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...I HEARD YOU WERE A WILD ONE… por Ryoko_san

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Notas del capitulo:

La continuacion!!! Y el gran final lo subo el martes! :)

Espero les guste (y no me odien ._.)

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El recuerdo más antiguo que tiene es de él durmiendo en un cuarto con un montón de niños, había monjas por doquier, eran muy estrictas sin embargo era relativamente feliz, de ahí, se brinca a otro recuerdo, cuando un hombre fue por él y dijo que era su padre, se sintió contento, sin embargo no le habló durante todo el camino, pero aun así se sentía feliz de tener lo que llamaban un “Padre”… después de unas horas llegaron a una casa muy bonita.




-Quédate aquí Itachi, tengo que hablar con mi esposa primero –Le dijo aquel hombre.





Tardo bastante, tenia frio y hambre pero no se quejo ni se salió, hizo todo cual le ordenaron, se quedo ahí, sentado y obediente; finalmente la puerta del piloto se abrió y el hombre entro al auto otra vez, sin mirarlo arrancó y se dirigió a otro lugar.






-Hola Fugaku, ¿qué te trae por aquí? –Un hombre muy parecido al que se hacía llamar “su padre” abrió la puerta, Fugaku dirigió la mirada al niño que tenía parado al lado y Madara hizo lo mismo -¿De dónde sacaste a este crio? –Le cuestionó serio.



-Es mi hijo –informo secamente


-¿Tu hijo?... ¿el niño del que me hablaste la vez pasada? –Pregunto sorprendido y el otro cabeceó afirmativamente -¿No que lo había abortado la puta esa?



-Pues no lo hizo y aquí esta, su madre murió hace tres años y apenas me enteré de su existencia pero Mikoto no lo quiere en la casa…


-¿Y luego? –Pregunto con clara molestia, ya sabía lo que le pediría.



-Solo será en lo que convenzo a Mikoto de llevarlo a vivir con nosotros…




-No tolero a los niños Fugaku, por eso yo no tuve hijos –Declaro enojado el mayor.



-Por favor Madara, no puedo devolverlo al orfanato, solo serán unos días…





Solo serán unos días….




Unos días…




Días…







Días que se hicieron años.

















Madara era cruel, en el aspecto de que lo dejaba sin comer días enteros y cuando más pensaba que lo odiaba, de repente, de un día para otro lo trataba bien, con cariño y hasta lo mimaba… y eso lo confundía, le hacía sentir temor y odio pero a veces lo trataba tan bien que sentía que lo quería… pero él maldito solo jugaba con las emociones de un niño.






A veces su “padre” acudía a verlo, hablaba con él e incluso lo abrazaba y salían juntos a pasear, pero luego se iba y no volvía hasta un par de meses después, todo ese tiempo Madara le dio clases de defensa personal y no porque lo hubiese inscrito a alguna disciplina, sino que lo golpeaba y se burlaba de él humillándolo, luego se iba a beber con sus amigos y no volvía hasta una semana después.




Itachi aun era un niño, pero su elevada capacidad de comprensión lo hicieron toparse de frente con su cruda realidad y que su vida era francamente deprimente, pero él se daba ánimos a sí mismo, impulsándose a anteponerse a todo, pero por mucho que lo intentaba, aun era un niño y como tal no podía evitar sentir que su existencia no era grata para nadie y sufría por ello… cierto día, Itachi miraba la televisión y vio algo que deseo con fuerza… vio la imagen de una familia feliz, de una señora sosteniendo en brazos a un bebe mientras lo miraba con amor y como llegaba el padre y abrazaba a ambos en un cálido gesto de protección, como una familia feliz… las lagrimas de Itachi se escurrieron silenciosas… cuanto deseaba ser él aquel bebe…







