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ACORDE GEMELO por andherezu_rosui

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Notas del capitulo:

¡Hola buenas a todas hoy es una entrega especial! Bueno lo hubiera sido si lograba terminarlo ayer -. -U

La verdad quería dedicarlo a mi querida amiga conocida en estos lares como "La mafia" el día de ayer fue su cumpleaños.

Pero, aunque sea un día tarde realmente quería publicar hoy. Estoy intentando crear una página en Facebook también no hay mucho aun, pero estaré subiendo por ahí imágenes sobre los fics, fechas de actualizaciones y alguna que otra historia que no se pueda subir por AY, ojalá puedan pasar a visitar y darle Like la encuentran con mi nombre de usuario... En fin....

 

"¡¡¡Felicidades por tu cumpleaños Alex!!!"

 

Bueno, a leer se ha dicho espero que lo disfruten.

 

 

Capítulo 59 Promesa...

 

Le habían pedido mantener la boca abierta mientras el doctor examinaba su garganta con una paleta de madera y una pequeña lámpara… Sabía que su abuelo y su padre Iruka no la dejarían escuchar el diagnostico, lo supo en el momento en que el doctor le pidió con seriedad salir de la consulta. En su mente imaginaba que estaban diciendo…

Lo sabía porque no era su cuerpo lo que estaba mal con ella, era su corazón lo que le carcomía las ganas de hablar… De cantar… De escucharse… A su memoria solo acudían los ojos hinchados y dolidos de Sakura la tarde anterior donde le gritaba que no quería escucharla más… Le había dolido mucho escuchar aquellas palabras de la Uchiha… Había sentido como sus profundos ojos verdes calaban su alma y le pedían alejarse… Pero le había roto el corazón ver a la mujer que amaba derramar lágrimas por causa suya, por creer que no la entendía, por hablar de un asunto que claramente no le incumbía… Le dolía el alma, pero su corazón se había roto por completo y estaba casi segura que los pedazos se habían quedado tirados en aquella habitación arruinada de Sakura… Se culpaba así misma porque no había podido expresarle sus sentimientos con palabras, con su voz… Que solo la hería mas al escucharla hablar…

El llanto en las pálidas mejillas de su amada y su mirada perdida le había impedido seguir hablando… ¿Cómo podía seguir haciéndolo si su voz melodiosa resultaba tan molesta para la joven a la que amaba? ¿Cómo podía después de asegurarle que la entendía, cuando no era así? Su mente le había bloqueado… Y la condición de su hermano Naruto solo la había hecho empeorar…

Sabía que el doctor le diría eso a su padre y su abuelo…

“Su hija no tiene nada malo en su garganta a parte de una leve inflamación.” O tal vez diría algo como “Desconocemos por qué ella no puede pronunciar palabras, no hay nada en su garganta”

Estaba casi segura que no era necesario que ella lo escuchara… Su voz se había perdido… Y no podía hacer nada para regresarla… Pues, ¿Para qué quería cantar si ya no poseía un corazón? La música no podía ser creada por alguien como ella, no ahora que había perdido a su musa…

Cabizbaja se dejó caer en la silla de espera frente a la consulta. Sintió el leve escozor del llanto picar sus ojos, así que se cubrió el rostro con su antebrazo para intentar ocultarlo al menos… Al cerrar sus ojos evoco la última mirada que le había dado a Sakura antes de pronunciar aquella patética despedida… Las lágrimas que se apretaban en sus parpados, retenidas a duras penas mojaron solo sus pestañas y enrojecieron sus ojos azules, con la manga de su suéter se dispuso a secarlas, justo cuando su padre y su abuelo salían de la consulta y le dedicaban una mirada de preocupación indisimulada…

Trató de esbozar una sonrisa que más bien parecía una mueca adolorida que desencadeno que su padre la abrazara tiernamente mientras ella se quedaba quieta, conmovida por la calidez de aquel abrazo que le impidió seguir conteniendo las lágrimas agolpándose en sus mejillas sonrojadas de vergüenza. Lloró patéticamente aferrada a su padre, enterrando su rostro humillado en su pecho, no quería preocuparlo, pero no sabía cómo lidiar con aquella tristeza que la asolaba…

-Ino-chan… Por favor si hay algo que podamos hacer para ayudarte a recuperar tu voz… Lo que sea… Por favor recuerda que no estás sola… Me tienes a mí a Kakashi y a tus abuelos…- Comenzó a susurrar su padre conciliadoramente en su oído. Pero ¿Que podría hacer si el dolor estaba fresco aún? ¿Sí la culpa por causar sufrimiento en aquellos ojos esmeraldas, mantenían prisionera sus ganas de gritar?

