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Medieval por Yuzuru7

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Notas del capitulo:

Declaracion: Esta historia es mia los personajes en ella NO (por ahora) Caulquier parecido con la irrealidad es meramente intencional.

Advertencias:

Posible OoC Con justificadas razones.

Torturas (No tan explicitas, pero si necesarias)

Menciones de posible Mpreg y Futuro Mpreg (se que en este punto ya perdi a la mitad de los lectores. Lo siento)

Multiparings. Parejas Canon y Posibles Cracks

Guerra y Arte Belico por aqui y por alla.

FRANCIS (Que siempre sera motivo de Advertencia)

Obseciones e historias ocultas

Sin mas por el momento...

La mañana pareció alcanzarlos de forma lastimera el joven rubio de ojos azules fue despertado por la alegre voz del joven castaño

–        Buen día Ludwig– dijo alegre el joven, el rubio se giró un poco para evitar que el joven notara el  sonrojo que sabia a tenia, pues el joven romano al estirarse a abrir las ventanas le había regalado la vista de un ligero atado a sus delgadas y pálidas piernas, el germano alcanzo a notar en aquel corto instante el pequeño lunar de color castaño que se situaba por sobre el sensual ligero que tenía el joven de nación romana.

–        Buen día– grito el hispano entrando y dejándose caer en la cama del menor germano.

–        Ah… Antonio– dijo el asustado germano, el joven sirviente castaño observo la escena con cierto miedo pintado en su mirada,  así que inclinándose cortésmente se retiro de los aposentos del joven rubio.

–        Oye… Ludwig esos chiquillos son gemelos ¿verdad? – pregunto el hispano viendo la extraña huida del menor

–        ¿Feliciano y Lovino? – inquirió el rubio acomodándose el cabello.

–        Con que Feliciano y Lovino– dijo con aire pensante.

–        Si, lo son, mi padre los trajo hace un par de años, ¡Ahh! A Feliciano siempre le ha vestido como a una chica, con Lovino es otra historia… es muy grosero y cerrado con nosotros, nunca hemos tenido casi contacto con el, es mas bien el sirviente personal de mi padre– dijo el germano vistiéndose y dejando al hispano tirado en su cama.

–        ¿Con que el sirviente personal del viejo Capitán? – indagó con cierto tono de ira en su voz, el rubio se quedo viendo a su acompañante no comprendía por que aquellos ojos verdes parecían tan decididos

–        ¿Y mi hermano? – decidió cambiar el tema además le era bien sabido el príncipe de Hispania siempre despertaba primero a su hermano mayor.

–        Su puerta estaba cerrada cuando fui a despertarle– respondió con un puchero y una falsa mueca de indignación.

–        El cumpleaños de Roderich es hoy ¿verdad? –

–        Si lo es– respondió el hispano sonriendo.

–        Ah supongo que pronto tendremos que dejar esta rara  farsa, mi padre pondrá el grito en el cielo apenas se entere que Gil y Rode están… ¿juntos? – soltó el rubio con duda y a la vez muy feliz por su hermano.

–        Pues si, pero bueno esperemos que todo este bien, bajemos a comer– dijo el príncipe con un ligero brillo en sus ojos. La razón de su presencia en Germania no era otra que ayudar a sus amigos, una vez que Gil confesara su deseo de casarse con el joven aristócrata y su padre se negara, el intervendría exigiendo Gilbert le fuera entregado como carne de Cañón  para su próxima visita a Novo Mundo donde él y el aristócrata podrían estar hasta que las cosas se calmaran un poco, cuando Gilbert regresara  y fuera coronado por el Rey de Germania… apenas este pudiera poner orden al destruido Ex-Imperio Romano. Su relación con Roderich estaría a salvo  por sobre todo podrían poner en orden a aquel derruido reino.

Ese pensamiento le trajo otro a la mente… Romanos, aquellos Chiquillos que fungían como sirvientes, ¿Como reaccionaria el viejo Ex-capitán al enterarse que sus hijos le habían engañado?, ¿Qué represalias le traerían a los jóvenes  Romanos? Un ligero temblor que no supo diferenciar entre la ira y la misericordia se coló entre su cuerpo.

