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Cabalgando entre el Heno por PrincessIce

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Shion se encontraba en el hospital esperando que saliera Isaac de la operación, inquieto bebía un vaso de café escuchando como le relataba los hechos Hyoga, la cara de asombro de Shion se desfiguraba al oír como su querido Camus era capaz de cometer tales actos que el rubio le describía.


-Hyoga, por favor ve a casa a descansar- le ordeno Shion.


-Pero señor, yo quisiera esperar para saber como saldrá de la operación  Isaac- respondió el rubio con semblante preocupado.


-Yo te aviso los resultados- Shion se levanto y dio la espalda a Hyoga, para echar en la basura el vaso vacío.


Mientras en el rancho, Camus lloraba como crío en su habitación, tenia mucho coraje que su padre les hubiese ocultado a su madre y a el que tenia un hijo bastardo, tenia tanta vergüenza, y la mirada que le había echado su padre al ver herido al bastardo le dolió.


-¿Cómo puede importarte ese bastardo mas que yo?- se preguntaba Camus- seguramente que si hubiese sido Isaac el que me hiriera no correrías desconsolado, Te odio Shion- apretó fuertemente la almohada.


El celular de Camus comenzó a vibrar- ¿para que me llamas Shion?- pregunto indignado el peli azul.


-Necesito que vengas a la clínica, tenemos que hablar- dijo serio Shion.


Había trascurrido unos cuarenta y cinco minutos cuando Camus llego a la sala de espera muy bien vestido y unos lentes oscuros para ocultar sus ojos hinchados.


-Ya estoy aquí- le hablo fríamente al padre.


-Camus perdóname, por favor no le digas nada a tu madre, se moriría si se entera- suplico Shion.


-Eso hubieses pensado antes de cogerte a la puta con la que engendraste a ese bastardo- le contesto su hijo.


-Perdió el ojo, la policía vino, les dije que lo había encontrado ensangrentado, pero cuando Isaac despierte va declarar…- dijo triste Shion.


-si tanto te importo habla con el, y mañana tendrás temprano tras las rejas al que intento asesinarlo- dijo Camus con media sonrisa.


 …


El sol comenzaba a asomarse tras las cortinas viejas, sobre la cama yacía el rubio desnudo solo con un trozo de sabana cubriéndole sus partes intimas, junto a el un espacio se hizo.


-Ya te vas- dijo Hyoga.


-Ya tu sueño se hizo realidad… ahora tienes que cumplir tu parte del trato- contesto Camus entrando al baño, el ruido de la regadera comenzó a sonar, hyoga se encamino al baño incorporándose, abrazo al peli azul por detrás.


-Júrame que será poco tiempo- le pidió Hyoga besando a Camus en los labios.


-Si si, ya te lo dije, yo te saco- respondió fastidiado Camus.


….


Por la tarde Mu se encontró con Afrodita camino a los establos, el chismerío estaba a todo lo que daba en el rancho.


-Joven Afrodita, buenas tardes- saludo el ariano.


-Hola Mu, ¿esta Milo ocupado?- pregunto Afrodita.


-Pues ya se desocupo un poco, se le cargo el trabajo por la mañana con las ausencias de Isaac y Hyoga- comento Mu.


-Es una lástima lo que paso con Isaac, y lo de Hyoga ni hablar- decía consternado Afrodita.


-Ese chico no se veía que fuera violento, sabrá dios cuantos años le van a dar en la cárcel- respondió Mu.


-Bueno quiero despejar mi mente montando, ya que el fastidioso de mi primo se iba ir el fin de semana fuera del rancho, voy aprovechar- dijo Afrodita sonriendo.


-Hola, escuche que vas a montar, espero que no quieras escoger de nuevo a Beelzebub- le dijo Milo divertido.


-Para nada, de hecho iba a buscarte para que me aconsejaras cual montar- respondió Afrodita con los ojos brillantes de emoción por ver a Milo.


Esta vez monto a una yegua mansa, logrando mejores saltos que en la ocasión anterior, cautivando con sus movimientos a varios espectadores que tenia mientras trabajaban algunos empleados, en especial esos ojos azules de Milo no dejaban de admirarlo como si estuviese magnetizado.


Después de montar, Afrodita quiso ayudar en las actividades de Milo para que no resintiera las ausencias de Isaac y Hyoga, por supuesto que el pequeño Kiki también ayudo en eso, Afrodita gustaba mucho por los caballos pero con Milo aprendió cosas nuevas que quizá ignoraba por dejar esa responsabilidad siempre a sus empleados, durante la jornada la platica fue muy amena y cómoda.


Milo una vez en mas confianza se atrevió a preguntar como siendo Afrodita un excelente jinete tuvo el accidente que lo alejo con ese tiempo del ruedo.


Aunque apenado e inquietante Afrodita se atrevió a contar…


-Fue por imbécil, me enamore como idiota- respondió Afrodita un poco frustrado.


-Disculpa creo que no debí preguntar- se excuso Milo.


-No te disculpes, ese día la persona en la que mas confiaba y amaba se acostó con alguien mas, los encontré teniendo sexo y Salí a montar fuera de mi, destrozado y fue cuando ocurrió todo- contesto triste.


-Ya veo, la tristeza a veces nos nubla la vista, yo también he sufrido esos estragos- respondió Milo.


-¿De verdad?- pregunto sorprendido Afrodita.


-Cuando mi esposa murió, pensé que mi vida se acababa, me hundí en el alcohol, fue lo que me llevo a la ruina- conto triste Milo.


