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LOS LÍMITES DEL AMOR por Amaltea

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Notas del capitulo:

Bueno, no tengo perdón por tardar en actualizar un fic ya concluido, pero aquí está. Gracias a quienes leyeron y a quienes comentaron. 

Viernes 23 de noviembre

Potter no para de sonreír y de hacer comentarios plagados de humor en medio de nuestra conversación sobre su gira de un mes y medio por el continente americano. Mientras hablamos no deja de tocarme con su mano derecha ya sea la mano, el brazo, o el cabello. Su mano izquierda permanece posada sobre la mía, en la que aún sostengo el ramo de fragantes gardenias que me ha obsequiado. El cómo consigue beber su café al mismo tiempo es para mí un misterio.

 

Muchos parroquianos permanecen atentos a nosotros y cuchichean entre sí; después de todo Harry (sí, ahora también es Harry) es muy famoso. A mi acompañante eso no le inmuta: ni siquiera cuando un individuo con facha de empleado de algún pasquín tipo Corazón de Bruja trata de fotografiarnos sin ningún reparo. Sin embargo cuando unas adolescentes se paran en la puerta de la cafetería y llaman a gritos a sus compañeras que permanecen afuera diciendo algo como: “-¡Sí, Merlín, es él. Y tiene un novio!-“ pierde por fin la paciencia.

 

-¿Qué te parece si mejor vamos a mi casa? Tengo comida del mejor restaurante chino de Londres-

 

-Lo siento Harry, he de volver a Hogwarts. Mañana hay visita a Hogsmeade y me toca vigilar a los críos-

 

-Puedes venir aunque sea un momento. Tienes que cenar, ¿no? Además aún es temprano-

 

Harry Potter no es una persona a la que se pueda dar una negativa fácilmente. En eso se parece a Lucius. Más allí acaba toda la semejanza, me digo mientras contemplo su cabello largo hasta el mentón y despeinado, que no parece tener un corte o forma en específico; su túnica torcida semi abierta sobre un par de pantalones de mezclilla muggles rotos y deslavados; pero sobre todo al percatarme de su la manera en como me sujeta firme y cariñosamente del brazo mientras salimos del establecimiento, sin esconderse ni importarte un bledo lo que opinen los demás, al contrario, demostrando cierto orgullo de tenerme a su lado.

 

Es una sensación extraña, estoy tan habituado a permanecer en la sombra que me siento cohibido.  Ya en su casa, la misma que le heredó Sirius Black y que ha redecorado con bastante buen gusto, continúa envolviéndome en una grata charla, tan grata que el rato se me pasa volando. Sin apenas notarlo, estamos en la sala escuchando algo de música de un grupo llamado Los hechiceros noctámbulos o algo así. Mucho más tarde, estoy besándome apasionadamente con Harry, ambos abrazados y tendidos sobre la alfombra. Los besos y caricias se han venido dando casi de forma natural en nuestros últimos encuentros, aunque hoy Potter parece querer ir más allá.

 

Él empieza a desabotonar mi túnica con cierta ansiedad al tiempo que besa mi cuello. Una descarga eléctrica recorre mi cuerpo; me siento tan deseado y deseable, tan deseoso. Harry me mira, y lo que leo en sus ojos es de una intensidad tal que me asusta. Me incorporo con lentitud tratando de desprenderme de su abrazo en el proceso. De repente todo parece incorrecto. Él no se merece eso.

 

-Harry, al algo que debes saber. Yo…yo sostengo una relación desde hace muchos años. En otras palabras, tengo pareja. No sé porque no te lo había dicho, pero…yo lo siento-

 

Él permanece escrutando mi rostro un buen rato antes de responder. –Si te refieres a Lucius-soy-un-vanidoso-Malfoy, sé de su relación. Bueno, no lo sabía con certeza pero había escuchado muchos chismes y conjeturas al respecto,  y llevo varios años observándote. Más creo que eso es agua pasada-

 

La incredulidad que me asalta seguro se refleja en mi mirada. No estoy sorprendido porque sepa lo mío con Lucius, sino por la tranquilidad y aplomo con que se expresa.

