Capítulo II: Voy a vivir…
El sol amenazaba con abandonar la bóveda celeste en un par de horas; quizá menos, un rubio estaba mirando el cielo, no había rastros de nubes grises, parecía que el cielo ya no lloraría la perdida, el cielo no, pero… ¿Él? ¿Alguna vez lo haría? Le dolía el haberla perdido, pero no podía seguir lamentándose su partida ¿Verdad?
Flash Back
Corría con desesperación por los anchos pasillos de la empresa, llegaba tarde a la reunión que tendría con la familia Hyuga, la familia de su prometida a quien por azares del destino, no conocía. Tsunade le pidió que fuera lo más puntual que pudiera ya que esa familia se impacientaba con mucha facilidad.
La recepcionista dibujó una sonrisa en sus labios al verlo pasar, él ni siquiera se inmutó en detenerse a saludarla, ya lo haría más tarde y pediría las disculpas correspondientes, siguió chocando con algunas plantas que había allí, personas que al instante le gritaban, más no importo puesto que Tsunade lo mataría.
— ¡Lamento la demora Tsunade-sama!— Entró al salón de juntas de la empresa Uzumaki, al entrar vio en la mesa redonda a una mujer rubia de ojos marrones claros, quien lo miraba con cara de pocos amigos.
—Ah, él es mi nieto— Sonríe falsamente Tsunade haciéndole una seña a Naruto para que se acercará a ella. Al parecer el rubio fue el único en notar la falsa sonrisa —No seas descortés y saluda a la familia Hyuuga— Le ordenó.
Los Hyuuga lo miraban con una sonrisa amable, era un chico muy apuesto a decir verdad, sus cabellos rubios estaban alborotados, sus ropas eran elegantes de sobremanera. Una chica de cabellos negro-azulado lo miraba con un sonrojo cubriendo sus mejillas, mantenía un constante jugueteo con sus dedos blancos. Él miró los ojos color perla de la muchacha, muy hermosos y profundos.
—“Es como ver la luna sin importar que sea de día”— atinó a pensar el rubio al mirar a esos ojos que en un instante, lo atraparon.
End Flash Back
Salió de su habitación por primera vez en toda la semana, Sakura ni Sai le insistieron para que lo hiciera, suspiró hondo y tomó con fuerza el barandal que lo conducía al primer piso, dudó por un momento pero al instante tomó valor para bajar y hablar amenamente con Sai.
— ¿Qué dices? Ah, Gaara ¿Esta noche? Bien, haré lo posible, pero no prometo nada— Guardó silencio un momento al ver a Naruto entrando a la sala y sonriéndole débilmente, él mismo le sonrió —Bien, hasta luego— Se despidió y dejó el auricular a donde pertenecía.
— ¿Citas?— Le mira el rubio sentándose en un sofá, recargando la cabeza contra una de sus manos y mirando firmemente a Sai.
— ¿Te gustaría ir a una cena con Gaara y Sasuke?— Le mira Sai tomando asiento a su lado y posando su mano derecha en la pierna del rubio.
El duque Uchiha un hombre muy poderoso y sobretodo millonario, cabeza de una de las tres familias más importantes de Konoha, propietario de algunas empresas, tales como bancos, hoteles, restaurantes y cosas por el estilo. Padre de dos hermosos chicos, el mayor un chico que apreciaba la belleza femenina y quizá también la masculina, de cabellos azabaches, con los ojos negros y profundos de nombre Itachi Uchiha, el más pequeño de los dos es Sasuke, un chico enamorado de su mejor amigo, replica del hermano mayor, es muy frio, reservado, antipático con algunas cuantas personas, pero sobre todo orgulloso, el orgullo está antes que todo.
El duque Uchiha, Fugaku esta noche daría una fiesta en honor a su hijo mayor, Itachi, quien se comprometería con Konan Yutaka una mujer muy hermosa, con el cabello corto, lacio de color azul, unos ojos ámbar realmente profundos. No había amor por ninguno de los dos, el compromiso era más bien para unir a la familia Yutaka y los Uchiha y con ello a ambas empresas.
— Ah, Deidara, ella es mi prometida, Konan—Dijo restándole importancia al asunto, para ser sinceros no es que ella no le gustase, pero ¿Amarla? Recién se conocían y aún no le tomaba el suficiente “amor” para presentársela a su mejor amigo, Deidara, quien regresaba de el país del remolino luego de arreglar algunos asuntos de la empresa de su familia.
