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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Las nubes amenazadoras traen la lluvia consigo, y esta cae sobre ellos sorprendiéndolos en plena búsqueda.

   Shun se tensó mientras la sombra se movía entre los árboles.

   -¿Quién anda ahí? -volvió a preguntar.

   -Soy yo, Shun -dijo una voz conocida.

   Shiryu salió de entre los árboles con una mano en la cabeza apoyándose en las ramas. El peliverde se tranquilizó de inmediato.

   -¿Qué te ha pasado? -le preguntó preocupado.

   -Digamos que una rama me jugó una mala pasada -se echó a reir, y Shun lo imitó.

   -¿Has encontrado ya el conejo?

   -¿Me ves con pinta de haber encontrado un maldito conejo? Jaja -se rio.

   -Te puedo ayudar a buscar -le sugirió.

   -No, no hace falta. Me sentaré un rato aquí y seguiré buscando por allá -le señaló con el brazo.

   -Como quieras, yo voy a continuar ya. ¡Nos vemos, Shiryu! -y con un movimiento de la mano se despidió de su amigo.

   El dragón se sentó en una raíz que sobresalía de la tierra.

   ''Me pregunto cómo le estará yendo a Shunrei'', pensaba.

 

   -¡¡¡Sí, sí, sí!!!! ¡¡¡La encontré!!!! ¡¡¡Encontré la flauta!!!! -gritaba Tatsumi a la vez que saltaba de alegría.- ¡Por fin puedo volver a la casa!

   -¿Vas a irte tú solo? -preguntaba Miho, preocupada.- ¿Por qué no nos esperas?

   -¿Qué? ¡Jamás! ¡Lo que más quiero ahora es largarme de este bosque! -No esperó una respuesta, salió corriendo por entre los árboles, y las chicas lo perdieron de vista.

   -¡Tatsumi! -gritó Shunrei.- ¡No es por ahí! -Pero este ya estaba demasiado lejos para oirla.

 

   Unas finas gotas de lluvia le cayeron por el cabello rubio, y maldijo entre dientes.

   Casi se había olvidado de qué tenía que buscar.

   ''Una rosa roja'', se recordó. Le era tan difícil pensar en otra cosa que no fuera en Shun y en June...

   ''Hace tanto tiempo que estoy enamorado de él... jamás conseguiré olvidarlo, pero... ¿qué es esto que siento ahora cuando pienso en June? Maldita sea, no podría ser peor...''

   Caminaba despacio y sin prisa, cuando llegó a la orilla de un pequeño arroyo. Se escondió detrás del tronco de un árbol, y miró a la rubia que se había arrodillado y sostenía entre sus brazos a la ardilla albina. Parecía herida y le acariciaba suavemente el pelaje del color de la nieve.

   June se levantó sin dejar de mirar al animal y comenzó a caminar en dirección donde Hyoga se había escondido. Este salió de su escondite fingiendo un encuentro casual.

   -Veo que has encontrado a la ardilla -le sonrió.

   La chica se sobresaltó. No lo había visto todavía. Se sonrojó.

   -Así es.

   -¿Está herida? -preguntó, con tono de preocupación.

   -No, es solo un poco de tierra -contestó, mirándolo a los ojos.

   A Hyoga se le aceleró el corazón como cada vez que hablaba con Shun, y se sintió muy culpable. La rubia se acercó a él y este la rodeó por la cintura. Estuvieron a punto de besarse cuando el ruso se separó lentamente de ella, y esta lo miró a los ojos.

   -Lo siento, June, pero mi corazón le pertenece a otra persona.

   Lo miró con lágrimas cayéndole por las mejillas, y Hyoga se las quitó suavemente con los dedos.

   -El mío también, pero no es correspondido... -dijo esta.

   -A mí me pasa lo mismo...

   Volvieron a acercarse y esta vez sí se besaron.

   -Volveré a la casa... ¿o quieres que te acompañe?

   -Vuelve, debes de estar cansada -le acarició el pelo.

   June asintió con la cabeza y dio media vuelta para marcharse.

   Hyoga se quedó solo en el arroyo, más pensativo que nunca.

   ''¿Qué estoy haciendo?''

 

   Shun no había podido evitar contemplar la escena desde una rama, y se quedó con la boca abierta. Jamás se hubiera imaginado que June y Hyoga... no se lo podía creer.

   Empezaba a sentir más que amistad por el rubio, y no pudo evitar que se le escapasen lágrimas de los ojos.

   Hyoga sintió su sollozo y miró hacia él. El peliverde apartó la vista, molesto.

   -¿Shun?

   -Hyoga...

   -¿Por qué lloras?

   Bajó de la rama y fue al lado del rubio.