–No es algo que esté acabado Harry, yo aún estoy con él. Eres muy joven para entender algunas cosas. Lucius y yo….nosotros tenemos una relación complicada, pero hemos pasado muchas cosas juntos; no espero que lo entiendas. Me atraes mucho, más de lo que nadie me ha atraído en un largo tiempo, pero lo único que te puedo ofrecer es sexo. No puedo darte más-

 

-No- su respuesta es tan categórica que en realidad no entiendo a que se refiere. –Yo no quiero solo tu cuerpo Severus Snape, yo te amo. No soy un niño como para no ser plenamente consciente de lo que quiero en mi vida. Tengo 25 años y las cosas muy claras. Quiero que termines definitivamente con Lucius y vengas a vivir conmigo; no quiero sesiones de sexo esporádico, te quiero para mí, conmigo todos los días de aquí en adelante-

 

Una extraña emoción comienza a invadirme; sentimientos entremezclados surgen en mi interior. Yo, que siempre he tenido mis emociones bajo control, siento mi mente y corazón reducidos a una maraña amorfa. –Harry no sabes lo que dices. Alguien como tú no puede amarme. La gente que te admira y te quiere, la opinión pública que sigue tu carrera…nadie me aceptaría como tu pareja-

 

-¿Y por qué no?. Además a mí no me importa si los demás te aceptan. Escucha Severus, esto no es un sentimiento que haya surgido hace apenas unos meses. Te quiero desde que era un adolescente, aunque tardé en darme cuenta de la profundidad de mis sentimientos. Y he esperado todos estos años por ti; Lucius no te valora como lo hago yo, por favor, dame una oportunidad de demostrarte que podemos ser felices juntos-

 

Niego suavemente con la cabeza -¿Cómo puedes hablar de amar con tanta soltura? Harry, ni siquiera hemos tenido sexo y ya me pides que me mude contigo. Creo que te tomas las cosas muy a la ligera. Y tú no sabes nada de Lucius y de mí, no puedes decir que no me valora-

 

-Claro, Lucius-me-tiro-al-que-me-pille-más-cerca-Malfoy te tiene en tan alta estima, te respeta tanto que por eso no ha hecho público que tiene una relación contigo. Y Severus no te engañes, si Malfoy todavía te importara tanto no llevarías meses saliendo conmigo, no estarías aquí, no corresponderías a mis besos, no estarías tan dispuesto a irte a la cama conmigo. Aunque pueda ser que al principio aceptaste mis invitaciones por curiosidad, aburrimiento o despecho estoy seguro de que desde hace un buen tiempo hay algo más. Tú no eres como Lucius, tú no te andarías involucrando con cualquiera solo por placer. Y no estoy hablando a la ligera Severus. Precisamente porque me tomo muy en serio las cosas es que quiero que vivamos juntos; he visto tanta muerte a mi alrededor, tanta tristeza y angustia desde que era un niño, que creo que la vida hay que vivirla con plenitud mientras aún estemos aquí para hacerlo. Mi propuesta seguirá en pie, tómate el tiempo que necesites para pensarlo-

 

Besa con suavidad mis labios y se abraza a mí sin decir nada más. Tengo un nudo en la garganta, me duele tener que terminar lo que ni siquiera empezó. Voy a decir algo pero el me interrumpe, me besa de nuevo y luego coloca sus finos dedos sobre mis labios. –Vuelvo a repetírtelo Severus, ¿por qué no? Tengo una palabra para ti, para que la analices con ese cerebro frío y calculador: riesgo-

 

-El amor en sí mismo ya es un riesgo Harry, como para todavía comprometerlo de esa manera…yo no sé que decirte-

 

Me lanza una hermosa sonrisa que sin embargo tiene una sombra de tristeza. Sus ojos verdes me dedican una mirada tan transparente y sincera que de repente creo en todas y cada una de sus palabras, y hasta me convenzo de que no sería una completa locura tratar de explorar las fronteras de un nuevo amor. Su voz me vuelve a ubicar en la realidad: -Entonces no digas nada, pero la próxima vez que toques a mi puerta procura traer tu equipaje, ¿sí?-

 

