Al dia siguiente Afrodita se coloco sus pantalones color caqui para montar, una camisa blanca, sus botas negras, guantes y salio decidio a montar un caballo, Camus lo vio salir de su habitación y decidio seguirlo.
En el establo Afrodita miraba dubitativo a todos los caballos, ninguno le parecía conveniente, extrañaba en demasia a su yegua.
-Vaya, veo que por fin dejaste de hacerte del rogar- vocifero Camus.
-Pues creo que es tiempo que haga el intento- respondio Afrodita sonriéndole tiernamente.
-yo te ayudo- respondio rodando los ojos con fastidio el acuariano.
- Mira le caes bien a Beelzebub–señalo Camus al caballo retando a su primo.
-Quiza no es muy conveniente- dijo algo temeroso Afrodita.
-No seas nena, subete- dijo burlon Camus.
Afrodita no quería que Camus se burlara de el, como lo venia haciendo desde niños, asi que tomo el reto, se trepo al caballo, Beelzebub comenzó a reparar y relinchar, Afrodita se aferro de las riendas, mientras salio disparado la pista como loco, al ver tal acontecimiento Camus echo unas risotadas sonoras.
El caballo era bastante arrecho y hostil con Afrodita, como pudo lo hizo andar menos violento, ante el escandalero de Camus se traía burlando se de su bello primo, salio a ver Milo lo que ocurria, vio como literalmente luchaba el Piscis con el caballo, lo miro preocupado.
-¿Pero que intenta ese hombre?- pregunto alarmado Milo.
-Asi es de necio Afrodita, le dije que ese caballo no es para la activadad ecuestre, por su mal comportamiento, pero insistió demasiado en querer montar ese semental- respondio indiferente Camus.
-¡Lo va tirar!- Gritó Milo al ver como se paraba el caballo feroz en sus patas delanteras, y como solo se encogia Afrodita para no caer al piso.
En un agil movimiento Afrodita hizo que el caballo bajara sus patas delateras y comenzara andar alrededor de la pista con ciertos movimientos estéticos, haciéndose ver la bella figura, suave y delicada de Afrodita erguirse elegantemente, la melena azul cielo jugaba a su favor con el aire resaltando su hermoso rostro.
Milo contuvo la respiración al ver como había logrado ese muchacho domar al demonio como hacían llamar al semental, de pronto frente a el, no era la figura de Afrodita lo que veía, si no a su amada Shaina montar finamente, cerro los ojos para dejar de lado ese espejismo y se volvió a centrar su atención en el gran jinete que estaba haciendo una bella demostración.
-Malnacido ¿Cómo pudiste?- se pregunto en su mente Camus bastante molesto- Nadie había podido hacer semejante cosa con Beelzebub- volvió a pensar apretando los puños, se dirigió al establo en busca de su Aurora.
-¡Estupido!!Ven aquí!- le gritó a su mozo Hyoga- Ensilla a Aurora, ¡Rapidito imbécil!- exigió Camus.
-Si mi señor- respondio embobado.
Hyoga se apresuro a colocar lo necesario sobre la Yegua, ayudo a subir al caballo a Camus, acariciándole dulcemente la pierna del peli aguamarina.
-No me toques idiota- le respondio despectivo Camus.
-Pero Camus pensé que tu… - Respondio Hyoga muy triste.
-No seas igualado, y sabes que tu y yo no tenemos nada- dijo Camus halándole el mecho de cabello rubio desde arriba del caballo, tomo con fuerza las riendas de la yegua y salio a toda prisa, haciendo que Hyoga cayera al piso.
El joven rubio no pudo contener las lágrimas por el desprecio y humillación que le había hecho Camus, pronto unos brazos lo rodearon para levantarlo y darle un reconfortante abrazo.
-Hyoga, porque sigues pensando en que el te va corresponder, ya no te humilles mas por favor- pidió Isaac.
-Isaac yo lo amo- le respondio Hyoga llorando en el regazo de su amigo peliverde.
-Ya no te hagas mas daño, el no merece que sigas mendigando su amor, sabes bien que yo …- dijo Isaac cerrando sus ojos azules cristalinos- te amo- termino de decir dejando correr una lagrimita.
-Perdoname yo te quiero mucho pero sabes que estoy enamorado del joven Camus- respondio Hyoga secando la lágrima del apuesto muchacho.