Al sentir la mano de su padre alzar su barbilla para mirarla a la cara, pudo ver comprensión en los ojos negros de su padre, a pesar de que sus lágrimas no dejaban sus orbes azules y veía borroso a momentos la cara de su padre, sabía que la preocupación por ella y sus ganas de cuidarla no cambiarían por mucho que ella sintiera que no las merecía… ¡Si tan solo pudiera decirle a su padre lo que su pecho guardaba!

Intento obligarse a pronunciar algo, aferrada a las ropas de su padre, abrió la boca e intento gritar, pero no fue capaz de pronunciar ningún sonido, así que lloró más porque no era capaz de transmitirle su angustia a su padre.

-Hija… Mi preciosa niña… No está bien que te reprimas así. Eres una cantante… Tu voz… Debe volver…Para que puedas ser tu misma de nuevo. ¿Entiendes? – Le dijo nuevamente su padre intentando abrir su corazón oprimido. Trató decir algo una vez más, pero solo pudo abrir y cerrar la boca erráticamente sin ser capaz de contarle a su padre lo torturada que se sentía por haber usado su voz para despedirse de ella… ¿Cómo le decía a su padre lo arrepentida que estaba por herir con sus palabras a la mujer que amaba?

Su llanto mudo solo hizo que sus mejillas se empaparan más y que tanto su padre como su abuelo intentaran consolarla preocupados por no saber que guardaba ella en su corazón apenado…

*

Hinata había sido dirigida por la pequeña doncella recién contratada en la casa Nara, hacia la habitación de Shikamaru. Se preocupó al ver a todas aquellas jóvenes vestidas en sus uniformes de maids negro, reunidas en el pasillo que daba a la habitación del castaño. No fue capaz de reconocer varios rostros, supuso para sus adentros que se trataban de aquellas jóvenes de las que antes había hablado Shikamaru cuando les conto sobre el rescate de Shizune-san.

- ¡Kotomi! ¿Por qué traes a esa muchacha contigo? –Regaño una de las nuevas chicas a la pequeña que la había guiado hasta ahí, pues tampoco la conocía. - ¡Shikamaru-sama no está para recibir a nadie!

- ¿Que le sucedió a Shikamaru-kun? – Pregunto ella inmediatamente preocupada por su amado castaño ignorando por completo lo que la joven había dicho. La doncella se la quedo viendo con mala cara sin querer responderle. El ambiente se había tensado en un segundo, Hinata entendía que aquella jovencita solo pretendía hacer su trabajo y mantener los asuntos de su amo en discreción, pero no permitiría que la sacara de la mansión Nara sin saber que pasaba con Shikamaru.  Por suerte, Yui logro verla y sin más intervino.

- ¡Hinata-sama! ¡Gracias a dios usted esta aquí! Por favor sígame, Bochan está enfermo…- Comenzó a explicarle mientras la arrasaba hasta la puerta de la habitación. Ayame, Kim y Samui se encontraban ahí evitando que las demás doncellas entraran y causaran mas revuelo.

- ¡Ayame-chan! ¿Qué le sucede a Shikamaru? ¿Qué es lo que tiene? – Cuestionó al borde de la angustia ya. Las caras de todas aquellas chicas que servían al Nara no podían ocultarle su inquietud tampoco.

-Hinata-sama… Tranquilícese por favor. - Le pidió con suavidad la castaña doncella. -  El joven amo está bien…

- ¡No te atrevas a mentirme! – Le reto enfadada, logrando que la doncella la mirara con premura.

-No estoy mintiéndole. Bochan ha tenido problemas para dormir solamente.

La cara de Ayame no parecía decir mentiras, pero algo le decía a ella que no estaba diciéndole todo tampoco así que se la quedo viendo esperando a que ella continuara hablando. Ayame se dio cuenta de que no podía evitar contarle las cosas así que soltó un suspiro derrotado y procedió a explicarle con culpa en la voz lo que pasaba.

-No ha podido dormir, desde hace un tiempo… Como se negaba a dormir su cuerpo se ha debilitado. Últimamente se la ha pasado ocupado de más y al final no lo ha resistido y ha colapsado… Intente ayudarlo dándole somníferos para que se durmiera sin consultarle a Shiho-san… Y ahora… -La voz de la joven se fue apagando conforme su preocupación y culpa por su joven amo se convertía en llanto, haciendo que fuese incapaz de continuar contándole.

Hinata la observo con el ceño fruncido, en algún punto angustiada por Shikamaru y enojada con la doncella por lo que le decía y también consigo misma al ser incapaz de reprocharle nada ante su llanto, después de todo Ayame solo pretendía ayudar a Shikamaru. Kim se acercó a ella y le dio un leve toque en el hombro para que le prestará atención.

-Nosotras no podemos entrar a la habitación. Lina-san, Shiho-san y Tayuyá- chan están con Shikamaru-sama… No creo que le digan nada si entra a verlo… Por alguna razón creo que entiendo porque Kotomi la trajo hasta aquí…- Le explico la morena dedicándole una sonrisa a la pequeña niña doncella que lucía un semblante afligido por recibir un regaño antes.