Cuando llegaron al comedor. Se percataron de la ausencia del Viejo Capitán y mas importante la de Gilbert y Roderich.

–        ¿Acaso Gilbert no piensa bajar? – pregunto el hispano notando lo solo del inmenso salón comedor.

–        Tal vez deba llamarle– dijo el rubio tratando de ponerse de pie.

–        El amo Gilbert salió del castillo muy temprano– respondió ligeramente inclinado el joven romano

–        ¿Ah? Gracias Feliciano– el rubio miraba con incredulidad aquel comportamiento, durante años aquel joven los había tratado a él  y a su hermano sin ningún tipo de educación mayor, a fin de cuentas cuando se conocieron los tres eran solo niños y siempre estuvieron juntos como iguales.

–        ¿Que? – corto el hispano con una clara molestia

–        ¿Antonio? – dijo con duda el rubio mirando con cierta gracia al hispano

–        Lud, nos dejo y se fue a festejar el cumpleaños de Roderich el solo– dijo inflando las mejillas, el rubio solo se sobo las cienes, lejano a la mirada anegada de lagrimas que se posaba sobre el joven romano y que se enfocaba de forma dolosa en el.

–        Con permiso– dijo el castaño en un susurro inaudible, que fue ignorado por las risas del hispano y un ligero comentario del germano que sonreía ante la queja del moreno frente a él.

Su cuerpo tembló ligeramente al tocar la pared sobre la que se deslizo ocultando su rostro entre las amponas faldas de llevaba. Se aferro a sus rodillas haciéndose ligeramente una “bolita” en el suelo.

–        ¿Ha pasado algo? – una voz ligeramente preocupada pero de tono distante le saco de sus pensamientos, no necesito alzar el rostro para saber quien le llamaba. Así que solo movió la cabeza en negación.

–        Fratello, alguna vez te has preguntado… ¿Cómo estará madre? – dijo  mientras una traviesa lagrima se escapaba de sus ojos avellana.

–        No– respondió el otro, recargándose ligeramente en la pared a su lado, una mueca de dolor surco ligeramente su rostro por el contacto de su herida piel con el firme muro.

–        ¿Ni te has preguntado si aun vive?­–

–        ¿Crees que la habrían dejado vivir? – pregunto cerrando sus ojos y dejando que sus facciones se relajaran. Solo el silencio le respondió, no hacia falta más respuesta. Ambos sabían la verdad, aun cuando a Feliciano confiara que aquello cambiaria, ambos sabían la realidad. Eran solo “Esclavos”.

–        ¿Crees que Ludwig esta con ese príncipe?– dijo de pronto, Lovino abrió los ojos y permito que su mirada vagara  hacia el techo, un suspiro silencioso abandono sus labios. Antes de cerrar los ojos y poner su palma abierta sobre el cabello de su hermano menor.

–        Feli, es hora de aceptar la realidad– dijo con un tono resignado y desesperanzado. Las lágrimas abandonaron con fuerza el cuerpo del menor que se aferro con más fuerza a sus rodillas.

–        Chi è coinvolto con pochi schiavi semplici? –  (“¿Quien se involucraría con un simple Esclavo?”) respondió el menor llorando con mas fuerza, el rulo que estaba al lado izquierdo de su cabeza cayo  completamente mientras el menor lloraba. Sin alzar el rostro. El mayor solo desvió la mirada por el pasillo, acariciando ligeramente la cabeza de su hermano, sin decir nada. Esa era su forma de hacerle saber que él estaba ahí.

