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Un día más en la vida de Johnny Test por minima

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Notas del capitulo:

¿Sera qué la tercera podría ser la vencida como dice el dicho?, entren y descúbranlo XD

-Se pasaron, realmente esta vez se pasaron… si yo dudo mucho que algún día pudiera verlas como antes, perdonarlas, dudo que Johnny lo haga-

-No tienes que decirlo Duke-

-Arreglaremos esto, así que no tienes que sermonearnos-

-Esto no es tan sencillo niñas, esto no es como las demás veces en que arreglan el desastre, fueron egoístas, fueron descuidadas, y Johnny tuvo que sufrir por eso una experiencia desagradable-

-¡Johnny también muchas veces ha sido egoísta y descuidado, incluso más que nosotras!- se defendió Susan, harta de ese sermón, harta de esta situación en que ella y su hermana se habían metido de fondo.

-¡Jamás como ustedes esta vez!, incluso lo pusieron deliberadamente en peligro en el parque, perdí años de vida perros con ese susto y ni pensar en lo que pudo haberle pasado a Johnny-

Las gemelas se aguantaron en reprochar o defenderse, apretando los labios y apartando la mirada avergonzadas y con atisbos de culpa, todo había resultado mal desde la mañana en que se impacientaron y decidieron rociar su formula en su hermano menor esperando alguna reacción, no encontrando alguna y aun así continuar con acciones egoístas y peligrosas como había dicho Duke.

Sabían que tenia razón, eran lo suficientemente inteligentes en su mente para admitir ese simple hecho, pero aun demasiado orgullosas para decirlo abiertamente.

Algo en sus pechos dolía y un sabor amargo no las había abandonado desde que encontraron a los dos rubios en esa impactante escena a través de la puerta de esos probadores; sabor y dolor que se sintió intenso como una astilla clavada más profundo cuando los atraparon en la red.

Dudaban que pudieran haber podido separar a Gil de Johnny con lo impactadas que estaban, en el primer y segundo beso, si Duke no hubiera estado presente, tal vez se hubieran tardado más de lo necesario o quedado petrificadas por completo, ya no querían pensar en lo que había pasado, en lo que pudo haber ocurrido, y en que todo era su culpa.

Y tenían que lidiar con ese sermón que les dedicaba Duke como un padre implacable castigando a sus hijos después de cometer una fechoría que no le tenia para nada feliz, curioso papel para un perro mascota, pero Duke era muchas veces la voz de la razón en esa loca y algunas veces disfuncional familia; sus padres las dejaban hacer casi cuanto quisieran poniendo alguna que otra regla que muchas veces habían quebrantado, se supone que eran la autoridad en esa familia, pero siendo primerizos como padres, gemelas, y para colmo, unas supergenios, les fue difícil llevar las riendas correctamente teniendo unas hijas tan suspicaces.

Sabían que debían respetarlos, era una cuestión de costumbre y educación respetar las figuras mayores en cualquier sociedad, pero cuando estas se dan cuenta que son más listas que sus progenitores, cosa que normalmente no pasaba, la autoridad no se volvía mucha, si, siempre tenían cuidado de portarse “bien”, o lo que “bien” significaba en su familia, les podían quitar la mesada, el ático donde ubicaron el laboratorio, o sacarlas de la universidad ya que ellos aun tenían toda la autoridad legal como sus tutores y progenitores.

Su deber era educarlas pero eran ellos sabían que eran demasiado listas, solo debían depositar la esperanza que los valores que les enseñaron ayudaron en su formación como adultos, ya que a pesar de lo listas que eran, aun tenían una personalidad de adolecentes, casi niñas.

En las inseguridades como padres, y entre los experimentos de las niñas, había aparecido Duke, mucho más maduro que los niños, pero que le encantaba divertirse con su amito con las cosas sencillas de la vida como solía decir, en su inteligencia genéticamente desarrollada, supo que su familia no era de lo más normal, pero no le importaba mucho el hecho que su amito y mejor amigo tuviera unos padres algo despreocupados, para él estaba él, cuidarlo y hacerle compañía, cosas de instinto de perro, lo que le preocupaba un poco eran las hermanas de estas y que les faltaba guía.