Cuando el pequeño pelinegro tenía 9 años, notó que su padre llevaba meses sin ir a verlo ni llamarle por teléfono, se preguntaba el porqué de esa situación hasta que la respuesta llegó… recibió la notica de que la actual esposa de su padre había tenido un bebe, Madara lo tomó de la mano y lo llevo hasta el hospital a visitarlo de sorpresa. Itachi estaba emocionado, decían que tener un hermano era lo mejor del mundo, llegó y se zafó de la mano de Madara y corrió por las escaleras del hospital, llegando a la habitación que la enfermera les había indicado, abrió la puerta y los vio… a la mujer sentada en la cama con su hijo en brazos, mirando a éste con amor desmedido y a su “padre” abrazándolos a ambos… y sintió odio, odio por ese niño que tenia lo que él deseo toda su vida, sus ojos se tornaron de color carmesí, pero el grito de la mujer lo trajo a la realidad de nuevo





-¿Qué hace ese bastardo aquí? –Exclamo con furia




La mirada de Itachi se hizo repentinamente triste y salió de la habitación, se sentó en las escaleras y lloro amargamente.





Unos minutos después Madara llegó y lo miro indiferente, después entro a la habitación de Mikoto, el niño escuchaba las risas de felicidad que escapaban de adentro de aquella habitación, era una reunión familiar a la que él no estaba invitado.





Cuando Itachi cumplió 10 años, paso lo que fue el acabose de su ingrata felicidad infantil, lo que marco el fin de sus ilusiones.


Era el mes de octubre, ese día Madara le aventó un plato de sopa caliente a la cara y ahora tenía una quemadura de 1er grado en la mejilla, estaba haciéndose una precaria y deficiente curación en el baño, cuando la puerta se abrió y por ella ingresó su tutor, tenía una sonrisa torcida y apestaba a alcohol…




-Sabes Itachi –Comenzó a hablarle mientras se acercaba a él –Llevo manteniéndote un buen tiempo y he descubierto que no recibo nada a cambio… así que me gustaría que me respondieras… -Y su sonrisa se hizo más ancha, mas torcida y más espeluznante -¿Cómo piensas pagarme?




-Y-yo no tengo dinero… -Murmuró asustado –No tengo con que pagarle…




-Oh, pero tienes otra cosita que me interesa… -Entonces se acerco repentinamente rápido a el niño lo rodeo con sus brazos, colocó una mano sobre el trasero del menor y lo apretó con fuerza -… y esta aquí…






No hay que ser un genio para saber lo que sucedió después…




Aunque Itachi lo recuerda con lujo de detalles, recuerda como lo arrastró hacia su habitación y lo empujo contra la cama, como ató sus delgadas muñecas a la cabecera de la misma, puede incluso revivir el dolor inmenso que sintió cuando le separo las piernas con fuerza que incluso le provoco un desgarre permanente en la ingle, pero lo que más recuerda, con toda claridad y agonía, fue como un pene grueso, un pene varicoso de hombre maduro lo penetró con fuerza, recuerda como destrozaba todo dentro de él, y esos gemidos roncos sobre su oreja son revividos en cada angustiante pesadilla que lo asaltan en la noche.



Esa noche no tiene desenlace en la memoria de Itachi, ya que se desmayo justo cuando su tío metió su pene junto con un consolador en su ano, fue tan doloroso que perdió la conciencia.





Pero sabe que al día siguiente Madara lloró, lloró como nunca pensó que lo vería y que aun así, él le tenía miedo, mucho miedo, estaba aterrado de solo mirarlo...
Itachi seguía tendido sobre la cama de sabanas blancas bañadas en sangre, cuando despertó su primer impulso fue moverse, pero el dolor se lo impidió y el sonido del llanto ahogado de Madara sentado al lado de él le recordó lo acontecido ayer, tembló cuando su tío volteó a verlo y se encogió sobre sí mismo cuando vio como la mano se alzaba con la intención de acariciar su cabeza y tembló de miedo, Madara detuvo su movimiento y se levantó alejándose del infante.




