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ACORDE GEMELO por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s ¿Como han estado niñ@s?

Yo pues ocupada. He vuelto a trabajar y como se esperaba de mi, no es un trabajo sencillo. En fin, debido a eso les cuento que no ha habido mucho tiempo para ponerme a editar capitulos y eso. Sin embargo, espero que este les guste aunque este medio raro...
Algunas cosillas se medio explican, y digo medio porque francamente no sí se entiendan. Ojala les guste igual. Y me dejen RR.

 

 

Capítulo 48

 

Una hora antes…

Era una adorable escena se dijo al verlos. Su hijo Itachi y Shikamaru, ambos dormidos de forma pacífica en el sofá de la sala, con las manos enlazadas en un mudo apoyo, el tenue movimiento de sus respiraciones era lo único que evitaba que creyese que era una simple pintura lo que veía.

-Almas gemelas… -Susurro para sí misma al recordar de su pasado una escena similar.

Una vez hace ya muchos años, había observado algo parecido, aunque en aquel entonces su reacción no había resultado tan positiva… No, porque aquella vez, los que dormían plácidamente en el suelo de su viejo departamento no eran otros que su actual esposo y su difunto hermano. Un par de almas gemelas que ella se encargó a raíz de esa visión de separar…

-Sí tan sólo pudiera… -Se dijo con desconsuelo cerrando los ojos para remembrar en su mente aquel viejo recuerdo. Que la orillo a tomar un camino que sí bien le dio lo que deseaba, el precio que pagaba aun por ello seguía siendo alto…

Recordaba haber regresado de su trabajo antes aquel día. Quería llegar cuanto antes para poder contarle a Fugaku sobre el nuevo club que pronto se abriría en el centro de la ciudad, ese donde él y su grupo de amigos podrían actuar sin ningún problema. Así que emocionada, había corrido hasta perder el aliento para llegar lo más rápido posible al departamento que desde la primavera compartía con él moreno. Mientras corría, se preguntaba con impaciencia ¿Cuál sería la reacción de Fugaku al escucharla? ¿Le sonreiría? ¿Le diría que era la mejor? ¿Le pediría al fin ser su novia? La emoción la desbordaba y aunque sus rodillas comenzaron doler a mitad de camino, y sus pulmones comenzaron a languidecer por la falta de aire no se detuvo hasta llegar a casa. Nunca espero encontrarse con la inocente imagen que finalmente echo abajo sus tontas expectativas y le hiso entender que Fugaku no le veía a ella, él sólo tenía ojos para su hermano Minato, dormido tan tranquilo junto a él, sin percatarse de ella en ningún momento de pie en la puerta. Fugaku jugaba con un mechón de la dorada melena que poseía Minato mientras que con ternura le observaba dormir, lucia tan feliz  que le hicieron sentirse una intrusa aun en su propia casa.

-Despreciable…-Susurro nuevamente saliendo de sus recuerdos, para fijar su vista en su propio hijo junto a Shikamaru. La imagen que presenciaba, al igual que aquella memoria en su mente le había parecido perfecta… Tan encantadora… Y sin embargo en sus recuerdos seguía pensando que era despreciable. Sacudió su cabeza intentando repensar la situación y más sosegada concluyo que ahí lo despreciable había sido sentirse como se sintió al mirarla en aquel entonces.

Los celos que experimento, la desolación y el dolor agudo que se instaló en su pecho le había impedido reconocer que ella no tenía nada que hacer ahí… No como ahora que podía asegurar con certeza que la escena compuesta por Itachi y Shikamaru solo despertaba en ella ternura…

Mientras observaba las suaves respiraciones de su hijo y Shikamaru, compartiendo un gesto tan íntimo, supo que incluso un sentimiento amargo como aquel del pasado podía ser  convertido en afecto. Sí bien sabía que esto era posible sólo porque se trataba de su hijo y Shikamaru… No podía justificar de ningún modo su reacción en aquel entonces. Y decirse como muchas veces hizo en el pasado, que lo que había hecho había sido producto quizás de su inmadurez, probablemente también de sus temores. O más bien de ambas. El resentimiento que se formó en ella al presenciar aquella imagen le hizo decidir mal su camino, perder la visión de lo que en verdad quería, de lo que significaba amar… De lo que Minato y Fugaku significaban para ella por separado… Convirtiéndola en un ser despreciable… Que en su actualidad vivía aun en ella para acosarla y atormentarla como un ente malévolo que se empeñaba en recordarle lo nauseabunda que era su alma y lo pequeño que era su corazón.

Llevó una de sus manos a sus ojos consiente de que una sutil lagrima había surcado insolente por sus mejillas.