Cosa que a pesar de que no era su papel, trataba de vez en cuando aconsejar, aunque claro, muchas veces era ignorado, no las culpaba, él también era inteligente, era un perro parlante y con una inteligente aproximada promedio de un adulto joven, visto como la figura de mascota y amigo, no alguien de mucha autoridad, pero aun así lo intentaba.

Como ahora que estaba muy furioso con ellas. 

A veces se preguntaba que seria la vida de Johnny si este no le hubiera sacado de la perrera y sus hermanas hubieran experimentado con el para darle la capacidad de hablar y razonar como un humano, seguramente se las vería negras.

Como ahora.

Resoplo recordando como había sido el regreso a la casa de los Test, Gil había forcejeado, gritado y casi aullado el nombre de Johnny tratando de salir de la red que lo tenia atrapado, hasta que las gemelas optaron dejarlo inconsciente, fueron a una farmacia agarraron unos medicamentos y sedado al muchacho, él se quedo al lado de su joven amigo quien temblaba un poco, cuando las cosas parecieron tranquilizarse con la inconciencia del rubio mayor en un acuerdo mudo se decidió regresar al hogar con la carga del adolecente inconsciente.

Con una patineta dejada en una de los armarios del centro comercial, propiedad de Johnny que había decidido dejarla ahí mientras se divertía en los videojuegos sin cargar cosas, movilizaron al inconsciente Gil recostándolo en esta, las gemelas se ocuparon de que no se cayera, raspara o sufriera algún daño en todo el trayecto a casa por un camino poco transitado para evitar miradas curiosas y más contratiempos.

Jamás había sentido el regreso al hogar tan largo y tenso como ese día.

Johnny no soltó ni “pio” en todo el camino, ni le dirigió la mirada al rubio inconsciente o a sus hermanas, era como si no sintiera la presencia de las pelirrojas y el adolecente a su lado, a unos pocos pasos de él.

Hubiera preferido una rabieta, llanto o una sarta de gritos e improperios contra sus hermanas a ese silencio, sabia que Johnny era fuerte, se tenia que serlo al tener a esas dos como hermanas, pero había cosas en las que no importaba lo fuerte o positivo que fueras, estas te afectaban.

Para su suerte no se encontraron con los padres de la familia y procedieron a llevar a Gil al ático mientras Johnny iba a su cuarto y se encerraba, necesitaba estar solo, habían encerrado a la amenaza adolecente en una de esas celdas que tenían en el laboratorio donde encerraban a Roropirroro cuando entraba sin permiso al laboratorio para acosar a Susan.

Las demás jaulas o lugares para contenerlo estaban en reparación, cortesía de Reptorrebanador que había venido de visita la semana antepasada con su familia y aun no arreglaban todo lo que había roto y comido.

Y ahora estaban los tres en el laboratorio, con Duke enfadado, dos pelirrojas resignadas escuchando.

-Tal vez tenga un poco de razón- susurro Mary a su hermana, sintiendo un azote de culpa en pensar en su hermanito y el incidente del parque de patinetas, eso en realidad fue peligroso.

-Como sea, hay que trabajar en el antídoto, basta de reproches, no ganaremos nada con tantos regaños-

-Argh… a veces me gustaría que desarrollaran más su lado empático que intelectual-

Se escucho el cerrar de la puerta electrónica de acero y las gemelas se quedaron solas, Susan y Mary intercambiaron una mirada y se pusieron a trabajar.

Había mucho en que trabajar, además de estudiar los extraños efectos que había causado el actual comportamiento de Gil, algo no cuadraba del bien del todo.



Duke estaba en la cocina tomándose su tercera tasa de café, realmente se encontraba enojada con las gemelas y preocupado por su amigo, al menos no había pasado a peores, el señor y la señora Test no se encontraban, el amo de casa fue de compras y la señora de la casa fue a cerrar un jugoso contrato por lo que no tenia la preocupación de fingir ser un perro normal y corriente en esos momentos.