Domingo 4 de febrero

El invierno ha sido especialmente frío. La nieve se agolpa por todos los rincones del jardín de la mansión Malfoy. Lucius está retrasado otra vez; es la tercera vez esta semana. Hace meses que ha dejado de importarme lo que haga o deje de hacer, y sin embargo sigo esperándole, no entiendo porqué. Aunque para ser sincero la respuesta me ha rondado durante toda la mañana: costumbre, hábito, miedo al cambio, cariño, apego… y sí, también un poco de amor. Miro la caja que he dejado sobre el escritorio de la estancia donde me encuentro –el despacho de Lucius-, la he traído varias veces y no me he atrevido a entregársela. Una nueva palabra llega abruptamente a mi mente, acompañada del recuerdo de unos ojos verdes: riesgo.

 

Admito que si bien varias veces he estado a punto de intentarlo, me ha faltado decisión. Y aquí estoy, en el hogar de mi amante de tantos años, mirando por el ventanal como se acumula nieve en el jardín, con una copa de vino en la mano y una gran desazón en el corazón. Una pregunta va surgiendo en mi interior, creciendo con intensidad imparable: ¿Por qué no?.

 

Dirijo mi vista hacia los libreros que hay en el despacho. Hay varios libros míos allí. Mecánicamente los convoco con un hechizo y los coloco sobre la mesa. Me encamino a la puerta dejando la copa en cualquier lugar; hay varias cosas de mi pertenencia en la recámara de Lucius, en el baño y quizá en la sala de estar.

 

Llevo un rato recogiendo diversos objetos del tocador en la habitación de Lucius cuando Draco entra. Me observa en silencio como evaluando la situación, y finalmente se decide a hablar: -Severus, ¿qué estás haciendo? ¿Te has peleado con papá? No pensarás marcharte, ¿verdad?-

 

He terminado. Me giro para quedar frente a él, y digo con una nueva determinación en mi voz: -No me he peleado con Lucius. Últimamente no lo veo lo suficiente como para pelearnos. Pero sí, me marcho Draco; de todas maneras nunca he vivido con ustedes, sabes que a tu padre la sola perspectiva de tenerme aquí todos los días le molesta-

 

A Draco le cuesta hablar, creo que intuye que esta vez no solo se trata de un arrebato para darle una lección a Lucius. –Severus, mi padre te ama, es solo que nosotros…nos cuesta demasiado aceptar lo que sentimos. Tú eres lo que le da estabilidad a su vida, lo que impide que se descontrole por completo-

 

-Lo sé dragón, lo sé- acaricio su mejilla antes de depositar un beso en su frente. –Sé perfectamente que soy el punto de equilibrio que Lucius necesita, algo así como la voz de la razón. Pero soy solo eso, y nunca tendré otra función, Lucius se niega a ello. Y no quiero pasar el resto de mi vida esperando Draco-

 

-Si hay algo que pueda hacer para convencerte…-

 

No le dejo seguir, Draco es como un hijo para mí y él no tiene la culpa, así como tampoco tiene porqué intentar pelear las batallas de su padre. -He tomado una decisión Draco, pero debes saber que siempre estaré allí para ustedes, los lazos que tenemos son demasiado fuertes como para romperse solo porque Lucius y yo ya no seamos pareja. Siempre podrás contar conmigo-

 

No voy a prolongar más la situación, más antes de salir por la puerta debo decirle algo que me inquieta. –Ah, y Draco, ¿por qué no postergas tus planes de boda?. Me parece que Finch-Fletchley te ama sinceramente, pero creo que tú no estás listo para él aún. Y si crees que lo estás, renuncia a seguir los pasos de tu padre. De otra manera te harás y le harás mucho daño-

 

Draco no responde; se queda pensativo mirando el retrato de su padre que cuelga en la habitación que yo acabo de abandonar. Me encamino de nuevo al despacho de Lucius a esperarle por última vez.

 

Casi una hora después entra acompañado de un elfo doméstico, quien va recogiendo la capa, el bastón y la cartera que su amo va dejando caer con descuido. Lucius advierte mi presencia y me sonríe de esa manera tan suya. No puedo evitar sentir nostalgia; esa sonrisa siempre fue mi perdición.

