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Simples Apariencias por Altarf_27

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! Bien, sé que ya se me está haciendo costumbre pero, ¡¡¡¡Lo sientooooo!!!! TOT No vuelvo a prometer actualizaciones pronto, creo que es cuando Cronos más confabula en mi contra y menos me rinde el tiempo T_T

Ejem, de cualquier forma, con demoras y todo, pero aquí me tienen de regreso con un nuevo capítulo que espero resulte de su agrado n_n

Muchas gracias de nuevo a aquellas personas que se toman unos minutos para dejar unr review y a aquellos que siguen la historia "desde las sombras" XD

Espero disfruten la lectura n.n

9. Secretos

 

                ¿Qué había hecho?

 

                La preguntaba resonaba en su mente sin que pudiera evitarlo mientras el lujoso auto en el que iba avanzaba lentamente hacia la entrada de la mansión.

 

                Shion había pasado una agradable tarde en compañía del fiscal Tsartsaris. Se había dedicado a platicarle la habitual rutina de Zinnecker y lo que sabía sobre sus negocios. No estaba seguro de que eso fuera suficiente para detener al Barón Amatista, pero el peliverde quería creer en el griego, quería creer que había una oportunidad de frenar todo el mal que el nórdico hacía en la vida de tantas personas como los chicos que habitaban aquella mansión. Sin embargo, estaba bien consciente de que las probabilidades de que el fiscal tuviera éxito no eran tan altas y si algo salía mal…

 

-“…Le prometo que haré lo posible por ayudarlo a lograr lo que su corazón más desee…”-

 

                Lo que su corazón más deseaba… En esos precisos momentos lo único que deseaba era que todo saliera bien y que sus decisiones no le ocasionaran mayores problemas a nadie.

 

-Dohko-

 

                Ese nombre le resonaba en la cabeza y provocaba unos inusuales latidos en su corazón que le resultaban dolorosos. ¿Por qué ese fiscal tenía que ser tan… lindo? Habría resultado más fácil negarse a entrar a semejante odisea si no tuviera esas vivaces esmeraldas por ojos y si el cálido roce de sus manos no le resultara tan agradable. ¿Por qué había tenido que entrar en su vida? ¿Por qué justo en ese momento cuando ya no creía en la esperanza?

 

                El vehículo se detuvo y Shion respiró profundamente intentando borrar los pensamientos que lo atormentaban de su mente, como si temiera que Zinnecker pudiera ver algo de ellos a través de sus ojos.

 

                Avanzó sin prisa por los pasillos de la mansión dirigiéndose hacia su habitación, pero al pasar por la sala en la que esa misma mañana había pasado un agradable momento con los otros chicos se percató de que dos de ellos se encontraban de nuevo allí, sumidos en un tenso ambiente que nada tenía que ver con la tranquilidad que se respiraba horas antes.

 

-¿Camus? ¿Saga? ¿Qué hacen aquí?- les preguntó deteniéndose en la puerta de la estancia.

 

                Ambos jóvenes levantaron la mirada al escuchar su voz. Camus estaba sentado en uno de los sillones abrazando sus piernas  mientras que Saga se encontraba en otro asiento con un rostro serio que bien podría intimidar a cualquiera, sin embargo, antes de que alguno pudiera responder algo, una mano se detuvo en el hombro del peliverde haciéndolo voltear.

 

-¿Qué tal la cita?- le preguntó Kanon con una sonrisa relajada en cuanto los ojos del mayor se posaron en él y bastó que Shion lo viera para que comprendiera la preocupación de los otros.

 

                El gemelo menor iba vestido con unos ajustados jeans negros y una camisa del mismo color con los botones más altos desabrochados, dándole un toque sensual y provocativo.

 

-Pensé que no tenías citas programadas para hoy- susurró Shion viéndolo con mirada pesarosa.

 

-El Barón la programó de último momento- explicó el peliazul encogiéndose de hombros con expresión despreocupada- ¿Podrías ver que ese par no me espere despierto, por favor?- le preguntó señalándose con el rostro hacia su gemelo y el francés.

 

                Saga gruñó por respuesta a la vez que volteaba hacia otro lado con gesto molesto.

 

-Cuídate- se limitó a decirle Shion viéndolo con una sonrisa triste.

 

-Sí, sí, sé hacerlo por si no lo recuerdas y por mucho que Saga lo olvide- contestó el gemelo menor con expresión fastidiada y luego fijó su mirada en el pequeño galo- Nos vemos, Camie, ve que el ogro de mi hermano no muerda a nadie en su racha de mal humor- se despidió provocando que el francés sonriera ligeramente y se marchó de la estancia antes de que alguien más pudiera decir algo, dejando a los otros sumidos en un tenso silencio.

 

-¿Te fue bien hoy, Shion?- se atrevió a preguntar Camus rompiendo finalmente el mutismo entre ellos.

 

-Sí, pequeño- respondió el mayor viéndolo con cariño y yéndose a sentar a su lado- ¿Y los demás?- preguntó sin dejar de dirigirle miradas de reojo a Saga, quien continuaba con la mirada perdida en el espacio y la expresión de molestia en el rostro.

 

-Sorrento tenía una cita programada para hoy y Mime y Lune deben estar cenando-

 

-¿Te parece si los alcanzamos para acompañarlos?- sugirió Shion revolviéndole los cabellos al galo, quien asintió tras dirigirle a su vez una mirada al peliazul, levantándose con algo de desgano de donde estaba.

 

                El tibetano condujo a Camus hacia la puerta de la sala, donde le indicó con un gesto que se adelantara y luego se volvió hacia el gemelo mayor.