Dudaba que Johnny quisiera aun recibir alguna visita en su habitación, pobre chico, esa clase de vivencias no debían de ser de esa manera, el primer beso o la primera experiencia sexual no debía ser forzada, aunque los perros se guiaban por instinto, como la mayoría de los animales, a ninguno le gustaba que lo forzaran a hacer algo que no quisieran, el instinto y feromonas era algo por lo que principalmente se guiaban para encontrar a una potencial pareja, pero incluso ellos debían aprobar o hacer un vinculo entre dos para que cada contacto fuera especial, aunque para los ojos de los humanos solo era apareamiento guiado por instintos animales.

Si fuera solo eso, no existirían parejas de animales que duraban toda una vida, y no fueran necesarios los cortejos, hasta los animales experimentaban el romanticismo, sino esa ballena jamás se hubiera fijado en él ese verano.

Miro su tasa de café humeante, el ligero pensamiento de que si las cosas hubieran sido un poco diferentes, no hubiera importado que su primer beso, o el primer beso de esa intensidad de su querido amigo, no hubiera importado mucho si hubiera sido con Gil, ni que hubiera sido tan traumático.



Enterró su cabeza en la almohada, no estaba llorando o intentando un mediocre intento de asfixiarse, solo quería no pensar ni profundizar en los actos sucedidos ese día, todo había sido tan… ni siquiera sabia como calificarlos.

No sabia a quien odiar más, a Gil, a pesar de que estaba consiente que estaba bajo los efectos de esa dichosa formula de esa mañana, o a sus hermanas por inventarla, o incluso a él mismo por haber sido tan débil y no haber podido escapar de él, ser más rápido o logrado apartarlo.

No quería experimentar una situación similar en lo que le restaba de vida.

Zash wash

¿Y ese sonido?, sonaba como ratones en el techo, pero el único ratón que había en la casa era ese loco por las conquistas, pero este ni siquiera estaba aquí, la ultima vez que lo vio dijo que iría a “conquistar” a una ratoncita en la casa de los vecinos.

No importaba, nada de eso importaba, ahora debía dedicar sus energías en olvidar, las cuales no eran muchas contando con todo el estrés por el que había pasado ese día, ni siquiera una botella de diez litros de soda de cereza y una ración de un año de nachos lo animarían en esos momentos.

Pero a pesar de su depresión, debía ser más consiente de las cosas que lo rodeaban especialmente en el techo.

Debía recordar que ahí estaba el laboratorio de sus hermanas.



Esa tasa de café realmente había ayudado, aunque si la hubiera acompañado con un jugoso filete mejor, ya era algo tarde así que le subiría a Johnny algún aperitivo, un sándwich y una botella de soda de cereza.

Ya se encontraba abriendo la puerta cuando cierta sensación de deja vu lo impacto así como la imagen sobre la imagen sobre la cama de su amigo y mejor amigo.


Hace 15 minutos…

Johnny seguía boca abajo en su cama, no quería saber nada ni de nadie y aquel ruidito en el techo había cesado, ahora lo que quería era dormir.

Ya se encontraba cerca de las puertas del reino de los sueños, cuando un estruendo lo hizo sentarse de inmediato en su cama y mirar el techo, algo le decía que se había olvidado de algo importante.

Oh si, se había olvidado que su cuarto, o mejor dicho, los ductos de ventilación en los techos de este, estaban conectados directamente con las instalaciones del laboratorio de sus hermanas, especialmente ciertas trampas y celdas como las que utilizaban para encerrarlo a él o a Rorro… las cuales cabe mencionar no eran las mejores si un villano como él podía escapar con un poco de esfuerzo.

Como ahora con su actual huésped forzado.

Un peso había caído sobre la cama, junto a algunos cables y escombros estaba la figura de cierto chico rubio que no quería ver en esos momentos ni en pintura.

