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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Tu marcha ha sido tan repentina... no hay lugar para mí si no es en tus brazos.

   Apenas se veía nada más que hielo mientras caminaba hacia un humilde hotel que había alquilado. No sabría cuánto tiempo estaría en él, pero ya pensaría en una solución más adelante.

   Corrió hasta la puerta cuando ya solo le faltaban unos metros. Abrió y entró. Fue hasta recepción y pidió la asistente llamó a un botones para que le subiera el equipaje a su habitación.

   Cuando ya se iba al ascensor, la chica lo llamó.

   -Disculpe, pero hay una señorita esperándolo en la sala común. ¿Es usted Hyoga, verdad?

   -Así es. ¿Quién me espera? -Preguntó, con curiosidad.

   -No me dijo su nombre. Pase por este pasillo hasta el final. -Le indicó.

   El cisne se despidió de ella cortesmente y caminó por el estrecho pasillo hasta la sala común. En principio no vio a nadie, y vio menos todavía cuando unas manos le taparon los ojos detrás suyo.

   -¿Quién soy? -Preguntó una voz que le resultaba muy familiar.

   -¿Flare? -Sonrió.

   -Correcto.- Le quitó las manos de los ojos y le hizo darse la vuelta, muy contenta.

   -¿Cómo sabías que...? -La rubia le puso un dedo en los labios y no le permitió terminar la frase.

   Hyoga tenía los ojos muy abiertos y el corazón le latía a mil por hora. Hacía muchísimo tiempo que no la veía, y no pudo evitar emocionarse.

   -Te he echado de menos, patito.

   -Y yo a ti, bonita.-Le rozó la mejilla con una mano, delicadamente.

   Flare se acercó a él y le dio un suave abrazo. Hyoga cerró los ojos para disfrutarlo al máximo.

 

   Hacía ya unos días que su cisne se había marchado, quizás para no volver nunca, y Shun lo estaba pagando muy caro. Apenas dormía, apenas comía, apenas hablaba con nadie. Todos lo notaron, e intentaron hacerle entrar en razón, sobre todo su hermano, que juró que el pato se las vería con él por hacerle daño a su pequeño.

   Shun estaba ahora sentado en la terraza, mirando hacia el cielo. No faltaría mucho tiempo para que salieran las estrellas, y ya asomaba tímida la Luna. Tenía los ojos rojos de tanto llorar, y entre sus manos sujetaba la maceta con las flores marchitas que Hyoga le había regalado. Solía hacer lo mismo todas las tardes desde que este se marchó de su lado.

   Sus pensamientos eran borrosos. Lo único que era capaz de imaginarse era al rubio la noche que se fue, y tiempo después, regresando con él. Pero sabía que eso no iba a suceder nunca. Cuando llegaba a esta conclusión, sus ojos volvían a llenársele de lágrimas.

   Alguien picó a su puerta, pero no lo oyó, o no quiso oirlo. Igualmente el intruso entró, recorrió toda la habitación y se sentó al lado suyo.

   -Shun.- Lo llamó la voz de Shiryu, pero no obtuvo respuesta. El peliverde tenía los ojos clavados en el cielo-. ¿Cuánto tiempo llevas aquí sentado?

   -No lo sé.

   El dragón suspiró. Iba a su habitación a darle conversación siempre que podía, pero nunca conseguía nada. A veces, solo lo empeoraba.

   -¡Shun, olvídate de él! -Exclamó, sin poder contenerse.

   -¡¡Déjame!! -Se levantó y echó a correr por la habitación, dando un portazo y dejando a Shiryu solo en la terraza.

   ''Maldito seas, dragón, no tienes tacto ninguno'', se maldijo.

 

   Bajó las escaleras de la mansión corriendo y tropezando y salió bruscamente por la puerta principal. Todos lo vieron pasar y lo llamaron, pero no les hizo el mínimo caso.

   Hacía un poco de frío pero no se paró siquiera a pensarlo. Se limitó a correr, y cuando ya hubo salido por la verja, miró hacia atrás, y siguió caminando despacio.

   Las calles estaban desiertas a su paso, solo se veían algunos ancianos apoyados en sus bastones. Shun se preguntó si volvería a ver a Hyoga cuando ya fueran ancianos, y estúpidamente volvió a llorar. Todo le recordaba a él.

   Llegó hasta un pqueño parque de solo columpios en el que jugaban felices 4 niños. Sonrió, pero volvió a entristecerse al ver el cabello rubio de uno de ellos. Se maldijo para sus adentros y siguió caminando.

   Se paró en frente de una fuente que estaba en medio de una plaza, y se sentó en el borde. No sabría decir cuánto tiempo se quedó ahí quieto, pensando, como una estatua, hasta que decidió volver a la mansión.

   ''O quizás no. No quiero que me hablen, siempre preguntándome cómo estoy, como si no lo supieran ya'', pensó.