-Que patética…- Se dijo así misma en un susurro endeble, que la desconcertó incluso a ella. Antes no habría reconocido que lo era porque hacerlo significaría enfrentarse a la repugnante persona que había sido y no se consideraba preparada para hacerlo. Reconocer que a pesar de lo que había hecho, a pesar de que con desesperación había deseado estar junto a su ser amado y recuperar la familia que le había sido arrebatada a pesar de que todo eso lo había obtenido, no había conseguido jamás ser feliz… Y admitirlo era peor que a su antiguo yo hablándole en su corazón donde le había intentado enterrar, recordándole con saña que lo que tenía en realidad no le había pertenecido jamás.

-¿Qué hago pensando esto ahora? –Se cuestionó mirando con amargura sus lágrimas caer con más ímpetu de sus ojos hasta sus manos extendidas frente a ella.

Se cubrió la cara con ambas manos en un vergonzoso intento por contener su llanto amargo, reconociendo para sí misma, que a pesar de que su familia estuviese rota… Que por más que esperase jamás sería bienvenida… Ni siquiera sí fuese restaurada, aun sí era de ese modo, ella aun deseaba que fuese suya... ¡Lo había anhelado tanto!

Quería empezar de nuevo y egoístamente imponerse una vez más en las vidas de Fugaku y sus cuatro hijos… Convertirse en la esposa y madre que nunca fue…

Pero, ¡No podía hacerlo!

Había decidido hacía muchos años atrás que sí podía reparar lo que había hecho a Fugaku antes, lo haría sin dudar, sí podía ayudar a sus hijos, aun en las sombras... Haría lo que fuera. No importaba lo que sucediera con ella…

Así qué… Por el bien de la familia que ella había condenado a fracasar haría lo que estuviese en su poder para remendarla. Aun sí en el camino ella se quedaba sola de nuevo… ¿No era acaso eso lo que había decidido? Quedarse sola era por mucho un precio bajo por la felicidad de sus hijos y Fugaku. ¿Qué diferencia haría ella ahí si seguía imponiéndose? Su respuesta aunque filosa y amarga fue una contundente palabra: “Ninguna”

Con esa resolución seco las lágrimas amargas que se atrevieron a surcar por sus mejillas, muestra de la debilidad de su corazón. Se juró en ese breve segundo que esa sería la última vez que lloraría por su propio destino. Sería la última vez que temería y dudaría, Fugaku merecía saber… El pecado que ella había cometido… Al menos a él podía darle lo que ella tanto anhelaba… A su propia familia.

*

En la corporación Uchiha, la normalidad del trabajo se había retomado en los empleados tan rápido como los reporteros se habían retirado del edificio. En lo alto de dicha construcción, Fugaku miraba por la ventana. Sus amigos seguían ahí conversando como si se tratase de un viejo reencuentro, celebrando su victoria sobre el monstro que los había atormentado todos esos años. Y ahora planeando la nueva Azaña que él había propuesto para ellos.

Lo llamaba Azaña porque implicaba burlar a todo el mundo, y pasar por verdadera una historia que le permitiese a su hija Shizune salir del anonimato que la tumba en el cementerio le había dado todos esos años. Aunque para poder emprender aquel reto a sus amigos y socios primero debía averiguar que pensaba hacer su primogénita con aquella oportunidad de volver a ser una Uchiha.

Debería sentirse contento por ser capaz de recuperar a su hija, seguramente lo estaba. La cuestión era que su apellido sólo le había causado dolor a la muchacha al igual que había sido para el todo ese tiempo. No podía obligarla a aceptar tomar ese nombre de nuevo, no con la misma facilidad con la que sus cuatro amigos habían aceptado ayudarle en la propuesta que les había hecho y estaba seguro que con su ayuda sus planes serían más que cumplidos. Aunque en el fondo quería que Shizune se decidiera por seguir siendo libre y no volver a los grilletes que su apellido le pondría, algo le decía que quizás ella aceptaría usarlos sin mayor problema esta vez… Porque significaría volver a estar junto a sus hermanos.  

Por otra parte, sentía que había algo más que aún le faltaba por arreglar. Los conflictos con sus hijos definitivamente no era lo que parecía despertarle ese sentimiento inquieto en el pecho. Era evidente que ese detalle ya lo tenía contemplado y era consciente de las consecuencias que conllevaba y tenía la certeza de que Shizune las aceptaría. Así que definitivamente sus hijos no eran el problema. Era algo más, lo que lo mantenía pensativo… La cuestión era que no tenía idea de lo que era.

-¿Onii-sama? –Escuchó a Rin llamarle afectuosa.- ¿Te preocupa algo?

-¿Porque lo preguntas?- Inquirió francamente sorprendido de que Rin se diera cuenta.

- Sólo… No pareces eufórico como los demás…- Respondió la joven mirando de reojo al grupo de hombres en la sala del despacho que disfrutaban de sus tragos y su charla. Como haciendo ver a lo que se refería. Fugaku no pudo evitar arquear una ceja divertido por la palabra “eufórico” que había usado su hermana, para describir al grupo de hombres plenamente sosegados disfrutando de su wiski.

