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Encuentros fortuitos. por Seiken

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Encuentros fortuitos

Capitulo 8.
— Tal parece que tenemos mucho que descender. — Señalo Tygus utilizando su implante para medir cuantos metros serían. — Demasiado.

— Bueno, ya comenzaron los problemas capitán, espero que esta misión sea más a su gusto.

Tygus no comprendió al principio de que le hablaba Leo, quien parecía divertirse con esa situación.

— Decías que estaba siendo demasiado fácil, ya comenzaron los problemas…

Su amante no le prestó atención y comenzó a buscar las herramientas para realizar un descenso, escuchando que Leo hacia lo mismo, el comandante parecía sumamente divertido con todo eso, tanto que le hacía preguntarse porque.

— ¿Qué te parece tan gracioso?

— Que esto no se parece en nada a una cita.

Tygus se rio al escuchar esas palabras y comenzó el descenso a las profundidades de aquella fortaleza inhóspita, no sabían que encontrarían pero en todo caso estaban preparados para ello, eran soldados entrenados y tenían las herramientas necesarias.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

— ¿Ese muchacho está loco?

Pregunto Tykus golpeando un mueble con el puño cerrado, esa era la oportunidad perfecta para que el asesino de elite de Mum-Ra finalizara con su trabajo, Leo tenía que estar engatusado por su belleza, esa era la única razón por la cual salió con ese trió de asesinos.

— No tenía otra opción.

Fue la respuesta de Panthera, quien al igual que Tykus estaba sumamente preocupada por Leo.

— Lo sé.

Tykus se cruzo de brazos mirando en dirección del espacio para después decirle a la chica que había entrenado para convertirla en un excelente soldado.

— Sólo espero que Leo no baje su guardia.

Tykus era un tigre, su pelaje era mucho mas hirsuto que el de Tygus, aunque era un poco más alto tenía la misma complexión física, su uniforme delataba su rango y su mirada era tan fría como la del capitán.

La única diferencia notable era su desagrado por la vieja criatura que los gobernaba, así como las rayas de su cabeza que eran mucho más delgadas así como más abundantes.

— Ese tigre es una mala semilla pero por lo que mencionas Leo piensa que puede domarlo.

Panthera escuchaba las palabras de Tykus con atención, después de todo fue él quien vio su inteligencia y todo su potencial cuando cada uno de sus superiores solo veía su fuerza.

— ¡Iluso! Mum-Ra ya lo ha hecho.

Panthera suspiro preocupada por el bienestar de Leo, pero debía ser práctica, en el caso en que el león no regresara debían planificar una forma de seguir adelante, no tenían suficientes soldados infiltrados entre los felinos para poder suplir a su líder con facilidad.

— ¿Qué haremos si Leo no regresa?

Su pregunta era simple, la respuesta no lo era tanto, porque Mum-Ra no confiaba en ella ni en Tykus.

— Sí Leo no regresa prepárate para una purga.

Tykus se detuvo al recordar la última purga que hubo, como Tigris perdió la vida ese mismo momento.

— Tendremos suerte de seguir con vida para el regreso del Tyaty.

Panthera supuso que Tykus tenía razón, si Leo era asesinado fuera de esa nave bien podrían darse por muertos, no había forma que Lord Mum-Ra creyera que su comandante trabajaba solo.

Flash Back

— ¿Deseabas hablar conmigo… capitán Tigris?

Habían pasado varios años desde la última vez que Tykus había logrado ver a Tigris, parecía que su señor siempre acaparaba cada segundo que su antiguo hermano de armas estaba en esa nave.

— ¿Es esa la forma en que se saluda a un viejo amante, Tykus?

Fue su pregunta, aunque su tono de voz parecía dolido sus ojos no se separaban de dos jóvenes cadetes luchando cuerpo a cuerpo delante suyo.

— Lo es cuando ese amante no ha respondido a mis llamados, ni se ha molestado en verme en los últimos diez años… o más, he perdido la cuenta.

Tykus recordaba exactamente cuánto tiempo había pasado desde la última vez que pudieron estar juntos, la noche antes de convertirse en el capitán de la guardia de Lord Mum-Ra, aunque no quería admitirlo.

Tigris sonrió con tristeza, una ínfima mueca que nadie más que él podría reconocer, sus ojos de momento observaron su reflejo en el cristal que los separa de los cadetes en pleno entrenamiento.