-Lo siento mucho, supongo que la amabas con toda tu alma- dijo Afrodita.


-Estaba embarazada, era una excelente jinete como tu, se comenzó a sentir mal no pudo controlar el caballo y cayo, los médicos no pudieron hacer nada por él bebe ni por ella, lo peor es que me entere del embarazo hasta ese momento- platico Milo.


-por eso terminaste aquí como un simple empleado- dijo Afrodita.


-Si, por mis estupideces mal vendí, no me tomaron el pelo y prácticamente regale la hacienda Escarlata a unos timadores- respondió molesto Milo- pero trabajo muy duro para algún día recuperarla.


-Lo lograras- respondió Afrodita dándole ánimos.


-Pero lo tuyo, es que no puedo comprender como puede alguien hacerte eso, eres muy bello, gentil de buena familia- dijo Milo.


-Gracias por las porras que me echas- decía Afrodita sonrojado- pero la ambición puede mas que el amor en algunas personas, simplemente lo que quería era mi dinero para luego irse lejos con su amante, pretendió exprimirme completamente- continuo diciendo bajando la mirada.


-Pero estoy seguro que encontraras a alguien que te llegue amar como te mereces- le respondió Milo alzándole la cara suavemente desde la mejilla al mentón, ambos quedaron medio embobados hasta que se pusieron nerviosos desviaron sus miradas levemente sonrosados.


-Joven Afrodita, lo buscan en la casa grande- interrumpió Mu.


-Gracias Mu, voy enseguida- contesto prácticamente huyendo de la situación Afrodita.


Mientras Milo continuo con sus labores, luciendo algo nervioso, le parecía ese chico tan noble, y adorable?, como iba a pensar eso de un chico, seguramente el estar solo tanto tiempo ya lo hacían pensar estupideces, se decía a si mismo.


En la sala de estar se encontraba Saori bebiendo Té con el hombre que buscaba a su sobrino Afrodita, al lugar llego este ultimo sorprendiéndose de la visita inesperada de uno de los abogados de su difunto padre.


-Ángelo que sorpresa- dijo Afrodita.


-Oh Afrodita te me has escondido, pero aquí ya te tengo- respondió Ángelo con una sonrisita divertida.


-¿Y a que debe el honor de tu visita?, no se porque dices que me escondo simplemente estaba convaleciente- dijo Afrodita medio molesto.


-Pues después del accidente nadie me supo decir nada de ti, y mi padre me envió  a buscarte para que te entregara los títulos de propiedades que te heredo tu padre- dijo Ángelo sacando de su maletín una carpeta con papeles.


-Vaya, pensé que me habían entregado todo cuando el testamento de padre- contesto Afrodita tomando los documentos.


-Mh no, en un punto si no recuerdas dijo tu padre que se te entregaran hasta que tuvieras los 22 años, son tierras que obtuvo meses antes de morir, y los resguardo mi padre como albacea este tiempo- respondió Ángelo.


-Con razón, Manigoldo guardo bien el secretito- respondió con una mueca Afrodita.


-Sabes como es mi padre- contesto alzando los hombros Ángelo- bueno ya cumplí con el compromiso, creo que debo regresar.


-Pero que grosería de mi parte, Manigoldo era amigo de Albafica y eso lo convierte en amigo de toda la familia, si gustas descansar en el rancho mandare a preparar una habitación para ti Ángelo- dijo amablemente Saori.


-Muchas gracias bella dama, a decir verdad el viaje fue muy cansado, creo que no me harán mal un par de días- respondió Ángelo.


Al peli celeste no le caía muy bien Ángelo, siempre lo miraba un tanto diferente y eso lo incomodaba, después de la cena decidió salir a tomar aire fresco, en la oscuridad de la noche, se recargo de una cerca, y de pronto sintió como unos brazos lo rozaban de la cintura, se giro rápidamente topándose con ojos color rubí que lo veía con voracidad.


-¿Ángelo que haces aquí?- pregunto indignado Afrodita.


-Solo quería contemplar las estrellas contigo, Afrodita déjame hacerte olvidar a Radamanthis- le dijo el abogado tomándolo de las mejillas para darle un hambriento beso, a lo lejos Milo los observo sorprendiéndose por lo que hacia la pareja, rápidamente se fue a su cabaña.


-¡Suéltame!, yo solo te veo como un amigo y nada mas- contesto molesto Afrodita.


-Dame una oportunidad- pidió Ángelo.


-En estos momentos no puedo, entiéndeme –Respondió ya con más suavidad Afrodita.


-Yo esperare el tiempo que sea necesario, te amo desde que te conocí- contesto Ángelo.


-Entonces si me amas respeta mi duelo- contesto Afrodita.


-Estaba bien mi bello Afrodita- dijo Ángelo retirándose del lugar.


En un sillón ya algo muñido se sentó Milo, algo inquieto, hojeo el periódico terminándolo arrugando y aventándolo a un rincón.


-¿Y porque rayos estoy enojado?- se pregunto Milo- me siento irritado, no, no, debe ser el cansancio, a mi que me importa si Afrodita esta con… ¿un hombre? Entonces es… no él dijo que su novia lo había engañado- tantas cosas se formularon en la cabeza de Milo que había empezado a darle jaqueca.


-A mi que me importa además a mi no me gustan los chicos- se dijo una vez mas estando en la regadera para mitigar el dolor de cabeza.


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