-Muchas gracias Kim-chan. –Le respondió a la morena y se dirigió a la llorosa Ayame suavizando su voz. – No te preocupes, Shikamaru-kun sabe que solo te preocupabas por él… No te culpará ni nada, así que deja de llorar por favor.

La castaña solo asintió agradecida y se hizo a un lado para permitirle el paso a la habitación de Shikamaru.

*

Cuando sus miradas azules chocaron entre si lo supieron al instante… No había forma de quedarse ahí… La desolación se filtraba por sus ojos y ambos rubios sabían que no había poder humano que lograra evitar que sus abuelos los llevaran de vuelta a Londres.

Silenciosamente ambos se habían tomado de las manos y seguido a sus padres y abuelos por los pasillos del hospital hasta llegar al estacionamiento. Donde subieron al auto que los llevaría a la que había sido su casa hasta ese día. Se apretaron las manos en busca de apoyo mutuo, era obvio que solo era cuestión de tiempo para que la fecha de su regreso fuera elegida. No importaba nada más para sus abuelos que su recuperación y algo les decía a ambos rubios que ellos estaban convencidos de que Japón no era una opción.

Dejarían que los adultos se hicieran cargo. Después de todo ¿Que podían hacer ellos para evitar irse? ¿Qué excusa podrían contarle para que les permitiera tomar algún tratamiento en Japón?

El camino de vuelta fue tranquilo por no decir silencioso. Los mellizos se habían encerrado en su mundo sin prestar atención a nada ni nadie, lo único que los mantenía conectados en la presencia del contrario eran sus manos entrelazadas un gesto que para una persona en especial no pasó desapercibido.

*

Desde la ventana de su vieja habitación no podía ver más que el magnífico jardín de la casa Uchiha, había conseguido que Yue la ayudara a llegar al alfeizar de la ventana para sentarse ahí a contemplar las flores que adornaban el jardín, flores que al contemplarlas en sus tonos varios le trajeron recuerdos de su niñez… Dejó que sus memorias fluyeran en su mente y la devolvieran a aquel soleado día en el verano de sus recién cumplidos cuatro años, el último verano que paso junto a su padre antes de que Itachi llegara a su vida…

**

- ¡Chiyo-baba! ¡Chiyo-baba! –Gritaba con emoción buscando a la anciana que tan cariñosamente cuidaba de ella. Había salido corriendo de su habitación porque dentro de poco su padre volvería de viaje y ella quería prepararse para recibirlo. Había buscado en la estancia, en la cocina y al final había decidido ir hacia el jardín al no dar con la anciana mujer por ningún lado.

La servidumbre de la casa simplemente se limitaba a dejarla pasar sin necesidad de regañarla por la imprudente carrera que daba por toda la mansión en busca de su objetivo. Estaba por darse por vencida cuando llego al jardín secando en cansancio y no divisar por ningún lugar a la anciana. Con decepción paseo su negra mirada por el jardín y descubrió con curiosidad a la anciana mirando algo muy concentradamente acuclillada cerca de unas jardineras.

- ¿Chiyo-baba? ¿Qué estás haciendo? –Le cuestionó intrigada a la anciana, que no dejo su tarea de observar las jardineras y le respondió.

-Creo que sería buena idea plantar algo aquí ¿No cree Shizune-sama? –Le respondió la anciana con cierto deje de ligereza. Extendiéndole un pequeño saquito con semillas adentro.

- ¿Por qué me das esto a mí? - Cuestionó nuevamente sin entender a la anciana que la observaba con una sonrisa ladina en el rostro.

- ¿Eh? ¿Sera posible que me haya equivocado? ¡Estaba segura de que Shizune-sama estaba buscando una buena idea para pasar el tiempo con su padre! Supongo que no importa… Tendré que deshacerme de estas semillas ya que no desea hacer nada con ellas… -Se quejó la mujer con tono senil, logrando que una emoción diferente a la que tenía minutos atrás mientras la buscaba se instalara en su rostro.

- ¡No, las tires! ¡Muchas gracias Chiyo-baba me encargare de plantar estas semillas! ¡Le diré a papa que debe ayudarme el también! – Dijo abrazando agradecida a aquella anciana que tan feliz la había hecho.

**

Para cuando su padre llegó ese mismo día ella no había perdido tiempo esperando el momento adecuado para que pudiera pedirle a su padre ayuda, y con toda la fuerza de voluntad que junto en sus pequeños brazos arrastro a Fugaku tan pronto como este entró por la puerta y dejó su maleta en el suelo.   