   -Me ha entrado algo en el ojo, eso es todo.

   -¿Pretendes que me lo crea? -lo miró preocupado.

   -Sí... -contestó Shun.

   -¿Has encontrado el anillo? -cambió de tema.

   -No, aún no.

   -Podemos buscar juntos si quieres. Yo tampoco he encontrado mi rosa.

   -Me encantaría, Hyoga, pero... -¿qué excusa podía inventarse?

   -¿Pero qué?

   -Nada, vamos a buscar.

 

   Empezaba a llover fuertemente, aunque los árboles frenaran las gotas de agua al caer sobre sus copas. Seiya aún no había encontrado rastro de la hoja en forma de corazón, y pensó más de una vez en regresar a la casa con las manos vacías, pero bastaba imaginarse a Ikki riéndose de él para cambiar inmediatamente de opinión.

   -¡¡¡No permitiré que te burles de mí, Ikki!!! -gritó.-¡¡¡Conseguiré llegar antes que tú!!!

   Se alejó caminando de forma extravagante y sin dejar de reirse mientras le caía agua de las nubes por todo el cuerpo.

 

   Saori se había subido a la copa de otro árbol, y un rayo cayó desgarrando el cielo. Estuvo a punto de caer pero se aferró fuertemente a las ramas. Mereció la pena. Ahí estaba la figurilla del ave que buscaba. La cogió y bajó despacio por el tronco.

  

   Ikki no sabía ya dónde se encontraba. Ni siquiera sabía qué hora era.

   ''Tenía que haber traido un reloj'', se maldijo.

   Pensaba que el diamante blanco brillaría tanto que no sería difícil de encontrar, pero se había equivocado. Tenía la sensación de que ya había investigado todo el bosque desde que se adentró en él.

   Iba caminando cuando oyó un sollozo. Pensó que sería su hermano, pero descartó la idea cuando pudo distinguir la voz.

   -¿Tatsumi? -preguntó, mirándolo. Se había hecho un ovillo en el suelo mientras sostenía con los brazos la flauta que le había tocado buscar. -¿Se puede saber qué estás haciendo?

   -¡¡¡Ikki!!! ¡Por favor, llévame de vuelta! -se acercó a él de rodillas y le tiró de la camiseta.

   -Ni lo sueñes, tengo que buscar un diamante -se dio la vuelta para marcharse y Tatsumi lo siguió. -¿Por qué no vuelves tú solo?

   -Me he perdido...

   -Ya veo -lo miró y después miró la lluvia. -Ven conmigo, anda.

   Tatsumi le agradeció el gesto y juntos caminaron entre los árboles, Ikki intentando mantener la distancia entre los dos.

 

   ''Por fin he encontrado la salida del bosque'', pensó Shiryu, mientras sujetaba con las manos al conejo de pelaje marrón con una pinta blanca en el ojo derecho.

   -¡Qué mono es! -susurró en voz baja.

   Miró hacia el bosque y se preguntó si sería el primero en salir de allí. Se volvió y comenzó a caminar hacia la casa, pensando en Shunrei.

 

   -Está lloviendo mucho, Shun. Sería mejor que volviésemos a la casa. Además, ya es muy tarde -decía Hyoga mientras subía por el terreno elevado.

   Habían recorrido prácticamente todo el bosque en la parte más llana y no les quedó más remedio que ascender por la montaña.

   -No pasa nada, me gusta la lluvia -había estado llorando casi todo el camino, pero las gotas de agua ocultaban sus lágrimas. Aún así, tenía los ojos rojos.

   -¡Mira! -le señaló Hyoga con el brazo. Había una cascada en la roca de la montaña.

   Shun sonrió. Era un paisaje maravilloso. Miró al rubio que comenzaba a andar hacia la cascada, y se metió por detrás del agua. El peliverde lo siguió, extrañado.

   Se encontró con su amigo en una pequeña cueva detrás de la cortina de agua. Se secó las gotas de lluvia de la cara y Hyoga pudo ver que tenía los ojos rojos.

   -Shun, ¡me has mentido! has llorado -se acercó a él y le acarició una mejilla.

   -Son solo tonterías, Hyoga... -se excusó. El corazón le latía muy deprisa, al igual que el del rubio. Este se dio la vuelta y miró hacia el interior de la pequeña cueva.

   -¿Qué es eso que brilla?

   Shun se acercó y cogió el objeto con una mano. Se lo enseñó a Hyoga.

   -¡El anillo! -exclamó el peliverde con una sonrisa de oreja a oreja.

 

  

Notas finales:

Gracias por seguir leyendo mi historia. ¿Qué pasará en el siguiente capítulo?


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