Caminaban con ligera preocupación hacia donde la vieja Sanadora del pueblo les daría su ayuda, obviamente serian recibidos en absoluto secreto  por petición de Gilbert. Habían decidido caminar para poder relajarse un poco. Justo en ese momento cruzaban una solitaria senda entre el castillo y el pueblo. El joven aristócrata estaba ansioso, nervioso y aunque no lo demostrara aterrado. ¿Y si el no podía engendrar?, ¿Gilbert lo querría a su lado de todas maneras? Cientos de preguntas de ese índole giraban  en su cabeza, el lago frente a ellos, iluminado de forma dorada por el sol aun en el alba del nuevo amanecer frente a ellos, fue clave para que su albino y silencioso compañero se detuviera frenándolo a el también…

–        ¿Gilbert? – inquirió con algo de miedo

–        Sabes señorito, lo he estado pensando mucho– dijo de pronto mirando el lago fijamente

–        ¿Que pasa? – inquirió con terror. Aunque no lo demostró ¿y si le decía que no podían seguir juntos? ¿y si se arrepentía?, ¿Acaso la espera por entregársele había sido tanta que ahora no le interesaba? Sus pensamientos se vieron interrumpidos por la firme  y decidida  mirada roja que lo exponía justo en ese instante, siempre lo supo… Gilbert podía  hacerlo perder la elegancia, la cordura, la vida con esos firmes ojos carmesí.

–        No quiero esperar a que alguien me confirme nada– dijo dejando mas anonadado y aterrado al aristócrata, pero él era un joven con educación, si Gilbert quería dejarlo no demostraría el daño que le hacia, así que frunciendo un poco el ceño  y tomando su pose altiva miro fijamente al germano frente a él. Gilbert cayó educadamente sobre su rodilla derecha y usando la izquierda de soporte se inclino cual caballero en espera del nombramiento de su rey. Sus ojos rojos jamás abandonaron los contrarios color violeta, todos los pensamientos de Roderich habían decidido dar una vuelta, derrumbando sus defensas y exponiéndole mas temeroso  confundido de lo que estaba.

–        Roderich Edelstein Aristócrata y músico del reino de Austrias del Grandioso Reino Germano, El grandioso YO…– una sonrisa se filtro en los labios del aristócrata al escuchar el mote con el que el albino le quiso obligar a tener una cita hace mucho tiempo.

–        Te ha elegido a ti, que eres casi tan grandioso como yo, para…– Roderich veía al hombre frente a él, ese hiperactivo y demente albino, ahora hincado frente a él dando el discurso de los caballeros alterado a su modo sin comprender nada.

–        RODE CASATE CONMIGO– grito ya exasperado el albino, descolocando por completo al castaño rompiendo todos sus muros de defensa, inundando sus emociones, mandando al diablo sus refinadas obsesiones sus ojos se llenaron de lagrimas que comenzaron a caer sin control.

–        Yo Gilbert Beilschmidt, heredero de Königdberg, hijo de la princesa Giselle Weillschmidt y el Capitán de la primera armada Aldous Beilschmidt. Pido tu mano Roderich Edelstein Aristócrata y músico del reino de Austrias. Para que te conviertas, si así lo deseas en mi consorte, la fuerza de mi voluntad, mi ser y mi…– unos temblantes dedos silenciaron el discurso de la nobleza, el resto no le importaba, le había bastado con aquel grito enérgico  tan propio del hombre del que estaba totalmente enamorado.

–        Acepto, tu idiota indecente, grosero, Obaka-san–  llevo una de sus manos hasta su rostro tratando inútilmente de aliviar las lagrimas

–        INDECENTE– volvió a llamarle, como si fuera un mantra para calmarse, la risa del albino, sus labios posándose en los nudillos que aun le sostenía. Su cuerpo siendo estrechado por aquel fuerte  y enérgico hombre… Todo Gilbert lo hacia perder la aristocracia de siempre.

–        Ich Dich Liebe– (Te amo) dijo el albino oprimiéndole con fuerza  y  necesidad antes de sellar su propuesta con un dulce y casto beso.

Coloco después en el cuello de su amado aristócrata la cruz de hierro que era la insignia de los príncipes Germanos. Misma que les fue heredada por  los abuelos de su madre, misma que los engalanaba como parte de la realeza del poderoso reino de Germania. Sujetándose por las manos fueron a ver a la Sanadora, tras hacerle unas preguntas al joven y revisarle un poco, le hizo beber un pequeño vial, tras un ligero ataque de tos una pequeña marca que contrarrestaba con su pálido tono de piel  fue visible por unos minutos  en su pálido vientre. Esa fue la respuesta… era en efectivo un doncel, ahora su felicidad como la sanadora había dicho al ver la cruz de hierro que ahora engalanaba su cuello podía ser absoluta.