 

-Estará bien, Saga- le dijo con voz suave- Estaremos en la cocina por si se te ofrece algo- agregó dispuesto a seguir los pasos del francés.

 

-Shion…-

 

                El peliverde no esperaba que el griego le respondiera por lo que volteó a verlo con gesto un tanto sorprendido conociendo bien lo reservado que el gemelo podía ser, más aún en lo referente a la preocupación que le generaba su hermano en ese negocio.

 

-Habla con Camus- pidió el peliazul aún con rostro serio- Parece que Alberich le programó una cita con un chico del Colegio- los ojos del peliverde se abrieron con sorpresa ante esas palabras pero Saga continuó sin prestarle mucha atención- Le dijimos que aunque alguien allí lo sepa no significa que los demás se enterarán por el bien del “qué dirán”, pero supongo que el que la realidad haya alcanzado la ilusión debe haber sido un duro golpe para él, por mucho que nos terminara diciendo que todo estaba bien-

 

                Shion suspiró con pesar y asintió con el rostro antes de salir tras el galo dejando a Saga a solas con sus propias preocupaciones.

 

                Mientras tanto, a no mucha distancia de la mansión, Kanon ya iba camino de su cita a bordo de un lujoso Mercedes negro que Shura conducía con habilidad.

 

                El español no podía evitar dirigirle una que otra mirada de reojo por el retrovisor al gemelo menor por lo relajado que se notaba en esos momentos a pesar de que iba a reunirse con un sujeto que el mismo Zinnecker consideraba de cuidado.

 

                En los 2 años que llevaba con el Barón Amatista, Shura había tenido que conducir en más de una ocasión a los jóvenes de la mansión en las salidas que el nórdico les programaba, así que estaba acostumbrado a las conductas de los chicos ante la tensión que estas habitualmente les generaban. Conocía bien el nerviosismo de Camus y Mime, la resignación de Sorrento, la frialdad de Lune, la seriedad de Saga, el estoicismo de Shion, pero nunca dejaba de sorprenderle la indiferencia de Kanon y su modo despreocupado de actuar aún en esas situaciones.

 

                Y el hispano seguía con esas ideas en su mente cuando sintió sobre sí la penetrante mirada del griego. Una nueva ojeada al retrovisor le confirmó que esta vez eran las esmeraldas del peliazul las que estaban fijas en su persona sin hacer ningún intento por disimular su repentino interés en él.

 

-¿Pasa algo?- le preguntó fijando sus ojos en la calle por la que conducía.

 

-No, sólo me preguntaba por qué eres tú quien me lleva a ver al… señor Juez- respondió Kanon desviando finalmente la mirada hacia la ventanilla del auto- ¿Será que el señor Alberich piensa que necesito un arma para verme con el tal Radamanthys? Porque eso eres para él, ¿no? Su arma asesina…-

 

                Shura apretó con fuerza el volante ante aquellas palabras. Ese había sido un golpe bajo, aunque tristemente las palabras del gemelo menor tenían mucho de ciertas.

 

                Kanon se rió ligeramente por la reacción del español.

 

-No te enojes- le dijo con voz conciliadora- Debe ser mejor hacerla de eso que lo que hacemos nosotros- agregó con un dejo de tristeza que hizo que Shura le dirigiera una nueva mirada por el retrovisor- Y debes ser muy bueno en lo que haces- prosiguió adoptando un tono bromista- Porque no creo que alguien te hiciera el feo al tenerte en la cama-

 

                El español se sonrojó por completo ante esas palabras consiguiendo que Kanon se riera con más ganas durante algunos minutos, pero ninguno volvió a decir nada en el resto del trayecto y finalmente llegaron a las puertas de uno de los mejores hoteles de Atenas.

                El gemelo menor bajó del auto apenas prestando atención a las palabras de Shura de que estaría cerca por cualquier cosa que necesitara y entro al edificio captando de inmediato la mirada de varios de los presentes, aunque era algo a lo que el griego estaba habituado. Las personas siempre volteaban a verlos, más cuando ambos gemelos iban juntos, así había sido desde que empezaran a trabajar para Zinnecker y ya no le generaba ninguna sorpresa, eso sólo había pasado al principio, cuando estaba acostumbrado a que la gente ni siquiera los notara…

 

                El camino hacia la suite en la que debía reunirse con su cita fue corto y tras llamar a la puerta no tardó en salir a recibirlo un joven de cortos cabellos de un rubio cenizo y ojos celestes.

 

-Tú debes ser Pólux- dijo aquél recorriéndolo de arriba para abajo y de regreso.

 

-El mismo- respondió Kanon con una sonrisa confiada- Pero dudo que tú seas Radamanthys-

 

                Los ojos celestes del chico se posaron en las esmeraldas del griego con expresión retadora pero si quería decirle algo, Kanon no llegó a saberlo, porque en ese momento una voz gruesa y varonil habló desde dentro de la suite.

 

-Déjalo pasar, Sylphid-

 

                El aludido soltó un ligero bufido pero sin más se hizo a un lado cediéndole el paso al peliazul, quien entró dirigiéndole una sonrisa burlona, pero la sonrisa se borró de sus labios al encontrarse con su anfitrión.

 

                Radamanthys estaba de pie ante un pequeño minibar en un rincón de la suite y Kanon pudo contemplarlo a sus anchas en cuanto se detuvo en la sala al centro de la estancia. Aquél hombre rubio, vestido con un pantalón negro y camisa color vino, era alto, incluso para él que pasaba del metro ochenta; sus ojos dorados eran de mirada penetrante, las facciones de su rostro eran firmes y su porte era en todo sentido… imponente.

