Ya habían pasado varios meses desde que los pequeños Matt y Mello se habían declarado, como lo maricas que son según Mello, sus sentimientos. Por lo que siempre disfrutaban de la compañía el uno del otro. Eran inseparables. Como uña y carne.
Todos sabían que eran los mejores amigos, y que por alguna razón inexplicable ahora eran más unidos que antes. Pero lo que no sabían, es que todas las noches antes de dormir, ambos chicos se acurrucaban en la misma cama y se besaban dulcemente susurrando palabras de amor al viento sin más testigos que ellos y la luz de la luna que se filtraba por la ventana.
Que cada mañana al despertarse se miraran como si no hubiera mañana y se volvían a besar tiernamente enredándose en los brazos del otro y confortándose del calor corporal ajeno. Que cada vez que peleaban por alguna insignificancia, esperaban el momento para reconciliarse como sólo ellos habían aprendido con el paso del tiempo.
Entre caricias y besos dulces, los cuales se tornaban más pasionales, se juraban amor eterno mientras realizaban esa danza muy conocida por ambos, uniéndose en cuerpo y alma, disfrutando del cuerpo ajeno y creyendo irrompible su burbuja de amor y pasión.
Pero no todo sería miel sobre hojuelas, pues después de haber aclarado lo que sentían dejaron de prestar atención a Kira e incluso a L. Así que un día normal, o eso parecía, Mello fue llamado a la oficina de Roger junto con Near. El rubio algo extrañado no pudiendo descifrar el porqué de su llamado, simplemente se dirigió al despacho del ya mencionado y entró encontrándose con Near en el suelo y un rompecabezas y a Roger detrás del escritorio realmente serio.
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En la habitación M…
Un pelirrojo completamente dormido, o eso parecía, comenzó a despertar sonoramente por los rayos del sol que le deban de lleno en el rostro, sentándose en la cama y haciendo tronar los huesos de su espalda para destensar sus agarrotados músculos.
Ya algo más desperezado comenzó a tantear el otro lado de la cama, buscando algo, y lamentablemente, no encontrándolo.
— ¿Mello? — preguntó confundido y abriendo del todo sus ojos, dándose cuenta de que su novio no estaba junto a él como todas las mañanas.
“Seguro está en el baño” pensó buscando explicación a la ausencia de su rubio.
Ya completamente despierto se bajó de la cama apoyándose en sus piecitos y tambaleándose un poco por el repentino movimiento. Se quedó parado un momento enfocando la vista y se dirigió a los baños que estaban al otro extremo del pasillo.
Al llegar se asomó por debajo de todos los cubículos, pero no encontró a Mello en ninguno de ellos.
“Esto ya se pone raro” pensó frunciendo el seño y dirigiéndose a cada rincón conocido por el hombre, en este caso Matt, sin dejar de buscar desesperado a su ojiazul. Incluso les preguntó a unos cuantos que se encontraban en el pasillo., pero nadie sabía donde se había metido.
Matt ya cansado de buscarlo, y pensando que tal vez estuviera desayunando sin él – raro–se dirigió al comedor para buscarlo y de paso, desayunar. Al entrar no lo pude ver por ninguna mesa o rincón del lugar, y raramente tampoco vio a Near. Aún más confundido por la ahora desaparición de los dos chicos, se dirigió a tomar algo de cereal con leche, tratando de comer lo más rápido posible para después continuar con su búsqueda.
Después de acabar, se par’p nuevamente y se dirigió a su habitación.
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Fuera de la oficina de Roger…
L había muerto…el mejor detective de todo el mundo estaba muerto. Y ni siquiera escogió a su sucesor. Aún podía trabajar con el albino, pero por nada uniría fuerzas con la pelusa andante, antes muerto.
El rubio después de haber escuchado la gran noticia, se había vuelto loco y después simplemente salió para pensar más claramente. Ya nada lo ataba a la Wammy’s, es decir, era L por lo que estaban ahí, sin L solo eran marionetas sin hilos que los movieran.
Decidido caminó a su habitación y entró azotando la puerta. Se acercó al clóset y sacó una gran maleta negra, la cual sacó y comenzó a llenar con todas sus pertenencias.
Con la maleta ya completamente llena, se sentó en la cama y se puso a pensar detenidamente. ¿A dónde iría? ¿Qué haría? Sólo tenía 15 años y ya había planeado dejar los estudios y ponerse a trabajar, pero ¿en qué? ¿Atrapando a Kira? No es como si alguien le fuera a pagar por ello. En cambio, perdía más de lo que ganaría. Aunque, podría vengar la muerte de su ídolo. Y de pasada vencer a Near, su enemigo mortal.
Aún en sus divagaciones, no se percató de que alguien había entrado a la habitación, y ese alguien no era nadie más y nada menos que Near.
— ¿Qué quieres pelusa? — preguntó molesto cruzándose de brazos.
— Nada importante. Sólo quería saber que harás. Roger está preocupado de que en verdad dejes el orfanato. — comentó monótonamente mientras miraba con cara de póker a Mello, quien solo frunció el seño y se levantó para echar a la pulga desteñida.
