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Cabalgando entre el Heno por PrincessIce

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Retorcido de dolor cae al piso Ángelo intentando contener la hemorragia del muslo, Milo sigiloso se acerca dándose cuenta de la pelea, sin embargo, la puerta de la cabaña se encontraba entreabierta distinguiendo desde su ángulo aquella cabellera celeste de su amado, no duda en entrar rápidamente, verlo así le causa tanta impotencia, desnudo , golpeado y atado .

-Aquí estoy Dita… te voy a sacar de aquí amor – un par de lágrimas resbalan de Milo cayendo en la mejilla del jinete, los ojos cansados de Afrodita parpadean sin poder creer que frente a él se encontraba el amor de su vida.

-Mi…lo ¿eres tú? – asiente con un suave movimiento del rostro el moreno, una pequeña sonrisa entonces se dibuja en el rostro lleno ahora de esperanza que había perdido días antes, con una cobija cubre su cuerpo ayudándolo a levantarse.

Al salir de la cabaña deja en resguardo a su amado junto al caballo en el cual había llegado a la villa, un buen golpe en el hombro sobre Camus hace liberar a Isaac que trata de correr para mantenerse a salvo, las patrullas llegaban al lugar del cual bajan muchos uniformados apuntándole con el arma a Camus.

Detrás llegaba el auto de los padres del chico de cabellos aguamarina, Shion no oculta su preocupación por Isaac al cual alberga en sus brazos para revisar que estuviese en óptimas condiciones – Perdóname… nunca quise darme cuenta que tu hermano necesitaba ayuda – susurra en el oído al menor.

-Camie… por favor, baja el arma mi niño – entre lágrimas intenta acercarse Saori pero los uniformados le impiden llegar más allá de tres metros tratando de cuidar la integridad de la elegante señora.

-¡Vete de aquí madre! – responde sumamente nervioso Camus al ver a Saori casi en una crisis de nervios logrando solo que su estado se alterara más.

-¡Baje el arma!... repito  ¡Baje el arma! – el megáfono del oficial de policía resuena en esa parte del bosque en su labor de convencimiento – Camus… es mejor que se entregue, no haga esto más grave – al escuchar esto, Camus sostiene su cabello con desespero, mira a todos lados sin dejar de apuntarle a todo el mundo – Traidor – escupe mirando a Ángelo que ya era atendido por Paramédicos, del otro lado su primo al que más odiaba con toda su alma, abrazado del hombre al que él quería, el medico pide que se siente para revisarlo y aprovecha Camus a dar dos pasos al frente - ¡Milo!... tu debiste quedarte conmigo… no vas a ser feliz, la carga de conciencia siempre te va perseguir – el martillo del arma es bajado , Milo asustado observa que apunta hacia Afrodita y como reflejo se interpone sin esperar la acción de Camus.

-¡NO CAMUS! – el grito desgarrador de Saori acompaña el cañonazo del arma que poseía su hijo, la mirada atónita de todos estaba posada en la sangre que escurría a chorros, Afrodita cubre su rostro envuelto en lágrimas por la escena frente a él.

-¿Por qué Camus? – Milo se gira para no verle más caer en ese charlo de sangre, abraza a su querido Afrodita para consolarlo por la fatal decisión de su primo al suicidarse frente a todos.

Aquellos momentos tan tristes intentaron dejarlos atrás frente a ese ataúd que estaba descendiendo frente a toda la comitiva de la familia y allegados que se encontraban en el panteón, Saori seguía llorando desconsolada  pero en los brazos de sus hermanos Artemisa y Apolo, al otro extremo se encontraba un Shion con semblante triste pero mucho más tranquilo que su aún esposa, junto de él ocupando el lugar que le correspondía estaba Isaac y un recién liberado Hyoga acompañando a su ahora pareja.

A pesar de la mirada de odio por parte de Saori pues para ella su sobrino era culpable de que su hijo se volviera loco, Afrodita tomado de la mano de Milo se acerca al filo del hueco donde comenzaban a echar la tierra sobre el ataúd, deja caer una docena de rosas blancas – Te perdonamos de todo lo que nos hiciste… -  menciona con sinceridad el peliceleste.

-Descansa en paz Camus – es lo único que susurra Milo antes de que ambos se retiraran de donde eran sepultados sus restos, hacia la salida muchos automóviles lujosos estaban estacionados, ellos tenían también su transporte… -Vamos… a nuestro hogar – toma de la cintura a Dita para acomodarle en la silla de montar de Antares, detrás suyo sube Milo pasando sus brazos por la cintura de su amado para tomar las riendas del caballo

 

-Me llevas con en los cuentos de princesas… que vergüenza – le responde sonrojado Afrodita ladeando su rostro chocando miradas con Milo que ya le regalaba unos cuantos besos en la mejilla – No mi amor… es mucho mejor, cabalgaremos y haremos el amor entre el heno – a pasos suaves salen de aquel recinto de los muertos, una vez más alejados el galope de Antares se apresura a llevarles a su nido de amor.


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