Habían pasado tres semanas desde que dejo el departamento que compartía con el azabache, y en ese tiempo había conocido a un buen amigo de Kiba, Utakata Tsuchigumo, un joven bastante simpático la forma en la que lo conoció aun le lograba sacar una enorme sonrisa, dos días después de que llego a la casa de Hinata, seguía encerrado sin ganas de ver a nadie, le dolía aun el recuerdo de Sasuke, la indiferencia de los últimos meses, la frialdad de su mirada…
Se levantó de la cama y camino hacia la ventana para abrirla, esta daba a un pequeño jardín, al asomarse pudo observar a la pequeña hija de Hinata, Hanabi , tenía aproximadamente tres años y se encontraba corriendo detrás de una pequeña burbuja de jabón, fue entonces que lo vio, se encontraba parado al lado de una pequeña fuente con una mirada seria viendo correr a la pequeña, vestía unos pantalones gastados y una playera negra sin mangas, vendas en los brazos y una pequeña jarra de bambú colgada a su cintura y su solador en la mano derecha, este al sentirse observado volteo la mirada y fue ahí cuando aquellos ojos ámbar chocaron con aquel hermoso azul, y una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, sonrisa que hizo que el rubio se sonrojara, y diera unos pasos hacia atrás, se sentó pensando en aquella sensación que sintió al chocar con esa mirada, pero de repente un pequeño destello llamo su atención, y es que en ese momento varias burbujas de jabón entraron por la ventana abierta, se levantó y se asomó por ella, encontrando que debajo de su ventana se encontraba aquel joven y la pequeña
-buen día bello durmiente – saludo haciendo una leve reverencia, lo mismo ocurrió con la pequeña que veía divertida la escena –venimos a romper aquel hechizo que te mantiene atado – dijo viéndolo directamente
-mi tío Naruto ¿esta hechizado? – pregunto curiosa la pequeña, el otro asintió - es por eso que ha estado muy triste y no ha podido jugar con migo – dijo con un deje de melancolía viendo a un sorprendido Naruto, él se agacho a su altura
-así es mi pequeña dama – hizo una pausa – pero para eso estamos nosotros, para romper aquel hechizo y ayudar a que salga de aquella horrible torre – dijo con una sonrisa que correspondió Hanabi, se incorporó y reviso todo con una sonrisa traviesa, tomo un rosa blanca del jardín de Hinata, y con gran habilidad comenzó a subir hacia la ventana de Naruto, sorprendiendo a este
-cuidado - grito al ver que el otro casi cae, suspiro aliviado al ver que se balanceaba pero no caía, el joven llego hasta donde el rubio se encontraba y le regalo la flor, la tomo avergonzado por el atrevimiento de aquel joven
-mucho gusto príncipe, mi nombre es Utakata Tsuchigumo, y soy un caballero que esta postrado a sus pies – después con cuidado tomo la mano del rubio depositando un suave beso en ella, haciendo que Naruto se sonrojara
-Na... Naruto Uzumaki – correspondió el saludo con una ligera sonrisa que sorprendió al caballero
-al fin te encontré mi pequeño sol – dijo en un murmuro que fue claramente escuchado por el rubio….
Desde ese día el castaño no dejaba de visitar al rubio, siempre haciendo que se unieran a los juegos de él y Hanabi, se había enterado por Kiba que aquel hombre era un novelista, y era por ello que se habían conocido, ya que al ser Kiba uno de los dueños de una gran editorial, este siempre le llevaba sus manuscritos, esa siempre era una excusa para poder ir a ver libremente al rubio, y este se sentía a gusto con la visita de su nuevo amigo, que lo hacía olvidarse de las penas que su noble corazón sufría
Hinata se encontraba realmente feliz, ya que el tiempo en el que Utakata llevaba conociendo a Naruto este había recuperado parte de su chispa, claro no totalmente, pero al menos ya no se encontraba encerrado en su habitación y eso era algo que de verdad agradecía, además de que ella sabía que no era bueno para su embarazo, aquel día toda la familia se encontraba reunida y habían decidido hacer una pequeña parrillada, sugerencia de Utakata, pero ella sabía que era una excusa para poder declararse a su amigo, eso la tenía levemente angustiada ya que no sabía cómo reaccionaría, pero esperaba que al menos le diera una pequeña oportunidad a Utakata de sanar aquel hermoso corazón
-tranquila amor- le dijo Kiba – si algo tengo seguro es de que Uta no se rendirá tan fácil, además Naru se ve feliz a su lado
-lo sé – suspiro – es solo que me preocupa lo que pueda pasar – dijo mientras observaba como Utakata tomaba a Naruto y lo apartaba un poco de la parrilla – pero sea lo que sea pasara ¿no es así? – su esposo asintió viendo también hacia aquella dirección con una sonrisa sincera en su rostro, esperaba que Naruto le diera una oportunidad a su amigo, se lo merecía, ambos se lo merecían
Se encontraban en el mismo jardín donde se conocieron, el castaño ya conocía toda la historia de Naruto, así como su actual estado, pero eso a él no le importaba, desde que le había visto se había enganchado a aquella mirada azulina y hermosa sonrisa, y él quería crear más sonrisas, así que empezó a cortejarlo, a visitarlo, a tratar de ganarse su confianza y su cariño, él sabía que no le era indiferente al rubio, se arrodillo ante la mirada azulina y comenzó a hablar
-Naruto – dijo con nerviosismo - sé que has salido de una relación mala – la mirada del rubio se opacó y desvió, el tomo su mentón para que lo viera directamente a los ojos – y sé que aun te duele, pero – hizo una pausa – quiero pedirte que me des una oportunidad – dijo acercándose – que me des una oportunidad de amarte – el rubio le puso una mano en los labios para evitar que siguiera hablando
-Utakata yo… yo quiero darte esa oportunidad – dijo viéndolo con cariño – pero aún estoy muy lastimado y lo menos que quiero es herirte
-no lo aras – dijo el otro – hay que tratar
-pero
-déjame intentarlo Naru – dijo acariciando su rostro, pasando los dedos por sus delgados labios causando un estremecimiento, haciendo que cerrara los ojos, cosa que aprovecho el otro para acercarse y depositar un tierno beso en sus labios y alejándose un poco para quedar con las frentes pegadas – por favor
Naruto estaba sonrojado, nervioso, ansioso, triste, contento, inquieto, muchas emociones emanaban de él, pero con un pequeño movimiento de cabeza acepto, Utakata se acercó para tener de nuevo esos labios junto a los suyos empezando así una nueva etapa para los dos, una que no sabían cuánto duraría… pero que ambos necesitaban…..
En un avión privado a muchos kilómetros de altura, recostado en un sillón se encontraba recostado un azabache, de repente sintió un escalofrío y miro por la ventana, llevándose la mano hacia el anillo que posaba en su pecho
-Naruto – susurro llamando la atención de su acompañante que solo lo observo con tristeza, suspiro y cerró los ojos evitando hablar con su amigo, sin embargo se sentía responsable, pues él conocía las verdaderas razones del por qué Sasuke había actuado así, pero por un juramento que hizo no podía decir nada, y esa era una carga que Suigetsu cargaría solo…