Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un camino diferente. por lorienficachi

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No saben la vergüenza que me da actualizar hasta ahora, un año y meses después del último capítulo... No hay excusa suficiente. Pero espero que puedan darle una oportunidad de nuevo a este fic. Desearía que lo apoyaran hasta el final. No prometo que actualizaré muy seguido. Ahora mismo me encuentro a tope con la universidad, pero sí puedo prometerles no volver  dejarlo, aunque actualice sólo lo necesario. 

¿Podrán perdonarme? 

Como otras veces Legolas fue el primero en despertar, si en verdad había dormido.

 

-¡Despertad! ¡Despertad! -gritó-. Es un amanecer rojo. Cosas extrañas nos esperan en los lindes del bosque. Buenas o malas, no lo sé, pero nos llaman. ¡Despertad!

 

Los otros se incorporaron de un salto y casi en seguida se pusieron de nuevo en marcha. Poco a poco las lomas fueron acercándose. Faltaba aún una hora para el mediodía cuando las alcanzaron. Justo al oeste de la pendiente más meridional había un anillo amplio, desde allí la pista de los orcos iba otra vez hacia el norte a lo largo de las faldas resecas de las lomas.  Aragorn se detuvo y examinó las huellas de cerca.

 

-Descansaron aquí un rato -dijo-, pero aun las huellas que van al norte son viejas. Temo que el corazón te haya dicho la verdad, Legolas: han pasado tres veces doce horas, creo, desde que los orcos estuvieron aquí. Si siguen a ese paso, mañana a la caída del sol llegarán a los lindes de Fangorn.

 

-No veo nada al norte y al oeste; sólo unos pastos entre la niebla -dijo Gimli-. ¿Podríamos ver el bosque, si subimos a las colinas?

 

-Está lejos aún -dijo Aragorn-. Si recuerdo bien, estas lomas corren ocho leguas o más hacia el norte, y luego al noroeste se extienden otras tierras hasta la desembocadura del Entaguas; otras quince leguas quizá.

 

-Pues bien, partamos -dijo Gimli -. Mis piernas tienen que ignorar las millas. Así estarán más dispuestas, si el corazón me pesa menos.

 

El sol se ponía cuando empezaron a acercarse al extremo norte de las lomas. Iban lentamente ahora y Gimli se inclinaba hacia adelante. Aragorn abría la marcha, ceñudo y silencioso, agachándose de cuando en cuando a observar una marca o señal en el suelo. Sólo Legolas caminaba con la ligereza de siempre apoyándose apenas en la hierba.

 

-¡Subamos por esta colina verde! -dijo.

 

Lo siguieron trabajosamente. El sol se puso y las sombras de la noche cayeron como una cortina. Estaban solos en un mundo gris e informe sin medidas ni marcas. Sólo muy lejos al noroeste la oscuridad era más densa, sobre un fondo de luz moribunda: las Montañas Nubladas y los bosques próximos.

 

-Nada se ve que pueda guiarnos - dijo Gimli-. Bueno, tenemos que detenernos otra vez y pasar la noche ¡Está haciendo frío!

 

-El viento viene de las nieves del norte -dijo Aragorn.

 

-Y antes que amanezca cambiará al este -dijo Legolas-. Pero descansad, si tenéis que hacerlo. Mas no abandonéis toda esperanza. Del día de mañana nada sabemos aún. La solución se encuentra a menudo a la salida del sol.

 

-En esta cacería ya hemos visto subir tres soles y no nos trajeron ninguna solución -dijo Gimli.

 

La noche era más y más fría. Legolas no durmió aquella noche. Aragorn y Gimli dormían a los saltos y cada vez que despertaban veían a Legolas de pie junto a ellos, o caminando de aquí para allá, canturreando en su propia lengua. Al humano no le preocupaba que su amante no se echara a su lado, sabía que los elfos podían dormir estando despiertos, y el necesitaba el descanso. Así pasó la noche.