 

-¿Gustas algo de tomar?- le preguntó el rubio a la vez que con una seña lo invitaba a tomar asiento.

 

-Claro- asintió el griego mostrando su sonrisa más sensual a la vez que tomaba asiento con expresión relajada, notando que el joven que le abriera la puerta seguía junto a ésta observándolo seriamente.

 

-Puedes retirarte, Sylphid- dijo Radamanthys sin voltear a ver al aludido por estar sirviendo unas bebidas- Y te encargo el asunto de Behemont-

 

-Haré lo que pueda por ayudarla. Con permiso- se despidió el chico retirándose aunque no sin antes dirigirle una nueva mirada cargada de desprecio al gemelo menor.

 

                Kanon seguía con la mirada en la puerta cuando notó que Radamanthys le ofrecía una copa con vino tinto.

 

-Espero le guste el Chapoutier- le dijo cediéndole la copa y el griego la aceptó con una sonrisa viendo cómo el rubio iba a tomar asiento frente a él.

 

-No lo entiendo- comentó de pronto Kanon haciendo que los ojos dorados del mayor quedaran fijos en él- ¿Por qué alguien como usted tendría que pagar por tener compañía?- Radamanthys sonrió de lado por el comentario y el peliazul se mordió ligeramente el labio en un gesto provocativo antes de continuar- Empezando por el chico que acaba de marcharse, creo que la lista de quienes con gusto estarían en su cama debe ser larga-

 

-¿Siempre es tan directo?- le preguntó el rubio ensanchando su sonrisa.

 

-¿Le molesta?-

 

-En absoluto-

 

                Radamanthys le dio un sorbo a su bebida con sus ojos dorados fijos en el menor y Kanon terminó desviando la mirada al sentir cómo el otro lo analizaba detalladamente.

 

-Yo no pedí la compañía- las esmeraldas de Kanon quedaron fijas en el rubio al escucharlo y una de sus cejas se curvó ligeramente mostrando su confusión ante tales palabras- Un entrometido pensó que necesitaba… distraerme y organizó la cita con el Barón Amatista-

 

                Radamanthys contuvo la risa ante la cara del peliazul ante semejante explicación. El rostro del griego era todo un poema en esos momentos.

 

-Por lo menos pude elegir a mi acompañante- agregó antes de llevarse nuevamente la copa a los labios dando justo en un punto que causaba especial curiosidad en el gemelo.

 

-¿Por qué me eligió?-

 

-No soy pedófilo- respondió el rubio casi de inmediato sin pensar mucho en su respuesta y Kanon no tuvo problemas en entenderlo, después de todo, las fotos de Camus y los otros chicos habían sido tomadas para personas con esas tendencias.

 

-Pudo elegir a mi hermano- comentó el peliazul como no queriendo la cosa a la vez que olía el vino para darle un buen sorbo- O a ambos- agregó fijando su mirada en las orbes doradas de Radamanthys- A muchos les resulta interesante la combinación-

 

-Emerald Duo- susurró el rubio sin despegar sus ojos de los del menor, recordando el nombre con el que el Barón le había presentado a los gemelos- Los apodaron así por sus ojos, ¿no es verdad?- Kanon sonrió por respuesta y Radamanthys dejó su copa en la mesa de centro antes de continuar- La verdad, no me gustan los tríos, así que me decidí por uno de ustedes lanzando una moneda al aire- explicó encogiéndose de hombros.

 

                El griego casi se ahoga con el vino al escucharlo, pero tras mirarlo detenidamente comenzó a reírse con ganas.

 

-Tiene sentido- logró decir finalmente dejando también la copa sobre la mesa- Ya que no nos conocía a ninguno de los dos, supongo que le resultaba lo mismo a quién le trajeran-

 

                Kanon desvió la mirada aún riendo ligeramente y Radamanthys no pudo quitarle la mirada de encima. ¿Acaso se había decepcionado con esa respuesta? No era cierto lo que le había dicho, él nunca dejaba nada al azar, pero le resultó curioso ver la reacción del gemelo.

 

-Eres el menor, ¿cierto?- le preguntó al peliazul consiguiendo que las esmeraldas de este volvieran a fijarse en él- Y estás demasiado acostumbrado a que los comparen-

 

-Suele pasar cuando tienes un gemelo idéntico- respondió el griego encogiéndose de hombros.

 

-No son idénticos. Tus ojos tienen un brillo diferente a los de tu hermano. Incluso en las fotos se nota que tu sonrisa es más relajada y que tus ojos desbordan confianza en ti mismo mientras que Cástor parece más serio y desconfiado-

 

                Kanon no dejó de sonreír ante sus palabras, pero lo que el rubio le había dicho le había provocado una extraña sensación en su interior. ¿Quién era ese hombre? ¿Cómo podía fijarse en tales detalles incluso en unas simples fotografías?

 

-¿Eso también lo decidió lanzando una moneda al aire?- le preguntó viéndolo con detenimiento, consiguiendo que sonriera más ampliamente, pero aunque sonreía, Kanon podía ver una frialdad en sus ojos que no se había borrado en ningún momento. Ese hombre era hermético… o estaba por completo a la defensiva.

 

                El gemelo menor se levantó de su asiento y se acercó al rubio siendo seguido por la mirada atenta de las orbes doradas de su anfitrión. Se detuvo a su lado y dirigiéndole una sonrisa traviesa se sentó a horcajadas sobre sus piernas colocando sus manos en los hombros del extranjero.