¡¿Cómo rayos Gil había terminado ahí?!

Fue cuestión de musculo y otro de ingenio, no fue fácil, la caja, por que eso era a los ojos de Gil la improvisada celda en la que lo habían metido, no parecía tener salida, pero a pesar de eso, y que lo único en que pensaba era en encontrar a cierto chico de cabellos de flama, logro forzar una viga floja de una de las paredes, al parecer las hermanas al cansarse de que Rorro siempre rompiera sus celdas con alguna de sus armas ocultas decidieron invertir menos en estas, en vez de hacerla de acero reforzado y soldarla o usar remaches y la atornillaran, y uno que otro de tantos de estos tornillos no fueron bien puestos.

Gracias al descuido de ellas y a la buena condición del adolecente este logro abrir la caja encontrándose con un lugar oscuro y polvoriento lleno de cables, incluso podía ver alguna telaraña o basurilla en rincones de aquí y allá, pero como antes, no importaba, lo único importante era encontrar de nuevo a Johnny.

Eso fue otro poco de suerte, ya que al parecer, así como las gemelas estaban cansadas de reparar adecuadamente esas celdas para el preadolescente millonario obsesionado con Susan, el señor Test estaba cansado de reparar esa parte del techo adecuadamente, si se rompía una y otra vez o por sus hijas o hijo, no gastaría valioso dinero en materiales que serian desperdiciados por los traviesos de sus hijos.

Así que fue cosa de poner su peso en el lugar adecuado en el momento adecuado sobre ese pedazo de cartón y yeso, en vez de unas buenas tablas de madera, y callo encontrándose con lo que quería.

Las miradas de ambos rubios se encontraron, a pesar de tener pensamientos contrarios la sorpresa era igual en ellos dos; atrapar y huir, objetivos diferentes pero sentidos con la misma intensidad, otra vez la cuestión de la física jugaba en contra del pequeño Test, mas precisamente por que físicamente él era pequeño, y el cuerpo del otro más grande y largo, por lo que fue cuestión que este prácticamente saltara sobre el más pequeño para atraparlo y abrazarlo nuevamente entre sus brazos.

-¡Gil reacciona!, ¡SUELTAME!- forcejeaba todo lo que podía pareciendo más una culebra que un joven adolecente.

Ni dejo pasar al menos segundo para que Johnny tratara de escapar de sus brazos y para que Gil empezara a buscar la fuente de calor que traspasaba la ropa del otro.

-No puedo, no quiero- en la nebulosa de su mente pudo contestar con sinceridad.

-¡No toques ahí!- esto cada vez se estaba poniendo más desquiciante, debía liberarse pronto de esa situación lo más pronto posible, sino estaba seguro que terminaría violado, el rubio mayor ya estaba tratándole de quitar su camisa y una de sus manos sobaban descaradamente su trasero.

Desesperado, sintiendo que ya nadie le podía escuchar a pesar de sus gritos y que la casa era pequeña, logro moverse lo suficiente para que su brazo tomara suficiente impulso para golpear el rostro de Gil; como que estuviera viviendo esa situación, que Gil lo besara y tocara de esa manera, jamás se imagino golpeando a su vecino, intencionalmente claro esta, no podía contar las veces que había salido dañado por un experimento de sus hermanas en el que lo habían utilizado de conejillo de indias y este de alguna forma resultara dañado como lo de la rampa, a parte de que era debilucho y malo para pelear, le caía bien Gil, o le caía bien.

Locura, esto era una completa locura.

Él golpe no había sido muy fuerte, tal vez un ligero ardor en su mejilla, pero algo había dolido, pero tan rápido como apareció se fue, la sensación del deseo hacia que la acción de besar y acariciar el cuerpo del otro se llevara toda su atención evitando concentración o análisis de otras cosas.

Ya no pudo propinar otro golpe, el peso del otro sobre su cuerpo impedía casi cualquier movimiento, apenas y podía continuar retorciéndose buscando una forma de escapar, una oportunidad, y gritar menos, sus labios nuevamente eran atacados por el otro, quitándole el aliento y un poco de energía con cada beso que le impedía respirar con normalidad.