Regresaron al castillo entre arrumacos y besos robados, entre las egocéntricas y autosuficientes risas del albino y los contantes reclamos del castaño ojo violeta. Desde uno de los ventanales del castillo unos ojos azul opaco seguían los movimientos de los jóvenes que regresaban al castillo.

En el estudio del viejo capitán los jóvenes sirvientes ponían la pequeña mesa de te en orden, acomodaban y retiraban pequeños platos con la maestría digna de una doncella del lejano reino de Catey.

–        Realmente creen que podrían engañarme– el hombre soltó una carcajada que a los jóvenes se les antojo aterradora.

–        ¿No crees que es una gran sorpresa Lovi?– llamo el Ex-capitán a su joven sirviente que bajo el rostro y desvió la mirada hacia su hermano que se limpiaba las manos con delicadeza pero con una mirada por completo llena de lágrimas causadas por el temor.

–        RESPONDEME– grito el Capitán provocando el susto de los dos jóvenes  romanos

–        Lo es mi señor, una sorpresa Repugnante– termino de decir, la reacción del capitán fue llena de cólera, en dos zancadas cruzo la habitación hasta los jóvenes y sujetando al mayor por el cabello lo zangoloteo hasta conseguir hincarlo, el joven se sujetaba a las manos del capitán tratando de mitigar el tirón en su cabello. estampándole de lleno con una de las paredes el joven que cayo al suelo.

–        Hermano– grito Feliciano corriendo hacia su hermano mayor que temblaba en el piso a acusa del fuerte golpe y un poco mareado a causa de la sangre que caía de la herida que el mismo le había causado.

–        Feliciano, ven aquí ahora– ordeno el viejo hombre logrando que el joven se apartara de su hermano y se parara aun lado de el viejo capitán

–        Junta eso– dijo arrojando el juego de te que se hizo añicos contra el suelo, Feliciano temblaba tratando inútilmente de recoger los trozos de Taza que hacían pequeños cortes en sus manos. Y contener las lagrimas se arremolinaban a causa del miedo y el dolor auto infligido

–        Incompetentes– dijo el Viejo Beilschmidt, golpeando con severidad el costado de Lovino que aun permanecía en el suelo. Volvió a posar su vista en la ventana notando que su hijo y el aristócrata debían ya haber entrado al castillo.

–        Lovino, ponte de pie– llamo el hombre extendiendo su mano. El joven se levanto con dificultad y camino al lado del viejo capitán.

–        Anda Lovino…– apremio sujetándole la cintura e indicándole que mirara por  la ventana. El viejo capitán se dio la media vuelta y le dedico una sonrisa extraña al menor, que no entendía porque el cambio de comportamiento, empujando ligeramente a Lovino contra el ventanal y poniendo su mano en el firme trasero del joven al que se removía con el afán de negarse.

–        ¿Mi señor?– llamo Lovino al Ex-Capitán con claro temor pintado en su voz.

–        Oh Lovi, no te preocupes… Lo hare hasta que ellos decidan arruinarlo, además es hora de que mis “hijos” paguen un poco la piedad que les he tenido. Y tu ya es hora de que cumplas tu cometido, después de todo me perteneces– siguió su camino, tirando con fuerza el rulo del de ascendencia romana. Que cubrió su boca para no permitir ningún sonido escapar de ella. Cuando la puerta se hubo azotado su hermano corrió a su lado y aun con manos temblantes se abrazó a él con fuerza y temor.

–        Lovino– dijo con una excesiva dificultad el menor

–        Feliciano, te prometo que saldremos de aquí– el menor no pudo dudarlo, se sintió protegido por la firme mano del joven cuyas olivas resplandecían con odio y determinación.

Notas finales:

Segundo capitulo...

Dejen sus Reviews, cualquier duda o aclaracion estoy a sus ordenes.

Yuzuru-out


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