-A veces me pregunto ¿Cómo es que nos vemos a tus ojos? – Dijo regalándole una sutil caricia en sus pálidas mejillas con la punta de sus dedos. La menor dibujo una sonrisa de esas que Fugaku podía reconocer en su propio rostro como ladina.

-Simplemente como un grupo de “viejos” complicados. –Respondió la castaña obviamente jugándole una broma, disfrutando del roce cálido en su mejilla.

-Sólo porque estás herida. No te reprenderé esta vez.- Advirtió Fugaku pegándole a la menor con dos de sus dedos en la frente, contradiciendo con ese gesto sus palabras. Rin simplemente se llevó la mano sana a su frente para frotarse el área afectada.

-¡Onii-sama! ¡No quieras tratarme como una niña a estas alturas! –Se quejó de forma infantil que causo que él mayor riera abiertamente llamando la atención incluso del resto que miraron con cierto anhelo a Fugaku Uchiha reír con tanta sinceridad.

Cuando su risa al fin se detuvo Fugaku decidió que aquello que aún no ha resuelto podía esperar hasta que recordara que era. Por ahora se concentraría en los problemas que se presentaran de forma inmediata. Y con ese pensamiento en mente se decidió al fin a saciar una curiosidad que tenía desde que su hermana había entrado en la habitación.

-¿Rin? –Le llamó observándola frotar su brazo herido como intentando aliviar el dolor.

-¿Mhn?

-¿Quién te trajo a la empresa? – La castaña paró todo movimiento sobre su hombro mientras una dulce sonrisa se dibujaba en ella. Era evidente que algo había ocurrido después de que ella fuese llevada a casa. La pregunta era ¿Qué?

-Fue Nana…- Respondió sin atreverse a mirarlo a los ojos al pronunciar aquel nombre mientras un sutil sonrojo se pronunciaba en sus pálidas mejillas. Sin poder evitarlo Fugaku arqueó una ceja incrédulo. ¿Acaso Rin había llamado a Lina por su nombre real?- ¿Qué pasa? ¿Por qué pones esa cara? –Inquirió Rin con gesto ofendido.

-¿Nana? –Preguntó con tono incrédulo, que a oídos de su hermana sonaba más bien burlón. Así que con seriedad afirmo.

-Así es… -El semblante altanero de la menor despertó en Fugaku añoranza, hacía mucho tiempo desde la última vez que había visto a Rin portarse testaruda. Poso su mano sobre la cabeza de la castaña que se dejó hacer aunque no quito su semblante altanero.

-¿Esa Nana? –Repitió esta vez intentando sonar más especulativo, aunque supo que no le había salido porque la menor contesto más ofendida que nunca.

-¿Qué tiene de malo? –

¡Esa era una buena pregunta! Se dijo para sí mismo. La respuesta inmediata seguramente sería que nada, pero tan seguro como estaba en ese momento de que Rin pensaba que el solo le estaba tomando el pelo. Decidió mantenerse callado.

-¿Onii-sama?

Le llamó de nuevo curiosa quizás por su mutismo. Debería callar se recordó con insistencia, y sin embargo no pudo evitar soltar con tono entretenido.

-Con que esa Nana… ¿Eh?

Dijo frotando la lacia cabellera de su hermana quine casi al instante frunció su rostro en un puchero impropio de un Uchiha, apenas contenido. Los cuatro hombres en la estancia del despacho al ver la evidente broma del Uchiha y la facilidad con la que la castaña podía ser molestada, no pudieron evitar unirse.

En cuanto se dio cuenta Rin ya había sido rodeada por los cinco mayores, que no dudaron en soltar sus comentarios avergonzándola al tiempo que los hermanos Hyuga jugueteaban sus mejillas sonrojadas por lo vergonzoso del momento. El Nara le recordaba que su hijo seria su peor rival por la atención de la morena, y Orochimaru le daba ánimos para que no se desanimara si la doncella solo había sido amable con ella porque estaba herida y ella solo lo había malinterpretado. Apretó sus puños en una muestra de autocontrol y fastidiada por ser convertida en “un panda atrae multitudes” les respondió irritada.

-¡No necesitan preocuparse por nosotras! ¡Esta vez ella dijo que me amaba! – Soltó por impulso sonrojándose más cuando los cinco hombres se la quedaron viendo ante su declaración.

- Me alegro mucho por ti… - Fueron las palabras de Fugaku y por la mirada brillante de su hermana supo que al fin había sonado de acuerdo a los deseos de la menor que le regalo una sonrisa contenta aunque no por eso menos avergonzada. Realmente había mucho por qué estar feliz ese día son dudas. A pesar de las nubes que se empeñaban en cubrir el cielo poco a poco sus seres amados comenzaban a encontrar su camino hacia la felicidad.