— Han pasado quince años, ocho meses y nueve días…

Pronuncio entrecerrando los ojos cuando el joven tigre que hasta el momento parecía ganar caía al suelo.

— ¿Qué?

Fue lo único que logro pronunciar Tykus, no pensaba que Tigris recordara cuanto tiempo había pasado, ni siquiera pensaba que su amigo seguía recordando lo que tuvieron.

— Quiero presentarte a Tygus, el será mi remplazo…

Tykus se acerco al cristal y observo con detenimiento como el joven tigre al caer encontró la forma de recuperarse antes de que un lince finalizara ese encuentro a su favor.

— ¿Tu remplazo?

Tigris asintió con una sonrisa torva, un tanto inquietante, la que fue opacada por un súbito sentimiento de felicidad, al pensar que su amigo y amante sería libre de sus tareas, que tal vez podrían estar juntos después de eso.

— Sí, su entrenamiento ha sido el mejor.

Fue su respuesta y aunque Tykus no deseaba ilusionarse, esperaba que ese cachorro fuera tan preparado como su viejo amigo siempre presumía.

— ¿Mum-Ra sabe de esto?

Pregunto Tykus, no recordaba que nadie en la posición de Tigris se hubiera retirado con vida, sin embargo su amigo se acerco al cristal, encendió el micrófono en el momento en que Tygus sostenía al otro cadete por el cuello con suficiente fuerza para, de querer hacerlo, romperle el cuello.

— Es una sorpresa, aun me falta mucho que enseñarle pero cuando esté listo será invencible.

Tigris de pronto observo el combate que se realizaba enfrente de él y maldijo en voz baja cuando su pupilo soltó a su contrincante, el cual cayó de rodillas sujetándose el cuello, recuperando la respiración.

— Y podremos estar juntos…

Flash Back

Tykus de pronto sintió que los años le caían encima y se recargo contra la pared más cercana, Leo no entendía en el peligro en que se encontraba, creía que ese tigre podía ser domado pero el hecho era que ya había sido domesticado y cuando le dieran la orden de matar, lo haría, sin siquiera pensarlo.

No por nada era el mejor trabajo que había realizado Tigris cuando estaba vivo y parecía que los de su especie se convertirían en los favoritos de su amo.

— Leo sabe lo que hace, no creo que arriesgue todo nuestro trabajo, ni los sueños de su padre solo para estar con él.

Le dijo Pantera a sus espaldas, ella confiaba en Leo, en su instinto y en su liderazgo.

— Lo sé, si alguien puede lograr terminar con esta pesadilla es él.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

— Esto es una pesadilla.

Dijo Leo por segunda ocasión cuando su cabello se enredo en las hojas de las plantas que crecían por doquier.

— No decías que esto era una cita.

Le recordó Tygus tratando de no reírse al ver la melena de su amante llena de ramitas.

— No me estoy quejando por eso

Respondió Leo, jurando que la próxima vez se recogería el cabello si salía de la nave a un lugar recóndito, su melena comenzaba a volverse muy molesta.

— ¿Te molesta que tu hermosa cabellera se despeine?

Pronuncio Tygus pisando el fondo de ese túnel primero, buscando alguna forma de avanzar al mismo tiempo que Leo buscaba la forma de recoger su cabellera.

— ¡No es eso!

Al escuchar la risa de Tygus supo que no le creía, pero el tigre tenía varias hojas en su cabello, solo que al ser más corto no le estorbaba la visión por lo que pronuncio siguiéndole el juego.

— Eso podría ser una insubordinación.

Se quejo Leo retirando varias ramas, hojas y lo que pensaba era un insecto de su melena al mismo tiempo que Tygus continuaba riéndose entre dientes al ver su molestia, destapando lo que sin duda era la puerta de seguridad de un elevador inhabilitado.

— En ese caso… ¿Qué es una pesadilla? Comandante.

Justo cuando Leo estaba a punto de responder a la pregunta de su amante, dicho amante le pidió que guardara silencio por algunos segundos, por fin había logrado abrir la puerta del elevador que los conduciría a la siguiente parte de ese laberinto.

Leo aguzo su oído y espero por algunos instantes para que Tygus le informara lo que ocurría, sin embargo, vio como entraba en el elevador sin esperar sus órdenes.

Tygus estaba acostumbrado a trabajar solo, por eso al principio ignoro la presencia de Leo ingresando en una zona que parecía segura y lo era, por lo que avanzo unos pasos más en lo que parecía ser un cuarto abovedado con varias computadoras que aun funcionaban.

