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Cabalgando entre el Heno por PrincessIce

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Notas del capitulo:

Después de mil años aqui la actualizacion XD

Los días transcurrían y Afrodita no contestaba las llamadas de Milo, la duda sembrada por Camus comenzaba a golpear su interior, no dormía ni comía bien pensándose burlado por ellos dos, ahora se sentía realmente un tonto por haberse enamorado de esa manera.

Termina de cepillar el caballo de Afrodita, arroja el cepillo para luego llevarse las manos a los cabellos, sintiéndose impotente – Mi amor…  por favor, ya no pienses en ellos – por detrás llega Camus intentando consolar a Milo, entre sus manos portaba un sobre que extiende al de cabellos azul marino.

-¿Qué es esto? – no toma el paquete más le dedica una mirada de confusión, pero ante la insistencia de Camus termina por abrir el sobre, descubriendo que se trataba de el título de propiedad de su hacienda.

-Ángelo me llamó y me contó todo, así que busque los mejores abogados para hacer que te devolvieran lo que es tuyo – Camus se acerca a Milo acariciando de manera cariñosa el rostro de su amor imposible.

-Esto… ¡No puede ser cierto! – apretó los ojos tratando de contener las lágrimas por la farsa que había montado su Dita… todas sus palabras de amor habían sido mentira, todo por la propiedad.
-No se… como pagarte esto que me has dado, yo dude siempre de ti, creo que no tengo cara para… – fue interrumpidas sus palabras pues el acelerado Camus cual sanguijuela se prende de sus labios obteniendo un beso forzado, si bien Milo le estaba agradecido, no lo amaba como para corresponderle de esa manera.

-Solo ámame Milo – insistente el de cabellos agua marina enreda sus brazos en el cuello para continuar con sus demostraciones empalagosas de cariño, Milo sutilmente se va zafando de la situación…


Semanas después…

 

Isaac entraba a la celda de visitas con el parche en el ojo, con el semblante casi derrumbado, en cuanto vio al rubio corrió abrazarlo – Hyoga… ¿Por qué te culpaste? – ambos se sienta en la banca de visitas, Isaac no soltaba las manos de Hyoga pues las llenaba de besos cargados de cariño.

-El joven Camus me pidió que lo hiciera, que me  ayudaría a salir pronto, pero no volvió – el menor baja el rostro lleno de vergüenza por haber actuado tontamente aceptando el trato solo por migajas de amor.

-Calla… no te hagas más daño, mi amor, te voy a sacar de este infierno, te juro que no me importa que el Señor Shion se moleste por meter a su hijo a la cárcel – observa un par de lágrimas salir de los ojos celestes, los cuales rápidamente seca.

-Por favor Isaac, no hagas esto más difícil, esta gente es poderosa,  ¿Qué tal que terminas encerrado también? – asustado desaprueba las ideas del peliverde – El patrón no le va parecer que acuses a Camus… no te arriesgas así por mí, no valgo la pena, siempre me demostraste tu amor y yo no quise verlo, déjame aquí -  desvía el rostro para no lastimar las a Isaac que por su culpa ahora estaba discapacitado visual.

 

-Shion no me hará nada… el, acaba de confesarme que soy su hijo, me ha dado sus apellidos, aunque no sé si a estas alturas solo actúo de lastima – levanta el rostro de Hyoga del mentón con delicadeza. –Te voy a sacar de aquí y nos iremos muy lejos… seremos felices juntos, si tu te das la oportunidad de amarme – poco a poco el peliverde acorta el espacio abordando los suaves labios del rubio, que con el corazón acelerado corresponde al dulce beso de su mejor amigo.

Al salir de la celda Isaac termina de hacer el trato con el abogado que contrato con el dinero que ahora le daba Shion, el licenciado en leyes asegura al chico después de la declaración de que  su novio quedaría libre, en cuanto el juez dictara formal libertad, pero eso sería en una semana, para ello debían girar orden de aprensión contra Camus.

 

Pero Isaac no se quedaría con los brazos cruzados, de manera sigilosa entra a la hacienda el santuario, comenzando a vigilar los pasos de Camus, pues estaba seguro que tenía que ver con la repentina desaparición de Afrodita, pues ni sus tíos tenían la menor idea donde se encontraba, tal parecía que la tierra se lo hubiese tragado.

Para su buena suerte, Camus se cuela entre el enorme jardín para hablar por teléfono - ¿Y qué esperas Ángelo? … ¡Llévatelo lejos! O ¡Mátalo!... pero no lo quiero de vuelta o te va pesar  - murmuraba bajito siendo captado por los oídos del peliverde, que caía en cuenta que entonces Afrodita estaba siendo retenido en algún lugar, Tentado a caerle de sorpresa para obligarle a que le dijera la verdad, se detiene pues la conversación del desalmado de Camus continuo  - Mira… si si… voy a ir temprano y es que te tiemblan las manos para hacer las cosas, ¡ no me interesa Ángelo, yo iré y se acabó la plática! – al parecer la conversación terminó, intrigado por saber que pudo haberle dicho el fantoche de su amiguito el abogado, se alistaría para seguir a Camus .

Durante la noche salió Isaac de la hacienda para dirigirse al pueblo para descansar un rato, pensando como poder descubrir las demás porquerías de su medio hermano, casi sin poder dormir, el reloj le aviso que era tiempo de salir en el auto… aproximadamente quince minutos de camino recorrió para esconderse entre los arbustos en donde se unía la carretera federal a la salida de la hacienda, esperando el momento en que Camus pasara para poder seguirlo.

A cada minuto que transcurría, comenzaba a desesperarse, no podía creer en su mala suerte de no poder descubrir a su hermano, hasta que el vehículo a toda velocidad paso frente a sus ojos, rápidamente arranca el auto y tomando cierta distancia comienza a seguirlo hasta que lo ve desviarse a un camino rural, tenía conocimiento de que en ese lugar habían unas propiedades abandonadas, así que deja el auto a una distancia prudente comenzando entonces su caminata a  pie.
Entre los arbustos puede distinguir  a Camus discutiendo con Ángelo, sin poder escuchar con claridad lo que decían – Por algo están aquí, dentro deben estar ocultando algo… - susurra para si Isaac, comenzando a caminar con sigilo hasta la parte trasera de la casucha, las ventanas estaban bien cubiertas pero la madera de los marcos estaban apolilladas así que por pequeños orificios podía ver claramente un bulto, al acercar más su único ojo bueno por el orificio nota la cabellera celeste, avanza un poco más a su izquierda, tras una rendija lo ve desnudo, atado y botado en el piso…


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