*

Al mismo tiempo en la estancia de la casa Uchiha. Mikoto escuchó el tenue martilleo de un par de tacones en el marmoleado piso, a sus espaldas y por inercia giró su cuerpo en esa misma dirección. Descubrió que era observada con serenidad por un par de ojos dorados de una joven ataviada en un uniforme negro de doncella. La cual muy solemnemente le tendía un pañuelo de encaje blanco.

-Oku-sama… -Le llamó haciendo una cortes reverencia.- ¿Podría por favor usar esto?

-……- No supo que responderle. Así que sin más acepto el pañuelo de la doncella con un asentimiento de cabeza, aunque no lo uso, simplemente lo tomó en sus manos disfrutando breve el suave encaje de la prenda.

Era evidente que esa joven no era parte de su servicio, su cabellera rojiza la delataba con obviedad, se sentía inquieta ante su penetrante mirada pero continúo en silencio.

-¿Acaso no es de su agrado? –Cuestionó la doncella al observar que no pretendía usarlo.

El razonamiento de que debía ser, una de los guardaespaldas de Shikamaru, la hizo actuar con naturalidad y sonreír mientras negaba con la cabeza a su anterior pregunta. Con parsimonia giró una vez más su mirada hacia los dos jóvenes dormidos y descubrió con asombro la seria mirada achocolatada de Shikamaru clavada en su persona.  

-¡…! –Quiso decir mil cosas en ese momento, sorprendida, pero en cambio no encontró las palabras que buscaba quedándose al final callada.

-Tayuya. –Dijo el castaño con voz ronca por el sueño a la joven doncella tras ella. – Por favor déjanos solos.

-Como ordene Obochan. Con su permiso Oku-sama. –Se despidió la pelirroja tras una reverencia impecable.

*

Por sus claras ojeras era fácil adivinar que no habían conseguido dormir mucho, pensó Mikoto. No obstante más que cansancio, su rostro y la mirada que le regalaba denotaban preocupación. Era lógico, se dijo después de meditarlo un poco. No se había secado las mejillas y sus ojos enrojecidos delataban que había estado llorando.

La madrugada anterior había sido difícil, para su hijo y el niño de los Nara. Era difícil para ella imaginar lo que había sucedido en realidad, aunque en la televisión habían hablado casi toda la mañana sobre el suceso, lo cierto era que los medios no podían más que especular.

- Lo siento. No era mi intención despertarte Shikamaru-kun… -Dijo una vez que la doncella se había retirado y ella había recordado como era que se hablaba.

-No estaba dormido. –Aclaró sin darle mucha importancia, modulando su voz para que Itachi quien sí dormía no despertase.

-Entiendo…-Respondió ella un tanto desconcertada.

-No ponga esa cara por favor… –Le dijo rascándose con inquietud la mejilla. Mikoto supuso que ese jovencito era capaz de adivinar sus pensamientos, incluso antes de que se formaran en su propia cabeza.

Era absurdo pero al mismo tiempo razonable ya que ¿De qué otro modo podría haber sabido que lo siguiente que dijo la reconfortaría?

- Yo apenas logre escuchar lo que dijo. Pero creo que no lo he entendido mal… – Dijo enigmático, frunciendo el ceño en un gesto que delataba su curiosidad - ¿Tanto ha cambiado su forma de ver el mundo a como lo apreciaba en este diario? –Le señalo tranquilo el diario de pasta verde y molduras doradas con las iniciales de su nombre en él, que hasta el mismo momento en que se lo señalo ella no había notado que lo tenía firmemente agarrado entre su regazo y su mano ¿De dónde lo había obtenido? Se cuestionó rápidamente mirando furtiva el rostro de Itachi cerciorándose de que aún dormía.

Miles de pensamientos cruzaron caóticos su mente de nuevo, formando preguntas que no lograban definirse, y las que ni siquiera se atrevió a pronunciar en voz alta. Cuestionándose al final así misma ¿Qué era lo que ese niño veía en ella en ese instante? Su mirada parda no le transmitía incertidumbre, sólo le observaba. No la juzgaba, tampoco le reprochaba lo que antes había dicho. Y sin embargo percibía en sus ojos la comprensión de lo que su alma había intentado dejar salir tan mediocremente. Shikamaru no había mal entendido lo que fácilmente podría haberlo sido. Respiró hondo y se decidió a mostrar una sonrisa enclenque al responderle, de cierto modo agradecida por el beneficio de la duda que le había otorgado.