—Mucho gusto— El rubio hizo una pequeña reverencia a la mujer antes mencionada —Yo solo venía a recoger mis cosas, tengo que ver a mi hermano— Le sonríe de lado al Uchiha, una sonrisa cargada de muchas emociones, la única capaz de identificar alguna fue Konan.
—Hasta luego, Deidara— Le sonrió Itachi y Konan hizo solo una reverencia en señal de despido.
Deidara, un hombre de alrededor de 22 años, rubio como su hermano pequeño, el hijo mayor de la familia Uzumaki, sí, recién se había enterado del dolor de su hermano, nunca pudo imaginarse que esto pasaría por su familia, él debía haberse comprometido con Ino Yamanaka, pero le dejó muy en claro a la matriarca de la familia, que las chicas no eran lo suyo, entonces Tsunade comprensiva, aceptó eso, ya que Naruto al parecer era el más “normal” de los dos.
— ¡Naruto!- Deidara llegaba a la mansión, recorrió el portal, un lugar lleno de rosas de distintos colores y aromas, herencia de su madre, Kushina, quien había fallecido después del nacimiento de su pequeño hermano Naruto, siendo Tsunade y Deidara los responsables de Naruto ¿Su padre? Ese maravilloso hombre había sido asesinado enfrente del pequeño Naruto, igual el rubio menor no recordaba nada de ese episodio en su vida, la teoría más acertada era: EL pequeño cerebro del niño lo bloqueó todo para evitarle futuros traumas al pequeño.
—Deidara...— Susurró Sai mirando hacia la puerta, igual no se levantaría a recibirlo, puesto que sus acompañantes no se merecían esa falta de respeto por su parte.
— Sasuke, Hola— Le saluda Deidara con una sonrisa, el Uchiha menor llevó la invitación para la fiesta de esa noche, el rubio mayor buscaba con la mirada a su hermano en algún lugar de la habitación, pero su búsqueda fue en vano.
—Deidara— Sai llamó la atención de su primo — Naru no tarda en bajar- Sigue sonriendo.
—Gracias, Sai—
Sasuke miró a Deidara, ese chico rubio le caía muy bien, sí, mejor que su futura “cuñada” sabía que Deidara sentía algo más que simple amistad por su hermano, también sabía que era muy divertido y que si no estuviese enamorado de Gaara, Deidara hubiese sido su único amor.
Un rubio de ojos azules entraba a la sala, mirando con curiosidad a todos los presentes, un chico de cabellos rojos le dirigió una mirada de pocos amigos, el rubio solo se encogió de hombros devolviéndole una sonrisa nerviosa, el azabache de ojos negros lo miró curioso, sí, era cierto era mucho más lindo cuando sonreía, Deidara no dudó ni un momento y abrazó a su hermano, hace medio año que no se veían y él amaba a su pequeño hermano de 17 años.
—“Con que él es…”— Gaara lo miró fijamente, mirando la escena de ambos hermanos abrazándose, el más pequeño derramando lágrimas y el mayor sin poder hacer nada.
Sasuke miraba con el rostro lleno de desesperación a Gaara, no podía soportar que Gaara amase de esa forma a Sai, no podía soportar que la persona más importante para él estuviese ahora, mirando con odio a un chico de cabellos rubios, con los ojos llorosos y una falsa sonrisa en sus labios. Hasta ahora caía en cuenta que, el rubio tenía los ojos tan azules como el mismo cielo.
—Hace días que deseaba verte sonreír, Naru— Le abrazó fuertemente Sai el rubio se quejaba que lo asfixiaban y que aun quería vivir. ¿Acaso solo él se había dado cuenta de esa sonrisa fingida? El Uchiha bufó molesto al notar como los demás celebraban una sonrisa fingida, no podía ser, era tan obvio.
Dos meses exactamente habían pasado para la familia Hyuuga desde la perdida de Hinata, Neji Hyuuga estaba esperando a su acompañante para ir los dos a su casa y recoger el equipaje ya listo, él no debía dejar que nada le pasara a su “protegida” puesto que eso acarrearía consecuencias severas para su reputación y obviamente, su familia, la familia Hyuuga. Ambos tenían que viajar a Konoha para la fiesta de compromiso de Itachi Uchiha Y como miembro de una de las tres familias más ricas de Konoha, debía estar presente.