Una sonrisa se dibujó en su lastimado rostro al contemplar ahora la multitud de colores en aquel jardín que había creado junto a su padre, uno de los recuerdos de su infancia feliz cuando solo era ella y su padre… Se preguntó ¿Que podría hacer ella para lograr que sus hermanos tuvieran esa clase de recuerdos con él? ¿Cómo lograría salvarlos de su propia jactancia?

Su atención de repente se centró en una ligera y menuda figura de pie en el jardín aquel que ella amaba. La silueta casi efímera de la mujer que la trajo al mundo ocupaba su atención ahora, llenándola de incredulidad al ver lo que ella hacia ahí, ataviada con ropa sencilla que jamás la había visto usar y guantes en las manos que diligentemente habían comenzado a arrancar las hiervas malas que enfermaban a las flores.

Ver a su madre cuidar de su jardín la desconcertó a tal grado que se pegó al cristal de la ventana todo lo que pudo cual niña que mira lo más extraño que jamás vio. La puerta de su habitación se abrió tras ella, pero no necesito girarse para saber que la que había entrado era la doncella Yue, pues se acercó a ella y sin necesidad de decir nada le respondió la pregunta muda que hizo al permanecer mirando aquella extraña en el jardín que parecía ser su madre.

-Su madre, ha cuidado el jardín desde que usted se fue de esta casa. Ella no permitió que ningún sirviente lo hiciera mientras ella estuviera en la mansión… Las comidas de los jóvenes amos también las preparaba ella, incluso ahora ella las ha estado preparando… La señora parece distante pero siempre ha intentado hacer lo que estuviese en sus manos para apoyarles…

- ¿Por qué estás diciendo me esto Yue? –Indago sin apartar la mirada de su madre en el jardín interrumpiéndola. La doncella pareció pensar un momento al guardar silencio brevemente antes de responder.

-  Dijo que era la única forma en la que podría hacer algo por usted Shizune-sama y por sus hermanos. Cuando dijo eso Mikoto-sama parecía muy triste, dijo que ella no podía ser una madre, pero al menos quería ser una aliada…

- ¿Sabes? - Le indico con aticismo. -Hace un minuto estaba intentando averiguar cómo hacer que mi padre y mis hermanos se perdonen. Creí erróneamente que ellos estaban siendo engreídos al negarse a ver el panorama completo…- Una risa amarga salió de sus labios como un repiqueteo ronco. La doncella no juzgo su comportamiento ni se inmuto cuando la encaró – Pero acabo de descubrí que quizás mis hermanos no sean los únicos que no puedan ver el panorama completo… ¿Cómo se supone que los regañare después? Sí, yo tampoco estoy intentándolo…

-Shizune-sama, no sea tan dura con usted. Lo importante ahora es que usted ha entendido ahora como se sienten sus hermanos. Estoy segura de que su visión se ha hecho más grande, será cuestión de tiempo que logre dar con la respuesta a sus preguntas. - Le comento solemne la muchacha. - ¿Qué le parece ahora si el ayudo a sentarse en la mesa para que pueda almorzar? –Le ofreció acercándose a ella, Shizune observo breve el almuerzo dispuesta en la mesa desayunador de la habitación y arqueo la ceja con curiosidad pues según esta doncella su madre había preparado sus comidas desde que ella había despertado.

Con algo de dificultad se acercó a la mesa apoyada en Yue y al tomar asiento no pudo evitar contemplar la comida servida. Intento recordar los demás platos que le habían servido días atrás pero no pudo hacerlo, tomo el par de palillos y con cuidado levanto su mano para tomar la comida y llevarla a su boca. Un sentimiento extraño, la embargo al masticar, pues por primera vez era consciente de que esos alimentos eran preparados por su madre y muy a su pesar su corazón se conmovió. Yue se limitó a observarla comer ofreciéndole un pañuelo cuando un par de lágrimas traicioneras corrieron por sus mejillas.

*

La habitación parecía oscura, a primera vista, pero las cortinas estaban abiertas y las siluetas de las tres doncellas más cercanas a Shikamaru se podían apreciar perfectamente al pie de la cama. De cierto modo le impedían ver el bulto sobre la cama en que se había convertido Shikamaru al estar cubierto con las sabanas.

- ¿Lina-san? –Llamó a la pelinegra que al verla le mostro preocupación en la mirada bruna de sus ojos, pero ya había entrado en la habitación y no permitirá que la sacaran sin haber visto a Shikamaru y asegurarse de que estaba bien. - ¿Está despierto?

Un leve asentimiento le dio carta blanca para acercarse hasta el pie de la cama, las otras dos doncellas se apartaron para darle espacio. Cuando sus ojos se posaron en la figura contraída del Nara sintió que su pecho se oprimía afligido, trago en seco y con cuidado se subió a la cama para alcanzar al castaño.