 

-Sé que usted no pidió que lo acompañaran- le dijo acariciando sus hombros a la vez que le sonreía con sensualidad- Pero ya que me tiene aquí…- Kanon deslizó su mano derecha sobre el torso del rubio y luego acercó sus labios al oído del mayor- ¿Por qué no lo aprovecha?- le preguntó con tono provocativo antes de rozar el lóbulo de su oreja con sus labios pasando después a besar su cuello.

 

                Radamanthys cerró sus ojos al contacto de los labios griegos sobre su dermis sintiendo cómo, al mismo tiempo, las manos de Kanon se deshacían de los botones de su camisa para recorrer su torso a su antojo. Echó el cuello ligeramente hacia atrás para permitir que el peliazul siguiera con lo suyo, pero cuando las manos de éste llegaron a su cinturón, fue como si una alarma se activara en su cabeza haciéndolo reaccionar.

 

                Kanon sintió cómo el rubio sujetaba con fuerza sus manos, aunque sin llegar a hacerle daño, lo que hizo que se detuviera en lo que hacía para fijar su mirada en los ojos dorados del mayor, aunque no se movió de dónde estaba.

 

-No creo ser una buena compañía esta noche- le dijo Radamanthys seriamente.

 

                El griego no supo qué contestar. No estaba acostumbrado a que lo rechazaran y aquella situación se le hacía extraña.  Al rubio no le desagradaba, eso lo tenía claro por cómo había reaccionado en un inicio, sin embargo, esa inesperada negativa…

 

-¿A quién siente que le está siendo infiel, Radamanthys?- le preguntó viendo fijamente los ojos dorados del mayor aún sentado a horcajadas sobre él, al mismo tiempo que rozaba con suavidad su mejilla.

 

                El rubio no contestó, pero la seriedad que su rostro mostró en esos momentos le confirmó a Kanon que había acertado con su suposición, animándolo a continuar.

 

-¿Es un chico?- interrogó recorriendo el pecho del mayor con su dedo índice, pero la única respuesta que obtuvo fue la mirada cada vez más fría del extranjero-No, es una chica- declaró con tono seguro.

 

-No sólo es directo, también es bastante entrometido- se limitó a contestar Radamanthys con una mirada intimidante, pero lejos de asustarse por su expresión, Kanon se rió animadamente a la vez que se levantaba de donde estaba.

 

-Con esa expresión, sonó igualito a Saga- comentó mientras se encaminaba hacia el minibar.

 

-¿Saga?-

 

                Kanon se mordió los labios al darse cuenta de que se le había salido el nombre real de su hermano. No solía ser tan indiscreto en esos detalles, pero algo en ese hombre lo hacía sentir a gusto a pesar de todo el misterio que lo envolvía.

 

-Cástor- corrigió sin voltear a ver al rubio y mostrándose muy interesado en el contenido del minibar.

 

                Radamanthys no lo había perdido de vista ni un minuto. Ese chico le agradaba, incluso más de lo que estaba dispuesto a aceptar. Su físico, su carácter, su voluntad. Sabía que había información que debía buscar, pero también estaba consciente de que alguien como el peliazul sólo hablaría sintiéndose en confianza… y él quería ganarse su confianza por más motivos de los que su mente podía entender.

 

-Ya que me has dicho el nombre de tu hermano, ¿por qué no me dices el tuyo?- sugirió levantándose de su asiento y caminando hacia el gemelo, sin preocuparse por abotonar de nuevo su camisa.

 

-¿Y usted también me dirá su verdadero nombre?- le devolvió la pregunta el peliazul con una sonrisa de lado ofreciéndole al mismo tiempo una lata de cerveza al rubio, quien no pudo evitar sonreír ante la audacia del griego.

 

-Radamanthys es el nombre por el que prefiero ser conocido- declaró aceptando la bebida- Me parece un nombre original, no como nombrar a unos gemelos como los míticos Dioscuros-

 

-Nosotros no elegimos los nombres- dijo Kanon encogiéndose de hombros- Pero me parece interesante saber cómo usted se ganó el nombre de un Juez del Inframundo- contraatacó viendo al rubio con mirada sagaz- O cuál es el nombre de esa chica que no puede olvidar- agregó perspicazmente.

 

-¿Cómo es que terminaste trabajando para Zinnecker?- le devolvió la pregunta ignorando lo que el peliazul acababa de comentar y viéndolo con mirada penetrante.

 

                Kanon sonrió. Sabía que el rubio no le daría información suya tan fácilmente, pero aunque él le contara su historia no aseguraba que el mayor le correspondería y aún así…

 

-Fue por una apendicitis, cuando tenía 10 años- dijo con voz suave antes de centrar toda su atención en una lata de cerveza que acababa de sacar del minibar, aunque alcanzó a ver de reojo cómo el rubio arqueaba una ceja con rostro confundido y no pudo evitar sonreír pensando en lo absurda que había sonado su respuesta, pero así habían sido las cosas.

 

                Por lo que el gemelo menor sabía, su madre había muerto al dar a luz y de su padre nunca supieron nada. Así terminaron en un orfanato hasta los 8 años. Desde que tenía memoria, Saga y él habían hecho hasta lo imposible porque no los separaran y al correr el tiempo comprendieron que nunca encontrarían una familia que los adoptara a ambos, así que decidieron huir y contra todo obstáculo habían sobrevivido 2 años en las calles, robando, escapando, haciendo lo necesario para subsistir, pero siempre juntos. Eran listos y su carisma natural los hizo acreedores de la simpatía de algunos comerciantes de los barrios bajos que les otorgaban algunos alimentos cada vez que podían. No había sido una época fácil, pero Kanon no tenían recuerdos negativos de esos años, a final de cuentas, ese tiempo fue cuando más libre se había sentido.