- Ambos sabemos que no hay nada más lejano que eso… - Su voz había sonado a certeza. Porque era consciente de que ese muchacho que sostenía la mano de su hijo no pensaba que ella mintiese, algo le decía que esos ojos castaños habían visto el centro de su alma y lo aceptaba. Hasta parecía que podía adivinar exactamente lo que había decidido para compensar el daño que había causado a sus hijos y Fugaku. –A estas alturas solo hay una cosa que puedo hacer por ellos…

-¿Entonces, me ayudará? –Le cuestionó a sabiendas que no negaría la petición que le haría. -Hay mucho de estos pasajes que aun no entiendo. Quisiera que usted me contará sobre ese hombre que una vez fue Fugaku Uchiha ¿Me ayudará? –Reiteró su pregunta con seriedad. - A explicarle a Sempai, ¿Quién era su padre?

-…….- Ella simplemente no sabía cómo responder y sin embargo su rostro había mostrado su respuesta por ella casi de forma inconsciente.

-Supongo que está decidida ¿Cierto?- Inquirió seguro de que no podía negar nada, limitando su respuesta a un simple asentimiento de cabeza, que realizo sin romper el contacto visual con esa mirada serena del menor. – Esperó también su apoyo con los gemelos…

-¿Los gemelos? ¡Ellos no me escucharán! –Dijo alarmada modulando su voz también para evitar que Itachi despertara.

-No se preocupe por eso.- Le cortó en seco el menor.- Será problemático, pero esos dos escucharán. No porque quieran hacerlo, sino porque saben que de otro modo no podrán seguir adelante. Y porque será Sempai quien se los pida.

-…..- Las palabras de Shikamaru Nara le habían dejado sin habla. ¿Hasta qué punto ese niño había desentrañado las personalidades de sus hijos? ¿Cómo podía parecer tan relajado aun consiente de lo que implicaba pedir su ayuda? Determinado de ser necesario a forzarlos a escuchar algo que no querían, aun sí podría significar perderlos. ¿Cómo podía soportar la idea de que apoyar al su esposo, podría incluso romper su vínculo con Itachi?

-Es posible que ellos no quieran volver a dirigirte la palabra…- Advirtió ella con cierta preocupación, mirando a su hijo Itachi recostado dormido sobre su hombro. Recibiendo una sutil sonrisa del Nara en compañía de sus sentencias finales.

-Estoy seguro de que sí eso pasa podré con el reto.  –Respondió sin perder aquella aura solemne que le parecía impregnada en él desde que habían cruzado palabras la primera vez.

-Eres un niño extraño…- Soltó ella sin querer, relajada ante aquel intrépido chiquillo que sin temor se preparaba para enfrentar a sus tres hijos a una verdad que ella podía respaldar con su mera presencia solamente.

*

Ver reír a la mayor fue un tanto molesto pero a la vez placentero para Shikamaru. La mujer que tenía enfrente ya no era más aquella muchacha egoísta que antes hubiese huido de las consecuencias de sus actos. De su ausencia. En Mikoto podía ver a su propia madre, esa mujer que en algún momento se alejó de él creyendo protegerlo, quizás obligada por las circunstancias. Pero que no había dudado en alarmarse y preocuparse por la mañana cuando había llamado tan repentinamente para preguntarle cómo estaba.

La Mikoto del diario era una joven egoísta que había perdido todo y quería desesperadamente y a cualquier costo recuperarlo, sin embargo la Mikoto frente a él en ese instante era distinta, los años habían pesado en ella, su rostro pálido y casi enfermizo la hacía ver frágil.

Al parecer la poca sangre que le había donado a su hija le había dejado con poca resistencia, comprobando los esfuerzos que hacia la mayor por seguir de pie frente a él, al notar que su rostro pálido se tornaba incluso más blanco, delatando su mareo y su consecuente desmayo.

-¡¿Se encuentra bien?!- Cuestionó asustado moviéndose por inercia para atrapar a la mayor antes de que tocase el suelo despertando  a Itachi en el proceso. - ¡Tía! ¿Estás bien? ¡Sempai, deprisa!

Itachi apenas asimiló lo que pasaba, se precipitó a ayudar a Shikamaru que a duras penas consiguió sostener a su madre.

-¿Qué fue lo que paso?- Inquirió levemente consternado el Uchiha.

-¡No lo sé, sólo se desmayó! ¡Hay que traer a Shiho! –Respondió Shikamaru preocupado, recibiendo un asentimiento de parte de Itachi como respuesta.

*

Tras el susto inicial, Shikamaru le pidió a Shiho quien refrescada apenas por un buen café y una necesaria ducha, revisara a la madre de Itachi. Resultó ser que la mayor debía su debilidad a la transfusión de sangre que había sido necesaria para salvar la vida de Shizune. Y de la cual la mujer no había siquiera intentado recuperarse, ya que Shiho revelo más tarde que le había indicado a la mayor tomar líquidos y un desayuno ligero para reponer las proteínas perdidas. Al ver que Mikoto había desatendido aquella indicación de Shiho fue evidente al menos para Shikamaru a que grado estaba dispuesta la mayor a resarcirse ante sus hijos.