 

 

Pippin se debatía en una oscura pesadilla: centenares de orcos lo miraban desde las sombras haciendo muecas y centenares de brazos horribles se extendían hacia él. ¿Dónde estaba Merry?

 

Despertó. Caía la noche y el cielo se oscurecía en el cenit. Dio media vuelta y descubrió que el sueño era poco peor que el despertar. Tenía las manos, las piernas y los tobillos atados con cuerdas. Junto a él yacía Merry, pálido, la frente envuelta en un trapo sucio. Todo alrededor, sentados o de pie, había muchos orcos.

 

Lentamente la memoria se fue aclarando en la cabeza dolorida de Pippin. Por supuesto: él y Merry habían huido a los bosques. Habían corrido lejos, dando gritos; y de pronto habían tropezado con un grupo de orcos que al parecer no habían visto a Merry y Pippin hasta que casi los tuvieron encima. Se pusieron a aullar entonces y docenas de otras bestias salieron de entre los árboles. Merry y él habían echado mano a las espadas, pero los orcos no querían luchar y sólo intentaron apoderarse de ellos, aun cuando Merry ya había cortado muchos brazos y manos. Buen viejo Merry.

 

En seguida llegó Boromir y los a combatir. Mató a muchos y el resto escapó. Pero aún no se habían alejado en el camino de vuelta cuando un centenar de oreos los atacó otra vez, lanzaban lluvias de flechas, siempre contra Boromir. Boromir tocó el gran cuerno, pero cuando no llegó otra respuesta que los ecos, los orcos atacaron con más fiereza. Pippin no recordaba mucho más. La última imagen era la figura de Boromir apoyada contra un árbol, quitándose una flecha; luego la oscuridad cayó de súbito.

 

-Supongo que me golpearon la cabeza -se dijo a sí mismo-. Me pregunto si la herida de Merry será grave.

 

«Ojalá Gandalf no hubiera convencido a Elrond de que nos dejara venir», pensó. He sido sólo una molestia, un pasajero, un bulto de equipaje. Ahora me han robado y soy sólo un bulto de equipaje para los orcos. Espero que Trancos o algún otro vengan a rescatarnos.

 

Luchó un rato en vano, tratando de librarse de las ligaduras. Uno de los orcos se rio.

 

-¡Descansa mientras puedas, tontito! Pronto encontrarás en qué utilizar tus piernas. Desearás no haberlas tenido nunca, antes que lleguemos a destino.

 

Aterrorizado, Pippin se quedó muy quieto, aunque las muñecas y los tobillos le dolían cada vez más y las piedras del suelo se le clavaban en la espalda. Para distraerse, escuchó con la mayor atención todo lo que podía oír. Pippin descubrió sorprendido que mucha de la charla era inteligible; algunos de los orcos estaban usando la Lengua Común. En apariencia había allí miembros de dos o tres tribus muy diferentes, que no entendían la lengua orca de los otros. La airada disputa tenía como tema el próximo paso: qué ruta tomar y qué hacer con los prisioneros.

 

-No hay tiempo para matarlos de un modo adecuado -dijo uno No hay tiempo para diversiones en este viaje.

 

-¿Para qué los quiere? -preguntaron varias voces-. ¿Por qué vivos? ¿Son una buena diversión?

 

-No. He oído que uno de ellos tiene una cosa que se necesita para la Guerra, un artificio élfico o algo parecido. En todo caso serán interrogados.

 

-¿Es todo lo que sabes? ¿Por qué no los registramos y descubrimos la verdad? Quizás encontremos algo que nos sirva a nosotros. 

 

-Vivos y tal como fueran capturados; nada de pillajes. Así me lo ordenaron.

 

-¡Pero no a nosotros!

 

-¿Quién es el amo, Saruman o el Gran Ojo? -dijo una voz malévola-. Tenemos que volver en seguida a Lugbúrz. No, tenemos que seguir juntos. Estas tierras son muy peligrosas: infestadas de traidores y bandidos.