 

                Durante ese tiempo fue cuando conocieron también por primera vez a Alberich Zinnecker. Él se había acercado a ellos ofreciéndoles una vida en la que podrían seguir juntos y sin preocuparse cada día por tener un techo sobre sus cabezas y alimentos para subsistir. Una oferta tentadora, demasiado, y aún a su corta edad los gemelos comprendieron que ofertas como esas sin duda tendrían un costo muy elevado por lo que la ignoraron por completo y aún ahora, 11 años después, Kanon no podía evitar preguntarse qué habría sido de ellos si su destino no hubiera dado un giro tan radical como lo había hecho.

 

                Todo había sido demasiado rápido. Un día había despertado con un dolor en el abdomen que decidió ignorar un par de días, hasta que se volvió insoportable. Y con el dolor habían aparecido náuseas y vómitos que no le permitían ingerir ni siquiera líquidos. Finalmente, la fiebre lo aquejó sin darle tregua llevándolo al borde del delirio. Saga había buscado ayuda al ver que no había nada que pudiera hacer por su hermano él solo y un viejo comerciante se había compadecido de ellos llevándolo con un médico que por desgracia no les dio buenas noticias.

 

-Un médico dijo que era probable que se me hubiera perforado el apéndice- explicó Kanon yéndose a sentar de nuevo a la sala de la habitación- Necesitaba una cirugía urgente… o moriría- declaró fijando la mirada en la pared- Pero no teníamos forma de pagar algo así, sólo éramos un par de huérfanos que no tenían a nadie más en el mundo-

 

-¿Zinnecker les ofreció el dinero a cambio de que “trabajaran” para él?- preguntó Radamanthys tras un incómodo silencio y también sentándose de nuevo frente al gemelo.

 

-Un préstamo- aclaró Kanon fijando sus esmeraldas en las orbes doradas del extranjero- Por supuesto, con unos intereses que seguramente no acabaremos de pagar hasta el día de nuestra muerte- agregó con una sonrisa carente de emoción alguna.

 

                De nuevo se hizo el silencio entre ambos. Kanon había desviado la mirada y tomaba su cerveza con expresión ausente mientras el rubio lo analizaba con  la vista.

 

-¿Así es como el Barón Amatista suele conseguir a sus “empleados”? ¿Aprovechándose de sus momentos de desesperación?- preguntó el mayor consiguiendo que una leve risa cargada de ironía se le escapara al gemelo.

 

-El Barón es un… buen negociante. Ve oportunidades y las toma… sin importarle a quién se pase a traer para conseguir lo que desea- un suspiro se escapó de los labios griegos antes de que Kanon volviera a sonreír de lado con expresión irónica- En nuestro caso, él se aprovechó de la desesperación de mi hermano, pero yo solito me metí a la boca del lobo-

 

                Radamanthys lo observó sin comprender y Kanon ensanchó su sonrisa, disfrutando de la atención que el rubio le prestaba.

 

-El trato que mi hermano hizo fue que Zinnecker pagaría mi operación a cambio de que él trabajara en la mansión. Yo no estaba incluido en ese trato…-

 

                Sí, así había sido. La fiebre hacía que los recuerdos de los días cercanos a la cirugía fueran demasiado borrosos, pero recordaba con claridad haber despertado en unos de los mejores hospitales de la ciudad sin que estuviera muy seguro cómo había llegado allí. El personal del lugar le brindaba la mejor de las atenciones, pero nadie le daba respuestas y no hubo ningún rostro familiar a su alrededor durante un par de días, no hasta que Saga fue a visitarlo, pero para entonces, él ya no era el mismo…

 

                La habitación de paredes blancas lucía impecable. Una agradable brisa entraba por la ventana abierta de la estancia, en medio de la cual, un pequeño peliazul con ojos de esmeralda se encontraba recostado sintiéndose aún bastante adolorido como para seguir luchando por escaparse. Ya en 2 ocasiones durante esos últimos días había conseguido quitarse el suero que le administraban por sus venas y había intentado con dificultad dirigirse hacia la salida pero alguien siempre terminaba regresándolo a esa habitación sin darle explicaciones.

 

                ¡Él sólo quería saber dónde estaba su hermano! ¿Y acaso era demasiado pedir que alguien le contara lo que había pasado y cómo había terminado en ese costoso hospital para recibir un tratamiento que no podía pagar?

 

                Las dudas lo consumían sin que nadie se hubiera apiadado de él hasta el momento. Estaba cansado de esa situación. Cerró sus ojos intentando olvidar sus preocupaciones y justo en ese momento la puerta se abrió despacio. Supuso que se trataba de alguna enfermera o un médico que iban a ver cómo estaba, así que siguió con los ojos cerrados fingiendo que dormía. Si ellos no le contestaban, él tampoco les dirigiría la palabra. Sin embargo, un suave roce en una de sus manos lo hizo abrir los ojos de golpe encontrándose con una esmeraldas idénticas a las suyas.

 

-¡Saga!- exclamó con una enorme sonrisa sentándose de forma rápida, lo que le provocó una punzada de dolor que lo hizo retorcerse.

 

-¿Estás bien?- le preguntó su gemelo con expresión preocupada-Debes tomarte las cosas con más calma, Kanon-

 

                El menor sonrió por respuesta sobreponiéndose al dolor y fijando su mirada en su hermano. Sólo entonces notó que algo no estaba bien. No estaba seguro del tiempo que había pasado desde que se había puesto mal pero ese lapso había bastado para que Saga ahora luciera terrible. Su rostro estaba pálido y unas profundas ojeras delineaban sus ojos.