-No hay más remedio… -Susurró sin expresión al reconocerle al menos aquel merito a la mujer.

*

Itachi le observó curioso pero no tuvo oportunidad de preguntar nada, pues Shikamaru estaba en ese estado que Itachi fácilmente reconocía como la burbuja del menor. Un lugar donde sólo sus pensamientos internos eran capaces de resonar en Shikamaru, por lo que paciente decidió esperar a que esos pensamientos decidieran formarse en palabras, antes de ser escuchadas por él.

Una vez que Shiho indico que no había más porque preocuparse de su madre Shikamaru salió de la habitación sin perder su semblante serio, él le siguió silencioso esperando a que al fin Shikamaru se decidiera a decirle lo que ocupaba su mente en ese instante. Sin embargo, una vez en el pasillo las palabras que salieron de los labios del menor no fueron exactamente lo que esperaba.

-Será mejor que vayas por los gemelos. Hay algo que ellos deben saber, y tú Sempai necesitas comprender también. –Itachi frunció el ceño. Analizó sus palabras intentando descifrar lo que su comportamiento escondía. Recordando que sólo Shizune y Shikamaru conocían el secreto que rodeaba a sus padres, ese secreto que el medio escucho la tarde anterior antes de que se desatara el infierno. Y que él se había negado a escuchar entonces… Se dio cuenta también que de haber escuchado lo que Shizune y Shikamaru tenían que decir, quizás Shizune no hubiese estado a punto de morir bajo el yugo de aquel asqueroso anciano… Que tal vez incluso había abusado de ella antes de que fueran capaces de llegar  a ella. Sus pensamientos pasaron por sus expresiones tan claras que cuando sintió que su brazo era tocado con gentileza por Shikamaru relajo inmediatamente su expresión apenado por preocuparlo aun ahora. Observo con cuidado el rostro cansado del menor y sin querer causarle más conflictos, decidió al fin responder.

 -De acuerdo iré por Sasuke y Sakura… No sé, como reaccionaran. Pero, creo que por si las dudas deberías llamar refuerzos. Yo solo no creo poder contenerlos a ambos.- Le aseguró sintiéndose patético al recordar lo mal que había salido el asunto cuando impulsivamente los llevo a Shizune.

Una sonrisa un tanto perspicaz se dibujó en el rostro de Shikamaru, mostrándole la pantalla iluminada de su celular, en donde el número de Hinata estaba listo para ser convocado. Asintió entonces y tomando la mano en su brazo con delicadeza para depositar un beso en ella se giró al tiempo que decía.

-Nos veremos en la estancia principal…

*

En la casa Namikaze, el ambiente enrarecido que había quedado en la habitación de los mayores los había sumido en un mar de recuerdos. Tsunade apoyada sobre el pecho de su esposo miraba con fijeza el jardín que la casa poseía. El tenue olor de las flores lograba colarse en la habitación sumiéndola en un estado relajado aunque inquieto.

Su nieto Deidara la había afectado con creces, nunca espero que ese día llegase. No querría jamás que ninguno de sus nietos volviese a pensar si quiera en la posibilidad de que sus padres hubieran sido infelices.

Minato, ciertamente mostro interés por aquel individuo llamado Fugaku, pero tanto como lo conocía estaba segura de que su interés por él, no fue mayor del que sintió por Kushina. Aunque como su madre que había sido, también estaba la posibilidad de que Minato hubiese escogido la felicidad de aquella que en su corazón había adoptado como su adorable hermana. Minato hubiese sido capaz de todo por ver a Mikoto sonreír como de antaño…

Y sin embargo también era consciente de que su hija no había sido capaz de devolver ese puro y devoto amor de Minato. Ella era egoísta… Y estaba dolida… Temores que nunca existieron se colaron en ella y la encerraron en un mundo frágil que ella misma resquebrajo al no ser capaz de enfrentar con la cara en alto lo que había hecho. Aceptando las excusas que el mismo Minato le había dado y que incluso ella como su madre adoptiva había aceptado.

¡Qué gran error! Se reprochó. Nunca se había podido perdonar el no haber sabido apoyar a sus preciosos hijos… Y como consecuencia, Tsunade se sentía hasta cierto punto un fracaso como madre. Siendo incapaz de poder declarar con seguridad que ella conocía a su hijo, y que sabía a la perfección lo que este pensaba cada vez que miraba a Mikoto. Siendo incapaz de poder proteger a Mikoto del dolor que poco a poco la consumió y la alejo de ellos. De cegarse en el dolor de la pérdida de su propio hijo y olvidar que aun la tenía a ella… Que ella no tenía a nadie más… Que por muy egoísta que ella fuera lo único que quería era ser feliz…

-Dime Jiraya…- Llamó a su esposo con tono cansado por tanto pensar en él hubiera…

-¿Mnh? –Fue su respuesta cargada de la misma aura cansina de su propia voz.