En la ruedo Camus se la paso tratando de hacer mejores maniobras que Afrodita para impresionar a Milo, ambos eran muy buenos jinetes, pero el porte de Afrodita lo tenia fascinado, su forma de montar era muy similar a la de Shaina, con tanta gracia que lograba cautivar a cualquiera.
Un poco cansado del momento, Afrodita decidio parar el duelo de egos con su primo, avanzo a la cerca donde estaba instalado contento Milo, al bajar resbalo un poco, pero Milo se apresuro a cacharlo, quedando muy juntos sus rostros, tomándolo de la cintura lo ayudo a depositar al hermoso jinete en el suelo.
-Ten cuidado Afrodita- dijo sonriente Milo.
-Aun tengo un poco sentido este pie, muchas gracias por tu ayuda- respondió también con una sonrisa Afrodita.
Ante tal escena, Camus quedo mas furioso que nunca, dio un latigazo con coraje a Aurora y salio a campo abierto a cabalgar, regresando ya algo tarde al rancho, eso tenia preocupado a Hyoga que decidio esperar a Camus en los establos, al escuchar el trote del caballo, se levanto de la paca de Heno donde estaba sentado.
-Joven Camus, estaba preocupado por usted- dijo sobresaltado Hyoga.
-Nadie le pidió su preocupación a un mugroso criado- respondio Camus con un gesto de asco.
A pesar de la mala forma en que lo estaba tratando Camus, lo ayudo a desmontar, y procedio a acomodar a la yegua en su lugar, vio que Camus seguía de pie sin moverse, lentamente se atrevio a acercársele, mirando tiernamente el rostro frio de Acuario, volvio a intentar acariciarlo pero ahora en la mejilla, Camus no hizo nada, asi que al no haber un rechazo se atrevio a acercarse mas y darle un suave beso.
Esto hizo que Camus volcara su rostro en cinismo, le fascinaba tener a todo mundo a sus pies, y ese criado seria su juguetito esa misma noche, correspondio el beso de Hyoga con tanta pasión, mordiéndole los labios ferozmente haciéndolos sangrar, el rubio se sentía en la gloria, Camus ágilmente comenzó a despojar de sus ropas al rubio que coopero ilusionado, se acariciaron sin cesar, cuando Hyoga intento sacarle la camisa a Camus, este apretó su muñeca y lo hizo girar para acariciar su entrada, de pronto los sollozos de dolor de Hyoga llegaron, el dolor era insoportable, Camus había cogido el mango de un rastrillo y lo introducia violentamente en Hyoga.
-Ya por favor, me duele mucho- suplicaba Hyoga llorando.
-¿Qué esperas para gemir?- decia Camus.
-Camus yo te amo, no me hagas esto- confeso el rubio.
-¡Basta ya! ¿Qué no escuchas que lo lastimas?- intervino furioso Isaac.
-¿Tu quien te crees para darme ordenes, mugroso?- se volteo a decir Camus molesto.
Ambos forcejearon con la herramienta, mientras Hyoga se vestia, en el rancho todo estaba en total silencio, las cabañas de los demás sirvientes estaba algo retirado de los establos, en la casa grande Shion caminaba de un lado a otro preocupado por Camus, salio a ver si ya había vuelto, cuando escucho la discusión en los establos, se acerco a ver de quienes se trataban.
-Me las vas a pagar bastardo- grito Camus lanzando a Isaac al monton de Heno.
Un grito desgarrador proveniente de Isaac se escucho al tiempo que Shion llegaba- Paren por dios- exigió a su hijo, al oir el grito de Isaac se acerco a ver como estaba el muchacho, al girarse Isaac, los presentes vieron como emanaban chorros de sangre del ojo izquierdo del peliverde.
-¿Qué has hecho Camus?- dijo con voz quebrada Shion.
-Pues defenderme, ¡Papá el tuvo la culpa!- señalo Camus a Isaac como niño regañado- ¡no te voy a permitir que te pongas del lado de ese mugroso!- le grito a Shion.
Shion cogio en brazos a Isaac que estaba desmayándose por la perdida de sangre- Ese mugroso como lo llamas tu, es mi Hijo también- dijo llorando Shion, ante la mirada atónita de Camus al escuchar tales palabras emanadas de la boca de su padre.