Era frustrante, era aterrador, era una locura hecha real.

La camisa estaba ya remangada hasta los hombros, dejando expuesto el joven y poco desarrollado pecho del de cabellos de flama, una mano morena ya estaba posicionada en esa zona recorriendo cada surco y curva que esta piel formaba por los músculos poco desarrollados y huesos de la anatomía del otro, incluso podía sentir el acelerado palpitar de su corazón, como si este estuviera en la palma de su mano, o el subir y bajar de la caja torácica del menor.

Esas simples cosas le parecían las más grandiosas del mundo, como si pudiera tocar las maravillas del universos con sus dedos, y así lo era Johnny.

Salado, en uno de sus tantos besos saboreo cierto sabor salado, suave pero perceptible, eso le pareció extraño, ¿de donde provenía ese sabor?

Separándose un poco se encontró con el rostro del menor y ese dolor regreso.

Las facciones infantiles estaban en una mueca semejante al dolor, sus ojos que normalmente irradiaban vida con cierto toque temerario estaban acuosos por las lágrimas que no podía controlar, podría decir que jamás lo habría visto llorar antes, pero seria mentir, recordaba cuando este era más pequeño y que a veces lloraba por un berrinche o algún accidente infantil, y que pocas veces era consolado por sus padres siendo personas ocupadas, tampoco un perro, por que en ese tiempo no había ninguno en la casa de sus vecinos, una pareja curiosa y eran buena gente, pero muy ocupados.

Así como lo veía llorar, muchas veces lo veía reanimarse por si solo, le recordaba un poco a él mismo, él también tenía padres ocupados, pero al menos le dejaban un niñera hasta que vieron que bien podría cuidarse solo o lo tan bien que un adolecente podía, hubo algunas ocasiones en que le acompaña, sintiendo un especial cariño por su vecino, consolándolo una que otra vez, podría tener muchos amigos, pocos realmente verdaderos, pero solo un “hermanito”.

Y él había provocado esas lágrimas, ese rostro de dolor, el ligero temblor en su cuerpo, de todo eso se daba cuenta y dolía, la nebulosa parecía aclararse un poco, ¿Qué había hecho?, ¿Qué estaba haciendo?, ¿Por qué lo había hecho?

-Johnny…-

¿Por qué dolía tanto?

No podía verlo así.

De nuevo esos brazos como vigas de acero lo aprisionaron en un abrazo, pero esta vez no había manos curiosas o besos asfixiantes, era solo un abrazo; aun podía embriagarse con ese aroma y perderse en ese calor; aun se sentía aprisionado y frustrado por esa situación; pero aun así era un simple abrazo.

Ahora todo era pura confusión.

Estuvieron así un buen rato, ninguno podría decir cuanto, uno aun distraído por lo que sentía por el cuerpo del menor y frenarse para no provocar que nuevas lágrimas salieran de esos azules ojos, otro no comprendiendo lo que ahora pasaba, hasta que ninguno de los dos se percato de que alguien habría la puerta hasta el ruido de un plato romperse, no precisamente en el suelo.

No importaba que la soda saliera de la botella y manchara la alfombra, de por si ya era mas manchas que otra cosa, ya ni sabia cual era su color original una mancha más no la arruinaría, tampoco que el sándwich se desparramara sobre la cama o que el plato al contacto de la cabeza del rubio mayor hubiera terminado hecho añicos, era porcelana barata, además de que o lo había golpeado muy fuerte o este tenia la cabeza muy dura, quizás un poco de ambas, lo que realmente importaba era separar a ese descontrolado adolecente de su amigo.

Algo desesperado como la mordida pero había funcionado, el muchacho había quedado inconsciente sobre el cuerpo del menor, no había sangre y aun podía ver como subía y bajaba el pecho indicando que aun respiraba, por un momento pensó que se le había pasado la mano, o pata, aunque seguro dejaría un enorme chichón. 