— No es de tu incumbencia y menos de ese vejete. Así que lárgate si no quieres acompañar a L. — comentó mordaz y estando a punto de estallar.
— Bien. Pero recuerda que puedes trabajar conmigo cuando quieras. — Recordó saliendo de la habitación— y Mello…no hagas ninguna estupidez.
Antes de que Mello pudiera matarlo por su comentario, Near ya se había ido por el largo pasillo. Frustrado y enojado cerró la puerta de golpe y se puso a pensar nuevamente. ¿Lo que haría sería una estupidez? Probablemente, pero era lo único que podía hacer.
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En el pasillo…
Matt caminaba cabizbajo con las manos en los bolsillos hasta que accidentalmente tropezó con Near.
— Oh, lo siento Near — se disculpo sacando las manos y ayudando a levantar al peliblanco, el cual por el impacto terminó en el suelo sin quitar su rostro impasible.
— No hay problemas. Vienes distraído, ¿no es así?— preguntó mientras se paraba y lo miraba sospechando de la preocupación en el pelirrojo.
— Si, algo. Oye, ¿no sabes dónde está Mello? No lo he visto. — estaba algo nervioso, seguro el albino adivinaba que algo se traían, pues Matt casi había puesto letreros diciendo: “Se busca a Mello”
— ¿Dónde más podría estar, que en su habitación? — preguntó sin dar detalles de su anterior paradero.
— Cierto, pero…ya lo había…y…yo…— se trabó el pelirrojo por la sencillez de la respuesta, y su idiotez por no volver a revisar su habitación. — Bien, iré a buscarlo. Gracias Near. — gritó por sobre su hombro mientras se alejaba del albino.
Al llegar frente a la puerta, soltó un gran suspiro y rezó por encontrar a Mello. Abrió la puerta lentamente y entró apenas asomándose. No lo veía por ningún lado, hasta que una silueta se movió cerca de la cama del rubio. Entró por completo a la habitación y se percató de un gran bulto junto a la cama. Enfocó más su vista en la oscura habitación y comprendió que se trataba de una maleta. Y justo al lado de esta estaba el rubio sentado en el piso con la mirada perdida.
Cerró la puerta nuevamente y se colocó frente al rubio, bajando sus googles de sus ojos y sonriendo, esperando y temiendo lo peor.
— L murió Matt. — dijo serio el rubio y apenas en un leve susurro.
— Lo siento Mello — lo abrazó, dejando que el otro se acurrucara en su hombro. — ¿Qué harás? — preguntó con un tinte nervioso en su voz. El rubio se separó y acomodó al pelirrojo sobre sus piernas, abrazándolo con fuerza de la cintura y no despegando su vista del ojiverde.
— Irme — dijo simplemente, notando como la mirada del otro se aguaba y sus facciones de distorsionaba en una mueca. Notó su dolor y al él también le dolió.
— Tú…¿no me amas? — susurró dolido por el plan de abandonarlo después de todos los momento felices que pasaron juntos.
— Claro que sí, pero ya nada me ata a este lugar — susurró acariciando con ternura la mejilla de Matt y limpiando una lágrima rebelde que se desbordó.
— Entonces no me dejes, quédate o llévame contigo. — suplicó. Mello al ver como se aferraba a su camisa y dejaba escapar todas las lagrimas antes contenidas, no pudo hacer más que besarlo tiernamente en los labios. Se levantó del suelo con el pelirrojo en sus brazos y lo recostó en la cama, besándolo nuevamente y acariciando cada parte del cuerpo ajeno. En cambio, Matt suspiraba de placer y se dejaba hacer, gimiendo bajito y deseando con todas sus fuerzas que esa no fuera la despedida. Pronto las ropas fueron sobrando y los gemidos se hicieron más fuertes. Sólo se oían sus respiraciones aceleradas, el chocar constante de sus cuerpos y los jadeos incontrolables que no podían evitar soltar.
Cuando culminaron su acto de amor el rubio recostó al pelirrojo sobre su pecho y lo cubrió con la sábana.
— ¿De verdad te irías conmigo a una muerte segura? — preguntó rompiendo el silencio.
— Si es por ti, iría al mismísimo infierno. — aseguró Matt mirando los ojos azules de su amado. — Porque te amo. — terminó con una sonrisa y besando dulcemente los labios rosados del otro. Después se acurrucó nuevamente en su pecho y cerró los ojos dispuesto a dormir.
— ¿Matt? — preguntó Mello nuevamente.
— ¿Hum?
— Yo si te amo — respondió dulcemente y abrazando con fuerza a pequeño quien al escucharlo no pudo evitar sonreír y luego caer rendido en brazos de su Mello, con una pequeña sonrisa en el rostro.
Mello, en cambió, se quedó pensando en que aceptaría llevarse a su pelirrojo, pues sin é, no sabría qué hacer. Y estaba seguro que su pequeño pelirrojo, también se sentiría así. Así que, por un momento se convenció de que no moriría ni él, ni su Matt, y así serían felices hasta el final. Porque lo amaba, de verdad que lo amaba con cada célula de su cuerpo.
Y pensando en eso, se quedó igualmente dormido disfrutando de ese pequeño momento lleno de paz junto a Matt.
¿Fin?