-Lo siento –Dijo con la voz cargada de dolor –De verdad… y-yo… lo siento Itachi –Y lágrimas de arrepentimiento salieron de sus ojos negros.




Solo espero a que sanaran sus heridas y después lo inscribió en un internado.





Realmente Itachi estaba confuso, la actitud de Madara lo desconcertaba, ya que aunque sucedió aquella horrible situación, él mayor hizo todo lo humanamente posible para que estuviera mejor, el internado era bueno y de calidad, le llevaba ropa nueva cada que podía, lo visitaba con mucha frecuencia y le felicitaba por sus logros académicos, Itachi sabía que su comportamiento se debía a su sentimiento de culpa, pero le gustaba pensar que lo hacía porque lo quería, porque lo quería como a un hijo… y pues… a nadie le hace daño vivir en su pequeña mentira, ¿verdad?




Cuando cumplió 11, Madara lo fue a visitar, iba más serio de lo normal, se veía incluso más pálido y demacrado, hablaron durante horas sobre cosas sin importancia, hasta que finalmente Madara le dijo la verdadera razón de su visita…




-He pagado tu inscripción en este colegio hasta que termines una carrera universitaria –Le informó –Yo ya no podre venir tan seguido a visitarte –Y cuando el menor iba a reclamar por eso, el mayor se le adelantó -… Me han detectado cáncer.




Itachi se quedo frio, si bien, no eran la perfecta familia feliz, él era lo único que tenía y aunque le violo de forma cruel, ahora se mostraba arrepentido e incluso le había dicho algunas veces que le quería y mucho, una lágrima se escapo de sus ojos y bajo la mirada.




-Déjame estar a tu lado… -Le pidió sin despegar la mirada del piso.



-No –Contestó tajante –El cáncer se ha expandido pero esta encapsulado, entonces me pueden quedar meses de vida si alguna capsula se rompe o me pueden quedar un par de años si ninguna se revienta, pero se seguirán multiplicando hasta matarme, no lo saben, pero sería muy desgastante para ti vivir con un desahuciado, además tú debes de estudiar. –Y sin más que decir, salió del lugar sin mirar atrás.




Pasaron un par de meses más e Itachi no lo soportó… escapó del internado, no recordaba como volver a la casa de su tío, por tanto se extravió, se fue a una estación de trenes y ahí durmió un par de semanas, hasta que un día, lo encontró el guardia y llamó a la policía y éstos a su vez a su tutor, a Madara… ¿Cómo no se le había ocurrido antes ir a la policía? Se preguntó enojado.





Madara llego a las pocas horas, estaba cansado y ojeroso, al parecer llevaba días buscándolo y cuando lo vio, le dio una fuerte bofetada y después lo abrazó con fuerza…




-No vuelvas a asustarme –Le susurro entre enojado y feliz al oído





Su convivencia fue tranquila, ambos eran distantes, sin embargo se preocupaban uno por el otro, los errores del pasado quedaron ahí… en el pasado.




En el último año de vida de Madara, la paso postrado en una cama y aunque en un principio se volvió enojón y colérico después acepto su destino con resignación, así pues su carácter se torno más tranquilo, pasaban horas charlando de cosas sin sentido, como cuando platicaron sobre los chismes que decía la gente sobre él “Que si lo habían detenido en la oficina policiaca” “que si lo habían expulsado del colegio” “que si era narco” con todos esos rumores sobre él toda la colonia lo catalogaba como "Un salvaje"… la mayoría de esos chismes los hacia Mikoto, la esposa de su hermano, esa mujer tenía mucha imaginación; la vida era buena dentro de lo que cabe, e Itachi pudo notar que su padre era un maldito, pues aunque sabía que su hermano estaba grave, jamás fue a visitarlo.



