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Dime que fue por amor por AndromedaShunL

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Notas del capitulo:

Las estrellas más bonitas que he visto en mi vida se llaman tus ojos.

  Estaban todos desayunando rodeados por un ambiente muy tenso. Shun sabía que era por su culpa, y los miraba a todos con ojos angelicales e inocentes. Ikki se había sentado al lado suyo y no dejaba de dedicarle tiernas sonrisas.

   -¡Qué conversación tan interesante! -Exclamó Seiya, que no pudo contenerse.

   El peliverde bajó la mirada hacia su desayuno, y el fénix le dedicó una mirada fulminante al pegaso.

   -Sé que han pasado muchas cosas pero eso no quiere decir que nos comportemos como muertos.- Siguió Seiya.

   -Tienes razón.- Asintió Shiryu.

   -Deberíais tener un poco más de respeto.- Gruñó Ikki.

   -¡Yo no tengo la culpa de nada! -Casi gritó Seiya.

   -Chicos, calmaos... -Dijo Saori, pero no le hicieron caso.

   El fénix y el pegaso empezaron a discutir. Shun se levantó de la mesa y salió del salón directo a su habitación. En ese momento cesaron los reproches y todos se sintieron culpables.

 

   Subió corriendo las escaleras pero se paró en frente de la habitación de Hyoga. Aún sabiendo que nadie le iba a contestar llamó a la puerta. Silencio. Tiró del picaporte y entró.

   Le pasaron por la mente todas las veces que había ido a ver a su amigo a aquella habitación, y sonrió inconscientemente. Cerró la puerta trás de sí y se dirigió a la mesilla. Encima había un jarrón con un ramo de flores todas marchitas, coronado con una rosa que antaño había sido de color rojo. De sus ojos brotaron lágrimas sin poder evitarlo.

   ''Estas flores están tan marchitas como nosotros dos'', pensó.

   Levantó la vista y se topó con un espejo. El polvo se había acumulado por todas partes. Se miró y vio a un muchacho con el pelo verde y los ojos como esmeraldas. Era una gran belleza por fuera, pero por dentro no encontró más que vacío. A veces se preguntaba por qué no intentaba olvidarse de todo y seguir con su vida. Hubiera sido lo más sensato.

   ''Pero ya es demasiado tarde. El dolor me ha consumido por dentro''.

   Se separó del espejo y se asomó a la ventana. El sol lo llenaba todo de luz, y apenas había alguna nube solitaria en el cielo. Las vistas que se veían desde la habitación de Hyoga eran las mismas que se veían desde su terraza, pero en ese momento le parecieron eternamente más hermosas.

 

   Flare miraba al rubio mientras este daba vueltas y vueltas por toda la casa, muy sonriente. En cierto modo le daba un poco de miedo, y a la vez le hacía gracia.

   -¿Hyoga? -Lo llamó con una sonrisa.

   -Dime.

   -¿Qué te ocurre?

   -Estoy pensando.

   -¿En qué? -Preguntó, intrigada.

   Hyoga no le respondió. Se sentó al lado de la chica y la cogió de las manos. Ella quedó cautiva de sus ojos azules y deseó con todas sus fuerzas que la besara, pero no fue así.

   -Vas a... .-Empezó, y Hyoga asintió levemente con la cabeza sin dejar que terminara la pregunta.

   Flare le sonrió y le dio un suave beso en la mejilla.

 

   La tarde estaba siendo monótona y hacía un calor abrasador. Hacía ya dos horas que los demás habían comido, pero él prefirió salir al jardín para dar un paseo. Últimamente le gustaba demasiado estar solo. Su hermano se había ofrecido a caminar con él, pero le dijo que no se preocupara, que estaría bien. Para convencerlo del todo le dedicó una de sus sonrisas.

   Las margaritas ocupaban la mayor parte de la hierba, y a Shun casi le daba pena pisarlas, pero no le quedaba más remedio. Pensó que igual tendría que pedirle a Saori que hicieran un pequeño camino por el jardín, para no estropearlo.

   Los destellos del sol se reflejaban en las ventanas de la mansión creando divertidos juegos de luces. Sonrió para sus adentros.

   Siguió caminando un poco hasta que se topó con Shiryu, que leía un libro bajo la sombra de un árbol. Se acercó él y se sentó a su lado.

   -¿Cómo estás, Shun? .-Le preguntó, cerrando el libro.

   -Mejor.

   -Me alegro.- Le sonrió.

   -¿Y tú? -Preguntó también el peliverde, sonriendo.

   -Perdido en las hojas de un libro.