 

-¡Querido! Creí que me habías dicho que debías volver a Hogwarts a poner en orden algunas cosas y que después regresarías acá-

 

-Así fue Lucius-

 

-Ah, y ¿hace mucho que volviste? Ash, por favor, ve a disponer todo para la cena, y verifica si mi hijo se encuentra en casa-

 

No le respondo, él sabe que llevo rato esperando, como siempre. Cuando el elfo se retira me abraza y deposita un beso en mi mejilla mientras se sienta en su sillón favorito, esperando que yo haga lo mismo frente a él. Sin embargo yo no me muevo.

 

-¿Qué es eso?- Me dice señalando la caja y el maletín que reposan en su escritorio.

 

- La caja contiene todas las cosas tuyas que había en mi casa, y el maletín las mías que tenía aquí. De hecho solo estaba esperándote para despedirme-

 

Lucius parece ligeramente alarmado, pero no demasiado. Aún no capta la magnitud de mis palabras.

 

-¿Te estorbaban mis cosas? Me hubieses dicho y en cualquier momento uno de mis elfos iría por ellas. ¿No te puedes quedar a cenar? Estoy seguro de que la mesa ya está puesta- Su tono de voz denota cierto fastidio. Cree que es otro de mis esporádicos estallidos y se ve que no tiene humor para lidiar conmigo.

 

-Lucius, no es que me estorben tus pertenencias. Estoy dando por terminado lo nuestro; te estoy diciendo adiós-

 

Te levantas con rapidez, tus ojos grises tratan de sondear en mi alma. –Severus no seas tan dramático, solo llegué un poco tarde, no es para tanto-

 

-Sabes que no es por lo de hoy, es por todo Lucius. Te dije alguna vez que mi paciencia estaba a punto de agotarse. Y he descubierto que el amor, como la paciencia, la suerte, el rencor, la antipatía o la tolerancia, también tiene sus límites- Me acerco a ti despacio, depositando un último beso en tus apetecibles labios. Entonces pareces entenderlo, pero no acabas de creerlo porque permaneces impávido. Sé que lo mejor es dejar que lo asimiles y que con el paso de los días puedas darte cuenta de que era verdad. Así que te abrazo y susurro en tu oído: -Una parte de mi amor siempre te pertenecerá a ti. Eres lo más importante que he tenido en mi vida en estos 27 años; he tomado una decisión, más siempre nos quedará la amistad-

 

Me separo de ti, evitas mirarme pero muerdes tus labios para contenerte. Yo también decido no mirarte más, sino me arrepentiré. Sujeto mi maletín, me dirijo hacia la chimenea y tomo un poco de polvos flu. Antes de desaparecer escucho tu voz:

 

-¿Quién es él? Siempre supe que si algún día te decidías a dejarme sería cuando te enamoraras perdidamente de alguien más, por eso y solo por eso. ¿Es Potter?-

 

Alcanzo a sonreírte con tristeza antes de desaparecer rumbo a mi casa. Aún tengo cosas que empacar.

 

Un par de horas más tarde me encuentro parado frente al número 12 de Grimmauld Place. No me atrevo a tocar; ¡maldición! En buen momento dudo de mi decisión. Por fin decido timbrar, sé que estás en casa, la temporada de quiddich terminó el fin de semana pasado y eres tan hogareño como yo. Me sobresalto cuando por fin abres la puerta. ¿Por Merlín Harry! Eres un desastre. Estás descalzo, despeinado y llevas una vieja camisa de franela sobre unos pantalones de pijama. Te ves adorable.

 

Nos quedamos viendo sin pronunciar palabra. Mis temores desaparecen cuando noto alegría y esperanza brillando en tus ojos verdes.

 

Señalo nerviosamente mis maletas con la mano. –Yo… traje mi cepillo de dientes-

 

Tú te ríes, una risa cálida que se cuela hasta el fondo de mi corazón. Tus ojos están acuosos, pero tratas de contener el llanto. Te haces a un lado ceremoniosamente, y me contestas:

 

-Le haremos un lugar en mis accesorios de baño. Llegas justo a tiempo, mi cama está muy fría-.

FIN

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí, espero que hayan disfrutado desde fic, algo pasteloso y amelcochado.


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