- ¿Shikamaru-kun? –Le llamó con voz suave tocando su pierna sobre las sabanas. El temblor en Shikamaru se hizo presente y ella pudo notarlo. - ¿Qué sucede? ¿Puedes decirme? Shikamaru… Por favor déjame verte… Estoy preocupada por ti, por favor déjame ayudarte… -Le pidió con voz desolada, algo en aquella apariencia de su amado la estaba estrujando.

-E-estoy bien… Hinata…

La voz de Shikamaru se escuchaba de todo menos bien. Hinata lo notó y con el ceño fruncido decidió quitarle a Shikamaru su escudo de sabanas para poder verle el rostro. Pero al momento de hacer aquello, un sentimiento parecido al arrepentimiento cruzo por su pecho.

-Shikamaru… - Susurro apenada al contemplar la figura adelgazada de su amado hecho un ovillo mientras los espasmos del llanto se apoderaban de él. Parecía querer contraerse lo más pequeño que podía, mientras cubría con sus manos su rostro lloroso. Podía ver sus mejillas sonrojadas y al tocar sus manos en busca de quitarlas de su cara pudo sentir la anormal temperatura que tenía delatando una leve fiebre. El escozor de las lágrimas se hizo presente en sus ojos al contemplar a Shikamaru en aquel estado tan lamentable.

Se subió a la cama y con ternura logro abrazar a Shikamaru que aun temblaba en espasmos esporádico s que no estaba segura si eran por la fiebre o el llanto. Se tragó el llanto que amenazaba con apoderarse de ella también y se aferró a la delgada figura de Shikamaru en sus brazos.

-Dime, por favor ¿Porque lloras? ¿Acaso no confías en mí? Déjame ayudarte… - Le pidió lo más serena que pudo, Shikamaru se removió en sus brazos y por un segundo creyó que la apartaría. Sin embargo, lo sintió aferrarse a ella en un abrazo necesitado y angustiado pasando sus manos por sus hombros permitiéndole el abrazarlo por la cintura posición que termino por hacer que se acostará con el encima. - ¿Qué es lo que pasa? ¿Me dirás? – sintió el peso de Shikamaru acomodarse sobre ella y por fin el joven le dejo mirar su rostro. Sus ojos parecían atormentados y su piel lucia pálida. El cabello castaño estaba suelto y le acariciaba el rostro descuidadamente.

-Sí te digo que pasa… Me odiaras y no quiero eso…- Ella lo observó, se había sentado en su vientre sin recargar todo su peso y la miraba desde arriba, sus brazos estaban sosteniéndose a los lados sobre la cama. Al escuchar aquella frase la incomprensión lleno su rostro y con la más cálida sonrisa que pudo ofrecer en ese instante alzo su mano hacia su rostro desvaído acariciando su mejilla afiebrada.

- ¡Yo jamás te odiaría! ¡Puedes decirme lo que sea y aun así seguiría aquí para ti! – Le aseguró.

Shikamaru se acercó a su rostro, quedando a escasos centímetros, juntando las puntas de sus narices. Sin poder evitarlo sintió su corazón acelerarse y sus mejillas sonrojarse por aquel momento que, a pesar de ser en esas circunstancias, a ella le parecía tan íntimo. Ni siquiera le importaba que las doncellas estuviesen aun en la habitación. Hinata solo deseaba transmitirle a Shikamaru que no importaba lo que le dijera ella podía soportarlo. Quería darle confianza y ser el consuelo a lo que le atormentaba.

-Incluso con esta fiebre… Tus ojos me dicen que no me mientes… -Le susurró cansado uniendo sus frentes. – Pero… Yo no quiero ver tu rechazo… Por un homicida como yo…

-Shikamaru- kun… ¡Es no fue tu culpa! ¡Lo que pasó esa noche no fue tu culpa! –Le grito al comprender lo que había dicho. Su tono fue fuerte y algo brusco, pero el enojo de saber que esa clase de pensamientos habían causado su desgaste a tal grado la frustraban. ¿Cómo podía haber pensado en sentirse responsable por aquellas muertes? - ¡No es tu culpa! 

- ¿Cómo puedes decir eso? No deberías haber venido…

Aquella declaración la descolocó y la hirió en igual medida, pero las palabras de su amado sonaban tan lastimeras que no dudo en perdonarlo al instante.

- ¿Recuerdas, cuando no conocimos por primera vez? Aquella vez, yo estaba asustada y no dejaba de llorar… Me culpaba a mí misma por lo que había pasado, me habían secuestrado antes que a ti había puesto en peligro a mi madre también… Cuando te veo ahora, sufriendo solo, me recuerdas aquella vez que hice lo mismo al sentirme culpable por mi madre… Pero tú estuviste ahí y me diste valor para salvar al menos a mi hermanita recién nacida… ¿Lo recuerdas? ¡Tú me protegiste! ¡Dijiste que no había sido culpa mía cuando mi madre murió desangrada después del parto! Me hizo muy feliz que me dijeras eso… Para mí en ese instante lucias muy fuerte y me diste valor para escapar de ahí… En ese momento, dentro de mi nació un sentimiento que creció con el pasar de los años. ¡Desde ese día y hasta hoy lo único que he deseado es volverme fuerte también para ser capaz de protegerte!