 

-¿Dónde estabas? ¿Qué te pasó?- le preguntó con cierta angustia impregnada en la voz.

 

-No tengo nada, estoy bien- respondió el mayor desviando la mirada- ¿Tú cómo te sientes?-

 

                Kanon no respondió. Era evidente que su hermano no estaba bien. ¿Y cómo había conseguido que lo atendieran en un sitio como ese? Tenía un muy mal presentimiento y el que su gemelo le rehuyera la mirada solo empeoraba esa desagradable sensación.

 

-Saga… ¿qué pasa?-

 

                El aludido suspiró por respuesta y luego tragó con dificultad, como si estuviera a punto de decir algo que le costaba mucho, pero pasaron unos minutos antes de que pudiera decir algo creando un tenso e incómodo silencio entre ambos. Kanon abrió la boca para decir algo de nuevo pero Saga se le adelantó.

 

-Debes regresar al orfanato- dijo con voz seria.

 

                El menor tardó unos segundos en comprender lo que acababa de escuchar.

 

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Prometimos que estaríamos juntos!- protestó con energía- Y no podremos hacerlo si volvemos al orfanato-

 

-Sólo tú volverás. No podemos seguir juntos-Saga no había levantado el volumen de su voz pero sus palabras sonaron firmes y finalmente había reunido el valor para sostenerle la mirada a su gemelo viéndolo de la forma más seria que Kanon recordaría en toda su vida.

 

-Pero… Lo prometimos- gimió el menor cohibido por la expresión de su hermano.

 

                Saga apretó sus labios y negó con el rostro.

 

-Debes volver- insistió, aunque esta vez un ligero temblor en su voz acompañó sus palabras- Es más probable que alguna familia te adopte a ti solo y…-

 

-No quiero- las palabras de Kanon apenas habían sido un susurro. No entendía qué planeaba su hermano, pero la sola idea de tener que separarse hacía que sintiera ganas de llorar.

 

-Kanon, tienes que…-

 

-¡¡No!! ¡No me digas lo que tengo que hacer!- le gritó ya sin poder contener una traicioneras lágrimas- No puedes dejarme tú también- agregó bajando la mirada y apretando las sábanas que lo cubrían.

 

                De nuevo el silencio se hizo entre los gemelos. Kanon seguía con la mirada baja mientras Saga lo veía con pesar.

 

-Lo siento-

 

                El menor levantó la mirada al escuchar a su hermano sólo para ver cómo él se daba la vuelta dirigiéndose a la salida. Nada tenía sentido. Habían ido en contra de todo y de todos para seguir juntos y ahora… ¿Qué había cambiado? ¿Por qué ya no podían seguir juntos?

 

                Kanon volteó hacia la ventana viendo cómo el viento hacía ondear la cortina y de pronto lo comprendió. Sus ojos divagaron por la habitación antes de posarse nuevamente en su gemelo que ya estaba por cruzar la puerta de la estancia.

 

-¿Cómo conseguiste que me atendieran en este lugar?- Saga se detuvo pero no volteó a verlo- Todo… todo es mi culpa, ¿verdad?-

 

                El mayor giró hacia su hermanito y lo observó con expresión sorprendida por lo que había dicho.

 

-Tú no tienes la culpa de nada- declaró con firmeza-Yo… no podía perderte-

 

-Si nos separamos ahora, será lo mismo- protestó Kanon.

 

-Es lo mejor- declaró Saga con tranquilidad pero su hermano no estaba dispuesto a aceptar sus planes.

 

-Escaparé- el tono del menor era determinante y el brillo de sus ojos dejaba en claro que hablaba en serio- Las veces que haga falta, escaparé del orfanato hasta que vuelva a encontrarte-

 

                Un nuevo silencio se hizo entre los gemelos mientras ambos se sostenían la mirada. Las esmeraldas de Saga estaban cargadas de pesar y un toque de frustración, mientras que las de Kanon desbordaban determinación.

 

-No tienes idea de lo que es estar en ese sitio-

 

-Puedo soportar cualquier cosa si tú estás conmigo…-

 

                Kanon suspiró regresando a la realidad del momento. Sentía la mirada de Radamanthys sobre él pero le rehuía la mirada desviando la vista hacia una de las ventanas de la estancia mientras seguía tomando la cerveza que sacara del frigobar. No supo cuánto tiempo permanecieron en silencio, pero cuando la profunda voz del rubio se escuchó de nuevo un ligero estremecimiento lo recorrió.

 

-Supongo que no le hizo ninguna gracia a tu hermano que tomaras esa decisión- comentó levantándose de su asiento y dirigiéndose por una nueva bebida- Menos cuando había hecho todo lo posible por dejarte fuera de los planes de Zinnecker-

 

-Él tomó una decisión y yo tomé la mía- exclamó el gemelo encogiéndose de hombros- Y por supuesto, el Barón estuvo encantado. Quizás a final de cuentas siempre pensó que el lazo de sangre pesaría más que cualquier obstáculo que quisiera separarnos-

 

                Kanon siguió con la mirada los movimientos del mayor mientras él sacaba una nueva lata del frigorífico y le daba un sorbo. ¿Por qué le había contado todo eso? No había necesidad de que se sincerara de semejante manera por mucho que quisiera conseguir también información de él.

 

-¿Y qué hay de usted?- le preguntó aún con la mirada de sus esmeraldas fijas en la gallarda figura- ¿Me dirá por qué se ganó el nombre de un juez del Inframundo?- preguntó esbozando una ligera sonrisa.