— ¡Le gustara ver esto comandante!

Leo bajo detrás de él y se asombro al ver toda la tecnología que aguardaba en ese solitario planeta, era un lugar parecido a la nave de su señor, con la excepción de que todo lo que podía ver era de color blanco, una luz roja recorría la instalación dándole un tinte rosado.

— ¿Alguna vez has visto algo como esto?

Tygus limpio con la punta de sus dedos el polvo de uno de los monitores y de pronto una luz azul los recorrió escaneando el cuarto, acto seguido las luces eléctricas se encendieron iluminando el cuarto con luz blanca.

— Si y no…

Fue la respuesta del tigre, quien recordaba haber visitado varios mundos que poseían tecnología pero al mismo tiempo jamás vio nada parecido a eso, nada tan pulcro ni tan parecido a la nave de Mum-Ra.

De pronto varios monitores se prendieron y una criatura parecida a ellos podía verse entre los pixeles que de vez en cuando estropeaban la imagen, no podían entender lo que esa criatura decía pero de hacerlo sabrían que la estática que estropeaba la mayor parte de los sistemas de esa base milenaria era la única forma de controlar un peligro ancestral que moraba en esas ruinas.

— No me gusta su expresión, parece asustada.

Tygus entrecerró los ojos y asintió, parecía como si esa criatura les estuviera advirtiendo de algún peligro en esa estructura, tal vez algo mecánico al juzgar por la señal de interferencia que visiblemente atacaba las maquinas de la zona, solo que, no entendía porque ese cuarto seguía con vida.

— Busca la información que necesitamos Leo… para que podamos marcharnos de aquí.

Leo asintió y se sentó enfrente de la única maquina que parecía realmente funcionar, esperando que esta estructura no fuera diferente a las demás y que tuviera ese lenguaje universal que todas las maquinas poseían.

Tygus se recargo en la mesa cercana a Leo, cruzando sus brazos, bajando la guardia por algunos instantes, tratando de entender lo que le decía la criatura en el monitor, algunas palabras le recordaban fragmentos, palabras que alguna vez escucho pronunciar a su señor y a Tigris.

— Parece que puedo ingresar en los bancos de memoria… cruza los dedos.

Comento Leo casi entre dientes, toda su atención se encontraba en su tarea y no era para menos, si no encontraban algo de valor su señor enfurecería con ellos, tal vez hasta terminarían pagando con sus vidas.

— Sabes que si le fallamos a Lord Mum-Ra, estaremos muertos.

Pronuncio Tygus rascándose la barbilla, tratando de recordar que palabra le era familiar y donde le había escuchado.

— Lo sé, debes confiar en mí.

Pronuncio Leo, molestándose repentinamente al escuchar su preocupación, Tygus suspiro y avanzo en dirección de su amante, posando primero sus manos en sus hombros, dibujando círculos para tratar de tranquilizarlo.

— Y tú en mi, Leo.

Leo se detuvo repentinamente para sostener las manos de Tygus, no sabía por qué se molestaba al escucharlo hablar de esa forma, sabía que su amante solo estaba haciendo lo necesario para sobrevivir, no era nada personal.

— Yo confió en ti, solo que… cuando hablas de esa forma pienso que tu lealtad por esa cosa es real.

Tygus recargo su barbilla en el cuello de Leo, restregando su mejilla contra la suya y cerró los ojos por un momento, pensando en lo que ocurriría si le fallaban a Lord Mum-Ra, no lo había dicho con claridad pero sabía que alguien pagaría con su vida si lo hacían.

Estaba seguro que no serían ellos y eso lo asustaba, tal vez, al acercarse a Leo provoco que su comandante corriera peligro, que los ojos de esa cosa estuvieran fijos en su dulce león.

— Lord Mum-Ra ha perdido la razón, busca traidores en cada uno de sus felinos y temo que si no encontramos nada, te aleje de mi y no quiero perderte.

Tygus guardo silencio e intento alejarse de Leo, pero este lo sostuvo sintiéndose repentinamente culpable, demasiado culpable por haberse molestado con este maravilloso tigre.

No entendía lo que ocurría pero temía que algunas de las palabras de Panthera fueran ciertas, no las que decían que su amante era leal a esa cosa, no, eso jamás había cruzado su mente, temía por el interés que esa cosa mostraba en su amante, en su tigre.

— Ya he perdido demasiado Leo, no quiero perderte a ti también.

