalí acepto aquellas palabras con resignación, debían buscar a Torr, pero también debían asegurarse que Tygus no perdiera su puesto como Tyaty solo porque no pudo ignorar las mentiras de su comandante.

— Tienes razón, sí Lord Mum-Ra te ha dado una segunda oportunidad no puedes darte el lujo de desperdiciarla.

Tygus asintió con los brazos detrás de su espalda, no parecía querer decir más sobre la gentileza de su amo, tal vez ahora se daba cuenta del absurdo que cometió al querer traicionarle por alguien inferior, por ese león en particular.

— Lord Mum-Ra me aprecia demasiado.

Finalizo el tigre alejándose de Bengalí, quien noto que la pantera que siempre estaba acompañando a ese león salía del mismo hangar que su amigo y se dirigía hacia otra parte de la nave, como si quisiera ignorarlos.

— Y mi deber es servirle.

Algo estaba pasando, primero la desaparición de Torr, después la resignación de Tygus al abandonar a su amante, ahora esa mujer estaba en el mismo cuarto que su amigo, tal vez ambos estaban hablando a las espaldas de su amo, pero era imposible, ellos eran traidores y Tygus jamás lo seria, él comprendía el significado de la gratitud.

— Me alegra que hayas visto razón, Tigris no hubiera apreciado que destruyeras todo su trabajo duro solo por una noche de sexo y un poco de rebeldía.

Tygus se detuvo por algunos segundos como sintiendo una presencia en esa área, de pronto Bengalí también lo vio, otra vez era ese león, pero esta vez su expresión era indescifrable, completamente diferente a la que usaba en el pasado.

— Déjanos a solas Bengalí.

Bengalí quiso negarse al principio, pero prefirió dejarlo en las manos de Leo, quien le demostraría que siempre tuvo la razón, que no era más que un oportunista y creía que Tygus comenzaba a temerle, sus ojos, los que siempre lo traicionaban y eran como puertas al interior de su alma se lo indicaban, así como el único paso que retrocedió al verle.

— Capitán Tygus.

Pronuncio el León gruñendo al verle, sus ojos azules posados en él con tanto odio que por un momento creyó que lo atacaría, una actitud que el respondió con una sonrisa burlona, no importando que pasara por la mente del comandante pronto sería destruido y Tygus regresaría a los brazos de su amo, de donde nunca debió marcharse.

—Leo.

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