-Hinata…

- ¿Lo entiendes ahora? ¡Lo único que deseo es poder protegerte! ¡Yo sería incapaz de odiarte! ¡Por favor déjame estar a tu lado! –Le pidió una vez más, atrayéndolo en un protector abrazo. – Permíteme devolverte aquellas palabras que me salvaron de la autocompasión y la culpa por perder a mi madre… Lo que paso aquella noche en esa casa ¡Nada de eso fue culpa tuya! 

*

El alivio le había invadido en ese instante en que sintió el suave perfume de la Hyuga inundar su nariz, había intentado hacerle ver que él era un despreciable sujeto que había ordenado la muerte de cientos de hombres que no tenían por qué haber muerto si hubiese procedido de otro modo.

Pero ahí estaba ella con sus ojos color perla que se le hacían tan enigmáticos mirándolo determinada a hacerle ver que no todo era negro. Que la culpa que sentía era lo que causaba sus pesadillas. Ella le había dicho las palabras que inconscientemente deseaba escuchar.

Mientras la abrazaba sintió que el peso que cargaba en sus hombros disminuía, y lloro aferrado a ella, en algún rincón de su mente escucho los amortiguados pasos de sus doncellas salir de la habitación dejándole con ella y su fragancia inundar sus sentidos adormeciéndolos hasta sumirlo en sueño tranquilo donde las pesadillas no lo molestaron. Un suspiro aliviado escapo de sus labios justo antes de escucharla susurrar en su oído un dulce.

-Te amo…

*

No tenía idea de cómo había terminado así… Ok, era mentira. Si sabía que había pasado, pero no estaba dispuesto a regresar a casa y arreglar las cosas con su familia. Lo cierto era que a pesar de que los adultos tenían razón él se negaba a reconocerlo, por dos simples razones.

La primera porque no deseaba irse, y la segunda estaba seguro de que sus hermanos tampoco. Pero, las circunstancias los obligaban a tomar una decisión y era evidente que los mellizos habían decidido optar por la resignación. En cambio, ¡Él se negaba! Sabía que podía ser temporal, pero conocía a sus abuelos una vez que volvieran a Inglaterra seria “difícil volver” sus padres se mostraban también reacios, pero no lo suficiente como para oponerse a su abuela. Aunque en verdad lo intentaron, la opinión de su abuela fue definitiva y tan aplastante que resulto frustrante para el estar en la sala con todos los miembros de su familia en aquel tenso ambiente de solo recordarlo se empezaba a sentir mal.

Entendía que su abuela quería darle a Naruto el mejor tratamiento para su lesión, pero creía que ahí también podían hacer algo. Estaba seguro de que Naruto deseaba quedarse a pesar de lo que había dicho cuando el comenzó a protestar en lugar de sus padres que ante la más tajante oposición de su abuela habían optado por obedecer.

“No Dei-Nii… No tienen que seguir discutiendo. Hemos decidido volver a casa… Eso es lo mejor…”

Aquella desolada frase de su hermano lo había dejado con la boca desencajada. No podía creer que ellos hubiesen decidido irse por voluntad propia. Sin embargo, aunque en un principio decidió seguirlos al ver que se retiraban de la estancia, la voz imperativa de su abuela al recalcarle que estaba decidido lo había sacado de sus casillas y tras gritar que no era justo por primera vez desde que tenía memoria había hecho un berrinche y salido de casa con un fuerte golpe en la puerta.

Corrió al principio sin saber muy bien a donde, pero cuando sus pulmones le pidieron un descanso y se detuvo, logró verse así mismo en el claro reflejo del lago que antes había visitado con Itachi.

Itachi… ¿A quién quería engañar? Se dijo dejándose caer sentado a la orilla de ese bello lago, su única razón para negarse con tanto empeño a volver, no era porque sus hermanos parecieran tristes, aunque si le preocupaba ese hecho. Sus verdaderos sentimientos solo deseaban quedarse para poder, aunque sea de una torpe manera permanecer cerca del Uchiha.

Se sintió un tanto culpable y egoísta por no pensar de forma honesta en sus hermanos. Pero ¿Qué podía hacer? Estaba loca y perdidamente enamorado de un hombre que bien sabia no era suyo y no podía hacer nada para siquiera pedirle que lo esperara... De momento se quedaría ahí hasta que decidiera regresar a casa o más bien dicho hasta que estuviera mentalizado para volver y recibir el castigo que seguro le esperaba por aquel desplante.