 

-Sí, tenemos que seguir juntos -gruñó otro-.Somos los sirvientes de Saruman el Sabio, la Mano Blanca. Salimos de Isengard y trajimos aquí la tropa y volveremos por el camino que nosotros decidamos. Soy Uglúk. He dicho.

 

-Has dicho demasiado, Uglúk -se burló la voz-. Estarán de acuerdo conmigo, Grishnákh, el mensajero de confianza; y yo, Grishnákh, digo: Saruman es un idiota, sucio y traidor.

 

Unos alaridos feroces en lengua orca fueron la respuesta y se oyó el ruido metálico de las armas desenvainadas. Pippin se volvió con precaución esperando ver qué ocurría. Los guardias se habían alejado para unirse a la pelea. Alcanzó a ver en la penumbra un orco grande y negro, Uglúk sin duda, que enfrentaba a Grishnákh, una criatura de talla corta y maciza. Alrededor había otros monstruos más pequeños. Pippin supuso que éstos eran los que venían del norte. Habían desenvainado los cuchillos y las espadas, pero no se atrevían a atacar a Uglúk.

 

Uglúk saltó hacia adelante, lanzó dos golpes rápidos y las cabezas de dos orcos rodaron por el suelo. Grishnákh se apartó y desapareció en las sombras.  Los otros se amilanaron y uno de ellos retrocedió de espaldas y cayó sobre el cuerpo tendido de Merry. Quizás esto le salvó la vida, pues los seguidores de Uglúk saltaron por encima de él y derribaron a otro con las espadas de hoja ancha. El cuerpo le cayó encima a Pippin, la mano del orco empuñando todavía aquel largo cuchillo mellado.

 

-¡Dejad las armas! -gritó Uglúk-. ¡Y basta de tonterías! De aquí iremos directamente al oeste y escaleras abajo. De allí directamente a las quebradas y luego a lo largo del río hasta el bosque. Y marcharemos día y noche. ¿Está claro?

 

-Bien -se dijo Pippin-, si esa horrible criatura tarda un poco en dominar a la tropa, tengo alguna posibilidad. Había vislumbrado un rayo de esperanza. El filo del cuchillo negro le había desgarrado el brazo y se le había deslizado casi hasta la muñeca. La sangre le corría ahora por la mano, pero sentía también el contacto del acero frío.

 

Los orcos se estaban preparando para partir, pero algunos de los del norte se resistían aún y los Isengardos tuvieron que abatir a otros dos antes de dominar al resto. Hubo muchas maldiciones y confusión. Durante un momento nadie vigiló a Pippin. Empujó al orco muerto a un lado y casi sin atreverse a respirar movió la atadura de las muñecas arriba y abajo sobre la hoja del cuchillo. ¡La cuerda estaba cortada! Pippin la tomó rápidamente entre los dedos, hizo un flojo brazalete de dos vueltas y metió las manos dentro. Luego se quedó muy quieto.

 

-¡Traed los prisioneros! -gritó Uglúk-. ¡Y nada de trampas! Si no están vivos a nuestro regreso, algún otro morirá también.

 

Un orco alzó a Pippin como un saco. Otro dispuso de Merry de modo similar. Las garras apretaban los brazos de Pippin corno un par de tenazas y las uñas se le clavaban en la carne. Cerró los ojos y se deslizó de nuevo a un mundo de pesadillas malignas.

 

 

CONTINUARÁ...

 

 

 

Notas finales:

Como podrán darse cuenta, no seguirá la dinámica de los libros. Esta será la dinámica, las cosas pasarán de acuerdo al tiempo en el que pasaron... no se si me explico...

Bueno, de nueva cuenta, les ofresco una sincerísima disculpa y prometo no olvidar este fic de nuevo. 

Muchas gracias por leer. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).