Nuevamente Nowaki se dirigía a su trabajo, había llegado temprano; así que entró al hospital con toda la calma del mundo.
-(//Un día y no he sabido de él –se decía a sí mismo refiriéndose a Misaki. Vio una caseta telefónica –¿Llamarle? Supongo…–buscó en sus bolsillos y recordó que había votado su teléfono celular contra la pared y ahora, no recordaba que numero tenía. Sí, que listo. Dio un largo suspiro, decidiéndose que en su descanso iría a buscarlo… Pero ¿Dónde? Jamás le dio su dirección. Quizás la escuela sea la mejor opción, pero Hiroki trabajaba ahí así que:.. –Será más difícil de lo que pensé… pero, yo encontraré y le diré cuanto lo quiero//) –sonrió para sí.
-¡Ah! ¡Nowaki-sensei! –no había entrado cuando una enfermera ya le hablaba.
-¿Sí? –respondió saliéndose de pensamientos, mirando a la enfermera.
-Me acaban de avisar que solo tendrá veinte minutos de descanso, se le pagará por alargar su tiempo así que no se preocupe, últimamente han estado viniendo muchos niños… –encogió los hombros –lo siento, a todos en esa área nos dieron esta orden.
-Está bien, descuide –respondió con una mueca de lado que simulaba ser una sonrisa, la universidad donde estudiaba Misaki estaba a veinte minutos del lugar: no le daría tiempo – (// Supongo que lo haré mañana //)
-Ah, por cierto –le continuó hablando la mujer –tiene un regalo en su oficina, llegó ayer pero nadie pudo localizarlo.
-¿Regalo?
-Sí, son flores. Al parecer la manda Hiroki Kamijou. ¿Un amigo?
Nowaki quedó en shock. Reaccionó pero no respondió.
=:=
Hoy sería el último día, ¿Para qué? Para que Akihiko logrará que Misaki se quedara. El castaño habló por la noche con su hermano: el boleto estaría listo para mañana a las 12 del día, el traslado escolar está listo ya, hoy simplemente iría para despedirse y recoger algunas cosas que dejó en la universidad.
-Me voy –dijo el castaño dirigiéndose la puerta del departamento.
-¡Misaki! –le gritó el novelista.
-¿Sí?
Miró al peliplata: se encontraba parado frente a él, lo miraba de manera triste y trataba torpemente de hablar, moviendo los labios sin pronunciar sonido alguno, finalmente se atrevió a decir:
-No te vayas…
-¿Eh? –Misaki se rió torpemente mientras se rascaba la cabeza –He, he, tengo que ir a la escuela a recoger-…
-Sabes a lo que me refiero –interrumpió.
-Usami-san… yo… –Bajó la mirada.
-Soy culpable ya lo sé –Habló de la manera más sincera que existe: mirándolo a los ojos, sin tartamudear y derramando lagrimas –Pero estoy arrepentido, por favor que todo vuelva a ser como antes, no lo soporto más, Misaki… sabes que sin tu amor nada soy, no podré sobrevivir, no puedo estar sin ti ¡No puedo! Ya page por lo que te hacía… ya sufrí demasiado, Misaki… tan solo te pido, tan solo, tan solo imagíname sin ti…
El castaño se quedó sin habla, lo miraba sorprendido. Sabía que Usami ya sabía su respuesta, esta conversación la habían tenido ayer. Bajó la vista y en un susurro respondió:
-No… Usami-san, se acabó… lo siento.
Aquellos ojos amatista se le quedaron viendo al pequeño, no aguantó más; rapidamente se le acercó al menor, con sus brazos lo aprisionó contra la puerta: robándole un beso más.
Misaki abrió los ojos a más no poder, trató de oponerse pero la fuerza del novelista era mucho mayor. Colocó las manos dentro del agarre, sobre el pecho de Akihiko y esperó a que éste se despegará de sus labios; no hiso nada, dejó de oponerse, no lo correspondió, simplemente: esperó.
Cuando se alejó de él, Misaki habló sin mirarlo:
-Te dije que te odiaría…
Y salió del departamento azotando la puerta.
Usami permaneció inmóvil, tenía la mirada baja y pérdida, y… en un leve susurro, antes de volver a romper en llanto desconsolado, se dijo:
-Lo sé…
Misaki, por su parte, caminó alejándose de la casa, con cierta mirada: no estaba triste, no estaba enojado, solo parecía perderse.
-(// Te dije que te odiaría… pero no puedo hacerlo ¿Por qué? No lo sé… simplemente ya no siento nada –recordó a su amado Nowaki Kusama –Kusama-san, hace ya un día… //)
De momento su celular vibró, sacándolo de pensamientos. Por un instante quiso pensar que fue el doctor quien lo llamaba, pero al mirar mejor la pantalla leyó mejor:
*Shinobu Takatsuki*
Un sentimiento de desilusión pero a la vez de felicidad lo recorrió.
-¿Shinobu-san?
-#Ah, Misaki, buenos días.