   Shun se rio y Shiryu lo siguió. Hacía mucho que no lo veía reir.

   -Hace una tarde muy bonita.

   -Sí, tienes razón.- Dijo el dragón mientras levantaba la mirada hacia el cielo azul.

   Pasaron unos instantes hasta que Shun volvió a hablar.

   -Shiryu...

   -¿Si?

   -¿Crees que Hyoga volverá? -Le preguntó clavando sus ojos en los del dragón.

   -¡Claro que sí! -respondió, como si fuera evidente-. ¡Es uno de nosotros, Shun! ¡No nos abandonará nunca a ninguno!

   Al peliverde se le escaparon unas débiles lágrimas de los ojos.

   -No llores, va a volver, ya lo verás.

   -Gracias, Shiryu.- Dijo, y se levantó para volver a la mansión.

 

   Las nubes dejaban gotitas de agua sobre las ventanas al pasar a través de ellas.

 

   Se había pasado el resto de la tarde leyendo y escuchando música, aunque su mente estaba muy lejos de allí, tal vez en Siberia, tal vez en la isla de la familia Kido, tal vez en la fiesta de Seiya. Se le pasaba todo por la mente y no hacía más que llorar o culparse por todo lo que había pasado. La noche estaba llegando y no tardaría en sumirse en otro extraño sueño.

   ''Oajalá hoy me duerma y no despierte más'', pensó.

   Los últimos rayos de luz se filtraron por la ventana cuando cayó en un profundo sueño.

 

   Se encontraba caminando por un desierto que se extendía a lo largo de todo el territorio que alcanzaba su vista. Las arenas que pisaba le quemaban los pies descalzos a medida que abanzaba sin rumbo.

   El sol abrasador le cegaba y apenas veía por donde caminaba con los ojos semicerrados.

   Siguió y siguió hasta que las fuerzas lo abandonaron por fin, y se desplomó sobre la arena mientras esta le quemaba todo el cuerpo.

   No sabría decir cuánto tiempo estuvo allí tendido, sin ninguna posibilidad de sobrevivir, cuando el cielo se abrió en dos extrañas masas de nubes y un ángel todo vestido de blanco con los cabellos rubios bajó de lo alto para posarse en frente del peliverde.

   -Hyoga...-Susurró, a la vez que el ser le cercaba una mano y le ayudaba a levantarse.

  

   Despertó en medio de la noche sudando y temblando.

   ''¡No pienso dormir más!'', exclamó para sus adentros, y se dirigió al baño para darse una ducha y aclararse la mente.

   El agua caía suave por todo su cuerpo mientras recordaba la noche pasada, cuando las estrellas de la constelación del cisne empezaron a brillar tan intensamente. Parecía que lo estaban llamando. Y después el sueño que lo guiaba hasta Hyoga.

   ''Fue todo tan extraño... pero tan bonito a la vez'', pensó, mientras se dejaba llevar por todos sus pensamientos.

   Cuando acabó de ducharse cogió el reloj para mirar la hora que era. Se entristeció al ver que aún eran las tres y cuarto de la madrugada, y que tendría que volver a la cama a dormir y a soñar otra vez.

   En vez de echarse de nuevo sobre el mullido colchón, salió a la terraza a contemplar las estrellas. No vio nada extraño en ellas a simple vista, y una parte de él se ensombreció. Buscó la constelación del cisne con la mirada y no tardó mucho en encontrarla. Se imaginó el rostro de su amigo en el cielo nocturno, y cascadas de agua brotaron de sus ojos.

   Parpadeó para intentar contenerlas, en vano. Cerró los ojos fuertemente por última vez, y cuando los volvió a abrir, la constelación del cisne volvía a brillar tan intensamente como la noche anterior. Se sobresaltó de nuevo y no apartó la vista de ella. Las estrellas que componían la imagen empezaron a parpadear como luces azules y blancas, para luego comenzar a desplazarse lentamente por el oscuro cielo.

   Shun se levantó inconscientemente y salió de la terraza y de la habitación corriendo, sin haberse cambiado el pijama. Bajó las escaleras como un rayo y atravesó la puerta de la mansión aún con lágrimas en los ojos.

   Las estrellas se movían cada vez más deprisa en una dirección. Las siguió como si fuera lo único que importase en aquel momento.

   ''Es como en el sueño'', pensó, y sonrió.

   Ya estaba lejos de la mansión y seguía corriendo detrás de las luces. Querían guiarlo hasta alguna parte, estaba seguro.