-¿Crees que aún estamos a tiempo para recuperar a nuestra niña? –Pregunto con esperanza desbordándola. Esperando que su esposo respondiera con seguridad infundada en ninguna base más que la ilusión  de sus recuerdos. Y serenara las nubes que se habían posado en sus pensamientos. Espero la respuesta de Jiraya ajena totalmente a los pensamientos que su esposo tuvo justo antes de responderle.

*

Jiraya se limitó a acariciar el sedoso cabello rubio de su mujer. Entendía que ella quería escuchar salir de su boca un "sí podemos" sin ningún tipo de base, pero él no estaba dispuesto a llenar el basto pecho de Tsunade con expectativas que no se cumplirían desde el principio. No estaba dispuesto a exponerla al dolor de nuevo.

Lo único que podían proteger ahora era a sus nietos. Lamentaba reconocer que habían sido inútiles todo ese tiempo. Ya que ni siquiera habían podido proteger a Kakashi de la maldición que llevaba en la sangre... No había conseguido mantenerlo “limpio” de la suciedad que conllevaba llevar sangre de aquel demonio que había seducido a su hermano Sakumo.

Aunque sabía que su sobrino había vuelto con bien de aquella matanza, una parte de él se había perdido... Ese semblante glacial de la madrugada, aquella aura distante que le había sumido en apatía y que incluso habían logrado que no notase ni siquiera a su amado Iruka entrar como un remolino a la habitación donde él esperaba sumido en la oscuridad de la noche. Le habían probado a Jiraya, que aunque Kakashi hubiese vuelto a casa relativamente a salvo su alma... Su esencia… Aquel rasgo que lo mantenía "limpio" había sido mancillado en una sola noche. En un sólo momento... En el preciso momento en que decidió ayudar al hermano que también amaba... A pesar de que la sangre que los unía era la de un demonio.

Beso la cien de su mujer y recargo su mejilla contra su suave cabello rubio, intentando ocultar la amargura que sentía en ese momento. Y también prolongar el tiempo que tenía para responder aquella cuestión de su mujer en brazos.

-¿Jiraya? – Le insistió llamándolo por su nombre con esperanza.

Escucho que Tsunade le llamaba con un barítono irregular que le advertía que no estaba haciendo un buen trabajo ocultando sus pensamientos. Así que para intentar ocultarlo una vez más, volvió a besar la frente de su mujer, repartiendo besos en su nariz, sus mejillas hasta besar su cuello para regresar a sus labios que trémulos habían pronunciado su nombre justo antes de que él se apoderara de ellos en un beso que pretendía distraerla de las aguas turbias de sus recuerdos y que a su vez le ayudaran a recuperar su autocontrol. Para poder ser capaz de responderle a su mujer con rodeos y censura un "si por supuesto" cuando ella volviese a preguntarle "¿Sí era acaso posible recuperar a su hija prodiga?" por ahora y mientras continuaba su trabajo de adorar a la mujer que amaba repartiendo besos en su rostro trabajaría en una respuesta que no diese cabida a dudas en el basto pecho de su mujer.

*

 

En la habitación de Kakashi e Iruka, ambos se encontraban sumidos en la placida comodidad que su mutua compañía y contacto les brindaba. Tendidos sobre su espaciosa cama apretujados tan cerca él uno del otro, que no podían adivinar donde termina uno y empezaba el otro.

Kakashi abrazaba posesivamente a su dulce delfín, enterrando su cara en la abertura que su delicioso cuello exponía para él, embriagándole con ese dulzón aroma del delfín tan familiar y adictivo para él. Habían compartido una vez más su lecho en aquella danza magnifica que los había dejado saciados por el placer. Desnudos bajo las sabanas, contemplándose mutuamente y confirmando una vez más el amor que se tenían.

Iruka de vez en cuando acariciaba los mechones plateados que Kakashi tenía por cabello, seguía tan suave como la primera vez que tuvo la oportunidad de tocarlo. Su rostro aunque definido, seguía siendo tan hermoso como la primera vez que lo vio. Sus ojos lucían aquel brillo que siempre le había regalado cuando le miraba. Amaba a ese hombre, aunque en su momento aquella afirmación se la hubiese negado así mismo, con ahínco. Lo amaba.