-Estoy acabado… -Susurró para sí abrazando sus piernas deprimido y asustado por el castigo que aún no sabía que seria.

 

*

El ambiente en su hogar era tan pesado que no pudo soportarlo más, en alguna parte de su corazón deseaba escapar, al menos, por un rato. No quería pensar en lo destrozada que estaba su familia ahora, no quería pensar en las heridas de sus hermanos, no quería pensar en lo triste que era todo y lo desolado que se sentía al no poder hacer nada más que dejar que todo se asentara solo.

Odiaba sentirse así, por lo que sin poder soportarlo más decidió salir en su auto. Manejar siempre le había hecho sentir alivio. Recorrió la ruta que solía pasar cada vez que iba a la universidad, regreso y se desvió por las calles sin tener un lugar concreto al que ir. Y sin darse cuenta termino estacionado en un parque le sin dudas le traía buenos recuerdos.

Se bajó de su auto. Y con lentitud emprendió ahora una caminata por los senderos del parque, recordando la última vez que estuvo ahí paseando sin querer con su rubia ensoñación. Llegó en minutos al lago que se abría paso en el centro de aquel parque escondido. Había pocas personas como siempre, recorrió la orilla del lago hasta encontrar aquella banca que había compartido antes con Deidara. Decidió sentarse ahí y pensar en alguna solución para su familia… Pero el estar ahí y contemplar el reflejo azul del cielo sobre el agua del lago lo único que conseguía era dirigir sus pensamientos hacia Deidara…

- ¿Qué estoy haciendo? –Se preguntó con pesimismo.

No esperaba que pese a sus problemas familiares su mente gustara de divagar en asuntos mundanos como aquel precioso rubio de media coleta que de apoco había conseguido adueñarse de su mente y también de su corazón. Observó con falacia el paisaje ante él y la intriga nació en su pecho al distinguir el dorado peculiar de una cabellera peinada en una trenza, de un chico sentado en el pasto.

Su curiosidad le pudo y se levantó de la banca para ir hacia aquella rubia cabellera y descubrir si realmente se trataba de él…

- ¿Deidara? –Le llamo en un impulso, una parte de él incrédula a que fuera su rubio, pero al ver girarse el rostro del joven en el pasto, sintió el repiqueteo agitado de su corazón en su pecho. Aquellos perfectos y grandes ojos azul cielo se clavaron en el con sorpresa y un bello sonrojo adorno las bronceadas mejillas de su propietario. Una suave sonrisa se formó en su cara sin ser realmente consiente ella al decirle con devoción mal disimulada – Eres tú…

-Itachi-san… ¿No estoy soñando? – Se preguntó el rubio confundido quizás pesando en voz alta, pues el nerviosismo que se apodero de él segundos después causo que su rostro se sonrojara más pronunciadamente sacando una risita divertida en el Uchiha. 

-Estoy seguro de que estamos bien despiertos. –Le aseguro juguetón. –¿Puedo sentarme a tu lado?

-Adelante… -Le respondió desconcertado acomodando en su hombro la larga trenza rubia entre sus manos para quitarla del pasto haciendo espacio para que Itachi se sentara junto a él. Inseguro de que decir decidió quedarse callado.

Itachi no vio mal el silencio entre ambos, de alguna extraña manera desde que se habían encontrado solo basto una mirada de aquel par de ojos azules para que sus problemas parecieran más ligeros comparados con un minuto atrás. Agradecía que el rubio estuviese ahí, sin siquiera planearlo, sin apresurar anda, solo disfrutando de la mutua compañía y de las miradas furtivas que se robaban uno al otro.

Esperaron que la tarde se fundiera con el inicio de la noche antes de decidirse a decir algo. Para Itachi había sido fácil suponer que el rubio estaba preocupado por algo pues en algunas ocasiones parecía observarlo con cierta pena empañando sus ojos. Curioso decidió averiguar lo que ocurría y tras intentar persuadir un par de veces al rubio, este al fin le había contado lo que pasaba.

-Así que te iras… - Dijo con decepción. – ¿Sera pronto?

-No lo sé. – Respondió cabizbajo. - Pero mis abuelos lo arreglaran para que sea lo más rápido posible. Naruto y Ino necesitan recibir tratamiento en un hospital de allá. Al parecer mis abuelos contactaron a mi tío para que se encargara de tramitar el ingreso de ambos al hospital mientras seguimos aquí. Así que a lo mucho será la próxima semana… 

-No sabía que los mellizos estuvieran tan mal. –Comento el extrañado, pues la última vez que los había visto ellos iban a encontrarse con sus hermanos y aunque sabía lo que paso después de eso al ver como habían terminado los gemelos.