Un día Madara tomó con fuerza la mano de Itachi, y lo miro un instante, ya casi no podía hablar y su visión era borrosa



-Itachi, sé que ya me voy a morir –le hablo amargamente –Sé que tu vida fue difícil y que yo la empeoré haciéndote lo que te hice…




-Pero yo ya te he perdo…



-Déjame terminar… - e Itachi guardo silencio – Lo que te hice fue aberrante y no hay excusa para eso, te lleve al internado por qué no soportaba que me miraras con terror… tu no merecías más dolor del que ya cargabas –Tomo un largo y hondo respiro y siguió hablando – Sé que nuestra relación no fue la mejor y que yo hice de tu infancia un infierno, yo era muy inmaduro y te hacia sufrir, después por culpa te trataba bien y luego volvía a tratarte mal.. era un circulo vicioso al que te sometí… sin embargo yo en realidad no quería dañarte, por eso cuando fui consciente de la atrocidad que hice aquella noche, no pude soportarlo, era demasiado horrible y no quería aceptarlo, la culpa me mataba y decidí darte lo mejor que tuviera a mi alcance y aunque he de aceptar que actué por remordimientos, al final… te he querido como a un hijo, te quiero Itachi y no sabes cuánto daría para verte crecer, casarte y tener una hermosa familia, una familia como la que te mereces, una que te ame y que nunca te abandone… a nosotros nos han olvidado sobrino, nos han dejado de lado… -Luego apretó la mano de su sobrino –Lo único que le agradezco a Fugaku es que te haya dejado conmigo, que me haya dado un hijo como tú –Y le sonrió con franqueza e Itachi lloró de alegría y tristeza…






Esa noche su tío Murió…






Al funeral solo fueron Fugaku y su esposa, la cual lo miraba con infinito desprecio; fue una misa corta y después el entierro, Fugaku le informo que le depositaría dinero a una cuenta del banco para lo que necesitara, pero que por ningún motivo le dijera alguien que vivía solo pues de lo contrario lo meterían una casa hogar…


Itachi no era tonto, él sabía que si le decía a algún policía que vivía solo lo llevarían a la casa de su padre y pues su padre no lo quería ahí y menos Mikoto... no le dio importancia, de todos modos él no deseaba ir a vivir con ellos, aunque si le gustaría conocer a su hermanito, pero ya vería como convivir con él sin que nadie lo notara.





Los días eran muy solitarios y tristes en la casa, vivir solo era depresivo, ya no tenía con quien hablar ni con quien reír, estaba solo, realmente solo…




A veces iba a espiar a la casa de su padre, se brincaba la barda y se asomaba por la ventana, veía a la mujer de su padre, esa loca que lo miraba con odio desmedido que le hizo la vida imposible pero que en su faceta de madre era dulce, amorosa y entregada, abrazaba con un cariño desmedido a su primogénito y lo llenaba de besos… Itachi solía mirar esa escena y sentir algo extraño en su estomago… sentía celos.





Llovía con fuerza, las gotas de agua se estrellaban llenas de furia contra el cristal de su ventana y no lo dejaban dormir aunque en realidad no tenia sueño, más bien estaba divagando en sus pensamientos, imaginándose un mundo en el cual él vivía la vida de su hermano menor, el cual según Madara, se llama Sasuke; se imaginaba que justo en este momento, ante la furia de la tormenta entraría su madre a su habitación, lo abrazaría con cariño, le acariciaría el cabello con ternura y le susurraría palabras cálidas para calmarlo del miedo a las tormentas. A la mañana siguiente le prepararía un delicioso desayuno y le daría un obento para comer en la escuela, lo despediría con un amoroso beso en la mejilla y lo vería marchar hacia la escuela desde el portal de su casa…






Odiaba ser Itachi...



Sasuke… él deseaba tener la vida de Sasuke, vivir como Sasuke, ser amado como Sasuke… él deseaba ser Sasuke.


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Notas finales:

Dejad reviews!!! :D

He leido los que me han dejado... ME HAN ENCANTADO!!! los contestare el martes, ok??? Bueno cuidanse y disfruten este capitulo. Bye :)


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