Tanto que no soportaría volver a verle sufrir en silencio como había pasado en la madrugada. Como siempre pasaba cuando algo malo sucedía. Hubiese hecho lo imposible porque Kakashi tuviese todo lo que deseara antes de que él lo pidiera, así como la primera vez que tocaron juntos. Hubiese dado lo que fuera por darle al hombre que amaba un hijo con su hermoso cabello plateado y que tuviese sus orbes cafés como las suyas. Un pequeño que resultase de la combinación de sus genes. Un hijo… Pero era estéril. Y su vientre a pesar de estar donde debía no servía para procrear. Sin embargo, siempre quiso darle a Kakashi un hijo, sí tan solo fuera eso posible…

-Iruka. –Pronuncio su nombre con pasión aun en su voz. Estremeciéndole al escucharle. – Abrázame…

Él se quedó perplejo un momento antes de intentar acercarse a su príncipe para cumplir con su petición, deteniéndose cuando se fijó en la sonrisa sutil que le dedico.

-No me refería a eso… -Dijo en respuesta a su quietud. Mirándole con fijeza y cierta incertidumbre. –Siempre temí decirte nada de esto, no porque fuese algo que no quisiera hacer, simplemente no quería hacerte sentir mal… - Iruka no comprendió aquellas palabras a la primera, aunque algo le decía que pronto lo entendería. – Desde que te conocí…No…- Negó con su cabeza.- Desde que te amé por primera vez… Siempre soñé con el día que al fin viera nuestro amor convertido en un niño… Tu parecías ilusionado también, hasta que nos dijeron que no podrías concebir y quedaste devastado.

-Kakashi yo no…- Empezó a decir siendo interrumpido por un par de dedos de Kakashi sobre sus labios.

-Déjame terminar… No podía exponerte a sufrir de nuevo por no poder concebir, así que me guarde ese sueño en el corazón con la esperanza de que ocurriese algún día. – Le conto con tranquilidad sentándose en la cama exponiendo su bien formado pecho.- Pero ayer por la noche casi muero…

-Kakashi de verdad no tienes que decir…- Intento de nuevo interrumpirlo sin éxito, pues el pelo plata lo tomo del rostro con ambas manos y pego sus frentes mientras le callaba depositando un leve beso en la comisura de sus labios.

-Mientras pensaba en que pasaría contigo si realmente moría, me sentí aterrado. Sin pensar en lo que sentías fui a ayudar a mi hermano y las cosas se pusieron así… No podía dejar que nada malo me pasara porque estaba seguro que te llevaría conmigo si sucedía… - Explico sin soltarle del rostro, sin apartar su mirada de sus ojos.- Por eso pensé en esto. “Sí sobrevivo. Sí puedo volver a Iruka una vez más… Le daré algo que impedirá que me siga si algo como esto pasa de nuevo”

Iruka esta vez no tuvo que escuchar más para saber de qué hablaba Kakashi. Y conmovido por ello las lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos deslizándose por sus mejillas sin ser capaz de controlarlas.

-Kakashi yo… - Intento explicar sus lágrimas pero por tercera vez fue inútil. Kakashi beso sus labios suavemente, sin prisas saboreando sus labios robándole un suspiro al finalizar ese dulce beso.

-Iruka abrázame… Y tengamos un hijo… - Le susurro con intimidad al oído, como si fuese un secreto.

-¿Y si no funciona? –Pregunto inseguro sin atreverse a tener esperanzas. Una sonrisa gentil acompaño la respuesta de su esposo.

-¿Y sí lo hace?

-¡Kakashi! –Le regaño aun con lágrimas en los ojos. – ¡No sé cómo hacerlo! ¿Y si te hago daño?

-No lo harás. Así qué Iruka te lo pido por favor abrázame…

Sin otra opción más que elegir, se rindió ante ese hombre que a pesar de ser dominante podía concebir. El único regalo de su linaje. La pequeña esperanza de ver cumplido su sueño de tener en sus brazos a un niño que fuese suyo y de Kakashi. Un pequeño regalo que evitaría que él se derrumbara si algo más sucedía. El fruto del amor que había nacido lento entre ellos desde aquella vez en la que se vieron el uno al otro por primera vez.

Se había rendido. Por eso cuando Kakashi lo atrajo hacia él en un beso que lo invitaba a poseer por primera vez ese escultural cuerpo dispuesto para recibirlo, no dudo en responder con la misma pasión y anhelo que Kakashi, desenado con su corazón que aquel acto de entrega y confianza que Kakashi le daba tuviese como resultado aquello que ambos deseaban. Un hijo. Se dejaron llevar guiados por la confianza de que conocían el cuerpo del otro a la perfección, alcanzando el cielo muchas veces antes de finalizar el acto que guardaba la esperanza de un mejor futuro.

Un hijo…

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Bueno ahi esta espero leerme mañana algun RR se que me tarde un buen ahora pero mi nuevo horario es de 8 a 7 cuando llego a casa solo deseo bañarme y dormir... A veces ni ceno. 

Les cuento que me quede a vivir en el rancho. Mi familia decidio que era mejor quedarnos un tiempo aqui y pasar las navidades aqui. Ahora dependo de internet por banda ancha pero aunque lento al menos sirve para actualizar XD

Gracias por leer.

Dejen RR. ¿Sí?


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