No pensó que ellos también hubieran salido heridos más que emocionalmente, esperaba que el tiempo sanara aquellas heridas y volvieran a ser como antes pero ahora el futuro se pintaba más oscuro de lo que pensó. Sus hermanos sufrían mientras él estaba ahí, su hermana seguía convaleciente y las heridas de su padre y madre tampoco eran una broma… pero ahora después de escuchar de aquel par de labios lo que ocurría, deseo estúpidamente no haber preguntado, porque a todas esas cosas malas que pasaban últimamente se le sumaba el hecho de no ver más aquel par de ojos azules… No podría disfrutar de su presencia más, no sería capaz de tocar aquella melena dorada y sedosa como hacía desde hacía un momento. Y tampoco podría acariciar aquellas mejillas que sonrojadas se sentían tibias bajo su mano.

- ¿Itachi-san? – Escuchó la dulce voz de aquel precioso rubio decir su nombre y su corazón lo urgió a hacer algo que le permitiría al menos soportar la idea de no volver a verlo…

No era definitivo había dicho. Pero sabía que tardaría y eso fue suficiente razón para hacer aquello. Se acercó a su rostro y con ternura levanto su barbilla para depositar un beso en aquellos finos labios que trémulos lo recibieron.

El contacto fue dulce y tranquilo sin ir más allá del roce, no había necesidad de ir mas allá se dijo Itachi porque lo que él deseaba hacer en ese instante con aquel beso era grabar en su memoria aquel sabor y forma de los labios contrarios, deseaba atesorar aquel momento en su corazón y llenarse de aquel nuevo sentimiento que ya no podía seguir negando. Al separarse unos centímetros del otro y contemplar sus orbes celestes, la intención de un segundo beso se hizo presente con fuerza en él. Pero, no podía hacerlo, no cuando había algo más que debía decir antes de que pudiese repetir aquel maravilloso encuentro con sus labios.

-Me gustas… No… Creo que te amo…

*

¡¿Qué había dicho?! ¿Gustar? ¡¿Era en serio?! La confusión y los nervios hacían estragos su mente y su corazón acelerado no ayudaba mucho, pero al sentir de nuevo los labios de Itachi sobre los suyos no pudo más que cerrar los ojos y aceptar que en verdad estaba pasando.

El tiempo parecía ir más lento y la noche parecía haberse detenido, mientras compartían aquel beso. En algún punto dejo de pensar que era un mal juego de su mente o un sueño. Porque la cálida mano sobre su mejilla y aquellos ojos oscuros que le miraban al terminar el beso, no podían ser creados por su imaginación.

-Creo que soy un idiota por darme cuenta ahora que me dices que te iras… - Le dijo Itachi con voz melancólica, alejándose un poco de él y cuando iba a retirar su mano sobre su mejilla, con todo el valor del que fue capaz de reunir en esos segundos la atrapo en sus manos, asustado de que el mayor se arrepintiera de lo que había dicho y hecho. - ¿Deidara?

- ¡No importa! ¡Espera! ¡No quise decir eso! –Se corrigió avergonzado. - ¡Estoy feliz! ¡No sabes cuánto! Por favor… No digas que te arrepientes…

Itachi pareció observarlo con sorpresa y con una sonrisa reafirmo el agarre de sus manos aupándole a levantarse con él. Tomándole de la cintura mientras le atraía hacia el junto sus frentes.

-Me arrepiento… Pero no de amarte. –Le aclaró. –Me arrepiento por no admitirlo hasta ahora…

-Yo no me arrepiento de nada… -Le respondió el. –Porque, aunque las cosas son así y tendré que irme pronto espero que puedas esperarme ahora. Este amor… En este momento se ha convertido en el más valioso tesoro que poseo. Por eso, no me arrepiento de nada…

La noche dejo ver con mayor claridad las pequeñas y suaves luces que emitían las luciérnagas que parecían cobrar vida con forme la noche se hacía más oscura. Iluminando el paisaje y el lago como incontables estrellas. No importaba que hubiese sido tarde. Deidara estaba seguro de que ahora podía superar la distancia para volver ahí una vez más y permanecer en sus brazos.

-Te esperaré… - Fue el último susurro que emitió casi con timidez Itachi. Era una promesa que quería hacer, que deseaba hacer… porque el presente que lo cernía ahora era muy duro necesitaba aquella promesa de un futuro brillante… Junto a él…

-Es una promesa…

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

Y por ahora es todo, estoy trabajando en el cerezo dormido así que espero publicar ese también esta semana que viene. Disculpen mi tardanza, pero he tenido una mala racha. Desde ser asaltada y golpeada para quitarme mi celular, hasta perder mi empleo, sin olvidar el terremoto que me dejo con insomnio después de suceder. El caso es que no me ha ido bien. Así que espero su comprensión y paciencia.

Gracias por leer y por su RR si dejan alguno XD

Nos vemos.

PD: para las que leen String&Piano ya está disponible el capítulo 11


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