 

                Radamanthys fijó sus ojos en los del griego y ambos se sostuvieron la mirada en un duelo en el que ninguno parecía dispuesto a ceder hasta que una sonrisa de lado se dibujó en el rostro del extranjero.

 

-Es algo que carece de importancia- declaró con esa expresión en el rostro consiguiendo que Kanon tuviera que contener un suspiro cargado de decepción. Sabía que no podía forzar esa conversación sin hacer evidente sus intenciones, pero había tenido la esperanza de conocer algo más del rubio.

 

-¿Qué hay de la chica?- se atrevió a preguntar desviando de nuevo su mirada de las orbes doradas de Radamanthys y centrando su atención en la lata que tenía en las manos.

 

                El mayor no contestó y Kanon apretó ligeramente sus labios pensando que había abusado de su audacia. Aún pensaba qué decir para cambiar el tema y la tensión del ambiente cuando la voz del rubio se dejó escuchar de nuevo en la habitación en un susurro que se notaba empañado de tristeza.

 

-Pandora-

 

                El peliazul levantó el rostro viendo con expresión sorprendida al foráneo. Él tampoco tenía por qué contarle nada y sin embargo ahí estaba tomando asiento de nuevo justo frente a él. Su rostro no mostraba emoción alguna pero Kanon estaba seguro de que sus ojos ya no lucían tan fríos como antes.

 

-¿La quiso mucho?- le preguntó obsequiándole una tímida sonrisa y Radamanthys se tomó su tiempo antes de responder con un suspiro.

 

-Demasiado-

 

                El rostro del rubio seguía mostrándose impasible, pero sus ojos acababan de ensombrecerse ligeramente denotando un dejo de tristeza.

 

-¿Murió hace mucho?- Radamanthys observó al gemelo arqueando una ceja y Kanon le sonrió antes de continuar- Por eso siente que le es infiel si está con alguien más, ¿no? Porque aún le guarda luto-

 

                Una ligera sonrisa se dibujó en el rostro del rubio y el griego le sostuvo la mirada sin saber cómo interpretar su gesto.

 

-Eres bastante perspicaz- le dijo sin borrar aquella expresión de su rostro.

 

-Soy un chico listo- declaró el peliazul con una sonrisa autosuficiente que hizo que el mayor sonriera a su vez con más ganas, aunque su expresión no tardó en ponerse un tano pesarosa de nuevo.

 

-Murió hace casi un año- dijo con voz seca para luego darle un largo trago a su bebida- Habíamos tenido algunos diferencias y nos habíamos distanciado pero… Supongo que aplacé demasiado el momento para ir a buscarla, siempre pensé que tendría más tiempo para ello-

 

-Entonces se siente culpable porque piensa que de haber estado con ella quizás seguiría con vida- declaró Kanon jugando con la lata que tenía en las manos.

 

-No lo pienso, sé con certeza que ella viviría si no me hubiera alejado… o bien si nunca hubiera entrado en su vida, de cualquier forma, la mataron por estar relacionada conmigo-

 

                Un nuevo silencio se hizo en la estancia. Radamanthys tomaba su bebida con parsimonia mientras que Kanon finalmente había dejado la lata vacía sobre la mesa de centro y tenía la mirada fija en sus manos. Sabía que el rubio no lo veía a él. Las orbes doradas del mayor estaban perdidas en el vacío pero él simplemente no sabía que más decir para romper ese incómodo silencio que comenzaba a prolongarse demasiado.

 

-Lo siento- susurró al fin atreviéndose a posar la mirada de sus esmeraldas en el rostro del extranjero, quien se limitó a esbozar una sonrisa carente de emoción.

 

-Ya es cosa del pasado- dijo depositando la lata también en la mesa para luego levantarse de su asiento e irse a parar de pie ante una de las ventanas de la habitación, dándole la espalda al gemelo.

 

-“Pero aún le guarda luto”- pensó el griego mas no se atrevió a decirlo en voz alta- No debería sentirse culpable- dijo en su lugar siguiendo al rubio con la mirada- Usted no la mató y no tenía forma de prever lo que pasaría; aún cuando haya sido por estar relacionados, los culpables fueron otros-

 

                Radamanthys sonrió de lado ante sus palabras.

 

-Sí, las manos que terminaron con su vida no fueron las mías… y sus dueños ya están en el Infierno pagando sus culpas- declaró con voz tétrica que hizo estremecer ligeramente al peliazul.

 

                De nuevo el silencio se hizo entre ellos. El mayor no se había movido de donde estaba y seguía con la mirada fija en el panorama que se apreciaba por la ventana. Por su parte, Kanon no podía quitarle la mirada de encima, aún quería preguntarle demasiadas cosas y no sólo porque la orden que le había dado Zinnecker, pero había otra cosa que tenía muchas más ganas de hacer, así que levantándose de donde estaba se acercó al rubio y sujetándolo por el brazo lo hizo voltear para quedar frente a frente.

 

                Una de las cejas de Radamanthys se curvó interrogante ante la pícara sonrisa que el gemelo le dirigía pero antes de que hubiera podido articular una palabra, el peliazul tiró con algo de brusquedad de su camisa aún abierta para atraer su rostro y atrapar sus labios con los suyos.

 

                El gesto tomó por completo por sorpresa al mayor, pero el beso era tan demandante que terminó correspondiéndolo a la vez que estrechaba la cintura griega con sus manos.

 

                La lengua del menor se aventuró en la boca del extranjero profundizando el beso y durante unos minutos no importó otra cosa que el duelo de labios y lenguas de ambos enfrentándose sin darse tregua hasta que la falta de aire los hizo separarse.