-Buenos días –Misaki salía del edificio a paso lento, escuchando a través de su móvil.
-#Pensaba que tal vez pudiéramos tomar un café juntos…
-Claro, solo cuando salga de la escuela –emprendió caminó hacia su universidad.
-Y ¿Dónde nos vemos?
-Tú me llamaste –Respondió con cierto fastidio –tú deberías saber.
-#Sí, pero tú aceptaste –respondió a su manera: fría y seca.
-Shinobu-san –dio un largo suspiro –Supongo que en-…
Un autobús pasó sonando el claxon.
-#Bien, ahí nos vemos a las 3, adiós.
*Colgó*
-(//Shinobu-san me recuerda en cierta manera a… –Bajó la mirada –Kusama-san, ambos cambian de personalidad muy rápido, excepto que al revés: Shinobu-san está siempre enojado y luego se contenta y Kusama-san –Rió un poco –está que emana alegría y luego se entristece o se enoja –borró la sonrisa de su rostro –Él ¿Realmente lo dijo en serio? ¿Me odia?… No sé por qué duele tanto, ni siquiera sé que pasó, pero –alzó la vista y se dijo con entusiasmo alzando un puño –mañana me iré de aquí y podré olvidarme de Usami-san y de Kusama-san… Todo acabará ¿Verdad? –volvió a entristecer su semblante –Sí, todo acabará… //)
Y así siguió caminando por la calle…
=:=
-Así que te vas…
-Sí; gracias por todo Sumi-sempai.
-De nada, Misaki–le esbozo una sonrisa, quizás de felicidad: ya no había nadie que atara Usami Akihiko.
El castaño seguía recogiendo sus cosas: proyectos, trabajos; terminando de despedirse de maestros y compañeros estimados, sobre todo del sempai que lo había apoyado durante mucho tiempo.
Salió de la universidad, le dio un último vistazo. Se apresuró a su encuentro con Shinobu. Se encontraron y saludaron con sonrisas devueltas por el otro. Y, para la suerte de Misaki era el mismo café: el café cuando tuvo su primera cita con Nowaki; miró el lugar con cierta melancolía.
-Sentémonos ahí –Shinobu señaló aquella mesa cerca de ventana: La misma mesa en la que estuvo con Kusama.
-¿P-podríamos sentarnos aquí? –preguntó sonriendo falsamente, señalando la mesa más cercana.
-¿Por qué? Esa mesa me gusta.
-Sí pero…
-Yo quiero esa mesa –y camino frunciendo el ceño hacia la mesa de la ventana.
Misaki suspiró y lo siguió. Pidieron solo una taza de café, platicaron más fluidamente que en la enfermería; la amistad fluyó muy fácil: a Shinobu se le veía sonreír mucho, Misaki de igual manera.
-Aun no puedo creer que Miyagi-san esté contigo –Hablaba Misaki, sosteniendo su taza de café.
–Tsk –respondió Shinobu –Es el destino.
-¿Destino?
-Sí… ¿Tú no tienes a alguien?
Misaki bajó la mirada y respondió con la voz entre cortada
-H-hay alguien…
-¿En serio? –Shinobu se le acercó más.
-S-sí, pero… él quiere a alguien más.
-¿Él?
-¡Ah! –A Takahashi se le subieron los colores al rostro – ¡N-no! E-esto… olvídalo por favor.
-Misaki… –Shinobu le sonrió – ¿Cómo se llama?
-Kusama –respondió el de ojos verdes sin mirar a su acompañante –Nowaki….
-Ya veo… –quedaron en silencio un rato, hasta que el de ojos azules se animó a preguntar – ¿Por qué dices que no funciono?
-Esto… –sonrió. Falsamente, hasta Shinobu lo sabía, Misaki quería mentir sobre su estado de ánimo… pero solo se engañaba a él mismo –Sucede que, antes yo salía con alguien más pero…
Así siguieron platicando, Misaki le contó lo que había sucedido con Akihiko, Hiroki y Nowaki. Shinobu escuchaba atentamente. No dijo nada. Solo interrumpía para hacer preguntas ocasionales. Al terminar el relato, Shinobu respondió:
-Ya veo –dijo dejando la taza de café a un lado –Y Kusama-san ¿No te ha llamado?
Misaki negó en un movimiento de cabeza.
-Hmm –el ojiazul se recargó sobre el respaldo de la silla –Deberías llamarle tú –aconsejó como todo el terrorista que era.
-No creo que deba hacerlo –respondió el cabizbajo Misaki –Lo que nos dijimos fue muy duro… y no pienso volver atrás, quizás realmente me odie…
-No lo creo –frunció el ceño nuevamente.
-Aun si fuera así… –respondió –No debió haberme hablado de esa manera…
De pronto el teléfono del ojiverde comenzó a sonar; miró la pantalla:
*Número desconocido*
-¿Eh?
-¿Quién es?
-No lo sé… Discúlpame.
Apretó la tecla:
*Contestar*
-Habla Misaki…
-¿T-Takahashi-kun?