   Se metió en un parque bastante grande y al llegar al centro del mismo se encontró rodeado de árboles en un prado decorado con margaritas. En ese momento se dio cuenta de que había salido corriendo en pijama, y se sonrojó. Miró hacia el cielo en todas direcciones hasta que encontró de nuevo la constelación del cisne, que seguía brillando y parpadeando, un poco más débil, justo por encima de su cabeza.

   ''Es aquí'', pensó, y caminó unos pasos por el oscuro lugar.

   Su corazón se aceleró bruscamente cuando distinguió una figura humana sentada en la hierba con la espalda apoyada en el tronco de un árbol, jadeando. Se acercó a él. Su pecho parecía una bomba de relojería cuando lo reconoció. En realidad, sabía que había sido él desde el principio.

   Se quedó de pie a pocos pasos de Hyoga sin atreverse a acercarse más a él.

   El rubio, que parecía agotado, intentó levantarse de su improvisado asiento, pero no fue capaz. Shun lo comprendió y se sentó junto a él, aún temblando de lo nervioso que estaba.

   No se dedicaron ninguna mirada, simplemente miraban a las estrellas del cisne mientras volvían a brillar como antes. Entonces, Shun fue el primero en hablar.

   -¿Cómo sabías que iba a venir? -Le preguntó, aún sin mirarlo.

   -No lo sabía, en verdad. -Se limitó a responder.

   -¿Por qué estás tan agotado?

   -Quería que fuera un encuentro especial. Espero haberlo conseguido.

   -Lo has conseguido.- Lo apremió Shun, que giró su cara para mirarlo por fin a los ojos.

   Hyoga hizo lo mismo y se sonrojó al instante. Volvieron a quedarse en silencio, mirándose intensamente el uno al otro.

   -Shun, yo...

   El peliverde dejó escapar unas leves lágrimas que Hyoga secó al pasar sus suaves dedos por el rostro de este.

   -Te he echado de menos.

   -Lo sé- dijo el cisne, con semblante culpable-. ¿Podrás perdonarme algún día? -Los ojos del rubio empezaron a brillar, y Shun se sintió extrañamente triste y vacío.

   -Eso ni se pregunta, pato tonto.- Respondió, y ambos sonrieron.

   -Dime que no has derramado lágrimas por mi culpa.- Le dijo Hyoga.

   -Dime que te fuiste por amor- empezó Shun-. Dime que fue por amor.- Pidió, mientras comenzaba a llorar de nuevo.

   El cisne lo miró tiernamente, acercó sus labios a los del peliverde y volvieron a fundirse en un apasionado beso, después de tanto tiempo. Fue el más dulce que ambos habían experimentado en toda su vida.

   -Shun, permíteme reparar todo el dolor que te he causado. Te prometo que nunca más me volveré a separar de ti. Nunca, nunca... -No pudo terminar la frase, empezó a sollozar y Shun lo estrechó entre sus brazos, cálidamente. Cuando recuperó el habla se puso muy rojo.

   Estuvo a punto de hablar, pero el peliverde se le adelantó.

   -Has de perdonarme tú a mí, Hyoga. Yo... no quería hacerte sufrir tanto, pero no tenía ni idea de que... -hizo una pausa-. No tenía ni idea de que esto pudiera pasar.

   Se volvieron a besar tiernamente, y estuvieron así un buen rato. Después, Hyoga reunió fuerzas para levantarse, ayudado por Shun.

   -Deberíamos volver a la mansión.- Dijo el cisne.

   El peliverde asintió. Albergaba en su interior toda la felicidad que le había sido arrebatada en los últimos tiempos. No sabía cómo expresarlo. Después de todo Hyoga había vuelto con él, volvían a estar juntos, y esta vez estaba seguro de que duraría eternamente.

   Hyoga lo rodeó por la cintura y lo atrajo hacia sí para darle otro apasionado beso. Shun se dejó llevar. Estaba tan contento...

   Cuando se hubieron separado, el peliverde habló.

   -Volvamos patito. -Le sonrió muy tiernamente.

   El cisne lo cogió de la mano y caminaron juntos bajo las estrellas de vuelta a la mansión, contándose lo mucho que se habían echado de menos y diciéndose lo mucho que se amaban el uno al otro.

   Si amas a alguien, déjalo ir. Si regresa, es que estábais hechos el uno para el otro.

 

Notas finales:

Este es el final de mi historia.

Me ha costado mucho esfuerzo y muchos días hecerla.

Yo por lo menos me emocioné con cada capítulo que escribía. Espero que a muchos lectores les haya parecido tan bonita como a mí :)

A todos gracias por leerla y por dejar vuestros comentarios. Habéis sido todos muy amables ^^ En verdad, gracias.

 


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