Leo quiso preguntar a que se refería, sin embargo, prefirió callar enfocando toda su atención en su tarea, aquella confesión generaba demasiadas preguntas cuyas respuestas no deseaba enfrentar en ese momento.

— No lo soportaría.

Tygus sonrió al separarse de Leo, su sonrisa estaba plagada de tristeza ya que en el fondo de su corazón temía que aquella paz fuera efímera y que tarde o temprano, como ocurría con las polillas, terminara incendiándose.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

— No entiendo porque estas tan desesperado Bengalí, Tygus sabe lo que hace y es leal a Lord Mum-Ra.

Bengalí comenzaba a temer que Leo y Tygus se alejaran de sus órdenes, su amigo había perdido la cabeza por culpa de ese león.

— Hasta donde sabemos pueden necesitar refuerzos ahora mismo Torr, debemos bloquear esta señal.

Torr no entendía porque una base como esa necesitaba una señal que bloqueara las señales eléctricas, era inútil, casi como destruir la misma maquinaria que hacia funcionar ese complejo.

— Creo que ya casi esta…

Pronuncio Torr, con un sentimiento de triunfo, seguro que sería premiado por esa formidable hazaña, Tygus siempre había sido un superior muy generoso y cuando pensaba que había hecho un buen trabajo conseguía premios para sus hombres.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

— Creo que ya casi esta…

Sonrió Leo al desbloquear el ultimo candado, solo era cuestión de descargar la información que necesitaban en el dispositivo que traían y podrían marchar a casa, en donde trataría de obtener información de los labios de Tygus.

Quien parecía un poco distante, distraído, como si hubieran abierto dolorosas heridas con esa simple conversación, haciendo que Leo se sintiera culpable al molestarse por una simple frase que no significaba nada.

— Muy bien comandante, ya solo falta llevar esta información a Lord Mum-Ra y volveremos a recorrer el espacio, al menos ya solo hace falta una maldita roca.

Tygus parecía molesto, furioso, como si el futuro repentinamente se hubiera vuelto mucho más oscuro, sólo por este nuevo descubrimiento que los acercaba a la piedra de guerra.

— Tygus…

Pronuncio Leo al mismo tiempo que la señal que interrumpía el funcionamiento de los dispositivos mecánicos que protegían aquella base era apagada, provocando que las luces se encendieran y los dispositivos de seguridad encontraran a los dos intrusos.

Una sirena comenzó a sonar enloquecida al mismo tiempo que varias maquinas despertaban de su sueño, atacando a los intrusos, Tygus inmediatamente maldijo en voz baja y comenzó a dispararle a las maquinas que comenzaban a rodearlos.

— ¡Los archivos comandante!

Leo guardo los archivos en un compartimento especial y comenzó a disparar imitando a Tygus, derribando tantas maquinas como podía, esa misión comenzaba a mostrar su verdadera cara.

— Ya los tengo Tygus, debemos salir de aquí.

Pronuncio Leo al mismo tiempo que se acercaban al elevador destruido por las plantas, observando como Tygus usaba su comunicador para llamar a su escuadrón, debían escapar de aquel lugar antes de que todo se saliera de control.

— Torr, Torr, me copias…

Inicio Tygus tratando de limpiar el camino hacia el ascensor, Leo iba adelante y ya había comenzado a trepar por el elevador cuando el tigre lo seguía de cerca, hablando con su equipo para que los recogieran con la valiosa información.

— Estarán con nosotros en quince minutos, debemos apresurarnos.

Dijo Tygus, Leo asintió concentrándose en su tarea, observando cómo su tigre avanzaba y se encargaba de las maquinas al mismo tiempo, aparentemente su amante estaba más que preparado para sobrevivir en una misión como esa.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Bengalí se encontraba nervioso, no quería saber cuál sería la reacción de su señor si ellos fallaban en una misión tan simple, no era que desconfiara de su capitán, su comandante era el problema, ese león no era más que un estorbo para Tygus, solo estaba arruinando lo que había conseguido.

— Prepara los cañones Torr y prepárate para disparar a discreción.

Torr asintió, debía limpiar la zona para que su capitán y comandante pudieran llegar a sus naves, cosa que no sería nada fácil a juzgar por la cantidad de drones que se veían recorriendo el territorio de esa base desconocida, así como atacándolos con callones de plasma.

— No tenías que decírmelo Bengalí, yo sé lo que hago.