 

                Radamanthys sujetó por los hombros al peliazul en cuanto el contacto se rompió, pero lejos de permitir que lo apartara, Kanon deslizó sus manos por debajo de la camisa del mayor recorriendo su tórax hacia sus hombros para empujar la prenda de color vino permitiéndole observar mejor los marcados músculos del rubio.

 

-No estoy aquí para ocupar el lugar de nadie- le dijo  recorriendo su piel blanca con sus manos- Y usted no debería sentir culpa por satisfacer una necesidad tan primordial como el sexo- agregó con voz provocativa- Si de verdad lleva un año evadiéndolo, no sé cómo no ha enloquecido- agregó con picardía.

 

                El mayor lo observó con total seriedad y mirada impenetrable durante unos segundos, pero finalmente comenzó a reírse a la vez que se alejaba unos pasos sólo para terminar de quitarse la camisa dejándola caer al suelo.

 

-Eres un verdadero demonio- le dijo al gemelo acercándose de nuevo a él y acariciando ligeramente su rostro con una mano.

 

-El peor de todos- le contestó Kanon guiándolo hacia el sofá más cercano.

 

-No- Radamanthys se detuvo haciendo que el peliazul girara a verlo sin comprender- El peor de todos… soy yo- decretó a la vez que prácticamente le arrancaba la camisa de un tirón para después volver a apoderarse de sus labios.

 

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                La noche seguía su curso en Atenas y en el pasillo de otro prestigioso hotel, un joven peliazul caminaba con paso resuelto con dirección a la mejor suite del edificio. No lucía muy feliz de estar allí, después de todo, él ya tenía planes para esa noche, tenía varias invitaciones tentadoras a más de una fiesta por ser fin de semana, pero una repentina llamada de su primo lo había obligado a cambiar de planes.

 

                Julián era como su hermano y si él decía que tenían algo importante qué hablar, él no podía simplemente ignorarlo, por mucho que hubiera deseado estar en otro lugar con un ambiente más divertido.

 

                Milo tomó todo el aire que sus pulmones pudieron sostener en cuanto estuvo frente a la puerta de la suite a la que lo había citado su familiar y exhaló de golpe para intentar olvidar por completo cualquier otro plan que hubiera tenido para esa noche. En cuanto se sintió más resignado a ello, llamó a la puerta y el portador de unos ojos de mar no tardó en salir a recibirlo.

 

-¡Qué gusto verte, Milo!- exclamó Julián en cuanto abrió la puerta- Me preguntaba si vendrías primero aquí o si me dejarías esperando mientras ibas a unas cuantas de las fiestas a las que tenías planeado asistir hoy-

 

-Eres un…- el menor se mordió los labios viendo con malos ojos al empresario- ¡Sabías que tenía otros planes y aún así me hiciste venir, desgraciado!-

 

                Julián Solo se rió entretenido de la reacción del estudiante mientras lo hacía pasar y dejó que él siguiera rumiando algunos improperios mientras se dirigían a la confortable sala de la estancia, donde ya estaban dispuestos varios bocadillos y botanas así como una costosa botella con su contenido bien frío.

 

-Ponte cómodo, por favor- le dijo a la vez que tomaba asiento y disponiéndose a abrir la botella.

 

                Milo tardó unos momentos en imitarlo pues sus ojos se detuvieron en cada uno de los patillos y finalmente en la bebida. Todo lo que estaba sobre la mesa era de su agrado pero eso sólo provocó que una extraña inquietud lo invadiera. Cuando su primo se mostraba tan interesado en tenerlo a gusto era porque una mala noticia venía de la mano.

 

-¿Te irás de nuevo?-le preguntó con rostro serio tomando asiento frente a él.

 

-No es algo que esté entre mis planes a corto plazo- contestó el joven Solo con una ligera sonrisa.

 

-¿Entonces?- insistió el de ojos de turquesa arqueando una ceja y señalando con el rostro las cosas sobre la mesa.

 

                Julián sonrió de nuevo. Sí, esa era la forma en la que él le daba las malas noticias al menor, sobre todo porque conocía su temperamento. Y sabía que lo que estaba a punto de decir no le sería fácil de asimilar.

 

-No tiene que ver con la familia- dijo al fin con un suspiro- Se trata de… tu amigo francés-

 

-¿Camus? ¿Qué tiene que ver Camus contigo?- exclamó Milo sintiendo una extraña opresión en su pecho.

 

                El mayor se tomó su tiempo para contestar, sosteniendo la mirada de su primo sin inmutarse. No había una forma sencilla de decir lo que había averiguado del chico.

 

-A ti nunca te ha gustado que las personas se te acerquen por interés- comentó desviando la mirada- Detestas que te mientan y puedes llegar a ser verdaderamente cruel cuando piensas que alguien ha intentado burlarse de ti-

 

-Yo no he sido el único cruel en esas situaciones- protestó Milo poniéndose a la defensiva- ¿Y qué tiene eso que ver con Camus?-

 

                De nuevo Julián evadió la pregunta unos minutos antes de volver a posar sus ojos de mar en las turquesas del joven Stathopoulos.

 

-Milo… él no es quien aparenta ser-

Notas finales:

¿Cómo ven? Julián no le ha dado una muy grata noticia a Milo, a Camuchis le espera una cita "un poco" problemática y Kanon como que se va ganando a cierto juez de Inframundo XD 

El próximo capítulo se titula "Encuentros peligrosos" y ya no diré que me tardaré o no porque luego se cumple o quedo en mal T_T

En fin, pues espero sus reviews para conocer su opinión. Que estén muy bien. ¡Hasta la próxima!


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