Nowaki miraba el ventanal, esperado ansiosamente su llegada a la universidad. Bajo unas pocas cuadras antes de su destino, tenía que caminar hacia aquella institución. No caminó, corrió hacia aquel lugar, no le importaría si estuviese en clases o si estuviese ocupado… le hablaría y le diría lo mucho que lo amaba y necesitaba.
Entró a aquel lugar; buscó por los salones su rostro: el castaño no aparecía. Siguió su recorrido, asomándose por las ventanas de las aulas. Nada. Su búsqueda continuaba sin parar, ya iba casi medio plantel hasta que… cierto maestro de literatura notó su presencia en el lugar. El profesor dejó su explicación a medias con un “hora libre” y salió en busca de aquel hombre de cabellos azulados.
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-Y –El de cabellos azabaches hablaba en tono bajo –quería pedirle permiso por lo que resta del día…
-Miyagi… no puedo hacer eso –El director le hablaba en tono serio –sabes muy bien que aun te quedan horas, al igual que Kamijou…
-P-pero señor –Mientras que Miyagi trataba de convencerlo –cubriré horas mañana, –Y reía irónicamente –he, he. Solo esta vez…
-Lo siento Miyagi, pero… tu amigo tendrá que esperar.
-Bien –El pelinegro se dio por vencido –gracias por su atención.
Salió de la “Dirección” con un solo pensamiento…:
-(// Shinobu me hará un escándalo. Troya va a arder //)
….Y con un suspiro.
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-¡Nowaki!
El castaño le hablaba por detrás.
-¿Hiro-san? Ah… –trató de sonreír, pero lo único que consiguió fue una mueca torcida –hola.
-¿Qué haces aquí? –Preguntó el maestro, completamente ilusionado.
-Busco a alguien –Bajó la vista, borró la mueca de su rostro y habló pesadamente –C-con su permiso –dio la media vuelta y comenzó a caminar.
-¡Nowaki! –Pero, el maestro demonio no estaba dispuesto a dejarlo ir – ¡Escúchame!
Kusama se giró, Kamijou lo miraba sonrojado y con el ceño fruncido, arrugando la tela de su pantalón con un puño; mordiéndose su labio inferior.
-Hiro-san –dijo Nowaki –no tengo tiempo en verdad, por fav-…
-¡¡Te amo!! –interrumpió.
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-Llegamos, –Akihiko soltó las maletas – ¿A qué hora sales?
-Am… –Misaki se puso a pensar – A las 12…
-Ya veo –El novelista miró su reloj: 11:25 –Creo que llegamos demasiado temprano… ¿Quieres comer algo? –Preguntó sonriente.
-P-pero…
-Vamos… –animo – aun tenemos tiempo.
Misaki asintió.
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Shinobu se bajo de su lindo carro negro caminando hacia la universidad donde trabaja su amante. Caminó unos cuantos pasos hacia la oficina de Miyagi You, con toda libertad abrió la puerta: no estaba.
-Tsk, le dije que estuviera listo.
Y emprendió una búsqueda por el lugar, fue al salón donde daba clases: estaba vacío, a la cafetería: no estaba ahí.
-(//Los baños //)
Se dijo.
Y efectivamente, el destino, como siempre, estaba de su parte: ahí estaba.
-¡Miyagi! –le gritó.
Al profesor se le heló la sangre; tal y como lo había dicho: Troya iba a arder.
-Vámonos –le dijo sonriente mientras lo tomaba del brazo –Misaki nos está esperando.
-Ah, sobre eso… –Miyagi reía irónicamente con un: He, he, he y se rascaba la cabeza –No me dieron permiso…
-¡¿Qué!? –gritó enojado.
-Lo siento aun tengo clases y-…
-Hablaré con mi padre –interrumpió enojado el menor.
-¡NO!
El castaño ya iba a medio camino.
-¡Shinobu!
Y otra vez empezaron con un escándalo en la institución.
-¡Hablaré con él! ¡Tenemos que ir con Misaki!
-¡Shinobu! ¡Entiende!.... Demonios
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Ambas miradas se cruzaron, se miraban como si no pudiesen creer lo que pasaba ahora mismo:
-Te amo –Confesó el maestro más calladamente –Te amo Nowaki…
-Hiro-san…
El peliazul lo miró tiernamente, el maestro se había tardado tanto en decirlo, ¿Cuántas cosas pasaron para que lo digiera? ¿Realmente era necesario que todo esto sucediera para que Hiroki se diera cuenta de cuánto lo amaba? Algún sabio dijo muy bien una vez: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”; Hiroki Kamijou fue un caso más.
-(// Hiro-san realmente me ama… ¿Sí lo perdono? Realmente está arrepentido, ¿Y si todo vuelve a ser como antes? Volver a sentir su piel con la mía, volver a besarlo y decirle lo mucho que lo amo, ¿Volver atrás? Olvidarme de lo que pasó, olvidarme que me engaño y humillo, olvidarme de todo… olvidarme de Misaki… //)
Nowaki abrazó tiernamente al maestro, poniendo sus manos sobre la espalda del mayor, recargando su cabeza sobre los cabellos cafés. Cerrando los ojos y sonriendo. Llamándolo con una voz tierna, con la tierna voz que había resonado en la oscura habitación muchas veces:
-Hiro-san…