-¡¿Johnny estas bien?!- preguntaba el can mientras empujaba el cuerpo del otro provocando que callera al suelo a un montón de ropa sucia.

Vio los caminos de lágrimas, un moco acuoso que amenazaba por salir por una de sus fosas nasales y los ojos ligeramente rojos, debió de haberle golpeado un poco más fuerte en la cabeza o empujado a la parte al lado de la cama donde no estaba la ropa.

Trato de abrazarlo pero este le rehuyó a su roce peludo, no debió haberlo dejado solo.

-Lo siento, lo siento Johnny, no debí dejarte solo-

Patético perro guardián resultaba ser si no podía proteger a su amigo.

-Chicos creemos que ya en… ¿chicos?-

Y en esos momentos llegaban las gemelas, encontrando a un Johnny escondiendo su cabeza entre las rodillas haciendo un ovillo sobre la cama, un Duke mirándolo triste y un Gil arrumbado en el suelo.

-¿Qué…-

-¿Qué le paso a Gil?-

De semblante triste Duke cambio a uno completamente feroz mirando a las gemelas, ¿acaso no veían como estaba Johnny y se atrevían a preocuparse más por el adolecente hormonalmente descontrolado?, ganas no le faltaban para no frenarse y morderlas a ellas también.

-En… encontramos la forma de revertirlo…- Mary jamás había visto a Duke así, y esperaba jamás verlo de nuevo, era mejor terminar con esto de una buena vez por todas. 

-Si… llevaremos a Gil nosotras-

Técnicamente ellas no se lo llevaron pero si una de sus creaciones robóticas, ellos no las acompañaron, más tarde se enteraron que utilizaron una maquina centrifuga para separar lo que restaba de la formula del cuerpo de Gil y que lo afectaba para que tuviera ese comportamiento, así después de usar una de sus invenciones y borrarle los recuerdos de ese día, cosa que no era muy necesaria después de analizar el golpe dado por Duke con el plato, ese seguro había quitado algunos fragmentos de su memoria a corto plazo, pero aun así debían prevenir, lo dejaron en su habitación.

Duke se quedo con Johnny hasta que se quedo dormido, no le había dirigido la palabra en ningún momento.

Fue al laboratorio de las pelirrojas, quienes estaban revisando algunos datos en esos momentos.

-Ya nos hicimos cargo de Gil- le dijo Susan pensando que por eso había venido ahí.

Este se quedo callado y siguió avanzando hacia ellas, ya no se veía tan fiero pero aun así tenían el dedo sobre el botón de los robots de seguridad.

Observo los papeles que estaban viendo, alguna serie de estadísticas y formulas químicas, quizás los datos de la dichosa formula, gruño un poco por lo bajo, miro a su alrededor guiándose por su sentido del olfato, y ahí estaba la cosa apestosa que tantos problemas había dado en una pistolita de agua. 

-¡¿Qué haces?!- grito casi histérica la de cabellos lacios, Duke había agarrado la pistola con la preciada formula.

-Esto, eso se va y no regresara, solo ha traido problemas, me encargare de destruirlo-

-¡No puedes hacerlo!-

-¿Acaso ustedes lo destruirán?, lo dudo-

-Bueno, en vista de que tenía imperfecciones…- comenzó Mary tratando de convencerlo.

-¿Imperfecciones?, yo lo llamaría un gran error-

-¿Cómo te atreves?- casi le grita Susan lista para apretar el botón, pero Mary se lo impidió.

Aunque les doliera muy hondo en sus orgullos, ese perro tenia razón… o al menos eso era lo que pensaba Mary, no así Susan que aun estaba algo terca en admitir el error.

Duke se fue con la única muestra de la formula, dejando a las gemelas silenciosas, ellas se miraron comprendiendo que tenían dos puntos de vistas diferentes como pocas veces, pero eso parecía ser lo mejor.

Aunque eso no regresaría las cosas a como antes.

Notas finales:

Perdón por la espera, y muchas gracias a las personas que leen mi locura :)


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