   Se levantó de la fuente y volvió al parque que había visto antes.

 

   Ikki había cogido su moto para hacerle una visita inesperada a una persona. Tenía que hablar con ella, y tenía que hacerlo ya. Estaba empezando a llover y las gotas le caían por el visor nublándole un poco la vista. Maldijo para sí.

   Era una calle estrecha y oscura, y por las calles había gente poco grata, pero no le dio demasiada importancia.

   Se bajó de la moto y amenazó con una mirada a una pandilla de adolescentes que estaban en la otra acera. Estos inmediatamente se marcharon, e Ikki sonrió, satisfecho.

   Se acercó a un portal y llamó al timbre.

   -¿Quién es? -Preguntó una voz.

   -Soy Ikki, ábreme, por favor, tengo que hablar contigo.

   Un sonido metálico le dio la señal de que el portal se había abierto, y entró. El edificio no tenía ascensor así que subió por las escaleras. Solo eran cuatro pisos y esa persona vivía en el segundo, así que tampoco se irritó mucho.

   Cuando llegó encontró la puerta de la casa abierta, y entró. Se dirigió hasta lo que parecía el salón y se sentó en el sofá a esperar. Era un apartamento muy pequeño y las cosas no tenían un orden muy lógico, pero para una sola persona resultaba acogedor.

   -Ikki, ¿a qué se debe esta visita? -Preguntó June, mientras se sentó a su lado.

   La chica iba vestida solo con una bata rosa, y el fénix se puso nervioso a la vez que se excitaba.

   -Venía a hablar contigo sobre mi hermano.- Tragó saliba y la miró a los ojos.

   -Ya le pedí perdón... -Se puso nerviosa.

   -¿Por qué sucedió todo?

   -Yo estaba enamorada de Shun, y no sabía nada de lo de Hyoga, te lo juro. -Se excusó.

   Ikki estuvo a punto de decir algo, pero June se acercó a él rozándole la pierna.

   -No deberías hacer esto... -Empezó.

   -¿Por qué no? Yo quiero, tú quieres... -Se acercó más a él y se tumbó encima de su cuerpo.

   El fénix intentó liberarse del contacto con éxito, y se levantó del sofá, incómodo. June se levantó también y lo cogió por un brazo, haciendo que se girase. Le besó apasionadamente, y esta vez Ikki se dejó llevar. Cuando el beso cesó, el fénix la agarró por la cintura y la tiró en el sofá. Seguidamente él se tumbó encima de ella, y volvieron a besarse, alejándose cada vez más de los labios.

 

   Seiya se levantó de muy mala gana cuando sonó el timbre de la mansión, y fue a abrir.

   -¡¡Ikki!! -Se sorprendió, y después puso cara de enfadado por haberle despertado-. ¿A dónde fuiste?

   -Fui a hablar con June sobre lo de mi hermano...

   -Pareces un poco... exhausto.- Dijo el pegaso sonriendo maliciosamente.

   -¿A ti qué te importa? -Dijo, poniéndose rojo-. ¡Ya quita de la puerta que quiero dormir un poco!

 

   No había dormido nada en toda la noche pensando en lo que había pasado. Estaba desnudo en la cama de la habitación del hotel, al igual que Flare, que dormía a su lado, abrazada a él. La miró y sonrió, pero al pensar en Shun se puso triste sin poder evitarlo.

   ''Le estoy traicionando... ¿Qué digo? Si nunca fuimos nada...'', pensó, y abrazó a Flare. Cerró los ojos e intentó dormir, sin éxito. La chica se despertó al contacto, y lo miró a los ojos.

   -¿No puedes dormir?

   -No es nada, bonita, no te preocupes.-Le contestó, con una sonrisa. La chica depositó un suave beso en sus labios, y sonrió también.

   Hyoga estaba feliz, pero se resentía por dentro. Se decía que era tonto por no estar feliz del todo, teniendo a Flare, un chica hermosa, a su lado. Ella estaba feliz, se le notaba en los ojos.

   -Te había echado tanto de menos, patito.- Volvió a besarlo suavemente.

   ''Patito, así es como me llamó Shun...'', pensó.

   -Y yo a ti. Discúlpame un momento, voy a salir a la terraza.

   -Ahí tienes una bata.- Le señaló, pero él no le hizo caso.

   Salió a la terraza y el frío le pasó por todo el cuerpo desnudo, pero no le afectaba, nunca le afectaba. Miró hacia el horizonte y vio la aurora boreal. Era preciosa. Se le cayeron lágrimas de los ojos al ver el color verde de esa luz, y no pudiendo evitar pensar en los cabellos verdes de Shun, y en sus ojos de color esmeralda.

  

Notas finales:

Espero que les haya gustado este capítulo y me sigan para ver la continuación :P


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