Bengalí no le respondió a Torr, solo se limito a sobrevolar la base esperando que su capitán saliera ileso, cruzando los dedos para que Leo no sobreviviera, eso sería lo mejor.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado pero sí que habían destruido demasiadas maquinas y que se acercaban al final de ese recorrido, solo esperaba que su escuadrón siguiera en una pieza.

— Ya casi salimos comandante.

Leo se preguntaba porque Tygus le llamaba por su rango, porque no Leo, tal vez estaba molesto, tal vez eso pasaba cuando su tigre se concentraba en su trabajo.

— Eso espero.

Tygus no quería distraerse, no cuando la vida de Leo estaba en juego, por eso se limitaba a decirle a su amante por su nombre, eso era mucho más fácil, mucho menos personal.

Al salir vieron como algunas de las maquinas aun seguían en pie, como los cañones habían sido destruidos y lo único que tenían que hacer era llegar a sus vehículos, parecía ser demasiado fácil.

— Torr, cúbrenos las espaldas.

Pronuncio Tygus notando que su arma se había quedado sin balas, era completamente inútil de esa forma por lo que la guardo en su cinturón esperando que Leo aun tuviera municiones, las necesitarían.

— Tygus…

Dijo Leo a sus espaldas disparándole a dos maquinas que se interponían en su camino, tratando de que Tygus saliera de ese trance, pero lo único que gano fue un reproche.

— No es el momento, Leo.

Regaño a su amante, no sabía lo que deseaba decirle pero no quería escucharlo, sintiéndose culpable activando su nave para que se abriera, notando que Leo hacia lo mismo, sólo un poco más se dijo Tygus en silencio, tenían que soportar un poco más.

Leo sabía que no era el momento y se limito a subir a su nave, cuando pudieran estar solos trataría contra todo pronóstico que su tigre se abriera un poco, que le explicara que había pasado en aquel lugar.

Porque de pronto se veía tan desesperado, como si no tuviera a donde ir más que al peor de los lugares posibles, porque tenía tanto miedo, porque aquello que vio en sus ojos era miedo y se preguntaría varios años en el futuro si ese momento no hubiera guardado silencio, si ese momento crucial no hubiera sido un cobarde, tal vez aun tendrían un futuro.

— Es hora de marcharnos.

Pronuncio Leo, Tygus no respondió, solo obedeció las órdenes que se le eran dadas y emprendieron el camino de regreso sin saber que serian recibidos por Lord Mum-Ra en persona, quien ansiaba tener la última piedra de guerra en su poder.

Al descender Leo fue el primero en bajar topándose con Lord Mum-Ra, quien tenía sus brazos cruzados enfrente de su pecho y una expresión de impaciencia, al verle inmediatamente se hinco aunque lo que deseaba era dispararle con las ultimas balas de su arma.

Tygus fue el siguiente en bajar e imito a Leo, observando el piso, saludando a su amo como un soldado hace con su superior, sintiendo como la bilis subía por su garganta y el cuarto comenzaba a volverse de pronto demasiado pequeño, su respiración era controlada, su expresión neutra pero en el fondo de su corazón sentía que si su señor le hablaba se desmoronaría.

Poco después bajaron Torr y Bengalí, ambos se sentían orgullos, felices por su triunfo, por la recompensa que le seguiría a esa proeza en un planeta extraño, la cual los acercaba a la última piedra de guerra, a un reinado que jamás se terminaría, en el cual serían de los favoritos de su amo.

— ¿Han tenido éxito, Leo?

Leo noto el cambio de actitud en su amante pero no dijo nada, no podía ni se atrevía a ello, otro acto del que con el pasar de los años se arrepentiría.

— Tuvimos éxito en ese planeta, la misión fue como lo esperaba pero todo resulto según lo planeado.

Fue su respuesta mecánica, sus ojos de momento se posaban en Tygus, acto que no paso desapercibido por el inmortal, quien poso sus ojos en el tigre que parecía impávido y orgulloso.

— ¿La piedra de guerra?

Pregunto la criatura inmortal acercándose a ellos extendiendo la mano para sostener y observar con sus propios ojos la preciada carga que contenía una información aun más valiosa.

— Tenemos las coordenadas mi señor, pero está muy lejos de este cuadrante.

Respondió Leo, quien memorizo los mapas para poder calcular el tiempo que tenían antes de que fuera demasiado tarde para liberarse de esta criatura.

—No importa, pueden retirarse.

Finalizo la criatura observando de reojo a Leo pero sobretodo a Tygus.


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